Astorga, con la puerta en las narices
Este verano, volviendo de Galicia hacia Madrid, eché un vistazo al mapa del itinerario para buscar un sitio interesante donde mi familia y yo pudiésemos parar para comer. Decidimos visitar Astorga, sede episcopal, y así rezar un rato en la Catedral. No sabíamos el nombre del obispo de Astorga, pero eso era lo de menos. Queríamos rezar en la sede de un Sucesor de los Apóstoles, en el centro de la vida de la diócesis.
En efecto, después de comer unos bocadillos en un parque junto a las murallas, estuvimos disfrutando del exterior de la Catedral y sus preciosos relieves de escenas de la vida de Cristo. Cuando intentamos entrar en la Catedral, sin embargo, nos encontramos con la sorpresa de que no se nos permitía entrar en ella si no pagábamos la entrada. Se permitía la entrada libre durante un pequeño espacio de tiempo de dos horas por las mañanas para la Misa, pero durante las ocho horas restantes, quien quisiese entrar en la Catedral debía pagar por ello.
Me molestó muchísimo. Si, al entrar en la Catedral, yo hubiese encontrado un mensaje del obispo solicitando una colaboración económica, diciendo, con sinceridad y humildad, que no alcanzaban los ingresos diocesanos para sufragar los gastos de la Catedral y que confiaba en la ayuda de los cristianos, que han aprendido a ser generosos de la misericordia gratuita de Dios, hubiera recibido mi aportación. ¿Cómo podría ser de otro modo cuando un Sucesor de los Apóstoles me pide ayuda?
En cambio, cuando lo que hace el Sucesor de los Apóstoles es echar mano a mi cartera y cobrarme por entrar en la Casa de Dios deberá perdonárseme si mis sentimientos no son muy caritativos. Confieso que lo que me pasaba por la mente eran pequeñas maldiciones, más irritantes que dañinas, dirigidas a ese obispo cuyo nombre desconocía: Así vaya a concelebrar con el Papa en Pentecostés y descubra, en el último momento, que sólo se ha llevado una casulla verde. Así se dé cuenta mañana de que ya no cabe en su sotana. Así le prohíba su médico los mantecados de Astorga y todos sus platos favoritos. Así esté saliendo por la televisión cuando le entren ganas irresistibles de estornudar, sin un pañuelo en su bolsillo… En fin, la debilidad de la carne.
Por desgracia, no es la primera vez que algo así me sucede en España. Hace unos años era algo prácticamente desconocido tener que pagar para entrar en una iglesia, pero últimamente va siendo cada vez más común.
He leído que los obispos de Ávila y Mérida han explicado, en un artículo en la revista Vida Nueva, sus razones para cobrar la entrada en sus respectivas catedrales. Con toda la razón del mundo, señalan que las ayudas estatales son escasas, a pesar del importante papel turístico que desempeñan las iglesias españolas. Por este motivo, afirman, consideran que es justo cobrar la entrada a los turistas, para que éstos contribuyan a sufragar los gastos de los edificios y las obras de arte que visitan. Lo que olvidan estos buenos obispos es que esa entrada no se cobra simplemente a los turistas, sino también a cualquier católico que quiera entrar a rezar en sus catedrales. Cosa que, además, es inevitable cuando se cobra por entrar, porque no se va a hacer un examen teológico a la entrada, para descubrir si el visitante es o no católico.
Con todo el respeto a estos bienintencionados obispos, me atrevo a decir que cerrar catedrales e iglesias y cobrar por la entrada es un despropósito que roza la simonía, es decir, la compra o venta de cosas espirituales. A veces, obispos y sacerdotes parecen actuar con la errada impresión de que son dueños de sus templos y catedrales y pueden disponer de ellos a su antojo. Un templo está consagrado a Dios y, por lo tanto, le pertenece a Él y no al obispo, a sacerdotes, ni a ninguna persona en particular, sea cual sea el estatus jurídico del mismo. Y, como todo lo que es de Dios, se nos da gratis, sin merecerlo y sin pagar por ello.
