31.01.20

¡Viva la santa ironía!

A veces pienso que la existencia, en este mundo creado, de algo tan maravilloso como la ironía es una muestra del sentido del humor de Dios. Y quizá, ¿por qué no?, también sea un intento in extremis de hacernos ver lo ridículo que es el pecado. Si no escuchamos a la Palabra de Dios que nos llama a conversión, quizá el dardo de su santa ironía pueda llegarnos al corazón.

¿Un ejemplo? Hoy, 31 de enero de 2020, el Papa ha hablado en su homilía de Santa Marta sobre los que van a Misa los domingos y se llaman a sí mismos cristianos, pero han “perdido la conciencia del pecado”. Asimismo, señaló que esos cristianos necesitaban tener a alguien que les dijera la verdad y deseó que el Señor les enviara “un profeta” que los “abofetee un poco” cuando se deslizan “en esta atmósfera donde todo parece ser legítimo".

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30.01.20

El problema no es que el sínodo alemán sea vinculante o no

En referencia a la llamada “asamblea sinodal” alemana, que ha comenzado hoy, el cardenal Woelki ha afirmado recientemente, con muy buena intención, que “las decisiones de la asamblea sinodal no tienen efectos legales por sí mismas” y, por lo tanto, cada obispo alemán será libre de asumir o no esas decisiones. Es curioso que se pueda decir algo que es evidentemente cierto y, a la vez, errar el tiro de forma tan rotunda.

Por supuesto, tiene razón en que ese extraño engendro sinodal que han inventado algunos obispos alemanes y que acaba de comenzar no es vinculante, ni para los obispos ni para nadie. Las conferencias episcopales no tienen ningún poder doctrinal y mucho menos lo tienen los inventos no canónicos claramente utilizados para dar la apariencia de legalidad cuando se va más allá de ella.

El problema, sin embargo, no está en la canonicidad o falta de ella. Es un problema de fe. Los obispos alemanes están celebrando una “asamblea sinodal” para negar la fe católica y cambiarla, como varios de ellos ya han reconocido. Cuando eso sucede, los demás obispos no pueden limitarse a decir que esos cambios de la fe no son “obligatorios” para ellos y que, en su diócesis, pueden seguir manteniendo la fe católica. La Iglesia no funciona así. No puede haber una fe en estas diócesis y otra fe diferente en aquellas diócesis de más allá. La unidad de la Iglesia que recordamos en el credo supone, como enseña San Pablo, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios Padre.

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14.01.20

Gracias, cardenal Kasper

Ahora que ha pasado el tiempo navideño, creo que conviene retomar un tema poco apropiado para las festividades, pero que no debe caer en el olvido, porque se trata de uno de esos sucesos que pueden abrir los ojos sobre lo que está pasando. Además, confieso que hace que me sienta agradecido al cardenal Kasper, algo que no ocurre todos los días.

Mi agradecimiento al cardenal Kasper viene de que se ha molestado en conceder una entrevista a José Manuel Vidal (algo que tiene su mérito y que debería descontarle al menos un par de siglos de purgatorio) con el único y exclusivo fin de demostrar que en InfoCatólica teníamos razón en todo lo que dijimos sobre el Sínodo de la Familia. Bueno, no sé si era su fin único y exclusivo, pero sin duda eso es lo que ha conseguido y yo se lo agradezco de todo corazón.

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23.12.19

Los ojos del Niño Jesús

Una vez más, es un placer felicitar las Navidades a los estupendos lectores de este blog con un villancico. Como pudo haber dicho San Agustín (pero, por alguna razón, no lo hizo), el que canta, felicita dos veces.

Como saben muchos lectores, mi familia tiene la costumbre de componer un villancico nuevo cada año para celebrar el Nacimiento de Cristo, así que aquí les presentó el resultado de este año de gracia de 2019, escaso de afinación, pero lleno de alegría y diversión.

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10.12.19

Brindando con los tercios

Corre por las redes interneteras un “brindis de los tercios españoles” en verso, que en ocasiones se atribuye a Lope de Vega. En realidad, es muy posterior y forma parte del altamente recomendable, pero difícil de encontrar, En Flandes se ha puesto el sol, escrito por Eduardo Marquina en 1909.

No es extraño que el “brindis” resulte atractivo, porque contiene una potente mezcla de incorrección política, bravata y eco de tiempos más heroicos, en que la valentía y la lealtad eran virtud, y no vicio, como parecen considerarse ahora:

¡Por España
y el que quiera defenderla,
honrado muera;
y el traidor que la abandone,
no tenga quien le perdone,
ni en tierra santa cobijo,
ni una cruz en sus despojos,
ni las manos de un buen hijo
para cerrarle los ojos!

Muy bueno, ciertamente, siempre que se tome como lo que es, un texto literario, porque tomándolo en serio expresaría un sentimiento bien poco cristiano (¿a quién no se le erizan los cabellos al oír desear que alguien “no encuentre quién le perdone"?). Hay, sin embargo, en estos versos algo de profecía.

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