Suena el río de Bayona
El caso del sacerdote francés de Bayona que ha sido apartado de sus parroquias por convivir públicamente con una señora comienza a tener eco en la prensa mundial. No pasa de ser un caso particular, pero tiene su interés como muestra de algo de mayor amplitud. A fin de cuentas, como se suele decir, “cuando el río suena, agua lleva”.
En efecto, multitud de medios de comunicación han señalado este caso como un ejemplo más que demuestra que la obligación de guardar el celibato que Roma impone a los sacerdotes es absurda. Como afirman los vecinos de la zona, el P. Laclau es un hombre bueno, equilibrado, que cumple bien su ministerio. Diversos curas casados o que viven con mujeres en otros lugares de Francia le han comunicado su solidaridad y comprensión.
Pueden encontrarse algunos de los artículos en este sentido en los siguientes vínculos:
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- (francés, ver los comentarios)
- (francés)
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Quizás algún día el caso del P. Laclau se recuerde como un paso más en el camino hacia un celibato que no estará impuesto por Roma, sino que será verdaderamente opcional y, por lo tanto, auténticamente libre…
…o quizá no.
Apliquemos a este caso la espada de doble filo de la fe y de la razón. Haciéndolo, observamos que todos los testimonios y artículos que he mencionado se basan en una premisa más o menos oculta: el P. Laclau deseaba ser sacerdote, dedicarse al servicio del pueblo de Dios en las parroquias y, aunque no se veía llamado por Dios al celibato, tuvo que prometerlo porque la Iglesia le forzó a ello si quería ser sacerdote. Como es lógico, esa promesa del celibato no era “auténtica", no correspondía a la verdadera vocación del P. Laclau y, por lo tanto, antes o después tenía que salir a la luz que no era más que una imposición artificial.
Esa premisa oculta, una vez desvelada, suena bastante bien, pero tiene un pequeño defecto: es completamente errónea.
El P. Laclau no es un sacerdote secular diocesano, es un religioso de la o Congregación de los Padres de Betharram. Es ésta una diferencia esencial: si bien el celibato de los sacerdotes diocesanos es una cuestión disciplinar (en el sentido de algo querido por la Iglesia pero que no es absolutamente necesario), el voto de castidad de los religiosos es una parte esencial de su vocación y de su vida.
Lo que define la vocación de los miembros de esta congregación, como de los de cualquier otra, son los tres votos que pronuncian sus miembros: pobreza, castidad y obediencia. Querer ser religioso es idéntico a querer vivir en pobreza, castidad y obediencia, según el carisma específico de cada orden o congregación. De hecho, se puede pertenecer a esta congregación de Betharram y no ser sacerdote, lo que no se puede es pertenecer a ella y no vivir la pobreza, la castidad o la obediencia.
Por lo tanto, nadie puso al P. Laclau la condición de ser célibe para poder conseguir nada. Él mismo, libremente, considerando que esa era la voluntad de Dios para él, hizo voto de castidad ante Dios, ante la Iglesia, ante sus hermanos de Congregación y ante su propia conciencia. Años después decidió romper ese voto de castidad y, después, el de obediencia, negándose a trasladarse al destino que sus superiores le asignaron.
Parece claro, en cualquier caso, que este infortunado suceso nada tiene que ver con las discusiones sobre el celibato obligatorio de los sacerdotes (diocesanos). Así pues, los que usan al P. Laclau como ejemplo de la necesidad de que el celibato sea opcional, una de dos:
- O bien ignoran una distinción básica en la Iglesia como es la diferencia entre clero secular diocesano y clero religioso, en cuyo caso sorprende que tengan la osadía de manifestar públicamente su ignorancia al pronunciarse sobre un tema teológico como es el celibato,
- o bien conocen la distinción y son conscientes de que este caso nada tiene que ver con el tema del celibato, pero no están interesados en la verdad, sino sólo en la manipulación para alcanzar sus fines.
Ambas posibilidades son malas, sobre todo la segunda. Supongo que cabe la posibilidad de que éste sea un caso aislado y que la defensa del celibato opcional no corresponda, en general, a la ignorancia o a la mala fe, pero, lo cierto es que sorprende el interés suscitado en todo el mundo por este caso particular y, como señalamos anteriormente, “cuando el río suena…“
P.S.: Me gustaría señalar que en ningún momento pretendo juzgar como persona al P. Laclau. Los cristianos dejamos ese juicio a Dios, que es misericordioso. Rezo por él y por la señora con la que convive para que el Señor los ilumine a ambos.
4 comentarios
Este error es grave y muy extendido. La vocación no es nuestra, es llamada de Dios a un servicio eclesial, con un discernimiento eclesial y unas condiciones eclesiales.
Completamente de acuerdo. No he hablado de eso porque estoy preparando un post sobre ello, así que me limité a señalar la utilización fraudulenta que se había hecho de este caso. Sin duda ese tema que señalas es el verdadero núcleo de los problemas que suscita hoy el celibato.
Muy buen comentario.
El celibato o, más bien, la virginidad consagrada son un invento de Cristo y San Pablo los defendió con todas sus fuerzas. Si es algo antinatural, sería señal de que Jesucristo nos ha engañado, con lo cual lo mejor sería marcharnos todos a casa y que desapareciera el cristianismo.
Yo, por mi parte, me fío de Jesucristo y mi experiencia me lo confirma.
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