Lejos de mí el negar lo valiosos que son los templos que nos han legado otras generaciones de la Iglesia. Son una catequesis permanente, una alabanza a Dios hecha de piedra que nos ha sido legada por nuestros padres en la fe. Sin embargo, si para mantener económicamente esos templos es necesario cobrar la entrada a aquellos que llegan a sus puertas, hambrientos de Dios y buscando un sitio donde postrarse en oración, es mejor deshacerse de ellos. Más vale que se caigan todas las catedrales de España que cerrar sus puertas a un solo hombre que acuda a rezar ante su Señor.
Las iglesias no son museos ni galerías de arte, son un símbolo material de la Iglesia de Cristo. Por eso mismo, no hay peor signo para las personas que se acercan a una iglesia que encontrarla cerrada o, peor aún, que les cobren por entrar. Cuando un católico entra en cualquier iglesia, debe sentir que, al ser la Casa de Dios, es también la suya. ¿Y quién ha pagado nunca por entrar en su propia casa? Cuando un no creyente quiere entrar en una iglesia, por la razón que sea, debe descubrir que allí se le regala algo que vale más que el oro y no que se le cobra por entrar porque lo que importa es su dinero.
Cobrar por entrar en una iglesia, sea cual sea su valor histórico y artístico y sean cuales fueren las motivaciones de los visitantes, es el más nefasto antisigno que imaginarse pueda. Es un símbolo de todo lo que no es la Casa de Dios. Se diría una estrategia ideada por los enemigos de la Iglesia para desacreditarla, para hacerla antipática a los que se acerquen a ella y para centrar su atención en el dinero en lugar de en proclamar la Buena Nueva.
Somos los cristianos de cada diócesis los que debemos pagar los gastos de nuestras iglesias y catedrales. Y, si los cristianos de un país rico como España no ayudamos generosamente a la Iglesia en sus necesidades, quizá tengamos un problema espiritual de fondo mucho más importante que si se van a derrumbar o no un puñado de catedrales.
28 comentarios
En lo del rezo y tal, bueno pues la verdad es puñetero no voy a negarlo, pero es la época que ha tocado.
El problema está en que una iglesia viva, con el Santísimo en el sagrario y en la que se celebra la Eucaristía no puede ser un museo. Su finalidad principal tiene que ser necesariamente el culto y la oración y no su propio mantenimiento.
Entiendo que se cobre por entrar a ver el "tesoro" de la catedral, por ejemplo, o su claustro o su campanario o el museo diocesano, aunque preferiría que no se hiciera. Pero cobrar por entrar en la propia iglesia es contraproducente: en lugar de evangelizar "desevangeliza" y pone obstáculos en lugar de quitarlos.
Claro que peor aún son las iglesias cerradas durante casi todo el día, como sucede en la inmensa mayoría de las parroquias. Y ahí sí que es simplemente por pereza...
Porque si las dejas sin encender, lo más probable es que las vuelvan a utilizar y vender. Vamos que se notaba el asunto mucho.
En todo esto, no escapan las agencias de turismos que preparan las rutas incluyendo catedrales e iglesias, que siendo objeto de culto no deberían permitir la entrada a galope tendido.
Pero vamos avanzando, de modo que ahora nos ofrecen la explicación de las obras de arte mediante unos auriculares que llevan incorporada una cinta donde describen las maravillas del templo. Claro que para eso también hay que pagar.
¡Uf, mejor lo dejamos!. En cualquier caso creo que las catedrales se abren al culto sin cobrar a nadie. Es sólo cuando no hay oficios religiosos cuando se convierten en museos. Y sólo el interés del Estado por mantener esas obras de arte, puede solucionar esa "simonia" encubierta.
