¿Hay que ser poeta para ser católico?
Estos días, he estado leyendo la segunda edición de 400 poemas para explicar la fe, la antología de poesía católica en español editada por Yolanda Obregón, que acaba de salir a la venta y me he sentido anonadado por la inmensa cantidad de poesía que atesora la tradición católica. Desde los orígenes de la Iglesia hace dos milenios y más atrás aún, durante toda la historia de Israel, nunca se ha dejado de utilizar la poesía para hablar de Dios, de su revelación y de la historia de salvación que tiene con su pueblo. Esta unión de la historia del cristianismo con la poesía me ha resultado tan evidente al leer el libro que no he podido evitar preguntarme si será quizá necesario ser poeta para ser católico.
La poesía está por todas partes en el catolicismo. No es posible evitarla. La misma Biblia tiene dos libros enteros dedicados a la poesía, el libro de los Salmos y el Cantar de los Cantares, y numerosísimas composiciones poéticas diseminadas por los demás. Muy triste será la lectio divina de alguien que no sea capaz de percibir la belleza poética de esos textos y, a través de ella, vislumbrar la belleza de Dios y de sus obras. En el libro que mencionaba, hay diversos ejemplos (entre otros muchos que se podrían haber incluido) de textos bíblicos que ya eran poéticos en el original hebreo y que han sido trasladados a poemas en español a lo largo de los siglos. Pensémoslo por un instante y asombrémonos: la Palabra de Dios habla de Dios con versos.
Algo parecido podría decirse de la liturgia y la oración. Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados, mandó San Pablo a los cristianos y la liturgia de la Iglesia está cuajada de poesía. La poesía que hay en los himnos tradicionales, como por ejemplo el gloria, la salve, el Te Deum, el tantum ergo, el stabat Mater y tantísimos otros, es inagotable y bastaría para saciar de belleza toda una vida.
Asimismo, es sobreabundante la poesía que puede encontrarse en los escritos de los padres de la Iglesia y de los santos. Ciertamente, los españoles no podemos ignorarlo. A fin de cuentas, somos compatriotas de San Juan de la Cruz y Santa Teresa, que, en un esfuerzo por expresar algo sobre la presencia mística de Dios en su alma y el “no sé qué que quedan balbuciendo” las criaturas tocadas por Dios, escribieron algunos de los mejores poemas de la historia de la humanidad. También San Dámaso, uno de los tres o cuatro papas españoles que ha habido en la historia, gustaba de componer y escribir versos en las tumbas de los mártires. No es extraño que, en épocas más felices que la actual, la poesía religiosa fuera inmensamente popular en España.
La poesía católica, por otro lado, no debe entenderse como ajena a la razón, ni mucho menos opuesta a ella. No es casualidad que Santo Tomás de Aquino fuera, al mismo tiempo, un gran teólogo y doctor de la Iglesia y un magnífico poeta, que compuso el Pange lingua y el Adoro te devote. Como enseña la escolástica, los trascendentales del ser convertuntur, convergen, tienden al mismo ser. Dios es, a la vez, la suma Belleza y la Verdad absoluta, de manera que el hombre puede buscarle tanto mediante la razón como a través de la poesía. Esa búsqueda es la tarea para la que estamos hechos todos los seres humanos y en la que debemos utilizar todas nuestras potencias, capacidades y habilidades, aunque siempre supere nuestras fuerzas humanas. Uno de los nuevos poemas de la antología, de Antonio Barnés, dice, con una expresión que se me ha quedado grabada:
¿Cómo tú,
pigmeo contingente,
osas demandar
a Dios
pruebas de su ser?¿Cómo tú,
efecto con causa,
exiges a Dios
rastro de su hacer?
Gracias a Dios y como muestra este ejemplo, la tradición poética católica continúa. Precisamente, el principal aporte de esta segunda edición de 400 poemas para explicar la fe es que se han añadido multitud de poemas de poetas católicos actuales, que siguen utilizando la poesía para hablar de Dios. Aun así, no se puede negar que nuestra época es más bien poco aficionada a esta vía de la Belleza que a tantos ha servido para encontrarse con el más hermoso de los hijos de Adán.
Teniendo todo esto en cuenta, ¿puede un católico prescindir alegremente de la poesía, como si no tuviera nada que ver con el catolicismo? ¿No se estará perdiendo algo esencial? ¿No será un pecado de omisión el dejar que caigan en el olvido los grandes tesoros de poesía religiosa española? Más aún, ¿se puede ser católico sin ser poeta? No me atrevería a dar una respuesta drástica a esta pregunta, pero si creo que el católico que no sea, al menos, un poco poeta, será un triste católico.
21 comentarios
Independientemente de lo dicho No es necesario ser un ligerísimo poeta para ser un buen católico.
Y no olvidemos que la Virgen María era poeta.
¿Qué es, si no, el Magníficat?
