Mortificaciones matrimoniales
No hay nada más políticamente incorrecto que los santos. Ojalá leyéramos más sobre ellos, porque sus acciones y sus palabras son uno de los pocos remedios eficaces para las tonterías y desesperanzas que nos tragamos sin darnos cuenta por contacto con el mundo.
Esta mañana, por ejemplo, he leído una frase de San Francisco de Sales que me ha hecho reír: “el matrimonio es un perpetuo ejercicio de mortificación”. Como dicen los anglosajones, la frase is funny because it’s true, es divertida porque es cierta, aunque a oídos modernos suene profundamente escandalosa. En especial si tenemos en cuenta que no es una frase de uno de esos santos ascetas del desierto, cuya vocación era la soledad y la renuncia completa al mundo, sino del santo afable y moderado por excelencia, San Francisco de Sales.
Nuestra época tiene una visión del matrimonio a la vez ridículamente ingenua y terriblemente desesperanzada. Por un lado, el hombre y la mujer modernos lo imaginan como algo idílico, lleno de “amoooor” (hay que decirlo así, alargando la palabra y entornando los ojos), un amor pasteloso y puramente sentimental; por otro, a la menor dificultad, tiran ese matrimonio por la ventana en sus prisas por huir del sufrimiento y “rehacer su vida” en defensa del “derecho a ser felices”. Ambas cosas están conectadas y, juntas, resultan letales, porque la realidad cotidiana no tarda en desmentir la imagen color de rosa y el miedo al sufrimiento lleva inevitablemente a huir de esa realidad, en busca de otro amor que se ajuste a unas expectativas imposibles.
No es extraño que suceda esto. A fin de cuentas, el matrimonio solo se puede entender de verdad si se conoce el amor cristiano, que no es cualquier amor, es un amor crucificado, a imagen del amor que el mismo Hijo de Dios ha tenido por nosotros. Por eso en la Iglesia se anuncia a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles y las dos cosas para el mundo moderno. Nuestros contemporáneos han apostatado y ya no soportan la cruz, sin saber que, al huir de la cruz, están huyendo del verdadero amor.
Hay que tener en cuenta que la frase de San Francisco de Sales forma parte de una carta dirigida por el obispo a “una señora doncella”, es decir, soltera, que le había pedido consejo con respecto al matrimonio y en la que él le aconsejaba que se casase. Es decir, no es una advertencia contra el matrimonio, sino más bien lo contrario: una ayuda para entender bien lo que es el matrimonio y poder cumplir la vocación matrimonial. Hoy tantos matrimonios de católicos son tan blanditos y se rompen tan fácilmente porque nadie les dice estas cosas. Nadie les advierte de lo que realmente es el matrimonio, de modo que van a casarse como los paganos, sin tener ni idea de qué es lo que están haciendo ni de qué conlleva esa vocación que han recibido.
El matrimonio, ciertamente, no es solo mortificación, pero también es mortificación porque es dar la vida, morir a uno mismo. El verdadero amor no es un sentimiento, que viene y se va sin que podamos hacer nada para evitarlo, sino una acción libre de entregar la propia vida por otro. Eso es lo que sostiene el matrimonio, una doble entrega: primero la entrega de la vida de Cristo por su Iglesia y, con su gracia, la entrega de la vida de cada esposo por el otro y por los hijos. San Ignacio de Antioquía, cuando era llevado a Roma para que lo devoraran los leones, dijo “ahora empiezo a ser cristiano”. Del mismo modo, cada vez que uno es capaz de morir a sí mismo, puede decir “ahora empiezo a ser esposo”.
Quizá sea necesario hoy usar esa palabra tan escandalosa de mortificación, porque “dar la vida” puede incluso sonar bien, pero morir no le gusta a nadie. Morir es renunciar a los propios planes, gustos y deseos, es buscar el bien de la esposa o del esposo y de los hijos antes que el propio, es servir y no ser servidos, es humillarse y abajarse, es aceptar al otro como es y no como nos gustaría que fuera, es gastarnos y desgastarnos por el bien de la propia familia. Morir es, en definitiva, abrazar la cruz en vez de huir de ella.