Quizá si los católicos llenáramos las iglesias, y fuera normal como lo era antaño pararse en cada una y saludar al Señor en el sagrario no pasaría eso. Parte de la culpa la tenemos también los fieles que no vamos a la iglesia más que a la misa dominical.
Ya está cambiado. A mí me pasa constantemente, son cosas de tener que escribir rápidamente, sin tiempo para comprobar lo que se escribe.
Coincido contigo (y con los obispos de Mérida y Ávila) en que el Estado falta a su deber cuando no proporciona los fondos suficientes para mantener unos edificos artísticos e históricos que tienen un innegable valor turístico.
Un saludo.
Estoy de acuerdo, aunque quizás es un círculo vicioso. Cierro las iglesias porque no va la gente y la gente no va porque siempre están cerradas.
Creo que haces muy bien en señalar que hay que buscar soluciones. Yo me he limitado a describir algo que no está bien, porque la longitud del artículo no da para más, pero lo importante es buscar soluciones:
- Mayores ayudas económicas estatales
- Más colaboración voluntaria de los cristianos (estamos lejísimos de los diezmos y primicias de los que hablaba el Antiguo Testamento)
- Voluntarios que se comprometan a hacer turnos de oración para evitar que las parroquias estén cerradas debido a la inseguridad.
- Colaboración profesional gratuita de cristianos arquitectos, albañiles, electricistas, pintores, etc. en las tareas de mantenimiento de las iglesias.
- Aprovechamiento del arte cristiano para la evangelización.
- ...
El 16 de Junio tuve una reunión de trabajo en Barcelona y me acompañó mi mujer (aprovechamos para pasar ese finde por la playa). Después de la reunión nos acercamos al centro y quisimos dar un paseo por Puerta del Angel, Barrio Gótico, etc... que es un paseo que siempre me ha entusiasmado.
Entre mis paradas favoritas la visita a la catedral y (pagando gustosamente porque entiendo que es una zona que no tiene porque estar abierta al público) la visita al claustro de la misma que para mi es de los mas bellos de España.
Nuestra sorpresa... 5 euros por barba para entrar a la catedral.
No es que quisiera sólo verla por que no somos sólo turistas. Uno de los pilares fundamentales que fortificó nuestro noviazgo fue la oración juntos. Siendo romana como es mi esposa nos recorrimos todas las Iglesias representativas de la ciudad eterna no sólo por ver su impresionante patrimonio artístico sino también para rezar en ellas el rosario, adorar el santísimo y en definitiva encomendar nuestro noviazgo al Señor y sobre todo a la Virgen santísima que nos hizo conocernos.
Ese era nuestro propósito en Barcelona. Poder pasar un rato de oración acompañados porque no del arte que se ha pagado con la sangre y el dinero de los cristianos que nos han precedido en la Fe.
...
Para mas INRI ni la fachada de la catedral se podía ver ya que Telefónica, patrocinaba las obras de restauración y el obispado había visto a bien devolverle el favor permitiendo enormes carteles publicitarios de la marca...
Imagino que el santísimo estaría escondido y no a la vista de miles de turistas que (como donde pago, cago) montaban una escandalera que se oía desde fuera del templo.
...
Al igual que tú tuve unos cuantos pensamientos dedicados a la jerarquía que permite ese desaguisado.
La culpa no es de los gobiernos. El hecho turístico es coyuntural y puede que incluso pasajero. El templo es nuestro y es nuestra labor mantenerlo.
¡Qué dignidad la de los templos católicos de la región de Baden en Alemania! sufragados por sus feligreses.
En fin... tengo que marchar a trabajar pero creo que sería interesante empezar a hacer una plataforma que escriba a los obispos preguntando el porqué de algunas actuaciones... empezando por esta de cerrar iglesias y catedrales.
En cuanto a las catedrales que he visitado últimamente en España:
Las de Madrid, Getafe, Lugo, Mondoñedo y Santiago no cobraban la entrada.
