Dos tipos de personas
Desde el punto de vista natural y también desde el sobrenatural, existen dos tipos de personas, las que esperan y las que no esperan nada. Esa es la verdadera línea divisoria y todas las demás son superficiales o una manifestación de ella. Mirad que yo pongo ante vosotros el camino de la vida y el camino de la muerte.
Nuestra sociedad ha elegido el campo de la desesperanza y por eso se muere a un ritmo cada vez más acelerado, rodeada de abundancia y sin saber por qué. Incluso las esperanzas humanas en que antes confiaba nuestro mundo cada vez están más muertas. Las utopías terrenas han mostrado ser más de lo mismo. A fin de cuentas, si no hay verdad y todo es relativo, si el bien y el mal son pura invención humana, ¿qué más da una cosa que la otra? La idea más común que tiene hoy el mundo sobre el futuro es que todo seguirá igual, pero viviendo más años y con más dinero. Comamos y bebamos, que mañana moriremos.
Lo cierto es que sus ídolos no les traen más que muerte, porque oran a dioses que no pueden salvar los pobrecillos. De hecho, la muerte se ha convertido, a la vez, en un tabú que no se puede mencionar siquiera en una conversación y en la solución a todos los problemas, ya sea a través de la muerte de los niños, de los ancianos y enfermos o el simple suicidio de los cansados de vivir. La consecuencia inevitable es la muerte demográfica, cultural, política, social y moral de las naciones cuyos ciudadanos viven en la desesperanza. Muerte y más muerte.
Occidente ha colgado en su puerta el cartelito de “abandonad toda esperanza, pero, eso sí, con dinero, desenfreno, móviles y ecología”. Los que quedan en él viven de las rentas, de los restos de una civilización que ya no es la suya, de esconderse tras la imagen de invencibilidades pasadas y de estar pendientes de novedades vertiginosas que nunca son verdaderamente nuevas y se olvidan tan rápido como llegaron. Todos cansados y agobiados, como ovejas sin pastor.
Los cristianos, en cambio, a pesar de nuestra fragilidad y de que sabemos que la representación de este mundo se termina, o precisamente por eso, somos hombres de esperanza. Vivimos esperando, en vela, de Pascua en Pascua (y no olvidemos que, tradicionalmente, en español se habla de Pascua de Navidad, Pascua de la Epifanía, Pascua de Resurrección o Florida y Pascua de Pentecostés, porque todas son pasos del Señor, que es lo que significa “pascua”). Esperamos que el Señor pase por nuestras vidas haciendo milagros y esperamos su venida final en gloria y majestad.
Vivid alegres. El Señor está cerca. Vivimos en una época de diluvios, pero tenemos el arca de la Iglesia. No perdamos la esperanza. Los cristianos que se vuelven mundanos, que quieren divorciarse, abortar y ser como los demás, son, precisamente, los que han perdido la esperanza, los que ya no esperan nada, los que se creen que el mundo apóstata es invencible (¡precisamente cuando está derrumbándose ante nuestros ojos!).
Por eso, el mismo Señor os dará una señal: he aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros. Esa es nuestra señal para que no perdamos la esperanza: la Pascua de Navidad, el Niño envuelto en pañales, la Madre sin mancha que lo arrulla, los pobres, débiles y sencillos que acuden a adorarlo y una multitud de ángeles dando gloria a Dios. No necesitamos otra señal, como ellos no la necesitaron. Dios está con nosotros. El Señor anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón.
26 comentarios
"Quizá sea porque mi padre..."
Gracias por contárnoslo, para aumentar nuestra esperanza. Una buena y santa muerte es un gran regalo de Dios. Dichosos los que mueren en el Señor, dice la Escritura. Que Dios nos lo conceda a todos.
"espero lo que ellos esperaron"
Qué forma más bonita de decirlo.
Viene esto a cuento porque esa execrable ideología nace de LA FALTA DE ESPERANZA, de quien harto de esperar a un Mesías que no llega se lía la manta a la cabeza y pretende instaurar el Paraíso en la tierra con sus ocurrencias de envidioso.
Toda vida inconsciente o conscientemente es una larga espera, y como con las mozas de esquivo corazón, quien la sigue la consigue.
Propongo, ya que hablas de Esperanza, "regresar" a las Virtudes Teologales.
Se acuerdan de Fe, Esperanza y Caridad (no las tres hermanas que eran catequistas en la Iglesia del pueblo).
Algo tradicional y antiguo que se nos infundía en el Bautismo y que había que desarrollar.
