Signos de la Fe (IX): el testimonio de un lector
Algunas veces pido que cuenten su experiencia a los lectores que encontraron por primera vez el camino hacia Jesucristo y la Iglesia (o de vuelta a ella después de haberse alejado). Creo que los relatos personales de conversión nos ayudan a todos a ser conscientes de las maravillas que hace Dios en nuestras vidas a poco que se lo permitamos.
Como verán, en esta historia personal que me ha enviado desde México un lector de este blog, José Huerta, el Señor escuchó las oraciones de una madre (como hizo con San Agustín y tantos otros). Además, se sirvió de algo que, a primera vista, parece absurdo: la presencia de misioneros no católicos en México. Así actúa Dios, yendo siempre más allá de cuanto podemos imaginar.
Me parece oportuno subrayar también, al igual que hace José en el relato, la importancia de dar razones para la fe. Como señaló el Papa en Ratisbona, el cristianismo no se opone a la razón ni es ajeno a ella. El caso de José, necesitado de comprender la fe que había recibido de niño, es el de miles de jóvenes desorientados que están esperando que alguien les ayude en su camino de fe. De ahí también la importancia de grupos, movimientos y parroquias que ofrezcan un entorno favorable para la vida en Cristo.
José: muchas gracias por tu testimonio y cuenta siempre con mis oraciones.
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Después de unas semanas de vacaciones, quiero cumplir con lo prometido, sobre mi camino a Cristo Jesús.
Nací en una familia católica, de padre español y madre mexicana, cuando la liturgia aun era en latín. Estudié en un colegio católico, cuando todavía en México se escondían los símbolos a las visitas de los inspectores escolares del gobierno. Por mi madre tuvimos más conocimiento de la fe, pero los métodos y los textos eran poco didácticos. Recuerdo la Biblia Nácar Colunga, que es una maravilla en traducción de los textos originales, pero a los latinoamericanos poco nos decía, por el castellano de los cuarenta o principios de los cincuenta.
Aunque no llegué a perder del todo la fe, el ambiente y la etapa de la vida me arrastraron a apartar a Dios de mí. Sin embargo, me remordía la conciencia, porque sabía que no vivía de acuerdo a lo que Él quería o había establecido en la moral cristiana.
Ya en la universidad recibí hospedaje en una casa que coordinaba un sacerdote y donde la mayoría de los compañeros eran practicantes, aunque los temas e inquietudes de la juventud poco se trataban. Era mi conciencia la que se encargaba de llamarme la atención. Y, en ese momento, creo que las oraciones de mi madre tuvieron un gran peso.
Durante esos años, comenzó a haber cierta apertura para recibir misioneros evangélicos y mormones en México y los veíamos en las calles con su corbata y tocando a las puertas de las casas. Ahí es donde empieza mi cuestionamiento sobre quién tendría la verdad.
Para mí fue muy importante que apareciera un primer libro del P. Flaviano Amatulli sobre esta problemática o apologética, porque creo que todos los que existían les parecían pasados de época a los presbíteros y obispos y habían sido retirados o no se reimprimían. Este libro del P. Amatulli fue mi salvación, porque, además de entender los nuevos movimientos religiosos, me hizo comprender mi religión y aumentar mi fe. Ya había superado las actitudes de la adolescencia y ahora deseaba saber cuál era la verdadera Iglesia y porqué. Amatulli lo explicaba en forma sencilla y amena. Este mismo sacerdote escribió otros textos ya más profundos y que creo que a muchos mexicanos nos han servido
Busque todo lo que había sobre apologética y creo que eso es una maravilla, ya desde los santos Padres. Me parece esencial la apologética y la forma de presentarla, con preguntas y respuestas, y otras formas didácticas.
Después de que pruebas casi de todo y ves como está el mundo a tu alrededor, te acercas a la madre amorosa y empiezas a ver la mano protectora en tu vida y hay que agradecerlo, porque recibes señales que muchos no son capaces de ver. Al acercarme de nuevo a la Iglesia, me integré en la Renovación en el Espíritu, un movimiento carismático católico. En la Renovación damos mucha importancia a la evangelización.
Mi conclusión es que la apologética o los artículos como los tuyos ayudan a muchos católicos que se quedaron con la enseñanza de la primera comunión. También considero que todo católico debería de estar en un grupo apostólico.
Que Dios te bendiga.
José Huerta Morales
13 comentarios
Acabo de publicar el testimonio de José, que volvió a la Iglesia por haber visto a misioneros mormones por las calles de México. ¿Quién soy yo para decirle a Dios por qué medios tiene que traer a la gente a la Iglesia?
En cuanto a lo que dices sobre el alejamiento, todas esas cosas no se pueden atribuir a la Iglesia Santa como Cuerpo de Cristo. En cambio sí que están presentes, como infinidad de otros pecados, en sus miembros, ya sean laicos, religiosos, sacerdotes u obispos. Sin duda, los pecados de los cristianos pueden alejar a muchos de la Iglesia, no me resulta nada extraño.
Finalmente, no basta estar en la Iglesia "formalmente". Es necesario, como decía S. Ignacio, "sentir con la Iglesia" y amarla, aceptar con gratitud su magisterio y quererla de verdad como a una Madre.
Estaré encantado de leer cualquier testimonio de alguien que haya vuelto de verdad a la Iglesia y, si me parece útil e interesante para los lectores, lo publicaré con gusto.
Muchas gracias por tu felicitación.
