Cantalamessa, las bienaventuranzas y la exégesis
Continuando con el tema de estos últimos días, me parece interesante este otro texto del P. Cantalamessa, publicado por , que, hablando de las bienaventuranzas, presenta dos puntos que, a mi juicio, son esenciales.
En primer lugar, advierte del peligro de creer, como muchos autores actuales, que sólo por medio de la investigación histórica se puede llegar al Jesús “auténtico”. Es la fe de la Iglesia, basada en la Palabra de Dios y en la Tradición, la que nos muestra al auténtico Jesús que nació en Belén siendo Augusto emperador, murió en tiempos de Poncio Pilato y resucitó para nuestra salvación.
Por otra parte, los Evangelistas no son simplemente historiadores, sino que, mediante la inspiración del Espíritu Santo, en sus Evangelios nos ofrecen los hechos y también la comprensión auténtica del significado que los mismos tienen para nuestra salvación. Es decir, su historia es una auténtica historia de salvación.
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La investigación sobre el Jesús histórico, hoy tan en auge –tanto la que hacen estudiosos creyentes como la radical de los no creyentes- esconde un grave peligro: el de inducir a creer que sólo lo que, por esta nueva vía, se pueda remontar al Jesús terreno es «auténtico», mientras que todo lo demás sería no-histórico y por lo tanto no «auténtico». Esto significaría limitar indebidamente sólo a la historia los medios que Dios tiene a disposición para revelarse. Significaría abandonar tácitamente la verdad de fe de la inspiración bíblica y por lo tanto el carácter revelado de las Escrituras.
[…].
De todo ello deducimos que «palabra de Dios», y por lo tanto normativo para el creyente, no es el hipotético «núcleo originario» diversamente reconstruido por los historiadores, sino lo que está escrito en los evangelios. El resultado de las investigaciones históricas hay que tenerlo enormemente en cuenta porque es el que debe orientar a la comprensión también de los desarrollos posteriores de la tradición, pero la exclamación «¡Palabra de Dios!» seguiremos pronunciándola al término de la lectura del texto evangélico, no al término de la lectura del último libro sobre el Jesús histórico.
Las dos lecturas, la histórica y la de fe, tienen entre sí un importante punto de encuentro. «Un evento es histórico –escribió un eminente estudioso del Nuevo Testamento- cuando asoman en él dos requisitos: ha “sucedido” y además ha asumido una relevancia significativa determinante para las personas que estuvieron involucradas en él y establecieron su narración» [1]. Existen infinitos hechos realmente ocurridos que, en cambio, no pensamos en definir «históricos», porque no han dejado huella alguna en la historia, no han suscitado ningún interés, ni han hecho nacer nada nuevo. «Histórico» no es por lo tanto el descarnado hecho de crónica, sino el hecho más el significado del mismo.
En este sentido, los evangelios son «históricos» no sólo por lo que refieren verdaderamente ocurrido, sino por el significado de los hechos que sacan a la luz bajo la inspiración del Espíritu Santo. Los evangelistas y la comunidad apostólica antes que ellos, con sus añadidos y subrayados diversos, no hicieron sino evidenciar los diferentes significados o implicaciones de un determinado dicho o hecho de Jesús.
Juan se preocupa de hacer que se explique anticipadamente por Jesús mismo este hecho cuando le atribuye las palabras: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga y os anunciará lo que ha de venir» (Jn 16,12-13).
Estas observaciones nos resultan de particular utilidad cuando se trata del uso que hay que hacer de las bienaventuranzas evangélicas. Es bien sabido que las bienaventuranzas nos han llegado en dos versiones distintas. Mateo tiene ocho bienaventuranzas; Lucas sólo cuatro, seguidas, en cambio, de otros tantos «ay» contrarios. En Mateo el discurso es indirecto: «bienaventurados los pobres», «bienaventurados los que tienen hambre»; en Lucas el discurso es directo: «bienaventurados vosotros, los pobres», «bienaventurados los que tenéis hambre»; Lucas dice «pobres» y «hambrientos», Mateo pobres «de espíritu» y hambrientos «de justicia»
Después de toda la labor crítica realizada para distinguir lo que, en las bienaventuranzas, se remonta al Jesús histórico y lo que es propio de Mateo y de Lucas, [2], la tarea del creyente de hoy no es la de elegir como auténtica una de las dos versiones y dejar de lado la otra. Se trata más bien de recoger el mensaje contenido en una y otra versión evangélica y –según los casos y las necesidades de hoy- valorar, cada vez, una u otra perspectiva, como hizo cada uno de los dos evangelistas en su tiempo.
[1] D. H. Dodd, Storia ed Evangelo, Brescia 1976, p.23.
[2] Cf. J. Dupont, Le beatitudini, 2 Voll. Edizioni Paoline 1992 (ed. originale Parigi 1969).
23 comentarios
A mí este tipo de expresiones siempre me dejan perplejo. ¿Se está tratando de decir que en realidad Jesús no dijo eso, sino que es un añadido de Juan, inspirado en las enseñanzas de Jesús?