Que andaban siempre juntas y cuyo enemigo era el vicio.
Que pasó ?, que las separamos:
La Fe se diluyó.
La Esperanza dejó se tener sentido sin Fe.
La Caridad (enorme Virtud por la cual Dios nos participa de su ser el Amor, que reconoce San Pablo Me amó y se entregó por mí. Gal 2.20), fue reemplazada por la solidaridad que es una norma del derecho de obligaciones.
Y ahora qué ? quién podrá defendernos ?.
Cómo la ves...
Saludos cordiales.
El mayor ataque que recibimos los esperanzados es aquel que proviene de los que nos dicen que a las vírgenes prudentes ya se les ha pasado el arroz hace tiempo y que esperar contra toda esperanza es esperar a Godot. Ante este tipo de discurso poco podemos añadir, esperamos porque tenemos Fe, pero somos conscientes que el mantenimiento de esta virtud generación tras generación, y a pesar de los acontecimientos de la propia Historia, es difícil.
Siempre atentos a cuándo aparezcan los brotes en la higuera, pero esos brotes han aparecido en muchos momentos históricos o eso parecía.
"Hay que incluir allí muchos consagrados, de uno u otro sexo"
Sí, por desgracia. Hay que rezar mucho por ellos, porque no se me ocurre una vida más triste que la de un consagrado sin esperanza. ¡Y se preguntan por qué no tienen vocaciones!
"Chesterton dixit"
Chesterton fue un profeta que, hace un siglo, nos dejó escritas las soluciones para la mayoría de los problemas de nuestro tiempo, ¡y además con gracia!, pero no le hacemos caso.
"porque esa execrable ideología nace de LA FALTA DE ESPERANZA, de quien harto de esperar a un Mesías..."
Muy cierto. Las ideologías de izquierda, en particular, tienen siempre los rasgos de una religión sustitutiva.
"Toda vida inconsciente o conscientemente es una larga espera, y como con las mozas de esquivo corazón, quien la sigue la consigue"
Bien dicho. No voy a decir que es mejor que la parábola de la viuda y el juez injusto, claro, pero tu comparación está ahí en el top ten.
Finalmente sí que rezo la Liturgia de las Horas, o algo similar, con el "Magnificat", y los Salmos son un constante ir y venir entre la situación del creyente y la petición a Dios:
"Dios mío, ven en mi auxilio; Señor, date prisa en socorrerme" (Salmo 70, 2)
Cuando has cumplido ochenta años y la cabeza no se te va, todavía puedes arrodillarte, conservas algún afecto en este muundo y los sentidos, aunque en declive, todavía te permiten alabar a Dios Omnipotente y Creador en la Naturaleza, empiezas a preguntarte qué clase de milagro puede ser ése.
Consultado Monseñor Casalotodo asiente con Néstor, lo de separar no es nuevo.
Recuerda que: Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
Y si lo separa qué ?, desparrama, desune, enfrenta, complica, pero lo peor es que confunde...altera las señales del camino, hace trampas.
Tres días pensando "este año no voy a poder poner el Nacimiento porque las cajas pesadas metidas en ese hueco me obligan a sacarlas a pulso y arrodillada. No podré, no podré..." voy y puedo. Maravilla de Nacimiento con sección de Adviento incluída. Me voy a rezar el Rosario. ¡Dios sea loado! Sursum corda!
"Fe, Esperanza y Caridad"
Sin duda, las tres virtudes teologales, en cierto modo como los trascendentales del ser, convertuntur. Quien pretende separarlas al final no tiene ninguna.
"lo de separar no es nuevo. Recuerda que: Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre."
No creo que sea casualidad que los que separan las virtudes teologales también pretendan separar al esposo de la esposa (y al divino Esposo de su Esposa la Iglesia).
"Finalmente sí que rezo la Liturgia de las Horas, o algo similar"
Lo de "algo similar" es muy tradicional. Antiguamente los seglares rezaban el Oficio Parvo de la Virgen, que era eso, algo similar a lo que rezaban los clérigos, pero más accesible.
Para AM con afecto, voy al "trapo", recuerdas:
Sacerdote: El Señor esté con vosotros (Dominus vobiscum).
Público: Y con tu espíritu (Et cum spiritu tuo).
Sacerdote: Levantemos el corazón (Sursum corda).
Público: Lo tenemos levantado hacia el Señor (Habemus ad Dominum).
Sacerdote: Demos gracias al Señor, nuestro Dios (Gratias agamus Domino Deo nostro).
