Te probaré mi fe

Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero, dice el salmista, porque la Palabra de Dios es luz que ilumina todo lo demás. En ella resuenan siempre aquellas primeras palabras del Creador: que se haga la luz. Por eso, si no dejamos que la Escritura nos ilumine a nosotros e ilumine lo que hay a nuestro alrededor, nuestra vida y el mundo serán para nosotros un caos informe y no entenderemos nada de nada. Con esa luz, en cambio, se nos revela la inmensa riqueza de la realidad natural y sobrenatural.

Pongamos un ejemplo. Hace un par de semanas, fui a Misa con mi familia a una iglesia a la que asisten bastantes fieles. Llegamos casi tarde, como nos pasa a todos los que tenemos esposa e hijas, así que nos resignamos a sentarnos en un lateral, detrás de una columna. Ni siquiera veíamos el altar, pero al menos podíamos escuchar y la segunda lectura fue una luz que iluminó lo poco que podíamos ver.

La lectura era un pasaje bastante conocido de la Carta de Santiago, que decía: ¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: “Tengo fe”, si no tiene obras? […] Muéstrame tu fe sin obras y yo, por mis obras, te probaré mi fe. Como es lógico, sobre esto se pueden hacer muchas reflexiones, pero lo que me llamó la atención fue su aplicación inmediata a lo que tenía delante de mis narices.

Frente a mí, en efecto, había una familia como tantas otras en la Misa dominical, excepto por un pequeño detalle: tenían un hijo con síndrome de Down. Al mirarlos mientras escuchaba la lectura, me pareció ver cómo se estaba cumpliendo lo que decía Santiago. La fe católica de esa familia, que es invisible a los ojos, se manifestaba en algo tan sencillo y usual como acudir a Misa con su hijo de educación especial.

El mundo habla constantemente, con gran publicidad y alharacas, sobre inclusión, diversidad, proteger a los más débiles y cosas similares, pero la realidad es que a los niños como ese los matan sin piedad y con fondos públicos. En Islandia presumen de no dejar que viva ninguno y en España no llegamos a tanto, pero se abortan nueve de cada diez. La “fe” del mundo en la diversidad y la inclusión desaparece en cuanto resulta costosa o exige sacrificio, es decir, en cuanto llega la hora de obrar en consecuencia.

En cambio, la fe católica, con sencillez, sin jactarse de ello y como lo más natural del mundo, prueba con obras su verdad. El hecho es que, en nuestros días, el lugar donde resulta más probable ver a un chico o una chica con síndrome de Down es una parroquia. Los padres auténticamente católicos son prácticamente los únicos que no matan a sus hijos con problemas antes de nacer, conscientes de que están hechos a imagen de Dios como los demás y, por lo tanto, su valor es infinito. Los acogen con amor y confianza en Dios, aun cuando saben que hacerlo supondrá sacrificios reales y que probablemente tendrán que luchar contra las presiones de médicos o incluso de familiares y “amigos”. Como prometió Cristo, no quedarán sin recompensa.

Aquel matrimonio que iba a Misa con su hijo era, simplemente, un milagro de la gracia de Dios, realizado en la tierra buena de una familia con fe. Si alguien quiere saber si la fe cristiana es verdadera, puede mirarlos a ellos y a tantos otros como ellos para ver la fuerza de Dios que se manifiesta en la debilidad. Hoy, como hace dos milenios, la Iglesia dice muéstrame tu fe sin obras y yo, por mis obras, te probaré mi fe.

6 comentarios

  
África Marteache
"Y yo, por mis obras te mostraré mi fe".
Suelo ponerme en la iglesia en la segunda fila dado que, como tengo que ir en tren, no puedo arriegarme a tomar uno muy apurada y tomo otro con mucha antelación.
En la primera fila suele estar una señora ya mayor y con evidentes problemas de cadera por la forma que anda. Esta señora va con su marido en silla de ruedas y con Alzheimer pero, como llega aún antes que yo, no sé si lo lleva ella o alguna otra persona. Este señor hace ruidos y a veces ríe y su esposa se inclina y le pasa la mano por el brazo o la cabeza con mucho amor. En ocasiones le oigo en la misma Consagración murmurar o hacer pequeños ruidos en el silencio del templo y creo que, si alguna vez falta, aunque el mismo Jesucristo baje a las especies del pan y el vino, le echaré de menos, porque contribuye no poco a lo sagrado del momento. Si Cristo es un Corazón inflamado de Caridad esa pareja crepita de amor junto a Él. Que Dios les bendiga y les proteja porque su ejemplo es maravilloso.
27/09/24 2:55 PM
  
Octavio
Magnífico, maravilloso artículo.
Me ha hecho recordar súbitamente que yo una vez en una situación algo similar pensé lo mismo.
27/09/24 3:07 PM
  
Francisco de México
Un artículo impecable, interesante y profundo.
Encantador del ejemplo que pusiste. ¡Felicidades!
27/09/24 3:37 PM
  
Feri del Carpio Marek
La pregunta es, ¿cómo plasmamos nuestra fe en obras que la demuestren? Se pueden ensayar muchas respuestas, pero cada vez voy quedando más convencido de que la verdadera es a través de la contemplación nutrida por los sacramentos y la palabra de Dios. Como dijo Rahner, "el cristiano del futuro o será un místico o no será cristiano".
27/09/24 4:10 PM
  
Feri del Carpio Marek
San Bernardo lo dice de una manera más bella:

"¡Qué incongruente es la vida humana después de la venida de Rey tan extraordinario si buscamos y nos comprometemos con otros asuntos embarazosos en vez de dedicarnos a este único culto, dejando de lado en su presencia todo lo demás! Pero no todos cumplen lo del Profeta: Eructan la memoria de tu inmensa suavidad. Ni todos se alimentan de esta memoria. Es evidente que no se puede eructar sin haber gustado, pero tampoco lo hará el que se ha contentado con sólo gustar. La plenitud y la saciedad provocan el eructo. Por eso, los de vida y mentalidad mundana, aunque celebran esta memoria, no eructan nunca. Pasan estos días en la aridez habitual, sin devoción y sin afecto. Y lo que es más reprochable, la memoria de este acontecimiento les da pie a consuelos carnales. Por eso la vez que preparan durante estos días vestidos elegante y refinamientos culinarios, como si Cristo en su nacimiento buscara cosas parecidas y se le tributara una acogida más cálida donde aparecen semejantes detalles. Oye sus palabras: Con los de ojos engreídos y de corazón insaciable no compartiré mi pan. "
27/09/24 4:32 PM
  
claudio
Estimado Bruno.
Consultado Monseñor Casalotodo pide que "sean obras buenas" porque obras hay muchas y en nombre de la fe, pero también hay cada fe y cada obrar...
Menciona:
“Obras son amores, y no buenas razones” u “Obras son amores, que no buenas razones”
“El amor y la fe, en las obras se ven”
“No hay predicador como Fray Ejemplo”
"Si bien me quieres, Juan, tus obras me lo dirán”.

Es una enseñanza y mandato bíblico.
"Por sus frutos los conocereis" e "Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad".
27/09/24 5:17 PM

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