¿Por qué me persigues?
Estos últimos días se ha hablado mucho de la persecución a los cristianos, al hilo de los diversos artículos sobre el día del Orgullo Gay o sobre la Educación para la Ciudadanía. Uno de estos días, intentaré, si Dios quiere, tratar algunas de las persecuciones concretas que los cristianos viven actualmente.
Hoy, sin embargo, me gustaría analizar un tema previo, que es fundamento necesario del mencionado: ¿Por qué razones puede sufrir persecución un cristiano? ¿Todas las persecuciones son iguales? ¿Hay alguna persecución que esté “justificada”?
En mi opinión, las persecuciones, grandes o pequeñas (que pueden ir desde las persecuciones sangrientas de los romanos o del 36 hasta el hecho de que a alguien le hagan la vida imposible en su trabajo) pueden ser desencadenadas por tres motivos, muy diferentes. Creo que es esencial que tengamos claras las diferencias entre estos motivos, porque de ellas deberá depender nuestra respuesta. A mi juicio, estos son los tres motivos por los que se persigue a los cristianos:
1) Nuestros defectos y meteduras de pata
Es éste un factor común con cualquier otro grupo social. Los cristianos, como cualquier ser humano, tenemos multitud de defectos: tenemos mal genio por las mañanas, nos equivocamos a menudo en nuestras ideas políticas, ofendemos a los demás, ya sea inconscientemente o a sabiendas y metemos la pata como cualquier otro. Todo eso puede hacer que, muchas veces, se nos tenga antipatía con toda la razón del mundo.
Nuestra obligación es minimizar este factor en lo posible, eso sí, sin agobiarse excesivamente por ello. Por dos razones. En primer lugar, porque es inevitable. Si esperamos a que todos los cristianos sean perfectos, podemos hacerlo sentados porque la espera será larga (de hecho, hasta cinco minutos después de que veamos bajar del cielo la Nueva Jerusalén). En segundo lugar, porque es también un claro signo de que Dios nos quiere como somos, con nuestros defectos. La Iglesia no es para los perfectos, sino que está abierta a todos.
¿Cuál es la clave ante este motivo de persecución o antipatía? A mi juicio, la humildad, que es la verdad. Reconocer nuestros defectos, sin complejos, sabiéndonos amados por Dios, y pedir perdón por ellos cuando sea oportuno.
Entra también en este apartado la importancia de saber dar razón de nuestra esperanza. Muchas veces la gente tiene una idea errónea de lo que es el cristianismo o la Iglesia porque ha hablado con cristianos que no conocían bien el Evangelio o no lo vivían con sinceridad. Decía el Arzobispo Fulton Sheen: No habrá más de cien personas en los Estados Unidos que odien a la Iglesia Católica. Sin embargo, hay millones que odian lo que erróneamente piensan que es la Iglesia Católica, que es algo muy diferente.
2) Afectación de superioridad por parte de cristianos
Este segundo motivo para la persecución tiene mucho más calado que el anterior. Me refiero a la actitud de “yo soy mejor que tú” que, algunas veces, está presente en los cristianos cuando hablamos con los que no tienen fe. Creo que resulta evidente que es algo totalmente antievangélico, pero a veces nos despista el hecho de que puede adoptar muchas formas: soy mejor que tú porque cumplo todas las normas, porque no engaño a mi mujer, porque estoy casado por la Iglesia, porque estoy más comprometido o porque estoy de parte de la iglesia de los pobres. Lo importante no es el “porque…”, sino el “soy mejor que tú”.
Esta actitud en los cristianos hace que a muchas personas les repela el cristianismo y, en muchos casos, lo odien y lo persigan con todas sus fuerzas. Por supuesto, esta actitud no es más que una modalidad del juicio de las personas que prohibió específicamente a Jesucristo y que no es una Buena Noticia para nadie. En mi opinión, es algo que la gente nota enseguida: cuando alguien se siente juzgado en vez de amado, lo que hace es ponerse a la defensiva y rechazar lo que podamos decir. Muchas personas “rebotadas con el cristianismo” han experimentado esto en sus vidas.
