Las monaguillas nunca son obligatorias
En el artículo anterior, el comentarista con el noble seudónimo de Diácono planteó una cuestión interesante sobre la conveniencia o incluso necesidad de que haya monaguillas (y no solo monaguillos) en las parroquias.
Como es sabido, las monaguillas, que siempre habían estado prohibidas, se permiten desde tiempos de Juan Pablo II. En 1992, se presentó un dubium al Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos Legislativos, en el que se preguntaba si el Canon 230 § 2, que regula los ministerios litúrgicos no estables y permite que los realicen mujeres, podía aplicarse a los monaguillos. El Consejo respondió, con la aprobación de Juan Pablo II, que, en efecto, el nuevo Código de Derecho Canónico de 1983 hacía posible que las niñas también fueran monaguillas.
Teniendo esto en cuenta, el comentarista argumentaba que, para obedecer la norma de la Iglesia, había que tener necesariamente monaguillos y monaguillas en las parroquias. En ese sentido, consideraba que tener únicamente monaguillos después de esa decisión era “desdeñar” las normas, “eliminar” un ministerio al que pueden acceder las mujeres y dejarse llevar por los “gustos personales”, algo que no cabe en la liturgia. A la vez, explicaba que a él lo que le gustaba era que fueran varones, pero se consideraba obligado por la normativa de la Iglesia a abrir esa posibilidad a las niñas y así lo hacía su parroquia.
Una cuestión fascinante, sin duda, y un deseo admirable de ser fiel a la Iglesia, especialmente en nuestros tiempos, pero ¿es cierto que ahora es moralmente obligatorio permitir que las niñas sean monaguillas en las parroquias? ¿Un párroco que quiera ser fiel a lo que manda la Iglesia debe tener monaguillas? Como ya discutimos el asunto en el artículo anterior desde el punto de vista racional, veamos lo que dice la propia Iglesia sobre ello.
Al presentar la interpretación jurídica mencionada a las Conferencias Episcopales, la Congregación para el Culto Divino, hizo una clarificación fundamental: “El Canon 230 § 2 es de carácter permisivo y no preceptivo” (Carta a los Presidentes de las Conferencias de Obispos sobre el servicio litúrgico de los laicos, día 15 de marzo de 1994). Esto significa que el canon permite que haya monaguillas, pero no manda que las haya.
De hecho, esa permisión es restrictiva, porque aplicarla en una diócesis depende de cada obispo. No es un permiso universal, sino que corresponde a cada obispo decidir si permite en su propia diócesis que haya monaguillas. Es más, aunque algunos obispos o incluso Conferencias Episcopales decidan permitir las monaguillas, esto “en ningún caso puede considerarse vinculante para otros obispos”, sino que corresponde al “juicio prudencial” de cada obispo (Ibid.).
Aún nos queda por dilucidar una cuestión, sin embargo. Si el obispo decide que pueda haber monaguillas en su diócesis, ¿está obligado cada párroco a permitirlo en su parroquia? La respuesta, según lo establecido por la Iglesia es muy clara.
En 2001, la Congregación para el Culto Divino publicó una carta “normativa” dedicada precisamente a esa pregunta. En ella, además de recordar lo indicado anteriormente en la respuesta mencionada más arriba del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Jurídicos, especificó que “de ningún modo se puede excluir a los hombres o, en particular, a los niños varones, del servicio del altar”. También indicó que de ningún modo se puede “exigir que los sacerdotes de la diócesis hagan uso de monaguillas”, ya que “siempre será muy apropiado seguir la noble tradición de que los niños sean monaguillos” (Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, carta de 27 de julio de 2001). Es decir, incluso en caso de que el obispo prefiera que haya monaguillas, no tiene derecho a imponerlo a sus sacerdotes, ya que la práctica de tener solo monaguillos varones es la tradicional en la Iglesia. Así pues, la bienintencionada idea del comentarista de que tener monaguillas era obligatorio como acto de obediencia es completamente errónea según lo dispuesto por la propia Iglesia.
De hecho, lo obligatorio es, en sentido contrario, fomentar los grupos de monaguillos varones: “siempre permanecerá la obligación de apoyar los grupos de monaguillos” (varones), entre otras cosas por la “conocida ayuda que esos programas han proporcionado desde tiempo inmemorial a la hora de alentar las futuras vocaciones sacerdotales” (Ibid).
Finalmente, ¿no será injusto negar a las niñas la posibilidad de ser monaguillos, como sostenía el comentarista Diácono? Según la Iglesia y tal como se indica en la última carta mencionada, no, porque “los fieles no ordenados no tienen derecho a prestar servicio en el altar, sino que son capaces de ser admitidos a ese servicio por los pastores sagrados” (Ibid.).
Resumiendo, podemos decir que, según lo establecido por la Iglesia, no es obligatorio que en una diócesis haya monaguillas y corresponde al obispo diocesano decidir si permite esta “innovación”, como se la llama en la carta, en cuyo caso deberá explicarlo muy bien para que no haya confusión. Además, incluso si un obispo permite que haya monaguillas en su diócesis, no es obligatorio para ningún párroco permitirlo en su parroquia. Esto no es ninguna discriminación injusta, porque nadie tiene derecho a ser monaguillo, y lo tradicional y lo que ha alentado las vocaciones sacerdotales “desde tiempo inmemorial” es que los monaguillos sean varones, cuyos grupos deben ser obligatoriamente apoyados por los sacerdotes.