Tal insinuación me parece bastante grave (sobre todo para mi corta mollera, que tiene que lidiar con la duda de la veracidad de lo que los Evangelistas decían). Una cosa es que los Evangelistas se tomen la libertad de presentar como dichas una detrás de la otra, sentencias varias de Jesús que fueron pronunciadas en momentos diferentes, recurso literario ya conocido. Otra es decir que un evangelista (¡apóstol, para más escándalo!) pone en labios de Jesús (que es lo que significa "le atribuye") algo que no dijo en realidad, con la piadosa excusa de que era consonante con su pensamiento.
Pues no, yo las palabras que los Evangelistas ponen en labios de Je...
Necesito que alguien me aclare esto, porque sino, voy a empezar a dudar de todo lo que dicen los Evangelios ¿si no son de fiar en lo poco importante, como serán de fiar en lo muy importante?
A mí también me rechina esa frase. El artículo, que es más largo, está bastante mal traducido del italiano (como se ve en otras partes del mismo), así que es fácil que los matices (que son lo más difícil de traducir) no estén bien reflejados en la traducción.
En mi opinión, lo que quiere decir es que el evangelista elige, de entre las innumerables frases de Jesús (Jn 21,25), las que considera (inspirado por el Espíritu Santo) más significativas para la situación de la Iglesia en su tiempo. En este caso, Juan muestra la solución de un problema constante de la Iglesia (la autoridad que tiene la enseñanza eclesial) con una frase (real) de Jesús.
Dicho eso, entiendo que, como tú dices, lo que tiene que ser de Jesús es la sustancia de lo que se afirma, porque las palabras exactas no están aseguradas necesariamente por la inspiración (ya que no son materia de fe).
Espero haberme explicado más o menos claramente.
La expresión "el evangelista le atribuye", no obstante, no me sugiere eso, sino que abre la puerta a esa cosa tan manida de la "elaboración posterior de la Iglesia primitiva, puesta en boca de Jesús". Tal vez sea, como tu dices, una inexacta traducción del italiano.
Discúlpame por meter esta disquisición en medio de un hilo que no versa sobre esto, pero es que últimamente ando preocupado. Parece que mucha gente está empeñada en sembrar dudas sobre la veracidad de los Evangelios, y no oigo a nadie rebatirlo con fundamentos.
Permite que te haga una pregunta, ¿es importante para tu fe, la afectaría en algo, el que por ejemplo Jesús naciera en Belen o en Nazareth?.
¿Perderías la fe si en vez de en Belen hubiera nacido en Nazareth?.
Un cordial saludo.
Un cordial saludo.
Pues claro que se dan cumplimiento, pero no porque lo diga Miqueas o por haber nacido en Belén. Podía haber nacido en Nazareth, pero su mensaje, nos continuaría indicando que El es el Hijo de Dios, el Cordero de Dios.
En Mt 26, 54 y en Mc 15, 39 se encuentran recogidas las palabras del centurión "Verdaderamente éste era hijo de Dios". El centurión, pagano, paganísimo que nada sabría de profecias ni de Miqueas; lo dijera o no, otros muchos, a lo largo de los siglos y sin saber nada de profecías y demás, hemos dicho lo mismo.
Un cordial saludo.
Además, exceptuando a algunos como Jonas (es mi preferido), otros no me caen demasiado bien.
Cristo es el criterio de verdad, de lo que depende la veracidad o no de esas profecías, pero no al revés.
Un cordial saludo.
No tengo tiempo para comentar ahora con más detalle, pero yo diría que lo de las profecías tiene que tener más importancia, porque está en el mismo credo:
"...y resucitó al tercer día, según las Escrituras"
así que, de alguna forma, tiene que pertenecer al núcleo de la fe.
En cualquier caso, es un tema muy interesante el que planteáis.
Un saludo.
"¿Perderías la fe si en vez de en Belen hubiera nacido en Nazareth?". Perdería la fe en Mateo y Lucas, que dicen explícitamente que nació en Belén. ¿Cómo puedo creer otras cosas que cuentan si esa (tan concreta) es falsa?
"El centurión, pagano, paganísimo que nada sabría de profecias ni de Miqueas". Tu conjetura puede ser perfectamente errónea. No necesariamente los militares (que podían ser sirios o idumeos, raramente eran romanos) desconocían a Yahvé, e incluso le podían rendir un cierto culto o respeto, como se lee en Lc 7, 4-5.
"como el principio es Cristo, lo que yo he conocido después (las profecías), pues no tienen tanta importancia para mi (lo de Belén, por ejemplo) como es el hecho fundamental" Los evangelistas, no obstante, si que le dan importancia, pueto que lo recalcan con frecuencia (sobre todo Mateo). Es lógico, porque los judíos necesitaban esos signos para creer. Si los evangelistas se los han inventado para que crean, han...
