Abierto por resurrección
El otro día, Sor Lucía Caram, afirmaba, en un post titulado “”, que no hay nadie en el infierno, porque todos estamos ya salvados:
Si hay infierno, no podemos decir que haya nadie, la misericordia de Dios, alcanza a todos, y en Cristo todos estamos salvados.
Contaba entonces una pequeña anécdota sobre lo que hizo cuando algunas hermanas suyas se mostraron escandalizadas por sus ideas. Lo que hizo fue recitar el credo públicamente y, al llegar, a “descendió a los infiernos”, añadió, de su propia cosecha:
Sí, descendió a los infiernos, y al salir puso un letrero que decía: CERRADO POR RESURRECCIÓN
He aquí que sucedió en este artículo lo que tantas veces nos pasa a los bloggers: un comentarista (una comentarista en este caso, con el seudónimo de Jara) localizó el punto débil del argumento y lo señaló con gran precisión. Es algo a lo que todos los que escribimos en un blog estamos expuestos y constituye, creo yo, una forma de asegurar la responsabilidad del autor sobre lo escrito. No basta con escribir lo que nos parezca y ya está, sino que los lectores nos piden cuentas sobre lo que escribimos, exigen que lo justifiquemos, que aclaremos lo que esté confuso y que respondamos a las objeciones.
Esta preclara lectora comenzó por señalar concretamente una serie de puntos del Catecismo de la Iglesia Católica en los que se habla del infierno y de pasajes del Evangelio en los que el propio Jesús hace referencia al mismo, es decir, mostró que ni la Escritura ni el Magisterio coinciden con lo que afirmaba el artículo. Sólo vamos a citar una frase, del Catecismo, que dice explícitamente lo contrario que Sor Lucía: Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados, ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido (CEC 633). Por otro lado, si bien, como dice Sor Lucía, la Iglesia no ha afirmado nunca de ningún ser humano que esté con seguridad en el infierno, lo que sí que enseña es que los demonios se han condenado de forma irrevocable (ver Catecismo Iglesia Católica 391-395), así que, por desgracia, en ningún caso se puede decir que el infierno esté vacío.
La lectora podría haber añadido a su comentario la Tradición de la Iglesia, para tener así los tres pilares que fundamentan la fe católica. Según estos tres pilares de la fe, no sólo el infierno no está cerrado, sino que la posibilidad de terminar en él es real y auténtica. La libertad que nos ha dado Dios no es sólo aparente, sino que Dios se toma en serio nuestras opciones, incluida la de negarnos a aceptar la misericordia de Dios.
En cuanto a la afirmación de que “todos estamos salvados” se podrían ofrecer miles de citas bíblicas, del Magisterio o de los Santos Padres que se oponen frontalmente a ese buenismo que ignora la importancia de la fe y de la libertad humana. Creer en Cristo Jesús y en aquél que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa salvación, “Puesto que `sin la fe… es imposible agradar a Dios” (Hb 11,6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, y, por otro lado, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza… Cristo invitó a la fe y a la conversión, él no forzó jamás a nadie jamás (cf. CEC 160 y 161). En cualquier caso, pienso que queda de manifiesto que o bien Sor Lucía no entendió lo que le explicaron sobre este tema en sus clases de teología o su profesor se basaba en otros “pilares” diferentes de su propia invención y que no son los de la fe católica.
Pero no quedó ahí la cosa. La comentarista fue, en dos líneas, al núcleo de la cuestión, diciendo:
Es una idea muy linda eso de “cerrado por resurrección” pero creo que lo que esta abierto por resurrección es el cielo.
Lo siento mucho, hermana, pero con el sentimentalismo no se hace teología.
El sentimentalismo es, pienso yo, uno de los grandes problemas del pensamiento de nuestra época. Todos los días escuchamos afirmaciones sobre temas morales o teológicos basadas en el sentimentalismo: que las relaciones prematrimoniales son buenas si los novios “se quieren”, que todas las religiones son iguales y lo importante es “llevarnos bien todos los hombres” o que las mujeres tienen derecho a ser libres y a decidir sobre su cuerpo, es decir, a abortar, entre otros muchos ejemplos. Pero el sentimentalismo sólo puede fundamentar un enfoque adolescente del cristianismo, que utiliza palabras bonitas pero no puede responder a la realidad.
Creo que lo que más me gustó fue la primera de las dos frases: Es una idea muy linda eso de “cerrado por resurrección” pero creo que lo que esta abierto por resurrección es el cielo. Esto sí que coincide con la fe de la Iglesia: mediante su encarnación, muerte y resurrección, Cristo nos ha abierto las puertas del cielo. Como dice el Pregón de la noche de Pascua: ¡Que noche tan dichosa, en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!