Nunca es obligatorio, pues, que haya monaguillas en una parroquia. Nunca. Ni siquiera aunque el obispo lo permita o pretenda imponerlo. A esto hay que añadir que la presencia de monaguillas tiende, por su propia naturaleza a acrecentar la confusión que sufren hoy los fieles con respecto a la reserva del sacerdocio a los varones. Si tenemos finalmente en cuenta la inmensa crisis vocacional que padece la Iglesia y que los monaguillos varones son la práctica tradicional, sencilla y de eficacia probada en alentar las vocaciones desde hace siglos y siglos, a mi juicio es muy, muy difícil pensar en casos en los que sea conveniente que en una parroquia haya también monaguillas.
61 comentarios
NOTA 2: Aunque ahora tenemos un Dicasterio para el Culto Divino, en la época de los documentos mencionados se trataba de una Congregación, así que mantengo este último título en el texto.
Por otra parte, ¿esta normativa no se ha visto afectada por la decisión del Papa Francisco de admitir mujeres a los ministerios alicates de lector y acólito?
Solucionada la errata.
"Por otra parte, ¿esta normativa no se ha visto afectada por la decisión del Papa Francisco de admitir mujeres a los ministerios alicates de lector y acólito?"
No, no tiene nada que ver. A esos ministerios se refiere el párrafo 1 del canon 230, y nosotros estamos hablando del párrafo 2.
En no pocas parroquias ya se observa esta tendencia.
"D. Bruno, e igual que un párroco podría disponer sólo de monaguillos varones, sería lícito si otro dispusiera sólo de monaguillas mujeres????"
Es importante tener en cuenta que no son posturas equivalentes. Como indica el artículo, sería ilícito que ese párroco intentara tener solo monaguillas y no monaguillos. En cambio lo contrario es perfectamente lícito y, de hecho, constituye la práctica tradicional.
Si el párroco abriese la puerta a monaguillos y monaguillas, pero por alguna razón solo acudiesen niñas, eso no sería directamente ilícito (aunque debería preguntarse si esa ausencia de niños se debe, precisamente, a la presencia de niñas).
Nº 47 Instrucción Redemptoris Sacramentum: "Es muy loable que se conserve la benemérita costumbre de que niños o jóvenes, denominados normalmente monaguillos, estén presentes y realicen un servicio junto al altar, como acólitos, y reciban una catequesis conveniente, adaptada a su capacidad, sobre esta tarea. No se puede olvidar que del conjunto de estos niños, a lo largo de los siglos, ha surgido un número considerable de ministros sagrados. Institúyanse y promuévanse asociaciones para ellos, en las que también participen y colaboren los padres, y con las cuales se proporcione a los monaguillos una atención pastoral eficaz.... A esta clase de servicio al altar pueden ser admitidas niñas o mujeres, según el juicio del Obispo diocesano y observando las normas establecidas"
Y ahora viene la pregunta del millón. ¿Se sabe de algún obispo que, haciendo uso de la potestad que le reconoce esta Instrucción, haya dispuesto que en su diócesis sólo puedan ser monaguillos los niños varones, o incluso los varones con carácter preferente?
Soy otra la Teresa,
Estoy de acuerdo que la tradición es que los varones sean los apropiados para acolitar, ya que ellos en el altar sirven y están más dispuestos para escuchar el llamado o vocación sacerdotal o incluso diaconal.
Acólitos varones mayores podrían ser esperanza para diáconos permanentes .
Las mujeres además distraemos y alejamos de la piedad al pueblo, ya que no somos sombra de Cristo como hombre verdadero, Sumo y eterno sacerdote.
Aunque nos quieran confundir con el sacerdocio universal por virtud del bautismo , en el Altar es el Sumo Sacerdote el sacerdote que oficia en persona Christi ..y este sacerdocio es santo y puro para llevarnos al Banquete Celestial profetizado desde antiguo en Isaías, donde nos recuerda que acabará la muerte, pues la consumir la Eucaristía nos da vida eterna.
El salmo ,me parece es el 22
Aquí está la figura del banquete de la Eucaristía en el profeta Isaías
6.Yavé de los Ejércitos está preparando para todos los pueblos, en este cerro, una comida con jugosos asados y buenos vinos, un banquete de carne y vinos escogidos.
7.En este cerro quitará el velo de luto que cubría a todos los pueblos y la mortaja que envolvía a todas las naciones.
8.Y destruirá para siempre a la Muerte. El Señor Yavé enjugará las lágrimas de todos los rostros; devolverá la honra a su pueblo, y a toda la tierra, pues así lo ha dicho Yavé.
9.Entonces dirán: «Este es, en verdad, nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; éste es Yavé, en quien confiábamos. Ahora estamos contentos y nos alegramos porque nos ha salvado;
Las monaguillas, si Juan Pablo las permitió quizá fue para que las niñas accrecentaran la de en mundo en apostacia, pero pienso que es mejor continuar solo con varones.
Hay situaciones ad experemientum..que pueden revisarse, y pienso que ese canon debería volver a la tradición .
Lo mismo que para la sepultura y la cremación: se mantiene el homenaje a la tradición milenaria de la Iglesia pero se acepta la innovación.