"exceptuando a algunos como Jonas (es mi preferido), otros no me caen demasiado bien". No parece un criterio histórico-científico (que no te oiga Pagola) para juzgar la inspiración de un profeta.
"Y en cuanto al Evangelio de Juan, es más cristológico que otra cosa". ¿El que sea cristológico quiere decir que pone en boca de Jesús cosas que este no dijo, o sea, le atribuye frases ajenas a él? ¿Eso no es falso testimonio?
Un cordial saludo.
Yo no digo que sea falso que naciera en Belén, yo lo que pretendo es que no se pierda la fe por cuestiones de éste tipo. Además, a veces son precisamente la cosas concretas lo que presentan más dificultades. Y podría ser un símbolo y un símbolo nunca es una mentira.
Lo del centurión era un ejemplo para explicar que no hace falta conocer las profecías para que alguien se convierta a Cristo.
Desde luego que el gusto no es ningún criterio, pero en concreto a quien no soporto es a Elías. Esos comportamientos, degollando a los sacerdotes, a mi me hacen dudar.
En cuanto a lo de Juan, cuando se escribió ya había pasado mucho tiempo. Tu haz la prueba, intenta repetir literalmente algo que alguien ha dicho o una conversación de hace 20 años. Pues lo que dices es lo esencial, no las palabras concretas. Y eso no significa que estes mintiendo.
Lo que lamento de todo ésto es no estar mejor preparada para poder explicarlo d...
Nachet, a lo que voy y es lo que realmente me importa, es que no se pierda la fe por cosas concretas que en realidad no son para tanto, pues se puede explicar haciendo una lectura hacia atrás y desde la fe. Tenemos que estar preparados para éste tipo de cosas y no darlas tanta importancia.
Me gustaría que Sofía apareciera por aquí, ella te lo explicaría mejor, pues ella está mejor preparada que yo y me parece que no te he ayudado nada de nada; lo siento.
Un cordial saludo y perdona.
Claro que tienen importancia, pero se tendrán que ajustar al hecho. Un ejemplo un poco tonto, el hombre del tiempo puede decir: mañana va a llover, pero llega el día siguiente y hace sol. Pues quien se ha equivocado es el hombre del tiempo, no el sol. Si lo que ocurre es que cae agua nieve (aquí suele ocurrir), pues se ha equivocado (cae nieve) pero no se ha equivocado (cae agua).
De todas formas, yo creo que las Escrituras es necesario leerlas en clave simbólica y desde la fe. Por ejemplo el relato de la Creación. A éstas alturas no creo que nadie se crea que existieran un señor concreto llamado Adan y una señora concreta llamada Eva, y desde luego las serpientes no hablan. Bueno, pues lo mismo con las profecías.
Un cordial saludo.
Las profecías tienen un valor muy importante. Por supuesto que su lenguaje es duro en ocasiones, como corresponde a toda la Historia, antes de que la Nueva Alianza del Mesías estableciera al amor como mandamiento supremo. Hay que leerlas con respeto y entendiéndolas en su contexto histórico, no haciendo juicios de antipatía o simpatía con criterios del siglo XXI.
Por último, resulta muy sorprendente constatar que Juan (que, en efecto, es el más tardío en ser redactado) resulta ser el evangelista mejor cronólogo y geógrafo, como reconocen todos los expertos. No tiene s...
Un saludo cordial.
Pues si que tiene sentido, a mi me pasa con bastante frecuencia que recuerdo los detalles y cuando ocurrió, pero no las palabras textuales, aunque sí lo esencial de lo que se dijo, su sentido. Es como cuando se lee un libro, se recuerda como estaba encuadernado, el color, el tamaño, dónde se compró, el tipo de letra, etc...pero no se pueden recordar las frases textuales, pero sí lo que el libro quería decir, su mensaje.
Yo no sé si el nacimiento en Belén es una afirmación dogmática. Quizás no lo sea Nachet, pues estas pasadas navidades Benedicto XVI, en la plaza del Vaticano, ubicó el nacimiento en Nazaret.
De todas formas, simbólicamente, teológicamente, nació en Belén, aunque historicamente quizás fuera en Nazaret.
En cuanto a los profetas, no creas que no los respeto, pero es que Elías me cae mal y me cae mal, y no puedo evitarlo.
un cordial saludo.
Juan, escoge episodios en los cuales Jesús aparece como "revelador" del Padre, aquel que lleva la vida a los hombres.
(Carlo María Martini. ¿Todavía existe algo en qué creer?)
Eso que mencionas del estilo de cada evangelista me parece muy importante, porque eran personas reales, cada uno con su forma de escribir, su estilo literario y sus preferencias y eso queda reflejado en sus Evangelios. Dios actúa siempre así, no anula nuestra personalidad cuando actúa en nosotros, sino que, en cierto modo, colabora con nosotros.
En cualquier caso, como veo que este tema interesa, supongo que dedicaremos algún que otro artículo a los evangelios y la crítica histórica.
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