Pero también ha abierto las puertas del infierno. Antes de Jesucristo, el hombre pecador, que era incapaz de salvarse por sus propias fuerzas, no podía escapar del infierno. Estaba condenado a sufrir las consecuencias de sus pecados. Sin embargo, Cristo, con su resurrección, rompió las puertas del infierno. Si se fijan, en muchos crucifijos antiguos se representa a Adán y Eva en el infierno debajo de la Cruz, como signo de que ellos y todos los justos anteriores a Cristo estaban esperando la muerte y resurrección del Hijo de Dios para poder ir al cielo. Dios regala la salvación a quien la quiere recibir, por eso no hay nadie en el infierno “contra su voluntad”: al infierno se va y en él se permanece por una decisión libre de rechazar la misericordia de Dios. Tanto el infierno como el cielo están, ahora, abiertos por la resurrección de Cristo.
Una vez dicho todo esto, quiero dejar claro que coincido en algo fundamental con Sor Lucía: el deseo de que nadie vaya al infierno. No hay cosa más horrible que la perdición eterna y creo que los cristianos debemos desear la salvación para todos, igual que Dios lo desea, y trabajar y rezar por que todos los hombres se salven, como estoy seguro que hace Sor Lucía mucho mejor que yo.
40 comentarios
Si no creen en la Palabra de Dios y en la de la Iglesia, menos van a creer en las de la Virgen María.
me niego a aceptar que alguien se pierda?
Pues eso es herejía. Y encima presume de ella de forma pública.
Esto puede acabar mal.
Creo que has señalado algo esencial: el "todo vale" nos resta categoría, como si lo que hacemos no importase de verdad, como si Dios no nos tomase en serio.
Observantis:
Yo entiendo como se siente Sor Lucía, la verdad. El suyo es el típico error de una "buena persona", que desea el bien a todos.
A mí también me causa una terrible angustia pensar que alguien se pueda condenar. Pero, de hecho, estamos seguros de que al menos los demonios se han condenado, según enseña la Iglesia, así que está claro que el sentimiento no basta y que hay que dejar que la fe católica ilumine esta cuestión.
La doctrina de la Iglesia en este punto proteje algo tan importante como la verdadera libertad que Dios nos regala.
Dice D. Bruno: A mí también me causa una terrible angustia pensar que alguien se pueda condenar.
Me causa especialmente esa angustia el no tener la segurida de estar haciendo lo adecuado para que quienes me rodean puedan alcanzar la salvvación, que será la mía. Sinceramente creo que los cristianos, no tenemos la simple obligación de salvarnos, si no de conseguir la salvación de quienes están en nuestro entorno.
De hacer apostolado en favor de nuestros hermanos.
Ya me pronuncié sobre el tema. Creo que ahora es sor Lucía quien debe explicar esa visión maravillosa de que todos somos salvos. Entiendo que no quiera que nadie se condene, pero tal vez para ello se debería predicar con pasión, precisamente para la salvación de las almas.Creo que su orden es la de los predicadores aunque en la rama femenina.
No dejo de pensar en las visiones de tantos y tantos santos sobre el infierno.
Pero leche, el que rechaza a Cristo, ¿cómo va a salvarse? Si Dios te ofrece la salvación y tú no la aceptas, ¿en base a qué vas a salvarte?
Cito a Santo Tomás de su Suma Teológica:
Como arriba queda expuesto (a.4 ad 2; a.5), cuando Cristo descendió a los infiernos, obró con el poder de su pasión. Y, por eso, su descenso a los infiernos sólo resultó provechoso para los que estuvieron unidos a la pasión de Cristo por medio de la fe informada por la caridad, que quita los pecados. Pero los que estaban en el infierno de los condenados, o absolutamente no habían tenido fe en la pasión de Cristo, como los infieles; o si tuvieron fe, no se conformaron en modo alguno con la caridad de Cristo paciente. Por lo cual tampoco estaban limpios de sus pecados. Y, por este motivo, el descenso de Cristo a los infiernos no les trajo la liberació...
Muchas gracias por su deseo de que yo conozca un poco más el amor de Dios. Estoy convencido de que la eternidad entera no bastará para que agote la materia.
Un saludo.
péndulo. Si hace algunas décadas se amenazaba con el infierno continuamente,
ahora se dice que nadie va al infierno. No sé cuál de las actitudes es más
dañina, la primera puede producir el abandono de la Iglesia por parte de
personas que no creen que Dios sea vengativo, la segunda puede producir la
relajación y la pérdida de exigencia consigo mismo.
Por otra parte, aparte de los evangelios y la tradición de la Iglesia, está el
sentido común para pensar que no es muy lógico que el infierno esté vacío. Basta
ver las noticias.