De nuevo me gustaría señalar que lo de "volver de verdad" a la Iglesia no es, en primer lugar, algo que tenga que ver con el deber o la obligación, sino más bien con el sano deseo de aprovechar y disfrutar del regalo maravilloso que Dios nos ha dado con la Iglesia. Verdaderamente es una pena perderse eso y a mi me gustaría sinceramente que todos lo disfrutasen al máximo.
Por cierto, acabo de responder a un comentario tuyo que se me había pasado, en el artículo sobre la prueba racional de la existencia de Dios.
Un saludo.
La verdad, me sorprende que después de juzgar a la Iglesia entera en tu comentario me niegues a mí la posibilidad de tener una opinión sobre los relatos que me envíen para publicar en mi blog.
Me parece lógico tener una opinión sobre lo que dicen los demás, sobre si es correcto o erróneo. Es más, creo que los cristianos tenemos la obligación de practicar siempre el discernimiento evangélico. Lo que cuenta José me ha parecido muy bueno y lo publico.
Algo muy diferente es juzgar a los demás, lo cual implica decidir sobre sus intenciones, pecados, culpa... eso en principio sólo le corresponde a Dios y yo intento no hacerlo nunca.
"Algunas veces pido que cuenten su experiencia a los lectores que encontraron por primera vez el camino hacia Jesucristo y la Iglesia (o de vuelta a ella después de haberse alejado)"
¿Alejados?
Somos libres de asistir y pertenecer a la Iglesia y también de dejarla...pero cuando alguien la deja, ¿puede ser que la Iglesia la esté dejando perder? ¿la parábola de la oveja perdida es la de una madre que quiere y busca a los que se separan o es la de una madre que se dedica a esperar mirando por encima del hombro a los que se han marchado?
Actitudes
Conversión
es lo que hace falta
Espíritu Santo
Cristo recuerda que lo distintivo de los cristianos es el amor: amor a sí mismo, a los demás y al Dador del Amor. El amor y su secuela de servicio es ?acción?, ortopraxis: no es la ?profesión de un credo?, ortodoxia, declaraciones de palabra que tantas veces revelan su vaciedad. El amor sustenta la verdad mucho mejor que la verdad el amor. La verdad del amor está en los hechos, el amor a la verdad está en los dichos y los hechos no pueden ser desmentidos por los dichos,, pero los dichos son constantemente desmentidos por los hechos.
"me sorprende que después de juzgar a la Iglesia entera en tu comentario me niegues a mí la posibilidad de tener una opinión sobre los relatos que me envíen para publicar en mi blog"
1º. No te sorprende
2º. No he juzgado a la Iglesia ENTERA
3º. Te he reconocido EXPLÍCITAMENTE (relee) el derecho a juzgar qué interesa y qué no publicar en tu blog, pero no el de juzgar V/F una conversión.
Si a eso añades, para escarnio de la terca realidad, que "Algo muy diferente es juzgar a los demás implica decidir sobre sus intenciones, pecados, culpa... eso en principio sólo le corresponde a Dios y yo intento no hacerlo nunca"
Intent reiteradamente fallido, Bruno, o ni squiera intentado. Si algo os caracteriza es la continua condena (a lo mejor es cierto que no juzgas: condenas directamente).
De paso, aplaudo u me sumo a los comentaris últimos de Raffaelo y JM.
Mira que me propongo no volver ...
Mira que me propongo no volver a discutir contigo, pero cuando te leo, me subleva todo cuanto dices y cómo lo dices. Bustamante, Expósito, el mismo Cigoña, Ciríaco, Juan Morado, etc, son imposibles y dñinos, sí, pero transparentes. Entonces, recuerdo una responsabilidad de la que prometí no escabllirme nunca: no dejar sin respuesta los ataques al Evangelio de Jesús que, desde mi discernimiento, me pareciera que NO DEBE DEJARSE IRRESPONSABLEMENTE SIN RERSPUESTA.
Pero el señor José Huertas, incide en una cosa muy importante, la eficacia y la falta, hoy, de una buena apologética.
Que curiosamente, no sé si esta impresión es compartida por todos, y me gustaría que se abordase el tema, atrae más la doctrina expuesta con corrección y por alguien que no sólo la expone sino que la vive, que digamos los divertimientos, añadidos, aligeraciones.
A veces tengo la impresión que quienes se dedican a los temas de pastoral juvenil quieren atraer a la juventud aguando el vino, con historietas y gracietas. Y no creo que ese sea el camino.
no hablan de analizar los motivos de la gente que se ha marchado, que se ha dejado ir o que se ha "invitado" a marcharse sino de algo que solo los/as sencillos/as son capaces, de amar incondicionalmente y salir en busca de estos sin quedarse cómodamente en sus parroquias a verlas venir.
Amor,
un amor de Madre que se olvida de las rencillas y es capaz de abrir los brazos y alcanzar a aquellos.
Espíritu Santo,
es lo que hace falta.
Yolanda,
desconozco qué te ha llevado a identificar verdad en mis palabras pero me alegro que así sea.
Estoy de acuerdo. Intentar presentar la fe de la forma más atractiva y clara posible, como dice José, no puede significar nunca "aguarla". Si no, estaríamos vendiendo un envoltorio sin contenido.
Yolanda:
No me parece una discusión apropiada para un artículo que no he escrito yo y que, además, no es polémico en absoluto, sino el relato de la experiencia personal de vuelta hacia Cristo de José. Si quieres seguir esta conversación, será mejor trasladarla a otro artículo, creo.
Raffaelo:
Sin duda es el Espíritu Santo lo que hace falta, para los de dentro y los de fuera de la Iglesia.
perarás que deje sin repuestas las tres falsedades de tu anterior intervención.
Mi primera intervención fue solo una pregunta y creo que absolutamente pertinente.
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