"Canon 1176 § 3. La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbe la cremación, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana."
Lo mismo que para la comunión en la boca y en la mano: se hizo por Pablo VI el homenaje a la tradición milenaria de la Iglesia pero se aceptó la comunión en la mano.
Y con el tiempo las monaguillas se imponen, la cremación crece y la sepultura mengua y la comunión en la mano se convierte en obligatoria.
Lo dicho: las batallas contra el mundo no se ganan en la última trinchera.
No es lo mismo para un forofo o hincha de los que Luis ha llamado pontificados "conservadores".
Pero es lo mismo en los textos, que son lo que cuenta.
Al final va todo hacia el mismo sentido. Desacralizar la Iglesia y destruir los sacramentos. De ahí, pasan a dejar la fe como un erial. Bueno, ya lo han hecho.
"Bruno, puede ser que me haya perdido con el giro argumental de este nuevo post, pero por lo que os iba siguiendo en el anterior, creo que Diácono en ningún momento ha defendido que sea obligatorio tener monaguillas en las parroquias. Sólo ha expresado la conveniencia de respetar una norma canónica que permite que también las niñas (y no tan niñas, al parecer) puedan servir al altar"
Entonces creo que no lo entendió bien. Diácono explicó que en su parroquia no había monaguillas hasta que la Iglesia cambió su normativa y, entonces, "por obediencia" a la nueva normativa, pusieron monaguillas en ella. Y después afirmó que quien defendiese que no debía haber monaguillas creía que su apreciación de lo que es conveniente era mejor que la apreciación papal, desdeñaba las normas, eliminaba un ministerio y se dejaba llevar por los gustos personales, algo que no cabe en la liturgia, etc.
Mis intentos por explicar repetidamente que con total claridad la Iglesia no mandaba que hubiera monaguillas, sino que solo lo permitía cuando fuera conveniente (lo que necesariamente implicaba que no tenía por que ser conveniente), no tuvieron éxito y por eso escribí este nuevo post, indicando que la Iglesia lo había explicado así expresamente.
"Y ahora viene la pregunta del millón. ¿Se sabe de algún obispo que, haciendo uso de la potestad que le reconoce esta Instrucción, haya dispuesto que en su diócesis sólo puedan ser monaguillos los niños varones, o incluso los varones con carácter preferente?"
Sí, claro. Por ejemplo, las diócesis de San Luis en Argentina, de Lincoln, de Ann Arbor y de Arlington en los Estados Unidos (si es que no han cambiado los obispos). Lo que pasa es que para saber cuáles habría que ir diócesis por diócesis, porque no es una cuestión que suela publicitarse en los medios.
Yo diría que en España, como desgraciadamente es habitual con nuestros obispos, la norma general es no significarse y mantener un perfil bajo, especialmente en estos temas que pueden atraer la atención de los medios, así que ningún obispo dirá públicamente que prohíbe que haya monaguillas, aunque algunos discretamente lo desaconsejarán.
Los que hemos sido monaguillos, sabemos el bien que nos hizo, lo bien que nos lo pasamos y lo cerca que nos puso de Dios: un auténtico privilegio.
Sin querer faltar a la brillantez de esta entrada y de este portal, del que soy ferviente seguidor, enlazo también esta publicación que con el traductor de google lleva por título: "El servicio del altar es para niños, porque decir misa es trabajo de hombres". Sencillo y claro
https://catholicgentleman.com/2023/09/serving-is-for-boys/
Esto es como lo de la comunión en la mano. Pasó de permitirse a ser obligatorio allí donde no les quedan escrúpulos, diga lo que diga el derecho canónico.""
Y la misa de cara al pueblo, de ni siquiera existir, porque la misa preceptuada por CVII es ad orientem, a ser obligatorio que sacerdote y fieles estén viendose las caras como en una actuación teatral
La Instrucción es potestativa/facultativa ("pueden ser admitidas"). De ahí que cuando Diácono habla de esa "obediencia a las normas eclesiales, que lo permiten", sólo está manifestado su sujeción a dicha norma permisiva. Cosa que le honra, porque Dios ama la Justicia y el Derecho.
Yo también lo quiero dejar aquí, pues a la vista está que las posiciones están bien definidas (y lo suficientemente enrocadas para que no puedan cambiar). Pero desde mi punto, y digo esto con el mayor afecto -pero también con enorme tristeza- quienes se oponen a que las niñas puedan servir al altar, le hacen un flaco favor a la Verdad, que es Jesús. Porque, creyendo parapetar el sacerdocio ministerial -que es una prolongación de Su sacerdocio perpetuo- frente a una posible injerencia femenina (mujeres sacerdotisas), igualan por abajo los ministerios, como si todos fuesen lo mismo, devaluando y debilitando los argumentos sólidos e inmutables por los que la Iglesia milenaria reserva nada más y nada menos que un Sacramento de la Iglesia Católica -el Orden Sacerdotal- a los hombres y sólo a los hombres.
Tanto en México como en Estados Unidos he asistido a misas con monaguillas. Seguramente algún modernista desearía que contribuya a se convierta en polémica, pero las niñas que me he visto, no parecen tener deseos de ser causa de división, solo parecen tener ganas de ayudar. Bien puedo equivocarme.
