¿Por qué no se van de la Iglesia?
Cuando salió a la luz por primera vez el “lío” de la ex-parroquia de San Carlos Borromeo, en Entrevías, escribí varios artículos sobre el tema. En uno de ellos, se encontraban los siguientes párrafos, que creo que siguen siendo apropiados, a la luz de las últimas declaraciones de Javier Baeza, en las que este sacerdote habla de que hay que hay que cerrar la Iglesia Católica o de que ellos siguen cometiendo los mismos abusos litúrgicos que antes.
Quizá el comentario más frecuente que he escuchado sobre estas declaraciones es: ¿por qué se empeñan en seguir en la Iglesia? Con estas líneas, intenté enfocar la cuestión de un modo distinto a lo habitual. Curiosamente, la propia página de San Carlos Borromeo recogió, en aquel momento, el artículo, así que algo debieron de encontrar en él que les llamara la atención.
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Una concepción de la Iglesia como una “federación” de parroquias autónomas y que toman sus propias decisiones sobre la fe, la liturgia, etc. es radicalmente contraria al catolicismo. En primer lugar, porque la Iglesia local, desde el tiempo del Nuevo Testamento, es la comunidad diocesana con su obispo a la cabeza y no cualquier otro grupo de fieles. En segundo lugar, porque la unidad de la Iglesia es un don de Dios y no una construcción de diversos grupos humanos. Los sucesores de los Apóstoles, en torno al sucesor de Pedro, son la garantía de la fe y de la unidad de la Iglesia.
Al margen ya del caso particular de Entrevías, cuando se piensa que cualquier individuo o grupo en la Iglesia pueden tomar sus propias decisiones sobre qué partes de la fe aceptan y cuales rechazan, se está siempre fuera de la Iglesia, porque en ella hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre.
Quizás lo que me llama más la atención de estos casos es la resistencia a abandonar formalmente la Iglesia que muestran muchos que, a todas luces, han abandonado ya su enseñanza. Algunos comentaristas hablan de sueldos y facilidades que no se quieren perder, pero yo creo que la cosa es más profunda. La Iglesia tiene un encanto profundo al que no resulta fácil sustraerse.
¿Qué es lo que tienes, Madre mía, para que nadie quiera abandonarte? ¿Qué secreto escondes que el corazón no quiere perder aun cuando la cabeza te haya rechazado? ¿Por qué tantos se empeñan en mantenerse dentro de ti cuando ya no creen en lo que enseñas? Incluso los que te abandonan suelen pasarse la vida discutiendo contigo, sin poder olvidarte. Tus hijos protestantes, que hace tanto tiempo que marcharon de tu seno, llevan siglos injuriándote, como un pobre intento de apagar la voz de su interior que les pide volver a casa. A nadie dejas indiferente.
Eres la nueva Jerusalén, la ciudad del gran Rey, el pueblo de Dios que peregrina hacia la patria eterna. Eres la Esposa de Cristo, el jardín cerrado en el que el Novio se encuentra con su amada. Eres vasija de barro que contiene el tesoro de la fe, la túnica sin costuras que proclama en el mundo la unidad del Dios trino. Arca de Noé que nos libra de la muerte, barca guiada por Pedro, luz de las naciones, hogar de los santos y asamblea del Dios vivo. Eres un regalo de Dios para los hombres, el milagro que muestra la santidad divina en medio de las miserias de tus miembros y el amor gratuito de Dios para todos los pecadores. Madre y maestra, no me abandones. No dejes nunca de darme la leche de la verdad, aun cuando yo la rechace. Que, al final de mi vida, pueda decir con gozo que muero hijo de la Iglesia. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me seque la mano derecha. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías.
29 comentarios
"en medio de las miserias de tus miembros y el amor gratuito de Dios para todos los pecadores" los valientes recuerdan a su MADRE que las miserias no pueden anegarla hasta covertirla en madrastrona como la quieren los hijos que se empeñan en echanos si no nos gustra una madre tan pecadora.
Conozco a personas de toda condición, laicos y no laicos, que serían homólogas de los, digamos, caballeros de Entrevías y les he formulado directa o implícitamente la pregunta que titula tu entrada.
Haciendo memoria y resumiendo he obtenido los siguientes tipos de respuesta:
1)"...mira, es que fuera hace frío, ¿sabes?, y no está el horno para bollos".
