Sancho escribiendo la epopeya del Quijote
No todo el mundo tiene la suerte de que un libro suyo reciba una reseña mejor escrita que el propio libro, pero, como ha sido el caso de Yo fui secretario de León XIV, traigo la reseña al blog para presumir de ella y para ver lo que piensan al respecto los lectores.
Se publicó en el sitio web de la ilustre Biblioteca Diocesana de Mallorca, con el melodioso título de “Ressenya al darrer llibre de Bruno Moreno Ramos” (no se preocupen los lectores poco dotados para las lenguas, que está escrita en buen castellano). A mi me ha encantado, pero, claro, no soy muy imparcial al respecto.
Bruno Moreno Ramos, Yo fui secretario de León XIV: Memorias de un futuro próximo, Editorial Vita Brevis, Maxtadt, 2023, 462 págs.
El prolífico Bruno Moreno, traductor, ensayista, poeta, novelista, editor, bloguero… y, lo que es más de admirar en un personaje así en los tiempos que corren, católico de una pieza, nos ofrece, en su más reciente trabajo para la imprenta, una novela de género apocalíptico, en su sentido más estricto. Es decir, no hay zombis, extraterrestres (aunque haya masas o personajes que nos los recuerden en ella) ni un mundo irreconocible por el uso de alguna súper arma, que es como la imaginación moderna se representa el final del tiempo esquivando el propuesto por la tradición desde la Revelación: el momento de la plena inversión moral, que no estará marcado por un mal evidente como esos, sino por un bien aparente para todos, salvo para unos pocos fieles que verán; y no con los ojos físicos, sino con los de la fe.
Yo fui secretario de León XIV se sitúa, por tanto, en la senda de Señor del Mundo de Benson o Los papeles de Benjamín Benavides de Castellani, que el lector avisado encontrará evocados en más de un detalle. Pero su parentesco con ellos se da, exclusivamente, en su lectura espiritual de los tiempos. El del género literario es ya otro cantar. Esta es como el envés de ese tipo de novelas, contadas por un narrador que comprende y nos explica lo que sucede. Aquí, en cambio, es un frailecico franciscano, el último en vestir el hábito de Italia, un lego con la fe del carbonero, devenido secretario del ¿último? papa quien lo hace, narrando con detalle desde dentro unos acontecimientos cuya trascendencia no ve más que en su lado espiritual y moral, pero no histórico. Es Sancho (el que ve las cosas en su esencia, y los acontecimientos, a la luz de la sabiduría popular de los refranes de su madre) escribiendo la epopeya del Quijote que le tocó por señor, un papa traído de un pueblo de España ―de cuyo nombre no parece acordarse nadie― porque no hay cardenal que quiera hacerse cargo de una Iglesia ahogada en deudas, ruinas y desprecio.
Y no sólo en eso. En un tiempo que generaliza lo que ya se puede ver hoy (un estamento eclesial sin fe ni sentido de lo sagrado, que ha cambiado la oración por la avidez de comodidad material, mayoritariamente entregado a predicar la nada o lo contrario a lo que ha enseñado siempre la Iglesia, iglesias tan abandonadas como la salud espiritual del pueblo que las levantó con sus manos…), ambos personajes, flanqueados por algunos secundarios impagables (una Monja portruayalesca venida de Chile, némesis del fraile-secretario, y un cardenal congoleño gigantesco y tragón que conserva el antiguo tacto vaticano para la política mundana sin mancharse con ella) representan la punta de lanza de esos fieles que verán y que actuarán en consecuencia según lo que el sensus fidei nos dice que es lo correcto, para soportar por ello la penúltima arremetida del Enemigo contra la Verdad en el mundo que ellos representan sin fortaleza ―humana, mundana― alguna. Algo que el autor plantea sin dramatismo, con un humor tan tierno como sus personajes, a tono con las ilustraciones que lo acompañan, que permite recomendarlo a todas las edades, pues es como una especie de cómic donde se habla de cosas muy serias y graves, traspasadas por la palabra divina (en particular, de los salmos), con apariencia leve e inocente. Bienvenida y enhorabuena.
Dr. José Manuel Díaz Martín, técnico bibliógrafo
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480 páginas
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30 comentarios
La novela es tan triste como divertida. Mi mejor lectura del año pasado.
Existe el coraje militar, el coraje civil, el coraje eclesial, también el coraje de escribir.
Combinado con la audacia de decir las cosas por escrito y que queden como "prueba" es, por lo menos, heroico.
Hablando de temas apocalípticos, por ahora todavía se puede estar en la Iglesia, digamos oficial, y ser católico, pero como van avanzando las cosas, no descarto la posibilidad de que llegue el día en que la unica forma de permanecer catolico sea con los lefebvristas, porque si Dios permitió un Papa como Francisco, que haga todo lo que está haciendo, y que persiga o silencie a los pocos buenos obispos que quedan, ya nada impide pensar que Dios permita que esto continúe con um Papa peor aún, y que se nos ponga en la dificil prueba de que el unico resquicio de catolicidad sean grupos como la fsspx. No sé si se llegará a tanto, pero después de lo que ya se ha visto, no se puede descartar la hipótesis de que la promesa de Cristo a Pedro se mantenga bajo esa forma inusual.