¡Que guapo estaba mi niño en la Misa haciendo de monaguillo!.
"La Instrucción es potestativa/facultativa ("pueden ser admitidas"). De ahí que cuando Diácono habla de esa "obediencia a las normas eclesiales, que lo permiten", sólo está manifestado su sujeción a dicha norma permisiva. Cosa que le honra, porque Dios ama la Justicia y el Derecho."
Ah, ya veo qué es lo que no ha entendido. De hecho, no ha entendido lo mismo que Diácono y de ahí su error.
La norma no dice que deba permitirse que las niñas sean monaguillas. Basta leer el artículo para verlo. Dice que está permitido que, si un obispo lo ve conveniente, permita (o no) en su diócesis que cada párroco, si lo ve conveniente, permita (o no) que haya monaguillas en su parroquia.
Por lo tanto, la obediencia a esa norma no requiere permitirlas. Esa decisión se la deja primero a los obispos y después a los párrocos. Señalando además que lo tradicional desde tiempo inmemorial en la Iglesia y lo útil para fomentar las vocaciones es que solo los niños sean monaguillos. Y que hay que tener cuidado si se permiten las monaguillas en un caso concreto, porque puede crear confusión.
Si no entiende esto, me temo que no puedo ayudarla, porque es un razonamiento básico.
"Pero desde mi punto, y digo esto con el mayor afecto -pero también con enorme tristeza- quienes se oponen a que las niñas puedan servir al altar, le hacen un flaco favor a la Verdad, que es Jesús..."
Lo siento, pero con el mayor afecto le tengo que señalar que afirmar que la Iglesia, durante siglos y siglos "le hacía un flaco favor a la Verdad que es Jesús" al tener solo monaguillos varones es una barbaridad y contrario a la realidad más evidente. Basta ver que, en el tiempo en que, según lo que usted ha dicho, la Iglesia "devaluaba los argumentos" para reservar el sacerdocio a los hombres, nadie dudaba que el sacerdocio estuviera reservado a los hombres; y ahora que lo habitual es, según usted, no "devaluar" esos argumentos (porque en todas partes hay monaguillas, pronto habrá acólitas, etc.), la gran mayoría de los "católicos" piensa que las mujeres deberían ser sacerdotes. Un signo claro de que una afirmación es errónea es que lo que predice no se cumple en la realidad (y si, además, lo que se cumple es exactamente lo contrario, entonces la afirmación se hace insostenible).
"a la vista está que las posiciones están bien definidas (y lo suficientemente enrocadas para que no puedan cambiar)"
Ya sé que dice esto hablando a grosso modo y que no será más que una forma de hablar, pero conviene señalar que no existen posiciones "suficientemente enrocadas para que no puedan cambiar". Hay que tener cuidado con esas afirmaciones porque corren el peligro de convertirse en el refugio de quien no tiene argumentos o no quiere aceptar los argumentos que se le dan. Si alguien lo dijera en serio sería una afirmación irracional y, por lo tanto, contraria a la Verdad que es Jesús y peligrosamente cercana al pecado contra el Espíritu Santo.
Todo ello, sin ánimo de ofender, por supuesto. Saludos.
"las niñas que me he visto, no parecen tener deseos de ser causa de división, solo parecen tener ganas de ayudar. Bien puedo equivocarme"
Por supuesto que nadie está sugiriendo que las propias niñas estén haciendo algo malo. Solo siguen a sus sacerdotes, que son los que tienen la responsabilidad en estas cuestiones, como se decía en el artículo anterior.
"¡Que guapo estaba mi niño en la Misa haciendo de monaguillo!"
Je, je. Bendito sea Dios. Yo pienso lo mismo de mis hijos cuando hacen de monaguillos.
No tanto en España como en países de la órbita anglosajona, pongamos los Estados Unidos, el Reino Unido o Irlanda es habitual en todas las misas la figura del acólito adulto; varones pero también mujeres.
Entiendo pues que el acolitado está permitido y que los monaguillos no son sino niños acólitos. Luego, finalizada la niñez, las monaguillas podrán seguir como acólitos igual que los varones monaguillos, si procede, claro. Que en España no haya apenas acólitos adultos no quiere decir que si un sacerdote así lo estime oportuno lo pueda hacer si dispone de candidatos.
Eso sí, la discriminación en acolitado por sexo es motivo de pena grave. Muy Grave. Pongamos un párroco muy conservador que, a igual aptitud, no permitiera a las niñas candidatas ser monaguillas, pero sí a los niños. O e l caso contrario, un cura con preferencia por la mujeres que impidiera a los varones ser monagillos porque prefiere mujeres.
Creo que si algunos tienen el deseo de polemizar para crear sacerdote femenino tienen pocas probabilidades de éxito. Pero, lo repito, puedo equivocarme.
"Eso sí, la discriminación en acolitado por sexo es motivo de pena grave. Muy Grave. Pongamos un párroco muy conservador que, a igual aptitud, no permitiera a las niñas candidatas ser monaguillas, pero sí a los niños. O e l caso contrario, un cura con preferencia por la mujeres que impidiera a los varones ser monagillos porque prefiere mujeres"
Para comentar, es una norma elemental de educación leerse antes el artículo, en el que se muestra con total claridad que eso que dice usted es completamente falso.
