Dorarle la píldora al Papa
A lo largo de esta semana, diversos periódicos y comentaristas han ridiculizado, más o menos abiertamente, a fray Galvao, el primer santo brasileño, que Benedicto XVI canonizó hace unos días. Al hacerlo, de alguna manera, se conseguía ridiculizar también al propio Papa y, por extensión, a la Iglesia Católica.
El detalle utilizado era el de las llamadas píldoras milagrosas del nuevo santo.
Fray Galvao escribió una vez una oración a la Virgen en papel de arroz, en forma de pequeña píldora, para que la tomara un enfermo que quería pedir a Dios su curación. Como el enfermo se curó milagrosamente, después de la muerte de Fray Galvao, varios conventos de monjas empezaron a confeccionar estas oraciones, para que los fieles pudieran seguir usándolas.Al hablar distintos periódicos de las “píldoras milagrosas”, siempre entre comillas y con tono irónico, se venía a insinuar que los católicos iberoamericanos no son más que un grupo atrasado y supersticioso, que cree en la magia y en el curanderismo.
Lo curioso es que no sería extraño que los abuelos de los que escribían esos artículos hubieran tomado alguna vez una píldora de ese estilo. De hecho, no es una costumbre peculiar del nuevo santo brasileño, ni siquiera de Iberoamérica. La foto que encabeza este artículo corresponde a pequeñas estampas de la Virgen del Perpetuo Socorro en papel de arroz que, según creo, se utilizaban con esta finalidad. Tienen el tamaño de medio sello de correos. Estaban entre los devocionarios antiguos de mi familia y deben corresponder a principios del siglo XX, época en la que supongo que esta costumbre debía de existir en España.
En cuanto a la superstición, las monjas contemplativas que fabrican estas pildoritas ofrecen todas las advertencias necesarias, para evitar que los fieles caigan en ella. En primer lugar, las píldoras no son, en ningún caso, un sustituto de la medicina. Además, deben tomarse un contexto de oración y las monjas recomiendan una novena a la Virgen. En tercer lugar, las píldoras son gratuitas (no se venden, como afirmaba en España El Mundo). Finalmente, lo más importante, en palabras de las propias monjas: “Para que las píldoras surtan efecto hay que tener fe. A veces piden cosas que no son voluntad de Dios. Algunos piden curación y reciben aceptación de lo inevitable, paz interior, alegría, esa es una gracia que supera los pedidos”
A las monjas no las preocupan las burlas. Se limitan a señalar los resultados de su apostolado, cuyos testimonios van recogiendo: casi cinco mil personas han recuperado la salud desde que, en 1998, fray Galvao fue beatificado, cien mujeres pudieron quedar embarazadas a pesar de dificultades médicas, casi otras cien personas consiguieron salir de una depresión, ciento treinta se convirtieron y varios miles recibieron de Dios distintas gracias.
En mi opinión, estas píldoras son un apoyo sensible para los que piden una gracia al Señor. Como seres humanos, necesitamos signos que podamos tocar para apoyar nuestra débil fe. Fray Galvao lo sabía y, por eso, aconsejaba confiar en Dios y, a la vez, daba a los fieles sus píldoras, para que su oración tuviese una expresión sensible. También lo sabía el Señor y, por ello, puso barro en los ojos del ciego para curarle o nos regaló los sacramentos que, por definición, son signos sensibles (y muy sencillos) a través de los cuales se nos concede la gracia.
Lo material es importante para todos nosotros. No somos espíritus puros, sino que necesitamos apoyarnos en lo que podemos ver, sentir y oír. Cuando encendemos una vela en la Iglesia, lo hacemos como expresión de nuestra oración, como manifestación sensible de un acto interior. Necesitamos esas cosas. Si a mi mujer le digo, en el día de su cumpleaños, que la quiero mucho interiormente pero no lo muestro comprándola un regalo, es muy probable que monte en cólera y con toda razón.
A veces se afirma que esta época es muy materialista. A mi juicio, sucede lo contrario. Nuestra época es una edad totalmente espiritualista, en la que se utiliza el cuerpo como un objeto y se desprecia todo lo material. Lo único que importa son las intenciones o los sentimientos y no lo que se haga en concreto. Muchos cristianos de nuestro tiempo, en esta línea, hablan de confesarse con Dios, creen que los sacerdotes y religiosos no deben vestir como tales, rechazan las imágenes religiosas, construyen iglesias horrendas, prescinden de los ornamentos litúrgicos o, como se ha repetido no hace mucho aquí en Religión Digital, piensan que el pan y el vino pueden sustituirse en la Eucaristía por la “idea del alimento” que se realiza en cualquier sustancia comestible.
Quizá los que se ríen de Fray Galvao o los que consideran que hay que prescindir de los apoyos materiales para la fe sean más “espirituales” y “elevados” que los demás. A mí, la verdad, me basta con confiar en lo que aprueba la Iglesia y con seguir a Jesucristo, que se hizo hombre de carne y hueso como nosotros y que realizó y sigue realizando milagros como expresión de la misericordia divina.
8 comentarios
Lo de la época "espiritualista" es un sofisma. Los símbolos del catolicismo se pierden simplemente porque porque ya no se entienden. Ya no hay contexto. Ninguno. Y en el catolicismo de antes, el contexto lo era casi todo. De hecho, a nivel popular no había más que contexto.
En mi opinión, es un peligro mirar "por encima del hombro" a otras épocas de la Iglesia, así en general. En la Iglesia, en todas las épocas, siempre hay gente que, como tú dices, no se entera de lo que es ser cristiano, que están por costumbre, por ideas equivocadas o por otras muchas razones. Hoy también: cuantos "cristianos" y "catequistas" que he conocido creen que el cristianismo sólo es solidarizarse con los demás o cumplir unas normas o ser bueno o comprometerse.
He dicho que siempre hay gente que no se entera. Quizás haya una excepción: las épocas de persecución en las que los que no son cristianos de verdad desaparecen enseguida.
El catolicismo "de antes" en España sufrió una persecución y más de cinco mil curas y monjas, con nombres y apellidos, murieron antes que renegar de su fe y muchísimos laicos. No creo que eso fuera "sólo contexto". Ojalá sucediera hoy lo mismo si hubiera una persecución así.
Me parece que has acertado con lo del contexto. La Iglesia siempre ha sido capaz de crear su propio contexto. Para los cristianos, la referencia principal era la Iglesia o, en concreto, su parroquia. Por eso se han mantenido durante miles de años símbolos, ritos, textos cristianos sinificativos para los fieles y anclados en la primera Iglesia o en la Escritura.
Sin embargo, hoy, por múltiples razones, para la mayoría de los cristianos la referencia principal no la da la Iglesia sino el mundo y se sienten "extraños" en relación con todo lo que sea cristiano.
Estoy de acuerdo. La gente de nuestra época empezó por no creer en nada y ha terminado creyendo en todo tipo de tonterías.
pero si hay engaño o no, superstición o no, para saberlo habría que acceder a la conciencia de cada uno de los participantes (la monja que fabrica la píldora, la monja que ideó la píldora, los clientes uno a uno)
diría que aunque no haya intención de engaño, habrá muchísimos engañados. ¿ quién se responsabiliza?
¿ha sido capaz?
ha creado demasiado contexto y mucho contexto barato. lo que sabe la gente de "la religión" ¿es lo que queda de tanto esfuerzo?
mira tú lo que queda: menos que un tebeo.
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