Pensamiento del día: no te encumbres
♦♦♦♦♦♦
No importa tanto entender
cuanto saber que Dios sabe,
ni tanto lo que uno hace,
cuanto dejar que haga Él.
♦♦♦♦♦♦
No creo que este blog sea sospechoso de despreciar la razón, la dialéctica o el deseo ardiente de conocer y contemplar la Verdad. A eso nos hemos dedicado durante todos estos años, espero que con buenos frutos. La labor de conocer la Verdad, sin embargo, conlleva siempre la tentación de reducir esa Verdad a lo que nosotros hemos conocido de ella, como si el universo entero y el mismo Dios y sus maravillosos designios cupiesen en nuestra cabecita.
Dicho de otra forma, la sana filosofía es buena y verdadera, y los dogmas que profesamos sobre Dios y sus cosas son verdaderos y necesarios, pero en ambos casos hay una distancia infinita entre lo que conocemos y la realidad, que es incomparablemente mayor y más rica que nuestros pobres balbuceos. Si intentamos limitar el esplendor de la Verdad (veritatis splendor) a nuestras torpes ideas, lo que en realidad estamos haciendo es meternos en una cárcel que nosotros mismos hemos fabricado. Dios siempre es más y sus pensamientos son más altos que los nuestros como es más alto el cielo que la tierra.
Por eso, para conocer la Verdad, antes que ninguna otra cosa lo que necesitamos es humildad. Paradójicamente, para llegar más alto tenemos primero que hacernos más pequeños. Como dice el Salmista: Señor, mi corazón no es ambicioso ni mis ojos altaneros. No pretendo grandezas que superan mi capacidad. Ese es el camino, porque, como nos recuerda la parábola del fariseo y el publicano, el que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Siempre me ha impresionado la forma en que Cristo describe la oración del publicano: no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, y, sin embargo, era su oración la que llegaba al cielo y no la del fariseo.
En ese reconocimiento de nuestra pequeñez, nuestra impotencia y nuestra ignorancia, reside una gran paz. Yo no lo sé todo, pero sé que Dios sí lo sabe. Yo a menudo no puedo cambiar las cosas, pero sé que Dios sí puede. El mundo no está en mis manos, pero está en buenas manos, que son las de Dios. No entiendo por qué pasa esto o aquello otro, pero sé que, si pasa, es porque Dios quiere y sé que puedo fiarme de Él porque me ama inmensamente. Es la paz del que se siente tan contento y seguro como un niño en brazos de su madre.
Como Maese Pedro, un personaje de El Quijote, le aconsejaba a su ayudante: “Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala".
14 comentarios
Me alegro de que te haya servido. Hablar de Dios siempre nos centra, porque Él es el único Centro de todo.
Se está vendiendo como rosquillas de las que adelgazan cuando las comes:
La razón solo ayuda pero no puede traspasar la barrera que el mismo Dios puso al hombre y es cosa de Dios rasgar parcialmente el velo que lo cubre ante aquellos que Él elige sin que éstos lleguen a entender, tal vez a intuir.
Cuando rezamos el Padrenuestro y decimos: "Hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo", afirmamos nuestro desconocimiento de lo más básico que es también lo más profundo: no sabemos lo que nos conviene, más ignorante no se puede ser.
Hay que ser como niños, no se encumbran se "asombran".
La humildad debe derivar de la templanza y rechazar por inexistente la pretendida propia excelencia.
Es una virtud tan olvidada que tu mención "sacude los corazones distraídos" y me hace preguntar "qué estamos haciendo a la vista de Dios...?".
Cómo la ves...
"acabo su vida como portero del monasterio"
Curiosamente, yo diría que el trabajo de portero de monasterio es uno de los que más santos han dado a la Iglesia.
"Lo sagrado no puede ser conocido más que de manera imperfecta y por los místicos y los poetas; lo profano puede ser estudiado y entendido"
De acuerdo con lo primero. En cuanto a lo segundo, hay que matizar, creo. Incluso las creaturas más simples se escapan en gran medida a nuestra comprensión. Lo que la ciencia dice sobre un sencillo guijarro apenas es nada ante la fulgurante realidad de su existencia. A fin de cuentas, ¿quién puede crear un guijarro, sino solo Dios? Nosotros, hay que reconocerlo, no sabemos lo que realmente ES un guijarro. Solo Dios lo sabe de verdad.
"Hay que ser como niños, no se encumbran se "asombran"."
¡Muy bien dicho! Para ser capaces de asombrarnos y admirarnos, tanto ante Dios como ante sus obras, tenemos que ser humildes. El soberbio está de vuelta de todo y no se sorprende ni se asombra ni se admira ante nada.
Dios nos conceda la santa humildad de Cristo.
Borro su comentario porque nada tiene que ver con el post, que ha usado solo como "pie" para tratar su obsesión habitual. Cuando el tema del artículo sea más adecuado para ello y se trate de un post de discusión, se puede discutir una vez más su tema estrella, pero lo que no puede ser es que siempre desvíe toda discusión en esa dirección.
Hablando de porteros no lo viste pasar a Martín que fue portero y barrendero de un Convento en Lima y además le gustaba serlo...
"no lo viste pasar a Martín que fue portero y barrendero de un Convento en Lima y además le gustaba serlo..."
Grande, San Martín de Porres y gloria de toda América.
No sé qué tiene el oficio de portero que estimula la santidad. Será la humildad, digo yo. Como dice San Pablo, "sin apetecer grandezas; atraídos más bien por lo humilde".
En este sitio web hay una lista de veinticinco porteros santos o beatos. Y cuando escribí con mi hijo Esteban y otros el libro Historias de santidad en Chile, descubrí un convento franciscano en Santiago que había tenido dos porteros, a un siglo de distancia uno de otro, que estaban en proceso de beatificación.
La primera parte es la que corresponde a la Creación, y ojalá que persista, la segunda es la que corresponde a lo humano, No son incompatibles.
Otra cosa es que la acumulación de conocimientos sobre algo haga creer a la persona que sabe lo que es la cosa en sí y pierda la humildad.
Los guijarros comparten una definición y son absolutamente distintos, se puede saber en qué son distintos, pero es más difícil saber qué es un guijarro aunque esté definido. Sin embargo los guijarros son materiales muy útiles para la poesía, lo que indica un conocimiento que conecta más con la maravilla que con la ciencia. Un guijarro es una palabra cargada de sentido. Poder elucubrar sobre esto es otra maravilla que procede de Dios como el mismo guijarro.
Dejar un comentario