2)"...es que la Iglesia necesita renovarse desde dentro, así no se puede seguir, porque...blablablabla...¿entiendes"
3)"...no puedo dejar solo al grupo, me debo a ellos"
4)"...hay que aguantar, lo que hoy se condena, mañana puede que no, eso ya ha pasado antes en la Iglesia".
5)"...a mí el obispo no me ha dicho nada, y le ví el otro día en Consejo Presbiterial".
6)"...lo que estamos haciendo es por la Iglesia, fuera de aquí a nadie le interesa".
Hay más, pero creo que he expresado las más comunes: hay de todo, algunas son sinceras, otras ingenuas, otras cínicas, en fin...
Creo, de todas formas, que el mayor mal que aqueja a los conocidos, en otro tiempo, como "derribatapias", es el haber borrado de sus conciencias algo que nunca puede perderse: la conciencia de pecado y la responsabilidad que adquirieron cuando fueron ordenados/consagrados/bautizados/confirmados, etc.
Conservo la esperanza, no la Esperanza de que recapaciten, y que a partir del testimonio de amor desinteresado hacia ellos/as recuperen su verdadera condición de creyentes en la Iglesia, yo, personalmente, he conseguido algún que otro resultado. Que el Señor me conceda, nos conceda recuperar muchos más porque son NUESTROS/AS HERMANO/AS,y si el Señor nos manda perdonar a nuestros enemigos, que no habremos de hacer y sobrellevar por ellos/as.
"Tapar sus pecados no es querer a una madre"
La Iglesia "prostituida...etc", no lo está más que tu y que yo, desconozco qué afrentas has sufrido, yo en mis 43 años de vida de iglesia te puedo decir que muchas, pero eso no me lleva a la revancha, el rencor, y la sedición. He apostado, lustros ha, por el mundo de los pobres, y he motivado a otros muchos para que orientaran su vida hacia esa tarea; pero desde el Sagrario, desde el Calvario, desde la cruz personal y la sonrisa para el otro, no desde el manifiesto la proclama, la aparatosidad mediática, el engaño, la trampa artera para salirme con la mía, etc, etc, ¿como se puede colaborar a construir el Reino desde estos supuestos?.
Eso no implica, por contra, una actitud de "todo vale", pero sin ocasionar cruz y sufrimiento para los demás, eso no es lo que tu querrías producir en tu madre, en tu Madre la Iglesia.
Ni que decir tiene que esos "curas" predicadores de sí mismos son enemigos de la Iglesia y adictos a la droga de su soberbia... y al dinerito de los católicos, claro está. Por supuesto que presentarse como "sector iluminado" de la Iglesia no es más que parasitar el eco mediático de la Iglesia de Cristo, eco mediático que su secta no tiene ni tendría nunca por sí misma... y lo saben muy bien. Los que no parece que quieran enterarse de ello son los obispos consentidores.
A día de hoy pasamos de las grandes decisiones, preferimos tranquilidad y estabilidad, eso sí no rechazaremos de tanto en tanto un poco de emoción pero por lo general tendemos a la tranquilidad burguesa.
Mencionas a los protestantes, hombre la época de Lutero fue el tiempo de los grandes descubrimientos, las derrotas musulmanas, la caballería aún poseía cierto fuelle, las exploraciones, la Ruta de la Seda....es normal que ese espiritu aventurero se trasladará a la Iglesia y por un lado surgieran las peores herejías pero no olvidemos que en el campo católico salío San Ignacio de Loyola (conocido como el antiLutero), San Francisco Javier, los reformadores carmelitas, los oratorios y un largo etcetera.
No estamos para grandes empresas para bien o para mal.
Ya veo lo buenísimo y sacrificado que eres. Qué sería de los pobres sin ti. Pero lo de "el engaño, la trampa artera para salirme con la mía" y "la revancha, el rencor, y la sedición" es un invento tuyo cargado de malísima intención y de mentira. Todo este portal, con blogs creados para la persecución y denuncia expresamente, con bloggers dedicados a la caza y captura del error teologico, del abuso litúrgico, del pecado nefando, es precisamente "la revancha, el rencor, y la sedición y la trampa artera para salirme con la mía".
Los que aduláis a los obispos corruptos y a las estructuras de pecado sobre las que se asienta la Iglesia, perpetuáis el pecado de nuestra Madre común a cambio de mantener la primogenitura. Pero la estáis cambiando por un plato de lentejas: brillar bajo un palio, ser incensados en un baldaquino, viajar en coches dignos de la jet son un rico plato de lentejas con el que no se hereda el Reino.