Entonces, cuando abrazamos la cruz con la gracia de Dios, asombrosamente, esa cruz se hace gloriosa, unida a la Cruz de Cristo. Sigue doliendo, pero ya no tiene poder para matar. Al contrario, se hace fuente de vida eterna, de santidad y del auténtico amor al que estábamos llamados. Bendita cruz, porque, sin ella, nunca habríamos aprendido a amar a la esposa o al esposos y a los hijos como Dios quería que los amáramos, no habríamos cumplido nuestra vocación de esposos ni habríamos visto en nuestra propia vida los milagros de Dios. Solo en la cruz empezamos a ser esposos. Como dice el P. Iraburu en una magnífica serie de artículos, la ausencia de la cruz es la causa de todos los males.
El matrimonio con sus alegrías y mortificaciones solo se comprende si recordamos que es una gracia que no nos merecemos. Solo Dios da esa gracia y, sin ella, el matrimonio para toda la vida no tiene sentido, dar la vida por otros es absurdo y la cruz es una maldición. Sin la gracia de Dios solo nos queda una serie de huidas desesperadas y sucesivas, en busca de una felicidad imaginaria que nunca encontraremos.
En cambio, con la gracia de lo alto y agarrados a la cruz, podemos descubrir, como los Israelitas, que Dios hace milagros en nuestra historia, nos da pan en el desierto, saca agua de la roca, abre el mar ante nosotros y nos lleva a una tierra que mana leche y miel. Como decía San Francisco de Sales en la misma carta, “el dulce Jesús sea siempre vuestro azúcar y vuestra miel, que haga suave vuestra vocación”.
75 comentarios
Saludos cordiales.
Así más de 25 años.
Los adúlteros no tiene imaginación, y además de pecadores, son imbéciles.
"Los adúlteros no tienen imaginación, y además de pecadores, son imbéciles"
Bien dicho.
Ya en serio (bueno, sigue siendo un poco en broma), yo digo a veces que la pastoral vocacional para despertar vocaciones al sacerdocio deberían encargárnosla a cuatro o cinco hombres casados que, sin nuestras esposas delante, les explicasemos a los jóvenes lo que es el matrimonio. Seminarios llenos, oiga. Supongo que al revés los conventos se llenarían incluso más.
Ahora sí, en serio, doy gracias a Dios, ahora que celebramos las bodas de oro de mis padres, por haber visto en ellos lo que dice Bruno en este post, y haber aprendido así lo que es el matrimonio.
Por supuesto que aunque se esfuerce Fray Nelson es un escobazo a los tradicionalistas tan mal vistos en la Nueva Iglesia postconciliar y claro - MAL TRATADOS-
Pero yo digo que es desconocimiento del espíritu de La Liturgia tan bien tratada en este hermoso libro según la quinta impresión en el 2018 en Bogotá,Colombia.
Y, lo Ud. escribe y que me hizo reír también, de la frase de San Francisco de Sales: “el matrimonio es un perpetuo ejercicio de mortificación”...sí, pero mientras uno cae en cuenta que nadie cambia a nadie, sino que es uno el que tiene que cambiar la manera de ver, entender, apreciar, etc... y ya POR AMOR A DIOS y a esa cruz que uno ha escogido solemnemente... las cosas cambian y se aceptan al fin por Amor y ya no cuestan tanto, sino que se saborean... Ah, San Francisco de Sales!
¿Dar la vida?¿esta vd loco? La vida se da en el trabajo porque nos pagan, ahí si nos dejamos la piel, y todo se organiza en función de ello. La vida ahora es una loca carrera a ninguna parte buscando una idea de felicidad inexistente, destruyendo todo aquello que creemos un obstáculo: el matrimonio, los hijos, el abuelo, el enfermo....para darnos cuenta de que andamos en círculos (Y llamamos locos a quienes buscaban "el Dorado").
Ese es el secreto de los cristianos. Que sabemos que la vida se recibe cuando se da.
