Igual de pobres los dos
Quien conozca bien Madrid, probablemente habrá oído hablar de la pastelería Hontanares, en Avenida de América. No voy a hablar hoy de esta pastelería, aunque sus dulces tradicionales bien merecerían una oda, sino de un mendigo que suele colocarse ante su puerta.
Tengo ocasión de verle de vez en cuando, porque voy en ocasiones a sellar traducciones juradas a una agencia cercana. Como siempre llego tarde, nunca me he parado a hablar con él, así que no sé su nombre, pero es fácilmente reconocible, porque es africano y lleva siempre un antiguo ejemplar de La Farola.
El otro día, justo antes de pasar por delante de la pastelería, se puso el semáforo en rojo, de manera que tuve que pararme a esperar unos momentos. Mientras esperaba, pude ver como este indigente, tras recibir dinero de un viandante, abandonaba su puesto, para dirigirse… a un quiosco cercano de la ONCE. Después de comprar su boleto para un sorteo, volvió a su puesto de siempre y siguió pidiendo una ayuda a los que pasaban.
En un primer momento, confieso que sentí una cierta indignación. Tantas personas que habrán ayudado a aquel hombre, pensando que se compraría comida o ropa con ese dinero y él se compra lotería. Igual que las viejecillas, al dar limosna, solían decir “y no se lo gaste en vino”, pensé que quizás también habría que decir “y no se compre lotería”.
Sin embargo, después de pensarlo un poco, esta escena me recordó aquella frase de la Escritura que Cristo citó en el desierto, al ser tentado por el diablo: No sólo de pan vive el hombre. El pobre de Hontanares, en particular, lo entiende muy bien. Él sabe, sin que nadie tenga que decírselo, que el simple pan, la mera satisfacción de sus necesidades básicas no le bastan. Por eso, intenta llenar el vacío que tiene en su interior con otras cosas, en este caso con la pobre ilusión de conseguir más dinero.
El ser humano no se contenta con tener lo suficiente para comer y un lugar donde cobijarse, porque por su propia naturaleza no puede hacerlo. Una gallina, porque es una gallina, puede sobrevivir en una de esas granjas en las que no tienen ni espacio para moverse y lo único que hacen es comer y poner huevos. En cambio, un ser humano, una vez que consigue alimentarse, no ha hecho más que empezar. Tiene necesidad de ilusión, de cariño, de esperanza, de mil cosas que ni él mismo podría enumerar.
Este mendigo comprador de lotería, en particular, se conoce a sí mismo mucho mejor que quien le dice que no se gaste el dinero en vino o en lotería. Sabe que su corazón le pide más, que aunque coma caliente ese día no está satisfecho, es decir, sabe que es un verdadero ser humano.
Lo que, desgraciadamente, quizá no sabe es que la lotería, el dinero, una casa, etc. son, al final, más de lo mismo. Incluso si le tocase la lotería y pudiese comprarse un buen coche y una casa en La Moraleja en lugar de pedir en la puerta de Hontanares, su insatisfacción seguiría siendo la misma. El empresario que lo tiene todo la siente igual que él y trabaja día y noche para comprarse un coche aún más caro, un yate todavía más grande, cualquier cosa que le prometa llenar ese vacío que no se llena con nada.
El pobre de Hontanares conoce muy bien, por experiencia propia, esa primera parte de la frase de Cristo de la que hablamos, no sólo de pan vive el hombre, pero no sabe, quizás, cómo termina: …sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Sólo existe una fuente que puede saciar el vacío que lleva, de serie, el corazón de cada hombre: la Palabra de Dios, que es Jesucristo.
Este mendigo, a quien mucha gente prefiere no mirar, ha sido para mí, con sus acciones e inconscientemente, un verdadero profeta, hablándome en nombre de Dios. Me ha recordado que soy tan pobre como él, que lo que de verdad importa lo tengo que recibir y no me corresponde por derecho. Tanto él como yo tenemos un vacío dentro que sólo el amor infinito de Dios puede llenar. Y ese amor se nos regala gratis, porque no bastaría todo el dinero del mundo para pagarlo.
El próximo día que pase por Avenida de América intentaré hablarle de Dios, para que también a él le pueda tocar el premio de la fe que yo he recibido. Dios quiera que un día podamos sentarnos juntos a la mesa del banquete del Reino de los Cielos. Allí los pasteles serán todavía mejor que los de Hontanares.
26 comentarios
Bruno vengo de la convivencia de familias de Japón y lo que alli hemos vivido es el preludio de la Victoria Final de Cristo EL, ha vencido a la muerte. La PAZ desde Japón.
Efectivamente estoy de acuerdo que todos tenemos un vacio que solo el Señor puede llenar. Pero es un poco presuntuoso eso de pensar que yo desde la comodidad de mi sofa y tecleando delante de mi ordenador soy tan pobre como un señor que pasa frio delante de una pasteleria mientras trata de conseguir algo de dinero para ir tirando.
De todas formas, solo cuando nos hagamos conscientemente pobres podremos experimentar lo que es poner nuestras vidas en las manos del Padre y dejar que sea el Espiritu quien nos mueva y dirija. Creo que en esta sociedad acomodada en la que vivimos nos queda todavia mucho por hacer.