Las de Astorga, Orihuela y Zamora sí que la cobraban.Por lo que dicen en su artículo, supongo que en las de Ávila y Mérida también se cobra la entrada. En Barcelona, a mí me paso hace dos años lo mismo que a ti, pero un lector del blog barcelonés dijo que sólo se cobraba a los grupos (aunque mi impresión no fue esa, la verdad).
No sé qué sucede en las demás catedrales de España. Quizá los demás lectores puedan darnos más información.
Estoy de acuerdo. Incluso cuando no hay Misa, debería recordarse constantemente a los turistas que están en un lugar sagrado y de culto, que hay que hablar en voz baja, etc.
Ya he contado alguna véz como en la catedral de Salzburgo había un seminarista que se dedicaba a hacer de guía turístico y aprovechaba para dar una catequesis a los turistas por medio del arte sacro de la catedral. No es mala idea tampoco.
La diócesis de Astorga, al contrario que otras como la de León, tiene unos recursos muy limitados. Es un milagro cómo se ha conservado todo el patrimonio. Me parece muy bien que el señor obispo pague algo a los que se encargan de mantener la catedral de Astorga abierta, con una cantidad pequeña de dinero aportado por sus visitantes, sin discriminación alguna.
Sin embargo, hace tres semanas que pasé dos tardes en Zaragoza y me acerque las dos a ver el Pilar. La primera vez llegué algo tarde, estaba casi toda cerrada, pero pude incorporarme a la misa que en esos momentos reunía a un nutrido grupo de personas en la capilla de la Virgen. Había también mucho visitante/paseante que zascandileaba por allí, pero la sola presencia de la gente en la capilla hacía que los visitantes hicieran menos ruido de lo habitual. Al día siguiente fui antes, y recorrí la basílica, disfruté de una exposición cultural sobre la restauración de los frescos de Goya, sólo me faltó subir a la torre. Por supuesto, había misa, una cuando llegué y otra, a la que me sumé, más tarde. Como el día anterior, la propia presencia de unas decenas de personas en la Capilla, y de un presbítero en un confesonario hacían disminuir los decibelios de los que sólo habían ido a verlo. ¿Tan difícil es, y más en un país de jubilados, tener una actividad semejante, mantener nuestras iglesias, al menos las catedrales, como lugares preferentes de oración?
Y esto no impide el turismo, ahora por cuatro duros se puede montar un sistema de audífonos que permita a un grupo de turistas recorrer la catedral recibiendo información del guía pero sin hacer ruido. Este sistema de audífonos, como orientado exclusivamente a los grupos de turistas, sí que podría significar una fuente de ingresos, que serviría, por ejemplo, para pagar un servicio de orden que impidiese la presencia de grupos bulliciosos.
hice un viaje en coche por la mañana desde Logroño hasta cerca de Tortosa.
Lo hice todo por carretera nacional pasando por muchos pueblecitos... el viaje duró mas de lo que esperaba ya que, decidido a rezar laudes en algún templo (yo iba con mi salterio) iba parando en todos los pueblos para entrar a alguna capilla, ermita o iglesia y rezar tranquilamente.
No encontré ninguna abierta en todo el trayecto.
...
No se trata jolcarriz de esclavizar a nadie (eso que usted dice, permitame, es una auténtica barbaridad que nadie a dicho aquí) y quizá si de pensar que es lo que quiere decir la Iglesia cuando pide a los católicos que nos encarguemos de sufragar el culto y el clero. Económicamente en primer lugar y con presencia y ayuda en los templos en segundo lugar.
En este país estamos muy pero que muy mal acostumbrados al dinero que el estado a dado a a la Iglesia (justamente por otro lado) y nos hemos olvidado de nuestras obligaciones.
Por otro lado creo que la vertiente turística de los templos debería comenzar a ser replanteada. No me gusta sentirme como un animal de Zoo cuando estoy en la catedral de mi ciudad (que está muchísimas horas abierta y gratis) y entran los turistas a hacer fotos mientras yo asisto a la celebración eucarística.