Público: Es justo y necesario (Dignum et iustum est).
Habemus ad Dominun y lo demás se dará por añadidura...
Cómo la ves...
Lo cierto es que muchas cosas ya las rezaba yo por mi cuenta, pero no me cuesta nada seguir la pauta del libro.
El pueblo respondía:
"Spera in Deo, quoniam adhuc confitebor illi: salutare vultus mei et Deus meus".
"Confía en Dios, porque de nuevo te alabaré, Salvador de mi vida y Dios mío".
Y eso hago todos los días ante este mundo que se pudre día a día: confiar en Dios.
Ahí anda, entregado desenfrenadamente al epicureísmo (bueno, Epicuro se horrorizaría del desenfreno, que él era mucho de la justa medida y la moderación). hasta que la muerte se lo lleve para siempre.
Muy buen punto, Bruno, y muy buen artículo. la virtud de la esperanza divide a los seres humanos en lo que la tienen y los que ni la buscan ya.
Santa Teresa de Jesús cita a la paciencia varias veces en su famoso poema: La paciencia todo lo alcanza;/quien a Dios tiene/nada le falta: solo Dios basta. O más adelante: Ámala cual merece/Bondad inmensa/pero no hay amor fino/sin la paciencia.
La paciencia es una virtud que no tiene mucha cabida en el mundo de hoy que parece guiarse por lo que decía mi padre: "Melón, tajada en mano".
El que no mira al pasado tampoco proyecta el futuro y se queda en un puro presentismo. Los mismos políticos parecen buscar soluciones para el momento sin tener en cuenta para nada las consecuencias de sus decisiones, ni siquiera a plazo corto: ahora pasa esto y respondo así para salir del paso, aunque a la larga tal cosa resulte fatal. Como no tenemos hijos y esperamos la inyeccion final lo que importa es el momento y, para eso, la esperanza sobra.
Es verdad que los esperanzados, como dice Santa Teresa, ponen su confianza en Dios, pero eso mismo les da un caracter previsor en las cosas de este mundo que el apresurado no tiene.
Con,
dinero: depende
desenfreno: depende
móviles: a punta pala
ecología: poca, no hay más que interesarse por los datos y ver la degradación tan impresionante que se ha dado en el último siglo de historia de la humadad...
"Feliz Navidad, querido Bruno! Dios siempre con nosotros, recibiéndonos cada día cuando viene a nosotros en la Eucaristía, cuando nos recibe en la Adoración Eucarística...Que él te bendiga también este año, junto con tu familia!"
Muchísimas gracias. Da gusto ver por aquí a viejos amigos del blog.
Que el Niño Dios te bendiga sobreabundantemente y llene de dones a tu familia.
"depende... depende... poca..."
Je, je. Bueno, es la propaganda que hace. En efecto, es engañosa.
Cuando se hace visible el embate contra los Sacramentos -hasta los ciegos lo vemos-intentar mencionar las Virtudes Teologales como participación de Dios es un "enorme atrevimiento".
Cuál es la relación entre los Sacramento y las Virtudes Teologales ?, son del mismo equipo ?, van juntos, actúan juntos y.o indistintamente y.o el uno en sustitución del otro, intercambiables en la cancha...
Si es cierto que
Canon 840
"Los sacramentos del Nuevo Testamento,
instituidos por Cristo Nuestro Señor
y encomendados a la Iglesia,
en cuanto que son acciones de Cristo y de la Iglesia,
son signos y medios con los que se expresa y fortalece la fe,
se rinde culto a Dios
y se realiza la santificación de los hombres,
y por tanto contribuyen en gran medida a crear, corroborar y manifestar la comunión eclesiástica;
por esta razón, tanto los sagrados ministros como los demás fieles deben comportarse con grandísima veneración y con la debida diligencia al celebrarlos".
Si es cierto que:
842 § 1.Quien no ha recibido el bautismo, no puede ser admitido válidamente a los demás sacramentos.
§ 2. Los sacramentos del bautismo, de la confirmación y de la santísima Eucaristía están tan íntimamente unidos entre sí, que todos son necesarios para la plena iniciación cristiana.
845 § 1.Los sacramentos del bautismo, de la confirmación y del orden imprimen carácter y, por tanto, no pueden reiterarse.
Es decir para el católico de a pie si ya está todo dispuesto y resuelto por Dios y funciona, para qué romperlo, si es por el gusto de romper rómpanselas entre ustedes...
Cómo la ves....
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