InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

14.09.09

Meditaciones arquitectónicas

He leído un artículo norteamericano sobre arquitectura religiosa que me ha parecido tan interesante que he traducido los primeros párrafos para el blog (y sí, en este caso y sin que sirva de precedente, cuando digo “interesante” quiero decir que expresa a grandes rasgos lo que yo pienso sobre el tema). Si Dios quiere y tengo tiempo, otro día traduciré el resto del texto.

Se trata del artículo titulado “Novedad contra belleza”, escrito por un arquitecto con el improbable nombre de Erik Bootsma. Me ha gustado leer, por cierto, que actualmente está trabajando en los planos para un monasterio católico de rito oriental que se construirá en Pennsylvania.

Creo que el tema de la fealdad y el secularismo de una gran parte del arte y la arquitectura católicos de las últimas décadas es importantísimo para nosotros. Y es triste que no se discuta más. No se trata de una cuestión meramente artística, sino que, como todas las cuestiones humanas en su raíz, es un problema filosófico y, especialmente, teológico.

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11.09.09

Susurros litúrgicos

El otro día, al hilo de un artículo en el que se mencionaba la liturgia tradicional, una lectora, Esperanza, preguntaba porqué en la forma extraordinaria del rito latino (lo que la gente suele llamar la “misa antigua en latín") una buena parte de las oraciones las recita el sacerdote en voz baja, de manera que los fieles no las oyen. Probablemente a muchos les sorprenda, pero esto no es algo exclusivo de la liturgia antigua. En la forma ordinaria de la Misa (la liturgia habitual, la de Pablo VI), también hay unas muchas oraciones que el sacerdote dice en voz baja.

¿Por qué existen estas oraciones en una y otra forma del rito romano? ¿No sería mejor que siempre pudiéramos escuchar todo lo que se dice? ¿No sería más litúrgico, ordenado y racional que todos hiciésemos lo mismo a la vez?

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Oraciones secretas de la Misa

A continuación, incluyo todas las oraciones secretas de la Misa según la forma ordinaria del rito romano. En este otro artículo, explico lo que son esas oraciones “secretas” de la Misa, es decir, aquellas que el sacerdote recita en voz baja.

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ORACIONES SECRETAS DE LA MISA, EN LA FORMA ORDINARIA DEL RITO ROMANO

- Antes de leer el Evangelio, el sacerdote se inclina ante el altar y dice: “Purifica mi corazón y mis labios, Dios todopoderoso, para que anuncie dignamente tu Evangelio”. Y si es un diácono el que lee el Evangelio, le pide al obispo o sacerdote la bendición, también en voz baja: “Padre, dame tu bendición”. Y la respuesta es: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Antes de proclamar el Evangelio y de explicarlo a los fieles con la homilía, estas oraciones recuerdan al sacerdote que él es un pecador como los demás, que si puede anunciar la Buena Noticia de Jesucristo es por pura gracia de Dios y no porque sea mejor que los demás.

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27.08.09

Liturgia de gente bien educada

Curiosamente, la frase de Benedicto XVI que me pareció más importante del famoso Motu Proprio Summorum Pontificum no formaba parte del mismo. Estaba incluida en la Carta que el Papa dirigió a los obispos como acompañamiento del Motu Proprio: “las dos formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente“.

Pocas palabras, pero importantísimas. Así es como ha funcionado siempre la liturgia en la Iglesia, con un desarrollo homogéneo mediante un enriquecimiento progresivo. Los defensores de la forma extraordinaria del rito romano señalan, con toda la razón del mundo, que algo tan importante como una reforma litúrgica no puede ser obra de una comisión. Es necesario que la forma ordinaria del rito se enriquezca en contacto con la Tradición viva de la Iglesia. Así pasará de ser el resultado de los esfuerzos de una comisión a constituir una expresión de la fe y la oración de la Iglesia. No olvidemos que, para la forma que tiene la Iglesia de medir el tiempo, el novus ordo está aún en pañales, en tiempo de rodaje. Y también la forma extraordinaria podrá enriquecerse, que no hay nada perfecto en este mundo.

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19.07.09

Yo quiero ser así de mayor

Creo que ya he dicho otras veces que es una pena que no nos fijemos más en las lecturas de la Escritura que se proclaman en Misa. Si lo hiciéramos, enseguida nos saltarían a la vista multitud de extrañezas que nos ayudarían a comprender mejor lo que realmente se está diciendo en la lectura.

Voy a dar un ejemplo. En la segunda lectura de hoy, San Pablo dice que Jesucristo “hizo de los judíos y de los gentiles un solo pueblo; Él destruyó, en su propio cuerpo, la barrera que los separaba: el odio”. ¿Por qué habla de una barrera? ¿Era simplemente una forma de hablar? Parece ser que, al decir eso, estaba pensando en el Templo de Jerusalén, que, para cualquier judío, era el símbolo y el paradigma de la relación con el Señor. La parte importante del Templo, es decir, donde se rendía culto a Dios, estaba prohibida para los que no eran judíos. Los gentiles sólo podían pasar a aquellas zonas en las que se cambiaba dinero, se vendían animales, etc. Había un muro que no podían traspasar, bajo pena de muerte. Es decir, ese muro o barrera del que habla San Pablo en su carta era un muro material, que se podía tocar y que a San Pablo le recordaba algo mucho más importante: la separación entre judíos y no judíos en la Historia de la Salvación, que los gentiles estaban separados de Dios y sometidos a la muerte por el pecado, hasta que llegó Cristo.

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