Si quiere comentar, léase antes el artículo, por favor.
"Teniendo esto en cuenta, el comentarista argumentaba que, para obedecer la norma de la Iglesia, había que tener necesariamente monaguillos y monaguillas en las parroquias"
¿Cuándo he dicho eso de "necesariamente"? Quiero que me lo muestres.
He argumentado durante todo lo del post anterior que es conveniente. Pero nunca que es obligatorio o necesario. Lo que veo mal es que se niegue la presencia de las monaguillas porque sí cuando hay una norma que permite su uso.
Argumenté que el Papa, si lo aprueba, es porque él lo ve conveniente. Nunca he dicho que sea obligatorio.
Porque no está en la Tradición de la Iglesia.
El acolitado siempre se ha ordenafo a la vocación sacerdotal y como una proyección de ésta. Por consiguiente, es absurdo e impío que niñas o mujeres asistan al altar so pretexto de querer ayudar. Así procede la Revolución, siempre con apariencia de bien. Esto no quiere decir que esas niñas o mujeres sean revolucionarias, sino que el movimiento o la opinión que promueve el "ginacolitado" (jamás visto en la Iglesia) lo es.
De nuevo, quiero recordar que esto no es un ataque, sino una respuesta a una argumentación que, hasta donde puedo ver, es errónea. De hecho, he elogiado sinceramente el deseo de ser fiel a la Iglesia que hay detrás aunque, hasta donde puedo ver, falle por una mala comprensión de lo que manda la Iglesia.
"¿Cuándo he dicho eso de "necesariamente"? Quiero que me lo muestres."
Cuando uno dice que que en su parroquia no había monaguillas hasta que la Iglesia cambió su normativa y, entonces, "por obediencia" a la nueva normativa, pusieron monaguillas en ella, y después afirma que quien defiende que no debe haber monaguillas desdeña las normas, elimina un ministerio y se deja llevar por los gustos personales, algo que no cabe en la liturgia, y afirma que es cuestión de "obediencia a las normas eclesiales", está diciendo que es obligatorio (es decir, moralmente necesario, que es de lo que estamos hablando) permitir que en una parroquia haya monaguillas.
Porque, si no es obligatorio, no se puede decir que es cuestión de obediencia. Se obedece lo que se manda y es obligatorio; lo que no es obligatorio ni está mandado lo decide uno y en ello no entra la obediencia.
Es más, la Iglesia ni siquiera dice que sea conveniente, porque no todo lo que está permitido es conveniente. Está permitido, por poner un ejemplo, que un párroco sea envidioso o que se hurgue las narices. Es responsabilidad de él y la Iglesia no le suspende a divinis por ello, pero es evidente que no es conveniente.
Por lo tanto, no se puede plantear la cuestión como usted lo hace, descargando la responsabilidad en el Papa y en la Iglesia, porque ninguno de ellos le ha dicho a usted (o más bien a su párroco) que deba permitir que haya monaguillas en su parroquia. Le han dicho que considere la cuestión y decida. Si alguien decide mal es responsabilidad suya y no puede escudarse en la obediencia, porque no hay tal obediencia en este caso.
"Lo que veo mal es que se niegue la presencia de las monaguillas porque sí cuando hay una norma que permite su uso"
Sigue sin entender. No hay una norma que permite su uso. Lo que permite la norma es que cada obispo, según discierna, decida permitir ¡o no! que sus sacerdotes, según disciernan, decidan permitir ¡o no! que haya monaguillas en sus parroquias, recordando además que lo tradicional es que no las haya, que lo que fomenta las vocaciones es que no las haya y que tenerlas puede crear confusión. La norma no permite que haya monaguillas, permite que cada párroco decida (en caso de que el obispo le permita decidir). Su argumentación no tiene nada que ver con lo que dice la Iglesia.
Y es muy, muy, muy significativo lo de que el sacerdote pueda negarse a tener monaguillas aunque el obispo desee lo contrario. Son contadísimas las ocasiones en que el sacerdote puede hacer lo contrario de lo que quiere el obispo y la razón es, de nuevo, la que hemos dicho arriba: lo tradicional es que no las haya, lo que fomenta las vocaciones es que no las haya y tenerlas puede crear confusión.
Todo esto son hechos y, si no se tienen en cuenta, no se puede comprender bien la cuestión.
Saludos cordiales.
Canon 230, § 2. Por encargo temporal, los laicos pueden desempeñar la función de lector en las ceremonias litúrgicas; así mismo, todos los laicos pueden desempeñar las funciones de comentador, cantor y otras, a tenor de la norma del derecho.
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Respuesta al dubium
Canon 230, § 2
(cf. AAS, LXXXVI, 1994, 541-542)
Los Padres del Pontificio Consejo para la Interpretación Auténtica de los Textos Legislativos, en la reunión plenaria del día 30 de junio de 1992, han considerado que deben responder como se indica abajo:
Pregunta. Si entre los oficios litúrgicos que pueden cumplir los laicos, sean hombres o mujeres, según el can. 230, § 2, se puede enumerar también el servicio del altar.
Respuesta. Afirmativo y de acuerdo con las instrucciones que se deben dar por parte de la Sede Apostólica.
El Sumo Pontífice Juan Pablo II en la Audiencia del día 11 de julio de 1992 concedida a los abajo signatarios, informado de las decisiones arriba indicadas, ordenó publicarlas.
