De cara a Dios
En algunos artículos aquí, en Religión Digital, se criticaba hace unos días la liturgia romana tradicional que el Papa ha restaurado como forma extraordinaria de celebración, porque “pone al sacerdote de espaldas a los fieles”.
Por razones de edad, no he participado nunca en una liturgia según el misal anterior a Pablo VI. Sin embargo, estoy convencido de que es una riqueza que no debíamos perder. El Papa, cumpliendo con su deber, saca del arca de la Iglesia lo viejo y lo nuevo, para ponerlo a disposición de quien lo quiera, con toda libertad.
No sé que éxito tendrá la liturgia latina antigua en España, pero sí espero que a todos nos ayude, en las celebraciones más habituales de la liturgia ordinaria, a recuperar algo que antes estaba más claro y ahora, en muchos casos, se ha perdido: el convencimiento de que el protagonista de la liturgia es Dios.
En muchas de nuestras parroquias se ha ido creando una liturgia “espectáculo” en la que el sacerdote es el showman y actúa cada domingo ante los feligreses. Por eso tiene que inventar cosas nuevas cada vez, oraciones distintas y nuevos gestos, para que no se aburra la gente. Curiosamente, en los ambientes en los que más se denuncia el peligro del clericalismo, se ha llegado a una liturgia totalmente clericalizada, en la que el protagonista es el sacerdote y no Dios.
A ello ha contribuido, en cierta medida, la colocación de nuestras iglesias: los fieles siguen “dándose la espalda” unos a otros, el que se ha dado la vuelta es el sacerdote. Esto produjo el peligro, en el que no era necesario caer pero en el que de hecho hemos caído, de pensar que vamos a la iglesia como al teatro, a ver lo que hace hoy el sacerdote y cómo nos entretiene. Desgraciadamente, si lo que se busca en la liturgia es que entretenga, la batalla está perdida, porque cualquier programa de televisión, cualquier película de cine o cualquier rato pasado con amigos son más divertidos y más entretenidos que una eucaristía, por muy marchoso que sea el cura. Esa es la razón por la que este tipo de celebraciones espectáculo terminan por hacer que la gente se aburra de la liturgia y deje de ir a misa.
La atracción de la liturgia está, sólo puede estar, en que en ella se encuentra algo especial que no podemos conseguir en ningún otro lugar: la celebración de los misterios de nuestra fe. Una liturgia de verdad, que no sea un mero espectáculo con pretexto cristiano, tendrá necesariamente a Dios como protagonista y hará que los participantes se encuentren con él de un modo especial e inigualable. La liturgia es un acto comunitario en el que el pueblo de Dios se reúne, pero no para mirarse el ombligo, sino para alabar a su Señor, escuchar su Palabra, rogarle por sus necesidades y presentarle la ofrenda de su Hijo, muerto y resucitado por nosotros.
Recuerdo haber participado, hace tiempo, en la misa que celebraba un monje cartujo en una pequeña capilla exterior de la Cartuja de Miraflores, en Burgos. Me pareció algo estupendo. Era evidente que aquel cartujo tenía la mente puesta en Dios, que estaba hablando con él al pronunciar las oraciones, que le alababa, le bendecía y le pedía cosas para sí y para todos nosotros. Daba la impresión de que, mientras celebraba, se olvidaba totalmente de que había más personas allí con él. En fin, celebraba como quien ve al invisible. De alguna manera, te arrastraba a rezar con él. Sin que te dieras cuenta, elevabas los ojos hacia Dios en vez de quedarte en el sacerdote.
Es cierto que no es lo mismo un contemplativo que un sacerdote diocesano y que, además, hay partes de la Eucaristía en las que el sacerdote se dirige a los fieles para bendecirlos en nombre de Dios, partirles el pan de la Palabra (homilía), animarles a la oración (levantemos el corazón) o al amor a los hermanos (daos fraternalmente la paz), enviarles a la misión (podéis ir en paz), etc. Sin embargo, creo firmemente que, en las partes de la liturgia que son oraciones al Señor, el sacerdote que celebra con el corazón y no sólo con la boca debe estar orando. Sólo eso unirá a toda la comunidad en oración con él. Y cuando no lo hace, se nota.