Cargando pesadas cargas sobre los hombros de otros, cargas que no queréis llevar vosotros, ni os salvaréis ni dejáis salvarse a nadie que os siga, aunque vayáis hasta el Japón a hacer proselitos, los haréis tan reos del infierno como vosotros.
Maris: eco mediático es el de las manifestaciones de obispos y fariseos varios en familia y contra todo. Nos avergüenza que a esos festejos farisaicos los medios llamen manifestaciones de católicos. Por eso NO NOS VAMOS de nuestra Iglesia: nos permitiremos que sigáis monopolizando a nuestra Madre para mantenrla en el pecado.
Siendo hermana nuestra, te ha salido toda la parafernalia de quienes ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo.
Todo eso del lujo y demás, son anécdotas que no tienen nada que ver con lo fundamental. Que somos Pueblo de Dios y que la Iglesia es nuestra madre y a veces madastra. A ella nos debemos.
"Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán sobre ella"
No me lo he inventado: Mateo 16, 13-20
No te has enterado de nada, está claro que si te atreves a juzgar mis intenciones,mis palabras no iban para ti, yo no me atrevo a tanto, no te juzgo.No se pueden echar perlas a los cerdos ya lo dijo el Señor
( ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ)
(Bostezo)
(ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ).
El tema me ha adormilado, como de costumbre, me voy a la cama con vuestro permiso.
No se van de la Iglesia porque no tienen fe.
Sólo sin la fe uno puede creer que la Iglesia va a cambiar su doctrina y su moral. Sólo quien no cree en la asistencia permanente del Espíritu Santo a la Iglesia puede creer que la Iglesia ha vivido equivocada veinte siglos. Que ha sido maestra del error en materias morales decisivas, siendo pues motivo de tropiezo y condenacion para millones de catolicos que han seguido su enseñanza, o motivo de escandalo y confusion para quienes no la seguían.
Sólo sin fe en el Resucitado, sin fe en la promesa dada a Pedro, sin fe en la intencion manifiesta de Cristo, no de los cristianos, de fundar una Iglesia santa e inerrante, se puede alentar la esperanza de modificar sustancialmente la Iglesia.
Sólo sin fe, en resumen, puede alentarse la loca fantasía de que la Iglesia catolica es la iglesia anglicana-
Por lo mismo, aunque sus miembros (yo el primero) la dañemos con nuestras infidelidades, no menos permanece con su fisonomía propia, que le dan la Escritura, su tradición, el magisterio viviente. Si alguien no se atiene a ello, si piensa que sus antojos son los que representan el auténtico evangelio, contra siglos de definiciones en sentido contrario, por más que grite, no es hijo de la Iglesia. Una madre no puede tolerar que arruinen su propio hogar.
No se trata de hijos "rectos", que condenen al "pródigo", porque también el que vuelve, se declara pecador y confiesa que ha de retornar a la casa del Padre, no para seguir haciendo lo que se le dé la gana, evidentemente.
Con toda la misericordia de un cristiano, diremos a estos: ¡volved, hijos apóstatas! pero yo no detecto ni un ápice de buena intención en su proceder, sino el influjo maléfico del príncipe de este mundo.
Con esto no quiero decir que el texto no me haya parecido precioso y que lo hago mío desde mi corazón que, pecador, quiere sentirse hijo de la Iglesia Madre que me engendra continuamente a la vida del espíritu.
Gracias a Dios, las acciones del ser humano nunca son absolutamente malas. Incluso los mayores pecados siempre tienen mezclado algo de bueno. Sólo he intentado mostrar ese algo de bueno que, a mi juicio, tiene esa actitud tan escandalosa de permanecer en la Iglesia aun cuando no se comparte su fe.
Junto a los pecados, los errores y las justificaciones (que son numerosos y pueden hacer mucho mal, como han señalado los comentarios) hay un núcleo de amor por la Iglesia, al menos recordado o vislumbrado. Este amor tan paradójico y tan persistente muestra que el ser humano reconoce de alguna forma que la Iglesia es la casa en la que siempre ha deseado vivir, aunque no esté de acuerdo con sus normas, se haya peleado con sus vecinos o, incluso, la haya abandonado.
Cuántas personas han vuelto a la Iglesia al recordar ese "amor primero", cuando se dan cuenta de que en ningún otro sitio puede el ser humano encontrar su hogar... que Dios nos conceda a todos permanecer siempre en la Iglesia de corazón o volver a ella si algún día la abandonamos.