+Vincenzo Fagiolo
Arz. em. de Chieti-Vasti, Presidente
+Julián Herranz Casado
Ob. tit. de Vertara, Secretario
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Carta de la Congregación del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos de 15 de marzo de 1994 sobre el servicio al altar de las mujeres
Habiendo el Santo Padre mandado que se indicaran y especificaran lo que prescribe el can. 230, § 2 C1C e igualmente la interpretación auténtica de este canon, la Congregación del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos envió las Cartas que siguen a los Presidentes de las Conferencias de Obispos. el día 15 de marzo de 1994.
1. El Can. 230, § 2, tiene el valor de permitir, no de prescribir: «Los laicos... pueden». Así pues, la licencia concedida por algún Obispo en esta materia no tiene ninguna fuerza de obligar a los demás Obispos. Por lo tanto, cualquier Obispo en su diócesis, oído el parecer de la Conferencia Episcopal, tiene la facultad de juzgar prudentemente y disponer qué se debe hacer para actuar con rectitud en la vida litúrgica de su circunscripción.
2. La Santa Sede conserva lo que, teniendo en cuenta las circunstancias de algunos lugares, ciertos Obispos ordenaron, de acuerdo con el can. 230, § 2, que a la misma Sede una vez comunicado le pareció muy oportuno, de que se mantenga la clara tradición que se refiere al servicio al altar por parte de niños. Se debe notar que donde esto se ha efectuado las vocaciones sacerdotales felizmente han aumentado. Siempre permanecerá que los niños que ayudan continuarán y sustentarán el semillero.
3. Si en alguna diócesis, teniendo en cuenta el can. 230, § 2, el Obispo considera que, por peculiares razones, se permita el servicio del altar a las mujeres, esto, según la norma que se ha dicho arriba, se debe explicar claramente a los fieles, e igualmente se debe explicar que las mujeres realizan el ministerio de lector en la liturgia y pueden distribuir la Sagrada Eucaristía, como ministras extraordinarias de la Eucaristía, y prestar otros servicios, como especifica el can. 230, § 3.
4. Queda claro además que aquellos oficios litúrgicos realizados «por designación temporal» a juicio del Obispo, no se corresponden con ningún derecho existente de que los laicos, sean hombres o mujeres, los puedan realizar.
Antonio M. Card. Javierre Ortas, Prefecto
+ Geraldo M. Agnelo, Secretario
Eso de decir que se empieza con esto y se termina ordenando obispas lesbianas es una exageración absurda: lo primero no es malo en sí, lo otro hasta es imposible.
"Únicamente eso de comparar la permisión de las monaguillas con la permisión de la envidia no va, es muy distinto"
Como ya he señalado otras veces, las comparaciones SIEMPRE comparan cosas que son diferentes. Nada se compara consigo mismo. Eso implica que habrá aspectos iguales y aspectos distintos. Un elefante y un ratón no son comparables en tamaño, pero si se asemejan en el hecho de ser mamíferos.
En este caso, la comparación con la envidia envidia o hurgarse la nariz se refería a una semejanza con las monaguillas: son cosas permitidas por la ley canónica (que no se mete a juzgar de los hábitos higiénicos ni del interior de las personas y, como permissum videtur id omne quod non prohibitur, eso significa que los permite). La comparación solo demuestra que es ilegítimo igualar permitido y conveniente, no que la envidia y las monaguillas sean algo equivalente en ningún otro sentido.
"Eso de decir que se empieza con esto y se termina ordenando obispas lesbianas es una exageración absurda: lo primero no es malo en sí, lo otro hasta es imposible"
Bueno, lo cierto es que algo similar es lo que les ha pasado a los episcopalianos, luteranos, etc.
En última instancia la Iglesia Católica está protegida contra ello por la promesa de Cristo, pero nada impide que se llegue a hacer, aparentemente dentro de la Iglesia por una porción (una gran porción, o incluso la mayoría) de los clérigos/obispos, aunque sea de forma inválida. De manera parecida a lo que sucedió con el arrianismo. Y de manera igual a lo que se está haciendo ahora al dar la comunión (sacrílegamente) a los divorciados en una nueva unión sin arrepentimiento ni propósito de la enmienda.
Vivimos en tiempos recios.
con una capas blancas llevaban velas en la procesión de entrada y salida, llevaban las ofrendas acompañadas de velas, recogían donativos o repartían estampitas y tenían un espacio para ellas, muy contentas de estar juntas y con una capa blanca. Creo que también sostenían velas al pie del ambón de las lecturas, pero nunca subían al altar. Así, sin tener "monaguillas" las niñas tenían bastantes cosas que hacer y se implicaban.
Estoy de acuerdo con todo lo que has escrito aquí y tu valoración de lo que dice Diácono. Pero discrepo en esto que le dices: " La norma no permite que haya monaguillas, permite que cada párroco decida (en caso de que el obispo le permita decidir)".
Si hay monaguillas es porque la norma permite que haya monaguillas,
"Si hay monaguillas es porque la norma permite que haya monaguillas"
No, si fuera así estaría permitido que hubiera monaguillas en todas partes (porque la norma es universal en la Iglesia Latina) y lo cierto es que no está permitido en todas partes.