Esta frase es para meditarla yo diariamente... cuánto nos bendice El Señor sin merecerlo.
1) Todas las personas tienen defectos,
2) Todos los matrimonios sufren altibajos por salud de uno de los cónyuges, trabajo u otras realidades.
Eso si dejamos aparte tentaciones de otro tipo.
El primer punto se repite en cualquier convivencia así que estamos condenados a vivir solos porque los únicos defectos que soportamos son los nuestros que rara vez calificamos de tales.
El pecado ha sido totalmente echado a un lado porque no es importante para el hombre-dios, pero los defectos se han engrandecido precisamente porque el hombre-dios empieza siempre diciendo: "Yo no tengo por qué soportar.." y cómo no tiene por qué hacerlo se aparta, se separa o se divorcia.
Existían también las virtudes domésticas que paliaban los defectos de carácter, pero ahora ya no se ven. Una mujer de puño cerrado puede, sin embargo, ser justa pero ¿qué le importa a su marido su justicia si se niega a hacer gastos superfluos a los que él es aficionado por su hedonismo? Un hombre de mal genio puede ser fiel y constante hasta el punto de estar siempre en los momentos peores dispuesto a prestar ayuda ¿pero qué importa eso si tiene prontos ásperos?
En el pasado se equilibraban virtudes y defectos, no es que existiera ceguera alguna sobre los defectos del cónyuge, como tampoco sobre los de los padres, que se hacen evidentes en la pubertad de los hijos, ni sobre los de los hermanos pero también se veían las virtudes, hoy en día esas virtudes no sirven de nada si los defectos no desaparecen y no suelen hacerlo porque son propios del temperamento de una persona.
La persona más cariñosa y besucona puede casarse con alguien al que le molestan la excesiva expresividad; el más ordenado puede casarse con alguien para quién el orden no sea algo sustancial y deje la chaqueta en cualquier parte; el intimista que habla en susurros puede compartir su vida con un sordo que, cada vez que habla, se entera toda la vecindad; el que cierra las ventanas a la curiosidad pública resulta que se casó con quién abre las ventanas de par en par y dice: "¡A mi qué me importa que el vecino mire, yo quiero luz y aire!", etc...
Para compensar todo eso y seguir amando hace falta ser cristiano, si no lo eres lo tienes más difícil.
"Ni hagáis nada por egoísmo o vanagloria, sino con humildad, considerando a los demás como superiores a uno mismo".
Suelo afirmar que el matrimonio es cruz y generalmente me miran como a una loca, incluso mis hermanos en la fe.
Es cruz, porque para que funcione hay que renunciar a muchas cosas y cada renuncia es un sufrimiento. Pero es la Cruz la que nos pone a las puertas del Cielo asi que la conclusión se saca sola.
Creo que el piropo más bello que se pueden echar los esposos es este: cariño, eres mi cruz.
Tengo mis dudas de que sean matrimonios "de católicos", a todo le llaman "católico; y a lo que lo es, a veces, no. Tengo vecinos que no debe pisar una iglesia desde hace decenios, aparte de bodas y entierros, y encajan perfectamente en el concepto de "matrimonio católico", irreprochables moralmente, pero su práctica religiosa es casi cero.
"hay frutas, como el membrillo, que no se pueden comer si no son cocinadas con el azucar, por su dureza y aspereza; así el varón necesita del azúcar de la religión y devoción para ser apto en el matrimonio. Otras por el contrario, como las cerezas , por su debilidad y tendencia a estropearse, también necesitan ser cocinadas con el azucar para no corromperse; así la mujer necesita del azucar de la religión y devoción para poder desenvolverse en el matrimonio."
A quien le interesen estos temas puede seguir la pagina web Proyectoamor conuygal.es
creo que diariamente comentan el evangelio para matrimonios ahondando en estas cuestiones que expone el Blogger.