De todas formas, no acabo de comprender cómo una persona puede condenarse para
siempre. Si se dice que quien va al infierno es porque renuncia a la
misericordia divina, ¿por qué no puede luego arrepentirse y aceptarla? ¿No es
posible ya la conversión?
Me tenían que ver roja como un tomate ante el ordenador. no pensé que nadie se fijaría en mi pobre comentario.
Bruno tienes razón me faltó uno de los pilares, la tradición.
Muchas gracias.
Bueno, ayer ví la respuesta de Benedicto XVI y me parece también aporta luz y esperanza al asunto. Gracias Bruno por el post y comentarios
BXVI
Cuando no se conoce el juicio de Dios, cuando no se conoce la posibilidad del infierno, del fracaso radical y definitivo de la vida, no se conoce la posibilidad y la necesidad de la purificación. Entonces el hombre no trabaja bien para la tierra, porque en definitiva pierde los criterios, no se conoce más a sí mismo al no conocer a Dios, y destruye la tierra. Todas las grandes ideologías han prometido: tomaremos las cosas en nuestras manos, no descuidaremos más la tierra, crearemos el mundo nuevo, justo, correcto y fraterno. Pero por el contrario, han destruido el mundo. Lo vemos con el nazismo, lo vemos también con el comunismo, los que han prometido construir el mundo tal como debería haber sido y que, por el contrario, han destruido el mundo.
En las visitas ...
A mi lo que me choca y no entiendo es lo siguiente: si a nosotros se nos exige perdonar, y hacerlo de corazón, a los enemigos y a quienes nos ofenden, ¿va a ser Dios menos que nosotros, El que es infinita Bondad y Misericordia?.
Un cordial saludo.
Sor Lucía, que entre usted en este blog para puntualizar simplemente que el autor se equivoca al suponerla dominica es como discutir el chocolate del loro. ¿No tiene nada más que decir o argumentar sobre el fondo de la cuestión?
Yo tengo clarísimo que el blogger tiene una certeza inamovible en la misericordia divina. No sé a qué viene esa insinuación. Hará que ver qué consejos que vamos repartiendo no deberíamos aplicarnos. Yo rezaré, hermana, para que usted crea con firmeza en TODOS los dogmas de la Santa Madre Iglesia. Nunca viene mal que recen por nosotros.
a mí me resulta extraño precisamente eso. Por supuesto, no voy a decir que el
infierno está vacío, hacer una afirmación categórica en ese sentido es un poco
absurdo y sin ninguna base. No me meto en si es herético o no, ya otros hablan
de eso. Y si Dios nos da libertad para hacer el mal, también nos la debe dar
para condenarnos. Pero por otra parte, me cuesta creer que Dios dé una
"última oportunidad" a nadie, de forma que arrepentirse después no sirva para
nada.
La doctrina actual, si yo no me equivoco, es que todo hombre, por grandes que sean sus pecados en la Tierra, tiene la posibilidad de salvación siempre que se arrepienta de los mismos de corazón antes de morir. Aunque sea en el instante antes, pero si lo hace sinceramente (con el terrible dolor de corazón que debe suponer eso), no se le niega la salvación. Pero ¿qué pasa con los que, conociendo a Jesús y sus enseñanzas han llevado una vida en contra de sus mandamientos (el primero, el del amor), han negado a Cristo o a Dios, han escarnecido su nombre o a su Igle...
Juan Antonio: a mi también me resulta difícil de creer que Dios ande con "últimas oportunidades".
Un cordial saludo.
Un par de comentarios generales:
- Sí que podemos decir de alguien que, con seguridad, está en el infierno: los demonios. Me encantaría pensar que el infierno está vacío, pero por desgracia no es así.
- Lo que verdaderamente creo que es erróneo del post de Sor Lucía son dos cosas muy concretas: afirmar que todos ya estamos salvados (sin necesidad de fe, bautismo, caridad ni esperanza) y que el infierno está cerrado y, por lo tanto, nadie puede acabar en él.
- Por otra parte, coincido con la intención del Sor Lucía: los cristianos tenemos que rezar y luchar por que nadie se condene y nunca debemos perder la esperanza de que cualquier hombre pueda salvarse. Yo, por ejemplo, rezo de vez en cuando por Judas.
- Lo que dice Sofía me parece todo muy bien, excepto que piensa que alguien que se condenara sería totalmente aniquilado, es decir, "desaparecería". La doctrina de la Iglesia, la Tradición y la Escritura hablan de que la condenación es eterna, lo cual es contradictorio con esa teoría de Sofía (que, de otro modo, es cierto que sonaría razonable).