¿Cuál es la clave ante esta persecución? En mi opinión, la misma: la humildad de la verdad (la humildad es de esas cosas que, como los diamantes, “pegan bien con todo”). El cristiano no se anuncia a sí mismo, sino a Jesucristo. El que se gloríe, que se gloríe en el Señor. Todo lo bueno que hay en ti, es obra del Señor, así que no puedes sentirte superior a ningún otro. ¿Qué es lo que tienes que no hayas recibido? Más bien al contrario, el cristiano sincero sabe que, sin la gracia de Dios, sería mucho peor que ninguno de los que tiene alrededor. Por eso, los cristianos dejamos el juicio de los demás al Señor, sabiendo que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores y yo soy el primero.
3) Por causa del Hijo del Hombre
Es decir, por ser cristianos, por actuar como Jesucristo y vivir y proclamar la doctrina de la Iglesia. Esta persecución se puede sufrir en cualquier sitio, en el ámbito político, en el trabajo, en un grupo de amigos, en la propia casa o, incluso, de parte de los mismos cristianos. Es a esta persecución y no a las anteriores a la que se refiere Jesucristo con su bienaventuranza: Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Esta persecución “a causa del Hijo del Hombre” siempre está presente en la Iglesia y, cuando no exista, hay que empezar a preocuparse, porque es señal de que hemos aguado el Evangelio. En efecto, la fe de los cristianos tiene, por su propia naturaleza, que molestar a muchos. Significa, a menudo, una denuncia de las obras que, en el mundo, se consideran normales. Para los que consideran normal abortar, dejar a sus padres en una residencia, blasfemar, ser infieles, defraudar a Hacienda, derrochar el dinero en lujos, guardar rencor a su vecino, odiar a su jefe o abusar de su cuerpo, entre muchas otras cosas similares, el hecho de que los cristianos no hagan esas cosas constituye una denuncia de su propio actuar.
Cuando éste es el motivo de cualquier persecución, a quien se persigue realmente es a Jesucristo y a nosotros por su causa. Por eso el Señor nos llama dichosos, porque, de alguna manera, esos que nos persiguen, al vernos a nosotros, a quien han visto es a Cristo. Se ha cumplido, aunque sea en pequeña escala, el plan de Dios de transformarnos a imagen de su Hijo amado.
Para terminar y visto el ejemplo que nos da D. Francisco José en el blog de la Cigüeña, me he animado a escribir estas pobres redondillas:
Cristiano, si te persiguen,
Escucha bien mi consejo:
Cuida que los que maldicen
No tengan razón de hacerlo.
Que no sea por mirar
Con desprecio a tus hermanos
Y juzgar sin caridad
Creyéndote bueno y sabio.
Recuerda que eres humano,
De falible condición
Y, por si en algo has errado,
Humíllate y di: perdón.
Más si, en fin, te persiguieran
Por ser fiel a tu Señor
Y a su bienamada Iglesia
Que él nos dejó como un don,
Por manifestar su amor
A los pobres de la tierra,
Por compartir su dolor
Y anunciar la Buena Nueva,
Dichoso entonces serás,
Es de Cristo la promesa,
Que así debieron llorar
En su tiempo los profetas.
Y, a fin de cuentas, es ley
Que lo que sufrió el maestro
Deba sufrirlo también
Un discípulo sincero.
35 comentarios
y también predicador.
Démosle gracias a Dios
porque es cristiano cabal.
A ver si tú también te animas a ponernos unos versos en tu próximo artículo, que ya veo que se te da bien.
Sofía:
Espero que disfrutes de tus vacaciones y te acuerdes de rezar por los que seguimos trabajando.
Nuestra divergencia está en la relación de Cristo con su Iglesia. Tú la identificas y yo la diversifico.. O casi. A Cristo nadie puede argüirle de pecado; a la iglesia le sobran pecados y lo peor es que la iglesia (con minúscula) no da pruebas de arrepentimiento.
Será porque simplemente das testimonio de Cristo, que es a lo único que deberíamos dedicarnos.
En nuestra sociedad la persecución a los cristianos, a Dios gracias, no es grave, como ocurre en China o Pakistán; más bien estamos en la fase de insultos y calumnias. Principalmente se debe a la ignorancia de la mayor parte de la sociedad sobre lo que es hoy la Iglesia, y esa desinformación es principalmente culpa de los católicos. Porque ya se sabe que los malos sólo pueden triunfar por la inactividad de los buenos. Los católicos españoles callamos mucho, y parece que nos da vergüenza confesar nuestra fe: hay que evangelizar, día a día, con nuestro ejemplo y nuestra palabra, y hablar sin complejos de la Buena Noticia de Cristo, y de porqué las reglas...