En definitiva la pregunta a hacernos es... ¿qué estoy yo dispuesto a hacer por mi parroquia? ¿por mi Iglesia? ¿por mis hermanos?... si la única respuesta es echar al cepillo dinero... la cosa va mal, pero que muy mal.
Y los obispos en esto tienen que empezar a reflexionar... empezaron por no salir de los templos para invitar a entrar a las gentes y han pasado a cerrarles las puertas y cobrar entrada...
Muchas gracias por su comentario.
Lo cierto es que no veo dónde he aconsejado que se esclavice o se fuerce a trabajar a nadie. Más bien he sugerido lo contrario, la aportación voluntaria de todo tipo de los cristianos, para contribuir a sostener las iglesias y catedrales.
Al ser tan grandes las catedrales, es probable que siempre deban existir algunas personas que trabajen en ellas por un sueldo, pero creo que los católicos debemos ayudar no sólo económicamente sino también personalmente a sostener nuestros templos. En miles de parroquias de España hay hombres y mujeres (sobre todo estas últimas) que se ocupan voluntariamente de la limpieza, las cuentas, las reparaciones, la catequesis, la liturgia, etc. No veo porqué tiene que ser diferente en esto una catedral.
Soy consciente de que unas diócesis tienen menos dinero que otras, pero para eso existe un fondo interdiocesano y, si eso no es suficiente, lo que debería modificarse es el reparto entre las distintas diócesis. Quizá sea necesario favorecer más a diócesis pequeñas como Astorga, no lo sé.
En cuanto a lo de la entrada, el problema es, creo yo, que si uno va a la Catedral a rezar y le cobran, le están cobrando por rezar en una iglesia y eso es inaceptable. Se hará, sin duda, con muy buena intención, pero sigue siendo inaceptable. Se puede cobrar por ver el tesoro de la catedral, por visitar su claustro o su campanario, por escuchar con unos auriculares una explicación, por iluminar un retablo, etc., pero no por entrar en una iglesia.
Entiendo perfectamente que el Señor Obispo de Astorga, a quien no conozco y que seguro que será un santo, esté preocupado por conseguir fondos para mantener la Catedral, pero éste no es el camino adecuado.
Un saludo.
No había visto tu comentario. Ya tenía pensado dedicar otro día un artículo a las iglesias que siempre están cerradas, porque es una plaga que afecta a toda España.
Por cierto, tu última frase:
"Y los obispos en esto tienen que empezar a reflexionar... empezaron por no salir de los templos para invitar a entrar a las gentes y han pasado a cerrarles las puertas y cobrar entrada... "
es terrible, pero, por desgracia, se ajusta a la realidad.
Un saludo.
Salud
Le repito, no cobran por entrar a orar o a visitar (lo cual también es catequesis). Sino para pagar a unas personas libres por hacer un trabajo (mantener la catedral abierta más de dos horas al día). Lo cual no es nada maligno, simplemente es darles una mercancía monetaria, libremente acordada por ambas partes, a cambio de una labor.
Usted no puede exigir a nadie que le abran una iglesia. La caridad no es impuesta por otra persona. Nuestras oraciones, si queremos poder entrar en la Catedral de Astorga sin entrada, deben pedir la caridad de los católicos que habitan grandes ciudades como Madrid o La Coruña, para que ocupen su tiempo en mantener la Catedral de Astorga.
Le recomiendo que conozca de primera mano la diócesis de Astorga. Aunque tenga en cuenta que lleva mucho tiempo. Cuando le hablo de recursos, no solo me refiero a económicos, sino sobre todo, entiéndase bien, humanos.
El problema es que si bien en una ciudad es posible encontrar algún templo abierto, excepto en los barrios, en los pueblos es practicamente imposible.
Lo triste es que en algunos casos la casa parroquial está al lado de la iglesia y sin embargo sigue cerrada.