Pocas cosas hay que me molesten más durante la celebración de la Eucaristía que los sacerdotes que recitan las distintas oraciones mirando a la gente, haciendo gestos, como sí explicaran una lección. Resulta evidente que no están orando verdaderamente, no están dirigiéndose a Dios, sino representando una comedia a beneficio de los espectadores. En ese sentido, en vez de ser transparentes y hacer presente a Cristo en virtud de su sacerdocio, constituyen un obstáculo para el encuentro con él. En vez de ser pontífices (pontifex, el que tiende puentes entre Dios y los hombres) se han convertido en muros que no dejan pasar más allá de sí mismos.
En cierto modo, sucede con la liturgia lo mismo que con el matrimonio. Cuando los esposos sólo se miran el uno al otro, termina enrareciéndose el ambiente y acaban por aburrirse mutuamente. Sin embargo, cuando los esposos miran también juntos en la misma dirección, dando la vida por los hijos, amando y acogiendo a los que tienen alrededor, adorando juntos a Dios… entonces es cuando de verdad está unido ese matrimonio. De la misma forma, una liturgia unirá de verdad a los cristianos cuando haga que todos miren en la misma dirección, hacia Dios.
No es extraño que las Iglesias estuvieran tradicionalmente orientadas hacia el este, de manera que, en la liturgia, todos los participantes, clérigos y laicos, estuvieran mirando hacia el nacimiento del sol, que es el símbolo de Cristo, el sol que nace de lo alto. Lo que importa no es que el sacerdote mire hacia un lado o hacia otro, ni que los fieles se den la espalda unos a otros o no, lo importante es que todos levanten sus corazones para estar de cara a Dios.
29 comentarios
Además me pasa como a tí, yo sólo he conocido la misa actual, la celebro con interés, sigo cada una de sus partes. Y hacerlo con un misal en la mano, me pone de los nervios.
Bien por quienes compartan esa afición por la lengua origen de otras tantas lenguas.
Tampoco veo que haya servido para unir a los lefebristas. O sea que para lo que sí ha servido es desde luego para hablar del integrismo del Papa. Pues no entiendo el asunto.
Yo también soy joven y me he criado con las misas modernas, marchosas, creativas y desespiritualizadas, donde no hay forma de encontrar a Dios por ninguna parte.
El Motu Proprio no obliga a nadie a nada. Sólo reconoce y reafirma un derecho que los católicos nunca habíamos dejado de tener, pero que nos ha sido negado por la imposición de una jerarquía escorada hacia un progresismo visionario durante varias décadas.
A mí me parece grandioso que sea posible de nuevo celebrar la Misa como lo hicieron Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz o San Ignacio de Loyola.
Curiosamente, las dos habéis entendido el artículo como una defensa del misal antiguo de Juan XXIII.
Si os fijáis, el artículo no hablaba de eso, sino de algo que puede aportar la liturgia antigua a la nueva: recordar quién es el protagonista de la liturgia, que es Dios. Si en esto estáis de acuerdo, lo demás es secundario. Para eso hay libertad en la Iglesia: que cada uno vaya a la liturgia que más le ayude.
Has planteado una cuestión importante: "Y si se admite más de una forma, se deberían admitir muchas más".
De hecho, se admiten muchas más. En la Iglesia habrá, por lo menos, quince ritos distintos con liturgias diferentes: maronita, melquita, siro-malabar, siro-malankar, bizantino...
Incluso dentro del rito latino(el nuestro) hay varios usos: ambrosiano, mozárabe, romano...
Todas estas diferencias litúrgicas tienen razones legítimas para su diferencia (es decir, no es lo último que se le ha ocurrido al cura de turno) y generalmente reflejan tradiciones centenarias. Pero también surgen otros: mañana, de hecho, voy a hablar de un uso muy nuevo y muy poco conocido, el uso anglicano que se ha creado para varias parroquias que antes eran anglicanas y se han hecho católicas en bloque.