Muy interesante tu blog. He estado un buen rato intentando escribir un comentario, pero no consigo que el ordenador lo acepte. Cuando doy al botón de "previsualizar" sale un mensaje diciendo que no es posible mostrar la página. Ya me dirás cómo hacer para poder poner un comentario.
Lo cierto es que no tengo ningún reparo en reconocer los pecados de los miembros de la Iglesia. Si Dios me perdona a mí tantas cosas, ¿cómo me va a escandalizar que tenga que perdonar también a los demás cristianos?
Un saludo
Como tú dices, creo que hay que evangelizar. Si siempre es importante hacerlo, en nuestra época es especialmente urgente.
Tenemos que evangelizar "a tiempo y a destiempo". Todos conocemos parientes, compañeros, vecinos, etc. que están hasta el cuello en sufrimientos sin sentido y en la desesperanza porque no conocen la Vida de Cristo.
Gracias por el post, con el coincido plenamente.
Me atrevo a aportar alguna idea que lo podría completar.
La persecución por ser fieles a Cristo normalmente utiliza los defectos y pecados de los cristianos, pero no para que seamos más fieles a Cristo sino para hacer daño a la Iglesia.
La crítica a los defectos de lso cristianos tiene mucho que ver con "matar al mensajero porque el mensaje me molesta".
La persecución a la Iglesia es muy vieja y muy planificada por aquellos grupos de poder que ven en la Iglesia una oposición a sus proyectos antropológicos, políticos y económicos. Desde esos grupos de poder se crea el ambiente y los medios que extienden los tópicos y la gente, a veces con buena voluntad, otras no, se mete en esa corriente.
Además de la humildad, es necesario denunciar las mentiras y manipulaciones que hay sobre la Iglesia, por amor a la Verdad.
Sin duda, lo que aportas completa perfectamente el artículo. Por hacerlo más breve, sólo lo enfoqué desde un punto de vista más personal. Efectivamente, habría que distinguir:
- Ante la persecución a uno mismo, conviene poner la otra mejilla, como Cristo nos enseña.
- Ante la persecución a la Iglesia, conviene denunciar el hecho utilizando todos los medios al alcance, incluyendo medios de comunicación y, por supuesto y dentro de su limitación, blogs como estos. Así lo han hecho siempre los cristianos (como las Apologías de San Justino en el s.II).
Muchas gracias por tu aportación. Un saludo.
En efecto, he intentado distinguir cuándo una persecución, a mayor o (más normalmente) menor escala, está causada por las propias meteduras de pata de los cristianos.
Además y desgraciadamente, la persecución viene a veces de mano de otros miembros de la Iglesia.
Sin embargo, no siempre es así, como dice Rodrigo.
EL punto 1 es incuestionable.
El punto 3 ya nos lo avisó el Señor y nos llamó bienaventurados por dicha persecución.
Pero el 2 no lo veo tan claro. No se en otras épocas si se ha dado. No se si hay quien se ha considerado moralmente superior por su ser cristiano. Desde luego es causa para ganarse la antipatía.
Pero hoy en día la situación es la contraria. Hoy vivimos un cristianismo vergonzante. Parece que ser cristianos no es un plus si no un minus. Uno de los problemas que veo hoy en los cristianos es la falta de estima por la propia fe.
Y no me parace mal ser conscientes de la altura moral del cristianismo.
Me alegra que discrepes, porque así me doy cuenta de que no debo de haber sido suficientemente claro. He estado dudando si escribir otro artículo, pero he decidido intentar ser breve.
"No me parece malo ser conscientes de la altura moral del cristianismo". Sin duda. No es que sea elevada, sino que es total y absolutamente inalcazable sin la ayuda de Dios. Si no, a ver quien es el guapo que ama a sus enemigos. Eso sí, esto entra en el tercer motivo, porque esa "altura moral" es de Jesucristo y cuando se da en los cristianos, sobre todo en los santos, es siempre por pura gracia y misericordia de Dios.