Gracias por la idem.
En cualquier caso, este blog lo lee menos de un 0,01 % de la población española, así que la probabilidad de que eso suceda muy pequeña.
Aún así, si se diera la casualidad de que algunos lectores ayuden habitualmente a este hombre, confío en los lectores de este blog y estoy convencido de que ninguno le reprochará lo que cuento en el artículo.
Un saludo.
Sin duda, materialmente hablando, ese señor es mucho más pobre que yo. Por eso, me pide ayuda él a mí y, cuando puedo, le ayudo yo a él y no a la inversa.
Está claro que su situación económica es difícil y angustiosa, como la de muchos otros y, en la medida de lo posible, los cristianos debemos contribuir a que eso cambie.
Dicho eso, el artículo intenta describir que, en lo que de verdad importa en la vida, tanto él como yo y cualquier otra persona somos fundamentalmente pobres. Los seres humanos somos existencialmente pobres, es decir, no poseemos lo que nos da la felicidad, sino que tenemos que recibirlo porque está fuera de nuestro alcance.
Por ese camino podemos entender, a mi juicio, la bienaventuranza: "Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Es decir, el Reino de los Cielos que se nos regala en Cristo viene, precisamente, a llenar gratuitamente ese vacío del corazón de cualquier hombre que, consciente de su pobreza, lo quiera acoger.
Un saludo.
Me ha gustado la frase "Todo hombre ha sido creado para buscar a Cristo". Es la forma de ver, con los ojos de Dios, eso que a nosotros nos parece un vacío interior y una insatisfacción.
Juvenal:
Me encanta de este papa lo claro que es y que no olvida nunca lo esencial.
Un saludo a ambos.
Estamos en Pascua y, por poca atención que pongamos, todo nos habla de la victoria de Cristo. Eso sí, una convivencia de familias en misión tiene que ser algo así como un milagro constante.
Mándame un correo cuando te acuerdes, contándome algo de vuestra misión en Japón, para que lo publiquemos aquí.
Un saludo y la paz.
Te felicito,ya me tienes de lectora aunque ,si voy a serte sincera, no sé de dónde voy a sacar el tiempo porque ya estoy enganchada al blog de un amigo que me permito recomendarte:
www.guillermourbizu.com
Te gustará,me juego la cabeza.
Por lo pronto usted tiene un blog, un trabajo, una cultura: en suma, una formación, y claramente universitaria... en fin, todo eso le permite no sólo comer y vestirse sin apuros, y tener un techo, que ya es diferencia, sino algo importante: hacerse estas reflexiones que usted se hace, y que en el caso del mendigo de la esquina de Hontanares (por cierto, muy familiar para mí) se traducen, al parecer, en el cupón de la ONCE para soñar con más dinero.
Es cierto que los bienes materiales (bienes o "males" según se miren) no nos satisfacen NUNCA. Pero para llegar a hacer las reflexiones que usted se hace y con las que estoy 100% de acuerdo y comparto, hay que tener el estómago lleno, las inclemencias alejadas y la familia cerca y sin sufrimientos evitables; y un cierto cultivo de la inteligencia y las emociones, es decir, un acceso a la educación básica.
Cuando usted, yo y el hombre de Hontanares estemos en esa igualdad mínima, seremos todos igual de pobres. De momento, creo que ese hombre es más pobre, bastante más que usted y que yo. Por eso, para hablarle de nuestra común sed de Dios, una de dos: o le pongo primero en situación equiparable, en lo material, a la mía, o que de la sed de Dios le hable alguien aún más pobre que él, que siempre lo habra (recuerde la fábula: cuentan de un sabio que un día...). Usted y yo corremos el riego de no resultar creíbles, de parecer hipócritas y hasta insultantes, si desde nuestra situación de privilegio vamos a hablarle de bienes espirituales con el presupuesto de que somos igual de pobres.
USTED no me entiende, pero no concluya que no se me entiende.
No le he culpado a USTED de la pobreza, ni siquiera le conozco. Pero puedo estar segura de que no lo es ya que ninguna persona particular y en concreto lo es. No he hablado de culpabilidades de la pobreza. Ni una palabra de culpas. Ni de soluciones. Es cierto: usted no me ha entendido nada porque precisamente la última línea de su comentario la suscribo, ya que es lo mismo que yo he dicho.
No sé si explicarselo de nuevo o sugerirle que lea mas despacio mi comentario. Si después de releerlo sigue sin entenderlo, puedo intentar explicarme de otra manera.
creo que exageras un poco al decir que todos somos igual de pobres (si se lo dijeras al señor de la pastelería era capaz de cabrearse contigo) aunque entiendo perfectamente lo que quieres decir en el fondo. Suerte cuando hables con él.
Me ha hecho pensar lo que has contado sobre el bien que tenemos los cristianos y que, a veces, no apreciamos.