El reconocer las miserias de los cristianos es, precisamente, la garantía de que la Iglesia acoje a todos los que quieren sinceramente estar en ella. Por muchas que sean esas miserias de sus hijos, no convierten en "madrastra" a la Iglesia, al contrario, son justamente lo que hace que sea una Madre que quiere a sus hijos como son, aunque no sean perfectos.
Sobre lo de echar a alguien de la Iglesia, ya hablamos una vez en este artículo.
Un saludo.
Por otro lado cuando veo las discusiones como la producida en esta columna, o en la de D. Isaac, en torno a la orden de retirada de los crucifijos, siento más que miedo, más que pena, tristeza, tengo la sensación de que los enemigos de la Fe, ganan terreno, de que los enemigos de Cristo, ganan una batalla que no se debería de plantear, y que todo ello ocurre por la división de los católicos.
Lo cierto es que es posible que algunos estén equivocados en las formas, creo que tal vez en otros haya un cierto afán de protagonismo, pero ¿no cree que como en el cuento de galgos y podencos estamos abriendo un espacio para que los enemigos de la Iglesia se cuelen?.
A Napoleón Bonaparte se le adjudica históricamente la frase "divide y vencerás". ¿Estamos los católicos permitiendo que nos dividan?,¿no seremos capaces de mantener un mínimo de unidad frente a los ataques de los distintos frentes del islamismo, ateismo, descreimiento, relativismo?.
¿No seremos capaces de unirnos en el amor a Cristo, y crear un frente de amor y comprensión?.
Probablemente me habré explicado mal si me ha entendido así.
El título del artículo es una pregunta sincera sobre causas, no una sugerencia. Mi deseo es que todos los hombres lleguen a ser plenamente parte de la Iglesia de Cristo y no que nadie se vaya de ella.
Javier Baeza, sacerdote, decía, en su entrevista, que había que acabar con la Iglesia Católica y he oído y leído ese tipo de frases de bastantes personas que se consideran católicos. Otros no lo dicen tan claramente, pero afirman ser católicos a la vez que no aceptan el Credo, la moral o la doctrina fundamental de la Iglesia. Esa evidente contradicción tiene que tener una explicación.
Es, en cierto modo, como si alguien afirmase ser del Real Madrid pero animase siempre al Barcelona en vez de al R. Madrid. Como no hay nada que obligue a una persona a ser del Madrid si prefiere el Barsa, tiene que haber alguna razón que explique esa conducta.
Generalmente, las explicaciones que oigo son bastante pesimistas, y sugieren intereses económicos, rutina, miedo a lo desconocido o mala fe. Es posible que esas razones tengan su parte de verdad en casos concretos, pero yo pienso que hay algo más profundo: el amor a la Iglesia que permanece de alguna manera en personas que se han separado de ella en cuanto a sus creencias o a sus prácticas. Ese amor, creo yo, deja huellas indelebles en el corazón y hace que incluso los que se van de la Iglesia no se olviden de ella.
Es decir, mi argumento es un argumento esperanzador, de unidad no de división. Lo que intento decir es que, incluso en personas que parecen haber rechazado todo lo que enseña la Iglesia, persiste un amor por ella (que, por supuesto, es una consecuencia del amor a Dios presente en ella) que puede un día traerlos de vuelta.
En cuanto al tema de la división de los católicos, creo que la unidad es importantísima, como ya lo dijo el mismo Cristo. Eso sí, como ya hablábamos en un artículo anterior, tiene que ser una unidad en la verdad y en la caridad, en la fe y en el amor. No tiene sentido una Iglesia en la que cada uno invente su fe por mucho afecto mutuo que haya, ni tampoco una Iglesia en la que lo único que cuente sea la ortodoxia, sin que cada uno intente llevar las cargas de los demás y aceptarlos tal como son. Cuando cualquiera de esos dos aspectos falla, la unidad se destruye y el anuncio del Evangelio al mundo pierde credibilidad.
Por responder a su pregunta de "¿no seremos capaces de...?". Mi respuesta es "no". La unidad profunda de la Iglesia es imposible para nuestras fuerzas humanas, tiene que ser ante todo un regalo de Dios, que nosotros le pidamos, con el que colaboremos con todas nuestras fuerzas y por el que siempre le demos gracias.
Espero haberme explicado un poco mejor.
Se me ha ocurrido después, volviendo a leer su comentario, que quizás se esté refiriendo a la división progres-conservadores de la que tanto se habla.