La norma permite que los obispos decidan si permitir (o no) que sus sacerdotes decidan permitir (o no) que haya monaguillas en sus parroquias, que es algo muy diferente. Es decir, deja la decisión a los obispos y sacerdotes individuales.
Entonces, ¿por qué permite que haya monaguillas si se quiere que aumenten las vocaciones sacerdotales?
"Entonces, ¿por qué permite que haya monaguillas si se quiere que aumenten las vocaciones sacerdotales?"
Esa es la pregunta del millón. Tengo pendiente un post para hablar del tema, pero tiendo a pensar, como decía Néstor, que durante el último medio siglo se ha empleado, con buena intención pero con resultados desastrosos, la táctica de intentar conceder todo lo posible a los progresistas para contentarlos.
El hecho es que tenemos monaguillas y señoras de todas las edades trajinando en lo que fue un día un presbiterio acotado, y ya no podemos explicar convincentemente a los demás la inconveniencia de ello, que es de orden teológico. Se derramó la leche, y va a ser imposible meterla de nuevo en el vaso. Las decisiones litúrgicas, sobre todo si son de cambio de tradiciones seculares, no son inocuas, ni en las razones de quien las toma, ni en sus efectos para la mentalidad de quienes las reciben.
Así es, en efecto. Creyendo, ingenuamente, que en algún momento cesarían las “reivindicaciones” de estos individuos -que de progresistas tienen muy poco (porque lejos de progresar hacia Dios -hacía Quien habría que progresar- promueven la marcha hacia el abismo). Esa es una estrategia completamente equivocada: son insaciables; no se contentan con nada: quiere esto, lo otro, lo de más allá… TODO.
La cesión la ven como debilidad, no como caridad. Va siendo hora de aprender que la firmeza en la Verdad y en las Costumbres es la única postura católica. Y, si de ahí hubiera de seguirse el insulto, el vacío, el martirio, bienvenido/s sea/n. No hay otra.
Ahí está el tema. Que una le coja el gusta y diga "quiero ser cura". A ver quién dice que no.
Y "no se pasa de ser monaguillas a tener obispos lesbianas"
Es que de verdad, no os enteráis o no os queréis enterar. Tampoco pasaba nada por recibir la comunión en la mano. Y hemos pasado a no creer en la presencia real. El aborto por violación no pasaba nada. Pues estamos en el aborto por cualquier cosa. ni la contracepción... Resultado transexualismo y familia natural hecha añicos. Parecía imposible que un Papa dijese el milagro de los panes y los peces fue compartir. Si lo dice el cura del barrio bueno, pero un Papa...Pero ya ve, aquí estamos.
Y no es cuestión de que "el derecho canónico lo permite actualmente" o "x documento". Todos sabemos que X documento lo permite AHORA. O sea que, antes se hacía y no estaba permitido. ¿No lo veis? Si es lo mismo. La cosa no es si se permite o no. La cosa debe estar en: la práctica x, ¿Afecta mínimamente o puede afectar al depósito de la fe o a la percepción de este de forma distinta a la católica por parte de los fieles aunque sea mínimamente? Si la respuesta es si, debe ser rechazado. No es tan difícil.
Consultado Monseñor Casalotodo observa que lo de los monaguillos o cómo se les llame es interesante si en realidad se trata de menores que tengan algún tipo de interés eclesial y que sepan lo que tienen que hacer y porqué lo hacen al servicio del Altar.
Que tengan alguna forma o conocimiento de cultura litúrgica (por ejemplo que puedan responder qué es un turiferario...).
Si no se presentan unos "mínimos detalles" de relación con el culto se corre el riesgo de desvirtuar todo.
Seriedad en este tema y no "moda".
Ojo con la Vanidad de Vanidades que es todo Vanidad.
Otra manipulación semejante es la separación radical entre Tradición apostólica y tradiciones eclesiásticas bajo capa de distinción. Con el apoyo del apartado 83 del Catecismo de Juan Pablo II, se pretende que todo lo que no pertenece a la Tradición apostólica se puede modificar o abandonar.
Para empezar, no es fácil determinar que una tradición católica sea meramente eclesiástica. Con frecuencia será una explicitación, declaración o desarrollo de una tradición de origen apostólico. Es el caso, por ejemplo, de la reserva del acolitado a los varones.
Además, las tradiciones eclesiásticas son el patrimonio acumulado por muchos siglos de piedad y doctrina. Es impío y temerario cambiarlas o abandonarlas sin una razón proporcionada.
Se renuncia a lo reputado accidental, se cambian o abandonan las tradiciones eclesiásticas. Y se desfigura el rostro de la Iglesia.
Pasa igual en el ámbito secular. Por ejemplo, las leyes abortistas siempre empiezan por casos "especiales": violación, supuesto peligro para la vida de la madre, imposibilidad de vida del feto tras nacimiento. Y de ahí se pasa enseguida al aborto libre. Con el gaymonio, idem. Primero se conceden derechos civiles a las parejas del mismo sexo y al final se les concede el estatus matrimonial.
Salvo intervención divina, parece claro que veremos bendiciones homosexuales "permitidas" allá donde los obispos y sacerdotes quieran; un cambio del Catecismo en los artículos sobre la homosexualidad; ordenación de diaconisas; la democratización de la Iglesia a todos los niveles salvo en lo que afecte al propio Papa, de forma que se dará un absolutismo papal a la vez que la disminución radical de la autoridad de los obispos... etc.