De hecho, el problema del que hablas (en un perfecto análisis de la sociedad de hoy) consiste fundamentalmente en que se da demasiado poco el tercer motivo, porque los cristianos nos avergonzamos de manifestar a Cristo con nuestras palabras y obras.
En cuanto al segundo motivo, creo que sí que se da actualmente, porque, curiosamente, cuanto menos se da el 3º, más se produce el 2º.
Intentaré explicarme. El segundo motivo es lo que el Evangelio llama "juzgar". Nos dice Cristo, "no juzguéis y no seréis juzgados".
Esto parece absurdo, porque todos vamos a ser juzgados el último día. La aparente contradicción la explica la Carta de Santiago: "El juicio será sin misericordia para el que no practicó la misericordia. La misericordia se ríe del juicio". Por lo tanto, el "no juzguéis" viene a decir "no juzguéis sin misericordia, para que también vosotros seáis juzgados con misericordia".
¿Qué tiene esto que ver con el 2º motivo? Cuando juzgas a otro sin misericordia, te estás poniendo por encima de él. No le explicas que lo que hace es un pecado buscando ayudarle, darle una palabra de parte de la Iglesia, sino que le declaras culpable. Y sólo puede declarar culpable el que es inocente. Por eso, cuando juzgas a otro sin misericordia, siempre, implícitamente, estás diciendo "soy mejor que tú", soy inocente, no soy como tú (recuerda al fariseo y al publicano que rezaban a la vez).
Esto de juzgar sin misericordia nos sucede a todos a veces y es muy revelador, porque manifiesta de qué cosas ocultamente te sientes orgulloso como si las hubieras conseguido por ti mismo, en vez de ser consciente de que se las debes a Dios.
Por ejemplo, si juzgas al cura de tu parroquia porque no cumple las normas y le tienes antipatía por ello (a mí me pasa, lo reconozco), es señal de que te sientes cumplidor ante Dios y no tienes misericordia con el que, en eso, no es tan "bueno" como tú.
Si, en cambio, juzgas a los que no se comprometen y eres impaciente con ellos, es señal de que piensas que eres tan comprometido que Dios y los demás te deben algo por serlo (no me pasa porque tiendo a ser bastante vaguete). Lo mismo sucede con las demás cosas que hacen que juzguemos sin misericordia a otros.
Por eso digo que, a menos motivo 3º, más motivo 2º, porque el que tiene la mirada puesta en Jesucristo no la tiene puesta en sí mismo y no está tentado de creerse superior. El que recibe de Dios la gracia de parecerse a Cristo es consciente de que no es mejor que los demás, sino que es la misericordia de Dios la que le ha sacado del pecado y de la muerte.
En cambio, el que vive un cristianismo centrado en las normas, en el compromiso o en la ideología (es decir, como diría San Pablo, en la Ley), en vez de en Cristo, ese termina considerándose mejor, como los fariseos.
Como pecado capital (la soberbia), esto está presente, en mayor o menor medida, en todos los cristianos y en todas las épocas y es verdaderamente difícil de eliminar. Mejor, es imposible sin la gracia de Dios.
Parece ser que soy incapaz de ser breve. Espero haberme explicado mejor.
¿Qué te ha parecido? Cualquier crítica es bienvenida.
La cita "no juzguéis y no seréis juzgados" (Mt 7, 1) puede inducir a confusión, y de hecho muchas veces induce, en el sentido de no practicar la corrección fraterna que el mismo Jesucristo propone. A mí me gusta más la definición que se da en el siguiente versículo "con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os
medirá" (Mt 7, 2). Es decir, que no hagamos como los fariseos, e impongamos a los demás cargas pesadas que no pensamos cumplir. Más bien seamos ejemplo para que los demás se vean atraídos a seguir la senda de la virtud. E incluso si Dios nos ha hecho más sufridos para seguir esa senda, seam...
También es justo decir que en determinadas épocas la Iglesia ha cometido muchos errores, muchos de ellos por ansias de poder de parte de su jerarquía que la han llevado a hacer cosas que poco tienen que ver con el cristianismo y a veces por ese error de meterse en las cosas mundanas pues ha pasado como suele decir el dicho popular aquello de _"De aquellos barros vienen estos lodos...", es decir que se ha buscado enemigos y luego se han pagado las consecuencias, de todas formas de una manera o de otra el Señor es el que dirige la barca de Pedro y por mucha persecución que haya habido y las que vendrán la victoria es de Cristo y su Iglesia.
