Cobertura en todo el mundo
Como suele suceder con estas cosas que tienen poca importancia desde el punto de vista político o internacional, han pasado desapercibidas las palabras que dijo el Papa la semana pasada, cuando se encontró con unos niños y jóvenes a la salida de la Catedral de Pavía.
Dentro de su sencillez, me han parecido dignas de mención:
Queridos niños:
Al marcharme de esta maravillosa ciudad de Pavía, es para mí una gran alegría poder ver a niños, chicos y jóvenes. Estáis especialmente cerca del Señor. Él os ama especialmente.
¡Amemos cada vez más al Señor! Rezad por mí, que yo rezaré por vosotros. Adios
[Mi traducción]
Estas palabras me han dado una gran alegría. Me han recordado una vez más que Dios está al alcance de todos. El Papa Benedicto XVI, obispo de Roma, Vicario de Cristo y Siervo de los Siervos de Dios puede pedir a unos niños totalmente anónimos que recen por él y decirles que están especialmente cerca del Señor.
Y lo dice, yo creo, consciente de que necesita esas oraciones por su pobreza y su incapacidad humana para cumplir la misión que Dios le ha encomendado. Incluso, diría yo, consciente de que cualquiera de esos niños puede estar más cerca de Dios que él mismo. No hay más que leer la vida de Sta. Teresa de Lisieux para convencerse de que los niños pueden ser santos.
Estos días siguen al Papa en Iberoamérica cientos de fotógrafos, diplomáticos, políticos y obispos. Probablemente y aunque no la veamos en la televisión, la oración de esos niños acompañe también al Papa en su viaje a Brasil.
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