Entiendo que coincidimos en que el sacerdote no debe ser el protagonista y creo que coincidirás en que a veces si que lo es (en general, sin darse cuenta de ello y con buena intención).
Por supuesto, las posturas o la colocación no determinan nuestra celebración, como he dicho varias veces en el artículo. Da igual hacia donde miremos, lo de mirar hacia el este era simplemente un símbolo muy significativo (toda la liturgia está llena de símbolos) de que la liturgia mira hacia Dios.
En cuanto al latín, no sé si será practicable ahora mismo, el tiempo lo dirá. En cualquier caso, la gente con la que he hablado y que conoció la misa en latín coinciden en decir que se entendía todo perfectamente. La homilía, que habría sido más difícil, siempre era en lengua vernácula, que yo sepa.
Siento desilusionarte, pero sigue habiendo oraciones "secretas" (es decir, que el sacerdote dice en voz baja) en la misa actual, ahora mismo recuerdo cuatro y otra opcional.
En cuanto a lo del latín, por supuesto que yo hablaba de la gente que iba a misa antes del Concilio y estaban acostumbrados a que siempre fuera en latín la misa, por lo que la entendían perfectamente.
Lo cierto es que en esto del latín no puedo ser imparcial, porque a mí personalmente me encantan los idiomas (soy traductor) y, en particular, el latín.
No creo que la misa antigua sea un remedio milagroso para los males que aquejan a la Iglesia actual. Por supuesto que lo importante es la Eucaristía en sí y que eso lo tenemos igual sea cual sea la forma y la lengua de la liturgia.
Sin embargo, considerar una liturgia católica diferente a la actual, como es la tradicional romana o también cualquier rito oriental, nos puede ayudar a descubrir aspectos que están menos desarrollados en nuestras celebraciones, en nuestro ámbito o en nuestra época.
Cordial saludo.
Raul Olazabal. Que le dara toda la informacion necesaria.Se enamorara de este rito, porque justamente el sacerdote mira Hacia Dios,deja de ser actor e inventor,(totalmente prohibido en la Redemtionis Sacramentun) para convertirse en puente orante entre sus hermanos a sus espaldas que lleva hacia Dios, unica persencia ante el.
Por otro lado,no veo ninguna razón de peso por la que la Misa antigüa tenga que crear división,salvo para los que se lamentan de manera farisaica,cuando son ellos mismos los que están buscando esa división que lamentan.¿Por qué quieren que fracase el Motu Propio todas estas personas tan amantes de la libertad y la pluralidad,salvo para la Liturgia antigüa?Cada vez estoy más convencido que se trata por la espiritualidad y la doctrina que meridianamente expresa el Misal tradicional,y que a ciertos liturgistas le ca...
El motu..va a ser una elección extraordinaria.
Para empezar; si ello fuese viable, la mayoría de los curas tenemos un problema: ¡no sabemos latín! (bueno un poco de "latín" si que sabemos..jeje).
Para continuar; donde existan fieles que quieran celebrar la presencia y el MIsterio de DIos así..y encuentran un cura que "sepa" pues ¡bendito sea Dios!
Y, los demás, pues como siempre. Catando y proclamando las alabanzas de DIos.
No hay que ser tan visceral. Mira..igual me pongo esta noche a mirar el misal a ver si soy capaz de, por lo menos una vez al mes, celebrar en latín.
Un amigo mío de Sangüesa está dispuesto a hacerlo. Igual le sigo.
¿De verdad es eso tan importante?. Bendita ignorancia la mía, con ella me quedo y como dije en su día, ya que nos dejan opción, creo que asistiré como curiosidad a una misa tridentina, si es que la encuentro.
Me ha hecho gracia tu comentario sobre la casulla. Supongo que eres consciente de que actualmente el sacerdote debe llevar casulla al celebrar la Eucaristía "excepto por motivos justificados" (y no por dejadez, como suele ser el caso).
