Cien mil razones

Ayer por la mañana, este blog superó la cifra de cien mil visitas, acumuladas a lo largo de sus ocho meses y medio de vida. En ese tiempo ha recibido, además, unos 2.500 comentarios de los lectores, más otros tantos que suponen mis respuestas a los mismos.

Tengo la costumbre de encomendar a Dios a mis lectores y comentaristas cuando rezo, poniéndolos en sus manos y pidiendo por ellos y por sus familias. Hoy, sin embargo, ponía también ante Dios esta cifra, pensando en lo que podía significar.

¿Son cien mil razones para estar orgulloso? Para eso quizá son poca cosa, teniendo en cuenta que otros blogs de tema religioso más interesantes que este y mejor escritos reciben muchas más visitas en un mes. Desgraciadamente, es de suponer también que, por ejemplo, las páginas web de pornografía en la red multiplicarán por mil este número de visitas. Es decir, desde el punto de vista de la influencia social, un blog como éste no es más que una gota de arena en el mar.

Además, tampoco puedo estar orgulloso sin reservas de mis motivaciones y mis actuaciones en el blog. Mi intención principal ha sido desde el principio y sigue siendo dar a conocer el Evangelio a los que no lo han recibido y ahondar en la Verdad, que es Jesucristo, discutiendo los temas más dispares. Es decir, en definitiva, dar gloria a Dios, que es el verdadero fin de toda nuestra vida.

Sin embargo, soy consciente de que muchas veces he escrito movido por la vanidad más que por otra cosa. En otras ocasiones no he tenido la paciencia debida y, probablemente, he dificultado a veces que los lectores encuentren a Dios con mis faltas. Finalmente, aunque intento que no sea así, es fácil olvidar que más allá de la pantalla del ordenador hay personas amadas infinitamente por Dios y no sólo argumentos a los que hay que responder.

A pesar de todo, estoy convencido de que Dios actúa en la vida de las personas sirviéndose de las herramientas más toscas e inútiles y, por eso, pongo este blog en sus manos, de forma que pueda utilizarlo para lo que quiera. Lo que haga de él me parecerá bien. Si quiere servirse del blog, por mí perfecto, si quiere que desaparezca, también muy bien. Lo que Dios Quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera.

Así pues y por la gracia de Dios, espero, contra toda esperanza, que este blog haya dado frutos en beneficio de algunos lectores, a los que les puedan haber servido de algo los artículos, aunque supongo que, de ser así, no lo sabré hasta la vida eterna. Lo que sí sé es que a mí me han ayudado los artículos y comentarios y he aprendido bastantes cosas con ellos. También las historias que han enviado los lectores han reavivado mi entusiasmo por llevar el Evangelio a los que no conocen a Dios.

Curiosamente, las críticas vertidas en ocasiones dentro de los comentarios contra la Iglesia y sus miembros, algunas con razón y otras sin ella, lo que han producido en mí es un mayor amor a Dios y a su Iglesia y un convencimiento más firme de que, sin la Revelación de Dios que custodia la Iglesia por él fundada, somos como niños que juegan al escondite con la Verdad y la vislumbran de lejos sin alcanzarla nunca del todo.

Para mí también ha sido una alegría ver, en estos meses, a tantas personas interesadas por la Verdad, por el Evangelio, por Nuestro Señor y por su Iglesia. En ocasiones, me he sentido muy pequeño al hablar con personas que siguen a Cristo con mucha más fidelidad, entrega y humildad que yo.

Por todo ello, creo que, más que razones para estar orgulloso, esas cien mil visitas son, en realidad, cien mil razones para dar gracias a Dios, a quien sea siempre la gloria por los siglos de los siglos.