Ya habrá observado que yo nunca utilizo esas categorías. En mi opinión, son una aplicación totalmente inapropiada de categorías políticas a una realidad trascendente, como la Iglesia. Es más, por ser más claro, me atrevería a decir que, usadas para la Iglesia, son un invento del demonio.
Dentro de lo legítimo, cuanta más libertad mejor. En lo referente a la enseñanza de la Iglesia, en fe y moral, siempre unidad. Lo que se salga de ahí, en cualquier dirección es "Yo soy de Pablo, yo de Apolo..."
Un saludo.
Me interesa, asimismo, la afirmación de Luis ”no se van de la Iglesia porque no tienen fe”. Éste es el punto central: la fe perdida o directamente que nunca se tuvo. Pero Luis se equivoca en la conclusión. La lógica y una moral coherente indica que si no tienes fe debes irte o, al menos, retirarte en una actitud de respeto y no de desafío y burla a quien se le debe tanto. Lamentablemente, en nuestra Iglesia, hay demasiados eclesiásticos que han perdido la fe; hoy se ve más fe en los fieles laicos que en los curas y debería ser al revés, como siempre lo fue. Un cambio histórico-social a estudiar. Aunque el Espíritu nos siga enviando a santos de la magnitud de Juan Pablo II Magno.
Por último, hoy en la Iglesia el verdadero debate es entre progresistas y ortodoxos (los que seguimos al Papa y al Magisterio). Y esto no tiene que ver con categorías políticas. Más bien es el debate entre quienes politizar la Iglesia y quienes queremos que siga auténticamente religiosa. Al César lo que es del César y a Dios que lo que es de Dios. Por algo lo dijo el Señor que no habló en vano.
Mi familia, me refiero a la formada por mis padres y hermanos es una familia numerosa. Como en la familia del evengelio alguno de los hermanos tuvo sus problemas de joven, y recuerdo ahora con todo el cariño del mundo, cómo mi padre le buscaba, y le traia de vuelta al hogar paterno.
No se si la responsabilidad paterna en el caso del que Vd. habla corresponde al obispo, tengo para mí que sí, pero lo que me cuesta mucho trabajo aceptar es la idea de cerrar las puertas a personas equivocadas y que sin embargo, al menos en el pasado, han tenido amor por la casa del Padre.
Recuerdo que en mi diocesis, hubo un obispo que ante determinados problemas decidió el traslado de sacerdotes, en un mes trasladó casi al 50% de los sacerdotes de la diocesis, con lo que alguno de los problemas parece que se solucionaron. Tal vez el Sr. Baeza y sus compañeros podrían hacer una buena labor en otros lugares, con otros cometidos.
Y hasta el gorro de los que se creen porteros de la Iglesia Católica y echan a los que ven "mala pinta", como de los que se pasan la vida criticando destructivamente a la Iglesia, sin ningún amor, ni intención de mejorarla.
La Iglesia es mi Madre, pero la Iglesia que es la comunión en el amor de todos los que creen en Jesucristo.
Me alegro de verte por aquí.
Ya te he comentado alguna vez que creo que nadie puede echar a una persona de la Iglesia. Uno se puede ir por propia voluntad o estar fuera por sus actos u opiniones, pero la "ciudadanía" en la Iglesia no es algo que se conceda o se retire humanamente.
El problema con tu definición de Iglesia es que no define nada, porque prácticamente todo el mundo es Iglesia según ella: los protestantes, los Testigos de Jehová, los Mormones, los Adventistas, los judíos mesiánicos, los liberales que piensan que Jesús era solamente un hombre muy bueno, los que creen que era el "mayor revolucionario", los que creen que era un masón, etc. Todos esos creen en Jesús, pero de formas diferentes.
Puedes poner condiciones a esa creencia, como, por ejemplo, "tienen que creer que Jesús era Dios", pero ¿por qué esa condición y no otras? ¿y por qué la pones tú? Lo lógico es que lo que hay que creer para ser católico lo decida la propia Iglesia Católica. Y, de hecho, lo hace así con su doctrina (y en ella, me temo, no caben ninguno de los del párrafo anterior ni los que sostienen las mismas cosas que ellos). En ese sentido, la comunión tiene que ser en la fe y en la caridad.
Me interesa sinceramente cómo superas este problema, así que, si lo piensas y lo escribes (o me envías un correo electrónico si no te quieres meter públicamente en el tema), te lo agradecería.
Un saludo.
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