Hemos comido y bebido con él
Leo en el blog del P. Masiá sus opiniones sobre la resurrección de Cristo y, para ser sincero, no reconozco en ellas mi fe ni la fe de la Iglesia. Todo su afán es afirmar que las apariciones del Resucitado son una experiencia interna de los discípulos, que Cristo no se les aparecía, sino que por la fe veían que siempre estaba presente entre ellos. Por lo tanto, tampoco tendría sentido hablar de que resucitó al tercer día, ya que, en cuanto murió, ya estaba presente espiritualmente dentro de ellos.
Lo más curioso, a mi juicio, es que la totalidad del Nuevo Testamento está dirigida a defender justamente lo contrario de lo que él defiende. Es igual de sorprendente que si intentase hacer malabarismos para explicar que Cristo no predicó el amor a los demás o que sólo hablaba de Dios Padre como una metáfora de la esencia impersonal del universo.