Gracias a Dios (nunca mejor dicho esto) nos ha tocado una gran lotería: somos hijos del mismo Padre, que nos creó y nos puso en el mundo para que hiciéramos todo lo posible para que, cuando termine nuestra peregrinación por él hayamos dejado algo mejor lo que nos entregó.
Efectivamente, todos somos igual de pobres en cuanto a la necesidad que tenemos del amor de Dios. Pero no porque no tengamos tal amor (que nos es dado de forma gratuita y a raudales) sino porque algunas personas, aún conociendo a Dios no lo quieren reconocer y si lo reconocen no lo buscan ni lo aman.
Aunque la pobreza del cuerpo es mala, aún lo es peor la del alma porque empobrece la parte inmortal de nuestra vida y si nos vamos de este mundo con tal pobreza, la eternidad puede que no sea tan maravillosa como se nos dice que es.
Y es que, además, del banquete eterno ya podemos gozar en este mundo. El problema es que nuestra ceguera de seres humanos no nos permite ver los divinos sabores que tenemos a nuestro alcance: ayudar al necesitado, gozar con el amor al prójimo, orar al Padre y sentirse escuchados, amar lo que se tiene y no ansiar lo que no se tiene, ser generosos, dr gracias a Dios, etc.
En fin, que, ciertamente, en tales cosas es posible que todos seamos iguales aunque sólo quien se da cuenta de tal realidad puede mejorar su situación ante Dios y ante los hombres.
Creo que la cita que buscas es Proverbios 30, 8-9: "no me des ni pobreza ni riqueza, dame la ración necesaria, no sea que, al sentirme satisfecho, reniegue y diga: "¿Quién es el Señor?", o que, siendo pobre, me ponga a robar y atente contra el nombre de mi Dios".
Supongo que se entiende que el artículo no dice que dé igual la pobreza material ni que no haya que ayudar en todo lo posible a quien la sufre. Todo lo contrario.
Lo que sí dice es que el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo es una Buena Noticia para todos, pobres y ricos, listos y tontos, cultos e incultos, porque va al verdadero centro de la existencia humana.
No sólo creo que todo el mundo tiene derecho a soñar que puede conseguir una vida normal con un poco de suerte, sino que además pienso que al comprar un boleto de la ONCE, también se solidarizaba, a su manera, con quienes tienen otro tipo de carencias.
¡Ojalá le toque algún día!
Saludos
Entiendo lo que su articulo quiere transmitir, en cuanto que es solo Dios quien puede colmar nuestra vida. Sin embargo, no me gusta la forma en que aborda el tema de la pobreza. Me parece que lo enfoca desde un punto de vista un poco alejado de la realidad y desde la comodidad del sofa de casa.
En los diversos comentarios hay un mensaje continuo de que la pobreza es un tema complicado, delicado, dificil, que se hace lo que se puede, que cada uno ayuda a su medida... No sé, creo que perdemos de vista un poco que las personas en situacion de pobreza son mis hermanos, que estan sufriendo y que es mi responsabilidad ocuparme de ellos. Creo que nos perdemos un poco en "teologias de salon" hablando de los bienes espirituales, el Pan de Vida y el Agua que sacia... mientras que nos olvidamos del que "pasa hambre, sed, esta desnudo...." Creo que hay veces en las que se nos olvida que los pobres son un "sacramento", ya que Jesus está tan presente en una hostia como en un pobre ("Todo lo que hagais a estos pequeños mios...")
Conclusion: que creo que deberiamos revisar nuestras vidas, cuestionar el estilo de vida que tenemos y preguntarnos si lo que poseemos (sean cosas, conocimintos, comodidades, seguridades, relaciones....) no son mas bien una barrera que nos separa de nuestros hermanos que sufren.
Sólo si nos hacemos pobres podremos encontrar al Dios desnudo del pesebre y de la cruz.
Creo que he hablado enfocando el tema de la pobreza desde su núcleo fundamental: el hecho de que además de la pobreza material existe una pobreza mucho más profunda y que está presente en todo ser humano. Sólo desde esa pobreza existencial se puede entender cristianamente la pobreza material.
Estoy totalmente de acuerdo en que un cristiano no puede hacer como si la pobreza material no existiera. Donde hay una persona que sufre, allí tienen los cristianos una misión, sin duda alguna. De otro modo, su amor no será verdadero.
Eso sí, tampoco podemos olvidar que los bienes que valen de verdad son los eternos. Está muy bien y es necesario ayudar económicamente al que lo está pasando mal, pero eso no le soluciona la vida (como saben muy bien las miles de personas acomodadas que se suicidan todos los años). En cambio, la fe, como dice San Pedro, "vale más que el oro" y sí que proporciona una solución radical para el problema fundamental de la vida.
Yo diría que sacramento de Cristo, más que el pobre, es todo hermano. De hecho, la frase que cita del evangelio habla de que haremos a Cristo todo lo que hagamos a sus hermanos, no a los pobres.
Un saludo.
Muy buena la anécdota.
Asun:
Pues sí, ojalá le toque la lotería y ojalá reciba la fe si no la tiene ya.
Una pregunta: ¿Dónde dice la Biblia no me des tanto que me olvide de ti ni tan poco que no pueda pensar en ti?
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