En cuanto empieces a leer la novela no podrás parar porque es buenísima. Creo que tardé 4 ó 5 días en acabarla.
En cuanto al resto de tu comentario... creo que es una tentación.
La Iglesia a lo largo de su historia ha tenido papas santos y papas terribles. Empezando por Simón Pedro que negó a Jesús (luego se remedió).
Llevábamos un tiempo con papas santos y este no lo parece, recemos por él... y por los confundidos por su empanada mental.
Lo de los refranes y dichos deben ser reflejo del gusto de Bruno por las jaculatorias, que son como refranes religiosos. Las jaculatorias le encantaban a mi abuela que se parecía más al fraile que a la monja.
"Llevábamos un tiempo con papas santos y este no lo parece,"
Y sin embargo es san pablo vi uno de los grandes responsables de los lios en los que se encuentra la Iglesia, en particular fie él quien aprobó los documentos más problemáticos del cvii, pero sobre todo fue él quien aprobó el desastre que fue la revolución litúrgica del 70, y no contento con ello, además la impuso a toda la Iglesia latina de manera implacable. Así que tanto contraste de Francisco con aquel papa santo, no lo hay.
A decir verdad, existe casi una certeza de regeneración al ver que en muchas encuestas, sobre todo en eeuu donde se dedican a esas cosas, se está dando una gran deriva en el clero joven hacia el pensamiento conservador y, más aún, tradicional. Tal vez con menos fuerza, pienso que se esta dando esa deriva en muchos lugares más, entonces es cuestión de paciencia, oración y también de conversar y escribir sobre los aspectos importantes por donde se tendría que encaminar esa regeneración, o reforma.
Lo que sí, puede tomar algunos años, por ejemplo unos dos o tres papados más, y mientras tanto solo Dios conoce los Papas que nos pueden tocar, y hasta que punto pueden servir al demonio, que sabiendo que le queda poco tiempo, buscará hacer el mayor daño posible a las almas, y entonces podriamos ver un escenario bastante apocalíptico... incluso peor del que ya estamos viendo.
En mi caso, he nacido después del Concilio, he sido evangelizada después del Concilio (por el autor de este blog en mi juventud), vivo mi fe en una realidad eclesial nacida del Concilio y mi vocación fue recuperada por el Concilio... así que, no puedo decir que en mi vida haya tenido consecuencias terribles. Mis antecesores eran católicos de antes y no me supieron evangelizar.
De todas formas un santo también se podría equivocar. El Papa de ahora no lo parece, pero eso sólo lo juzga Dios... la teología de la liberación creo que ha sido la causa y no el Concilio pero bueno, no cambiemos de tema y a leer el libro.
""El Poder y la Gloria" como en "El americano impasible""
Ambas novelas magníficas.
"Todos los maliciosos son pecadores, pero no todos los pecadores son maliciosos"
Es una distinción que ya hizo Santo Tomás y que es importantísima para entender el pecado.
Bruno, un ruego. ¿Podrías desarrollar más extensamente en uno o varios artículos el tema del retiro que Leon XIV impartió a los sacerdotes de su diócesis? Las pinceladas trazadas en el capítulo 28 me resultan insuficientes y despiertan una cierta avidez de una explicación más completa. Además, seguro que cuentas con las notas manuscritas del mismísimo Leon XIV ;-).
Mi abuelo, sin haberlo probado nunca, decía: "atún para la gente común" y entonces mi abuela compró una vez atún, lo guisó y le dijo: "Timo,este pescado es muy caro, he hecho un gasto extra, pero no se puede comer con frecuencia". De esa manera, de vez en cuando, ponía atún y el hombre se aficionó.
Pero, cuando quiso hacerle la misma jugada a su yerno, mi padre, al que no le gustaba el chicharro, no tuvo en cuenta que era de puerto de mar, y convenció a mi madre para ponerle chicharro diciéndole que no se daría cuenta. Viendo que ya subía por la escalera, tomó un recetario y leyó: centollo, así que, con las prisas, le dijeron que había centollo para comer. Mi padre se extrañó de que hubiese centollo en un pueblo del interior, y cuando vió el plato se echó a reir:
-"Señora, ¿usted sabe lo que es un centollo? porque lo que hay en el plato es un chicharro más grande que el sombrero de un picador". Las diferencias entre nosotros siempre fueron objeto de grandes jolgorios. Por eso me resultó simpática la novela.
Así que ya lo he hecho más de una vez.
Soy vieja y no sé qué será de mis libros cuando entregué mi alma al Señor.
Por supuesto, me queda la curiosidad por la elección de la nacionalidad de la monja.
Saludos de un fiel lector desde Chile.
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