Una gran explicación. Cierto que el orgullo espiritual es un gran mal. Cierto que cuando juzgamos sin misericordia nos ganamos un juicio sin misericordia. Lo que yo quería señalar es otra cosa.
Puede que el cristiano mire por encima del hombro al otro, considerándose indebídamente superior. Si se diera, sería razón para el rechazo del cristianismo. Además de un problema personal, ya que estaría viviendo mal su fe.
Pero no me parece que hoy se de. Hoy, más que un superioridad moral, el cristiano se encuentra en inferioridad moral frente al ateo. Hoy es el ateo el que mira por encima del hombro al cristiano creyéndose mejor. Por eso no me parece que hoy esa sea una razón para el rechazo social.
Ahora te entiendo mejor. Estoy completamente de acuerdo contigo en que, en esta época, los cristianos tienden a sufrir de un claro "complejo de inferioridad" y eso es algo propio de nuestro tiempo. Es algo muy grave, porque hace que el mundo nos imponga sus criterios y nosotros nos dejemos. En ese sentido, muy poca gente se cree superior directamente por su cristianismo en esta época.
Sin embargo, a la soberbia (como a todos los pecados capitales) "le da igual" en qué época estemos y siempre encuentra una forma de resurgir. La soberbia, el orgullo espiritual, el juicio sin misericordia o el predicarse a uno mismo en vez de a Jesucristo están claramente presentes en nuestro tiempo, también entre los cristianos, y siempre son muestras, más o menos escondidas, de creerse mejor que los demás.
Un ejemplo, quizás más claro que los anteriores: la (mala) Teología de la Liberación es, claramente, un exponente de ese creerse mejor que los demás. Como ya decíamos en otro artículo, parte del hecho de que su grupo, "la iglesia de los pobres" es buena, comprometida, auténtica y siempre tiene razón. Por eso, están por encima de los demás, ya sean los ricos que no creen, los gobiernos de derechas o la Iglesia jerárquica, y los pueden juzgar. Una parte de las enemistades que se buscan estos teólogos vienen por esa manía de considerar que son los mejores y están por encima de los demás.
Esto es lo que quería decir al hablar de que, cuanto más nos apartamos del verdadero Evangelio, más presente está este segundo motivo de persecución.
Una vez aceptada tu tesis, no se si estás de acuerdo con esto que digo y que creo que la complementa.
Lo cierto es que estoy de acuerdo con todo lo que dices, así que supongo que en este artículo no he sabido expresarme muy bien.
En cuanto a lo del cura que no cumple las normas. Por supuesto que eso está muy mal y que, si el caso es grave, hay que comunicarlo a quien pueda poner fin a esa conducta, para defender a sus fieles. Sin embargo, eso se puede hacer de dos maneras:
1)Juzgando sólo las obras de ese sacerdote con discernimiento cristiano, pero a la vez amándolo como persona e hijo de Dios.
2)Juzgándolo como persona. Es decir, poniéndote por encima de él y declarándolo culpable, a pesar de que sólo Dios puede ver su corazón. Suele hacer que, nada más verle, te pongas de mal humor y que no le tengas aprecio.
No sé si me explico bien sobre la diferencia. De otro modo, Jesucristo no nos habría dicho "No juzguéis" (en el segundo sentido).
He puesto "la iglesia de los pobres" con minúscula porque, normalmente, los que usan esa expresión se refieren sólo a un grupo dentro de la Iglesia (su grupo, el de los que apoyan la Teología de la Liberación o de los que están contra la jerarquía o cualquier otra cosa) y, por lo tanto, no creo que se pueda identificar con la Iglesia Católica.
Sin duda un católico tiene mucha más responsabilidad cuando peca que uno que no tiene fe. El católico no sólo cuenta con la gracia, sino que además tiene más conciencia de lo horrible que es el pecado, lo mucho que Dios le ha amado, etc.
Efectivamente, los motivos 1 y 2 no dan lugar a persecuciones como las de los mártires, sino a que la gente te tenga antipatía o incluso te odie por tus propias faltas, pecados o defectos y no por causa de Jesucristo. Lo que intenta el artículo es, precisamente, distinguir para no confundir una cosa con la otra.
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