- Juan Antonio, en su línea, hace una pregunta interesantísima: ¿Por qué después de la muerte ya no hay posibilidad de conversión? Lo cierto es que nunca he pensado sobre ello. Para el caso de los que están en el cielo la cosa es más fácil, pero para el infierno no lo es tanto. Lo pensaré y, si saco alguna conclusión, dedicaremos una Quaestio Quodlibetalis al tema. Mientras escribo esto se me está ocurriendo una forma muy interesante de enfocarlo...
- Libertas: gracias por las palabras de Benedicto XVI, que expresan muy bien lo esencial del tema.
- Ana MS: por supuesto que Dios perdona siempre, no lo dudo ni por un momento. Eso sí, respeta nuestra libertad y no nos fuerza a aceptar ese perdón. Todos tenemos la experiencia de rechazar en algún momento el amor de Dios. El infierno no es más que el rechazo total y definitivo de ese amor gratuito de Dios (lo cual es algo tan horrible que me tiemblan las manos al escribirlo). Por eso decía que Cristo abrió las puertas del cielo y las del infierno, porque quien se quede en el infierno lo hará por decisión propia.
- Nachet: muchas gracias por tus palabras sobre mi confianza en la misericordia divina.
Un saludo a todos.
Suponer el mal como la ausencia de bien es una solución fácil pero poco convincente. Y el origen del mal no está claro, por lo menos para mí, si todo viene de Dios. ¿Por qué el diablo y otros ángeles eligieron el mal? Por poner un ejemplo, si multiplicas números positivos el resultado es siempre positivo. Una vez que metes un número negativo entonces ya abres la caja de Pandora y los obtienes todos.
A ver si Bruno nos deslía un poco.
Lo del infierno que dices también es cuestión de opinión. Lo que te ha citado Bruno antes es una indicación en sentido contrario al tuyo. Es como cuando los saduceos discutían con Jesús sobre la resurrección y él les dijo l...
Y por último, todas estas disquisiciones sobre el infierno están muy bien pero sin perder la perspectiva de la misericordia de Dios, que ejerce constantemente con nosotros. Me encanta tu frase de que crees en el infierno pero sobre todo en la misericordia: resume perfectamente el orden de prioridades. Un comentarista decía más abajo que Dios es infinitamente justo para justificar el infierno. Sí, pero su justicia supera la justicia humana, como en la parábola de los jornaleros.
Lo que dices de "producto de carencias de bien" es un poco platónico... No sé, me huele que no todo el que se dedica a hacer el mal es por falta de amor / conocimiento / traumas infantiles / etc. Obviamente hay casos y casos y gente con muy mala uva.
Buenas noches.
Quizás aquí lo dice Jesús más claro (Mt 25, 41.46):
"Luego dirá a los de la izquierda: Alejaos de mí, malditos; id al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, ... Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".
Observa el paralelismo: vida eterna - castigo eterno. Parece que está claro que son eternos en el mismo sentido.
En cualquier caso, la Iglesia así lo ha definido en varias ocasiones. Por ejemplo, en un credo (el denominado "Quicumque"): ?...y los que hicieron bien, irán a la vida eterna; los que hicieron mal, irán al fuego eterno. Ésta es la fe católica."
Dicho esto, coincido contigo en que es una doctrina dura y yo tengo que hacer un esfuerzo para creerla, pero me fío de Dios, que sabe más que yo.
Un cordial saludo.
Suscribo totalmente lo que decían JA y Sofía: "todas estas disquisiciones sobre el infierno están muy bien pero sin perder la perspectiva de la misericordia de Dios, que ejerce constantemente con nosotros. Me encanta tu frase de que crees en el infierno pero sobre todo en la misericordia"
Ana:
Me gusta lo que dices, pero veo que tiene el problema de que, al final, acaba con la libertad del ser humano. Dios no nos trataría como seres libres, sino que nos "obligaría" a quererle, a ir al cielo, a ser salvados.
Mi experiencia, la verdad, no es esa. Dios hace de todo por que yo reciba la Vida eterna, me da gracia tras gracia, me perdona una y otra vez, derrocha su amor y su misericordia conmigo... pero no me obliga. Hasta ahora siempre ha respetado mi libertad.
Un saludo.
Me he debido de expresar mal. Claro que respeta nuestra libertad; a lo que me refiero es que muchas veces no sabemos hacer uso de ella y que pese a que queramos corresponder al amor de Dios, caemos y caemos y volvemos a caer. Un hijo bobo, también ama a su Padre y quiere hacer bien las cosas, pero como es bobo, es necio, le salen de pena. El Padre, de infinita Misericordia, Amor y Compasión salva al hijo bobo; claro que si éste no quiere saber nada del Padre, ese es otro tema. El Padre no le puede obligar aunque sus brazos siempre estén abiertos por si quiere regresar.
Un cordial saludo.
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