Estoy de acuerdo en que si se hicieran turnos de oración, tambien para el mantenimiento, entre los feligreses se podria conseguir que la iglesias estuvieran abiertas algunas horas al dia.
Supongo que si se pueden organizar otra serie de cosas en las parroquias, hacer turnos de este tipo no debería ser complicado.
En mi modesta opinión hay que hacer dos cosas: primero, vigilar a todoslos visitantes y, si es posible (como habéis dicho que pasa en Salzburgo, y yo añado, en lamayoría de las catedrales inglesas) poner cicerones católicos que expliquen las obras de arte y den a la vez la correspondiente catequesis.
Lo segundo es cobrar entrada. Con ello se ayuda a la financiación y se evitan muchas molestias (debido a la masiva afluencia de visitantes ociosos sin respeto: creedme, en Burgos, cuando era gratis, aquello era una pesadilla). Los católicos que queramos rezar tenemos más opciones. Y, de todos modos, no está de más rascarnos un poco el bolsillo, que somos a veces unos tacaños. ¿5 Euros? Me parece muy barato.
Un saludo muy cordial.
Y además si quieres orar, siempre hay una capilla donde está el Santísimo y donde puedes hacerlo tranquilamente. Y por supuesto, mientras se celebra la Eucaristía, la entrada es libre.
Les dijimos que queríamos rezar y se les iluminó la cara. Nos acompañaron a la capilla del Santísimo y nos dejaron rezar. Rezamos y nos fuimos
¿Nosotros estamos dispuestos a hacer de vigilantes gratis 8 horas al día de lunes a viernes y algún día de fin de semana? ¿O a limpiar con otros 4 todo el suelo de la catedral? Y si se contrata a alguien, ¿quién lo paga? ¿El obispo con su sueldo? Si de verdad diésemos el diezmo (el 10% de nuestro sueldo) seguro que entraríamos gratis a todas las catedrales. Mientras esto no se haga, comprendo que te cobren, pero es que ese dinero deberíamos haberlo dado voluntariamente, y como casi nadie lo hace, pues te lo cobran como entrada, ¿o no nos da el dinero Dios para administrarlo en lugar de creer que es nuestro y de nadie más? Ya sabéis, eso de dar gratis lo que se recibe gratis, que a veces parece que nos merecemos tener trabajo, y ahí también tendrá algo que ver Dios para que lo tengamos, en lugar de estar en el paro o malviviendo. Lo mínimo es devolverle un poquito, quedarnos con el otro 90%, que es mucho, seguro. Que nadie nos morimos de hambre hoy por hoy...
¿Cuántos católicos han entendido de verdad lo de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, tanto de dinero como de tiempo dedicado gratis? Con la X de la declaración de la renta sólo se consigue el 20% de lo necesario, y con los cepillos a lo mejor menos de ese porcentaje ¿Cuántos echan un billete, aunque sea de 5 euros? ¿Cuándo fue la última vez que echamos un billete en una colecta ordinaria (no me refiero al Domund o algo extraordinario)? ¿Cuántos se han suscrito mensualmente a su diócesis , parroquia, etc. a raíz del cambio de modelo de financiación de la Iglesia? El IPC también sube para la Iglesia ¿Damos cada año un 3% o 4% más que el anterior a la Iglesia o llevamos tiempo echando lo mismo? En proporción al gasto, por ejemplo, de gasolina del coche o de salir a tomar algo por ahí, ¿cuántas veces supera a lo que damos a la parroquia? Porque a donde voy a veces a misa que es un cestillo se ven pocas monedas de euro, muchas de céntimos y de casualidad un billete de 5 euros. Tenemos que convertirnos del todo, y eso incluye el bolsillo, pero hasta que cueste, no para dar el cambio del pan.
Perdón por el cacho ladrillo, es una reflexión que llevo haciéndome desde hace un par de años
A mí también me duele. Pero admito que lo que me duele es pagar, no que estén cerradas.
lunes y trece.
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