Para LF con respeto.
Claro que vemos bendiciones de todo tipo, lugar y objeto.
El problema no es que existan, es que las declaran como verdaderas y hay quienes las compran.
Se aplica con toda ligereza la moral de situación y el "depende circunstancial" y algunas veces más allá de las bendiciones, más allá de los sacramentales, por ejemplo en AL con la comunión que es un Sacramento.
La cuestión no es que no haya conflicto entre monaguillos y "monaguillas". El asunto es que las "monaguillas" no deben existir, atenta contra la Tradición Católica. El que las haya implica no entender y desvirtuar la naturaleza del sacerdocio y la del Santo Sacrificio de la Misa.
Por lo demás, lo esperable en monaguillos de sana naturaleza y doctrina es que se plantasen virilmente contra la implantación de "monaguillas".
En la carrera eclesiástica he llegado a monaguillo senior en mi parroquia con 62 años de experiencia a mis espaldas (soy de la 1ª promo de la Misa en lengua vernácula y no latina).
Evidentemente el Señor no me llamó al seminario, pero a mi edad sería hoy diácono permanente si se me hubiera explicado hace 55 años.
Ayudo a las nuevas oleadas de monaguillos de mi parroquia y se ve claramente quien tiene las cualidades para darse a los demás por el Señor y quien no... aunque lo sembrado nunca se olvida y fructifica siempre donde nos pone.
Así que cada monaguillo está próximo a la piedad de cada sacerdote celebrante y busca ayudarle a él en exclusividad casi absoluta, y los que no se "ofrecen" a ayudar pues no seguirán al llegar a la adolescencia.
En mi parroquia las "monaguillas" son las "miembras" de la Adoración Nocturna, o consagradas laicas, cuando no estamos los habituales para ayudar; y no ha habido nunca monaguillas niñas en formación, ni siquiera a las que eran de los tarsicios.
Si una niña tuviera la vocación de servir al Señor como monaguilla, creo que debe ser enseñada, ya que el Paráclito sabe lo que hace, y para eso la hizo nacer en familia practicante rodeada de hermanos y estudiando en colegio confesional... otro caso es irreal y solo introduce toxicidad maligna para discusiones bizantinas o sofismas.
QueDiosLesBendiga
En su artículo, Bruno nos cuenta que en 2001, la Congregación para el Culto Divino publicó una carta “normativa” donde indicó que de ningún modo se puede “exigir que los sacerdotes de la diócesis hagan uso de monaguillas”, ya que “siempre será muy apropiado seguir la noble tradición de que los niños sean monaguillos” (Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, carta de 27 de julio de 2001). Es decir, incluso en caso de que el obispo prefiera que haya monaguillas, no tiene derecho a imponerlo a sus sacerdotes, ya que la práctica de tener solo monaguillos varones es la tradicional en la Iglesia.
¿Dónde ve usted la toxicidad maligna? Aquí no está.
Su criterio es mundano y corresponde a una lógica de poder y de buscar demostrar a toda costa que las mujeres son 'iguales' (o incluso claramente superiores) a los hombres (como si se tratara de una competencia) y que "si los hombres pueden nosotras también podemos", mientras que todo ministerio eclesial, y especialmente el sacerdocio de Cristo corresponde a una 'lógica' de obediencia humilde y servicio al Señor sin pretensiones ególatras.
Valga toda la proporción que se quiera, es como el juego risible que intentan ciertos homosexuales y transexuales varones que buscan parecer mujeres a través de amaneramientos, actitudes sociales, indumentaria, incluso operaciones de simulación corporal femenina, pretenden incluso ser 'mejores mujeres que las mismas mujeres'. Es a lo que lleva la vanidad, la soberbia y el distanciamiento de los criterios de Dios e incluso de la mínima sensatez.
Al parecer, don Ginés, el actual obispo de Getafe, es de otra opinión.
Eso sí, al margen de otros detalles de esta controversia, la norma es clara. Y puesto que depende del juicio prudencial de un obispo y de cada uno de sus presbíteros, para explicar la preferencia por los monaguillos varones basta decir que ésa es la tradición milenaria de la Iglesia y que esta tradición, además, ha probado ser una buena cantera de sacerdotes. Son dos razones de mucho peso, son sobradas razones.
Así que, esgrimir otros motivos, tan peregrinos como que las mujeres en el altar distraemos me parece una memez. Ni siquiera me explico a qué tipo de distracción se puede referir quien esgrime semejante boutade. En todo caso, quien se distraiga por ver mujeres (niñas la mayoría) es el único responsable de su distracción (y debería consultarlo con un especialista).
Igualmente, esgrimir que si sólo se presentaran candidatas niñas habría que preguntarse si la ausencia de niños varones se debe precisamente a la presencia de niñas... Bueno, mejor no lo califico. Quizá en el Pleistoceno había familias y maestros que educaban a sus niños en ese desprecio hacia las niñas. Pero hoy, gracias a Dios, los niños ya no descalifican como poco dignas las "cosas de chicas" ni se niegan a formar parte de equipos deportivos mixtos, ni a hacer juntos montones de juegos y actividades que antaño se les enseñaba a despreciar.
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