El católico que va a la inmensa mayoría de las miles y miles de misas que se celebran a diario en todo el mundo, es decir, las de cada lengua vernácula, no tiene por qué ignorar nada, salvo que no tenga interés en conocer.
Yo ya he crecido y me he formado en la misa Novus Ordo, habré ido no más de 6 ó 7 veces a misa tradicional (en las que no se han catado todos esos cantos en latín) pero los conozco todos y, en ocasiones los he cantado. En latín, claro.
Curiosamente, donde más fácilmente puedes encontrar liturgia con cánticos en latín, tradicionales o nuevos, es en Taizé.
Perdonad, ya que siendo un inculto en poesía, me atrevo a insinuar que es al revés. Para ser poeta hay que ser católico. La poesía es la búsqueda de la belleza, y no hay mayor belleza que Dios. Por eso se considera a San Juan de la Cruz el mayor poeta de todos los tiempos.
"Si lo compro ahora en Amazon, ¿ me llega la 2 edición?"
Sí, es la que está a la venta ahora.
A mi madre de jovencita me obligaba a coser los veranos, razón por la cual se me dan bien las labores de aguja, más difícil habría sido que, por mi cuenta y riesgo, me hubiera dado por coser con lo pesado que resulta el aprendizaje.
¿Desde cuándo rezo yo las Antífonas de la O, del 17 al 23 de Diciembre? Desde hace poquísimos años y porque a un sacerdote se le ocurrió mencionarlas en una homilia.
¿Cuántas antífonas marianas existen y todas ellas en latín?
Pues, según pude encontrar sin que nadie me lo enseñara:
1. Alma Redemptoris Mater.
2. Ave, Regina Caelorum
3. Regina Caeli
4. Salve Regina
5. Sub tuum predesidium
Y como eso muchísimas cosas. Pretender que cada católico haga descubrimientos por su cuenta en una lengua que ya no se enseña es pretender demasiado.
Editado por la B.A.C. maior en 1988, yo lo conseguí en una librería de viejo.
Es un filón de abrumadora belleza que me quita las ganas de escribir mis tonterías.
De alguna manera ellos mismos identificaron la poesía con Dios.
Me encantó el ejemplo que trajiste de Antonio Barnes, gran belleza y sencillez para expresar una verdad profunda.
También vemos que la poesía es el lenguaje utilizado por sinceros buscadores de Dios, que por aquello de san Agustín, aunque crean estar fuera de la Iglesia, por su búsqueda sincera ya están dentro, de igual manera que muchos que creyendo estar dentro, por no buscar y desear a Dios, en realidad están fuera de la Iglesia. Hay ejemplos bellísimos de musulmanes místicos que dicen verdades profundas de Dios en su poesía. También tenemos el ejemplo del hindú Rabindranath Tagore. Y los hay muchísimos más de todas las culturas y lugares geográficos.
"Bruno: La edición que encuentro en Amazon es de febrero de 2019 por lo que dudo que sea una 2ª edición."
La forma que tiene Ámazo de contar las ediciones es distinta que la de las editoriales. Si te fijas en la foto de la portada, verás que pone SEGUNDA EDICIÓN.
Como los anglicanos hicieron su revolución litúrgica en el siglo XVI, conservan más decoro, solemnidad y hasta latín que los desventurados católicos del posconcilio Vaticano II.
Mucho más hermosos y tradicionales los himnos anglicanos que las cancioncillas y guitarras sesenteras de nuestras infortunadas iglesias y colegios sedicentemente católicos.
Pero las verdaderas tradiciones católicas no son sólo latín. Aunque también.
Y creo que quien se enamora de Cristo con toda el alma. ✝️♥️ {La vida}
En cada encuentro personal con el ser amado, {Comunión, Oración} a través de los Siete Dones del Espíritu Santo., 🎁 las palabras entre ambos van fluyendo, hasta llegar a transformar la conversación en un poema libre, de corazón. 🔥💖
Pues considero que la Verdad de la Vida en el Amor, toca el alma dispuesta, efectivamente, hasta en lo secreto del corazón., elevando así el espíritu humano hacia el Cielo, satisfecho y en ascenso., {Siete Moradas} por la certeza del encuentro personal con Dios. 👣
Magnífico.
Además de que Nuestro Señor rezaba los salmos asiduamente, sus predicaciones eran (en cierta manera) versos improvisados. Sobre todo las Parábolas del Reino de Dios, las Bienaventuranzas...
La Liturgia no es otra cosa que el canto eterno que se canta en el seno de la Santísima Trinidad, introducido en la Tierra por la encarnación del Verbo y confiado a su Esposa, la Iglesia... O introducirnos en el seno de la Santísima Trinidad, que es lo mismo.
Estoy parafraseando a Castellani, Columba Marmion y Pablo VI.
¿Hace falta ser poeta para ser católico?
Ni idea. Pero saber apreciar la belleza, sin duda...
Dejar un comentario