De hecho, la casulla actual es la llamada "casulla gótica" y es mucho más antigua que la "casulla de guitarra", es decir, lo que tú llamas casulla tridentina. La casulla gótica actual era la más habitual hasta el s. XV, en el que fue sustituida por la de guitarra. En el s.XX se volvió otra vez a usar habitualmente la de guitarra.
En cualquier caso, la forma de la casulla es asunto puramente de modas litúrgicas, tan arbitrarias como cualquier otra moda. En mi opinión, no tiene la más mínima importancia. Recuerdo un cura que, en verano usaba siempre las casullas antiguas de guitarra, porque eran mucho más "fresquitas".
Estoy de acuerdo con vosotros en que la liturgia actual es fantástica cuando se prepara y celebra bien. De hecho, la misa con el cartujo de la que he hablado era una misa "normal y corriente".
También me ha parecido muy bien lo que ha contado Sofía de cómo tuvo que decirle a un sacerdote que no divagase. Más de una vez me he quedado con ganas de hacer lo mismo (y alguna vez lo he hecho también, con mucho tacto).
En cuanto a lo de la división en las parroquias, creo que no lo has entendido bien, Sofía. No es que se va a decidir en las parroquias qué liturgia se utiliza. La misa habitual seguirá siendo la misma (la "ordinaria"). Lo que sucederá es que, en algunos sitios, si la gente lo pide, se añadirá alguna misa con el misal antiguo ("extraordinaria") para los que la quieran. Si algo tan flexible crea división es porque la división ya existía de antes.
En cuanto a las elegancias... si nosotros nos ponemos elegantes para acudir a la celebración de un amigo, y cuando recibimos visitas sacamos la mejor vajilla que tenemos...¿acaso no es bueno y santo que echemos la casa por la ventana cuando se trata de encontrarnos con el mismísimo Dios?
Creo que tu ejemplo del coro es perfecto para lo de la división. A quien le gusta el coro, va a la misa con coro, a quien no le gusta va a otra y la mayoría de la gente le da igual y va a cualquiera de las dos.
No creo que la misa con un misal o con otro vaya a crear más división, siempre que todos reconozcamos que ambas misas son perfectamente válidas y que lo importante es lo mismo en las dos.
Gracias por la indicación. En cuanto pueda iré encantado.
J. Silva, Petrus y Ayante:
De acuerdo en todo.
Viadero:
Estoy de acuerdo en que la misa tradicional no debería crear ninguna división, puesto que la Iglesia la acepta y la recomienda para todos los fieles que la quieran. Especialmente cuando se deja total libertad a los fieles.
En cuanto a lo de las misas a puerta cerrada, según creo están totalmente prohibidas (cuando son estrictamente cerradas, en el sentido de que no se permita pasar a quien quiera hacerlo). Una eucaristía siempre está abierta a cualquier católico.
Lo de las eucaristías cerradas tiene más importancia de lo que parece. Tú, como católica, tienes derecho a participar en cualquier Eucaristía del mundo, porque lo que se celebra es algo tuyo y nadie te puede privar de ello. ¿No te parece que eso es algo importante y no una simple norma?
En cuanto a las vestiduras litúrgicas, que sean unas u otras por supuesto, no es algo esencial en sí. Recuerdo una vez que, a la hora de celebrar una Eucaristía, la sacristía estaba cerrada con llave y nadie la tenía, así que el cura tuvo que celebrar sin vestiduras litúrgicas... y, como es lógico, me pareció muy bien.
Lo que sí me parece más importante es la obediencia a lo que pide la Iglesia. Cuando un sacerdote sabe que la Iglesia le pide que se ponga casulla o estola o alba y, a sabiendas, hace lo que le da la gana sin causa justificada... ahí hay una actitud de fondo que no está bien.
liturgica,ya que el sacerdote debe atenerse al texto y por tanto da una mayor unidad y universalidad a este rito.Perdonen mi español un poco escaso.
Mira no me va el tema barroco, me gusta lo funcional. Naturalmente me parece bien que otro prefiera su misa en latín y las casullas góticas.
Por cierto, te agradezco la información, siempre me enseñas algo nuevo.
Ayante, entiendo perfectamente la comparación, pero no me vale.
Un saludo a todos
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