InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Liturgia

17.02.10

Paso a paso, volviendo a Roma

Aunque en los países hispánicos el proceso pueda pasar desapercibido, en el Reino Unido, Australia, Estados Unidos y otros países angloparlantes se están dando ya los primeros pasos hacia la creación de los Ordinariatos previstos por la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus, aprobada recientemente por Benedicto XVI. Estos Ordinariatos, parecidos a diócesis personales al estilo de los Ordinariatos Castrenses o de las eparquías orientales, permitirán que los anglicanos que vuelvan a la Iglesia Católica conserven sus tradiciones propias y una buena parte de sus usos litúrgicos.

La preparación no es sencilla, porque resulta imposible prever a priori cuántas personas tomarán la decisión de volver a la Iglesia Católica a través de los nuevos Ordinariatos y, por lo tanto, ni siquiera se sabe aún cuántos se crearán, ni tampoco si habrá un Ordinariato por país o serán estructuras con mayor o menor amplitud. Además, es muy probable que en ocasiones relativamente numerosas nos encontremos con parroquias enteras que desean entrar en comunión con Roma, lo cual dará lugar a multitud de dificultades con respecto a la propiedad de los templos, el mantenimiento de su identidad como parroquias, la búsqueda en su caso de nuevos edificios, sacerdotes que las atiendan, etc.

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17.01.10

Como niños malcriados

Los católicos estamos muy malacostumbrados. Somos como niños malcriados, que están tan habituados a tenerlo todo que ya no aprecian nada. Y eso se nota en toda nuestra vida cristiana: estamos tan acostumbrados a que Dios exista, a que nos quiera, a que su Hijo se haya encarnado, a que se nos dé como comida, a que perdone nuestros pecados, a que mande a sus ángeles a que cuiden de nosotros, a que nos haya regalado su Iglesia y a mil cosas más que ya no nos sorprenden esos prodigios.

Quizá el ámbito en el que más se nota esto sea la liturgia. Nuestra liturgia está cuajada de tesoros para la oración y la meditación. Como una corona real, está engarzada con piedras preciosas de una belleza única y singular, ansiada y envidiada por los pueblos que no conocen a Dios… Y, sin embargo, apenas prestamos atención a lo que se dice en la Misa. Apenas rezamos con las oraciones, ni alabamos con sus himnos. Ni siquiera se nos ocurre conservar ansiosamente en nuestra memoria todo lo que podamos abarcar. Somos como un Alí Babá tan tonto que no piensa en llenarse los bolsillos al pasar por la cueva del tesoro.

Demos un ejemplo. Si preguntase cuál ha sido la frase cantada o recitada en el Aleluya del Evangelio de este domingo, dudo que se acordase de ella más de uno de cada mil católicos. Y la frase se las trae. Si de verdad escucháramos en Misa y pensásemos lo que se dice, esta frase habría dejado boquiabiertos a todos los que allí estaban, como me dejó boquiabierto a mí. Y, muy probablemente, habría suscitado protestas, preguntas, murmullos e incomprensiones. Otros, en cambio, no habrían podido evitar postrarse de rodillas para dar gracias a Dios en ese mismo instante. Nadie habría quedado indiferente.

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12.01.10

¿Por qué es tan mala nuestra música litúrgica?

Recojo hoy en el blog el resumen de un artículo realizado por un lector (Luis), que expone ocho mitos frecuentemente escuchados sobre la música litúrgica. Creo que podría servir como base para una interesante discusión sobre el tema de la música en la liturgia.

Por desgracia, en España la música sagrada se cuida muy poco (y ese descuido se nota). Cuando la música litúrgica se resiente, la propia liturgia se resiente también, porque música y liturgia siempre han estado intrínsecamente unidas. Se me ocurren muchas cuestiones relacionadas con el tema:

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8.01.10

Unidades pastorales y otros adefesios lingüísticos

Acabo de leer que en la diócesis de San Sebastián se ha creado una nueva unidad pastoral. Es decir, una especie de agrupación de parroquias, capillas y casas religiosas cuya dirección se ha encargado a algunos laicos comprometidos. No voy a hablar del hecho en sí, porque no conozco los detalles del mismo. Me voy a limitar a subrayar el horrible nombre del engendro: unidad pastoral.

Sería difícil haber elegido un nombre más feo que el de “unidad pastoral”, con sus resonancias burocráticas. Y, lo que es aún peor, de burocracia eclesial. No me cabe duda de que la fealdad de las palabras que utilizamos para hablar de la Iglesia y de sus asuntos reflejan una forma prosaica, materialista y mundana de entender la Iglesia que, por desgracia, se ha hecho muy común en nuestra época y nos afecta a todos. Proliferan los coordinadores, consejos, directores, asesores, áreas, grupos, unidades y demás zarandajas empresariales.

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28.12.09

El segundo ángelus

Un lector, Norberto, me envía una oración que ha inventado. Es un segundo ángelus, porque se refiere a la “segunda anunciación”.

El Papa Juan Pablo II, en su exhortación apostólica Redemptoris Custos, habló de la “anunciación” que también recibió San José al aparecérsele un ángel, según cuenta el Evangelio de San Mateo: “José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". […] Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús”. Es otra “anunciación” paralela a la que recibió la Virgen y que se relata en el Evangelio de San Lucas.

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