Yo diria que la vida de cualquier católico, se case o no es cruz, porque cada uno tendremos la nuestra, y aunque no estemos casados tenemos que llenar nuestra vida de Dios, porque si no enseguida la llenamos de nosotros mismos o de cualquier otra estupidez normalmente pecaminosa. Y eso supone mortificación entre otras cosas. Lo que ocurre es que de casado al convivir con otro yo en el que tenemos que integrarnos y amar como se ama La Santísima Trinidad entre Si, pues es una oportunidad de mortificación inmediata y permanente.
Absolutamente de acuerdo. De hecho, etimológicamente hablando la palabra cónyuge significa "unidos por un yugo" y es una visión precristiana.
Así que como cristianos pudiéramos que el matrimonio es algo así como una misma cruz para la pareja. .
Solo las relaciones con compromiso, y el matrimonio por ser un sacramento genera más compromiso que cualquier otro estado, indican convivencia, las esporádicas no. Es tontería decir que alguien es sociable por el hecho de que trabaje con otros, puede que eso indique que no tiene ninguno de esos síndromes sonoros de hoy en día, pero nada más. El trabajo pudo generar en otros tiempos un deber para con otras personas, como el caso de los pescadores o los marinos que dependían los unos de los otros, pero hoy en día hasta los trabajos son para individuos dentro de colectivos que no generan deber.
Algunas sociedades, como los prusianos o los japoneses (me refiero al Bushido) implicaban también sacrificio por los demás o compromiso hacia otros, pero hoy en día eso ya no existe.
En otros tiempos el sacrificio por los demás era fomentado tanto por la familia como por el estado, actualmente lo que se fomenta es un tipo de libertad que excluye a los otros y, naturalmente, el matrimonio es el último enemigo a abatir.
Esto hace que una proporción altísima de matrimonios son nulos. Hay muchos pastores de la Iglesia que lo dicen, pero parecen constatarlo sin verse también responsables de tanto sacrilegio contra ese santo sacramento, y de tantas parejas que al estar conviviendo en un matrimonio nulo, están fornicando. A propósito, me gustaría saber qué pasa si una pareja se casó sin el conocimiento de lo que estaban haciendo, y por tanto el sacramento fue nulo, pero con los años fueron cobrando consciencia y ya desean vivir su unión plenamente a imagen de Cristo y su Iglesia, ¿deben volver a celebrar el matrimonio? ¿o automáticamente ya se "valida" ese matrimonio?
Bruno, también pienso que vendría bien que escribieras un artículo similar a este, pero sobre cómo debe ser el noviazgo cristiano. Me imagino que la idea de fondo es la misma: el noviazgo solo puede ser cristiano cuando se abraza la cruz, pero habrán unos matices que le son propios a esa etapa particular, que tal vez muchos lectores ignoramos.
«pero cómo te vas a enfadar con quién tanto te ama y a quién amas.»
Es tan sencillo lo que dice que tal vez precisamente por eso no lo había pensado antes, pero es tan cierto, y tan útil pensarlo; cuántas veces uno comienza a crear la mala costumbre de enfadarse con quien tanto nos ama y a quien amamos.
La entrega total exige, sí o sí, un grado de mortificación, decir no a tu "yo", en favor de un sí a un "tú", con el cual te has comprometido para siempre.
De todas maneras, querría indicar algo; si la gente se tomara muy en serio lo que supone el matrimonio (con sus cruces y mortificaciones), quizá habría menos bodas.
Yo sonrío cuando le escucho decir eso, y me pregunto si los novios, y muchos de los presentes están entendiendo de lo que está hablando el padre.
Pasas hasta los escrutinios, ya estés folgando con una que no es tu legítima.
El adulterio de verdad supone un riesgo, el adulterio de ahora, bajo Francisco, normalizado con “Mitis Dominus Iesus” y “Amoris laetitia” no es ni placentero.
Es imposible que unos católicos con Fe suficiente para plantearse que su matrimonio sea nulo, vivan en un matrimonio nulo.
"hoy en día esas virtudes no sirven de nada si los defectos no desaparecen y no suelen hacerlo porque son propios del temperamento de una persona."
No se puede dejar de percibir un gustillo chestertoniano, aquello de que en el mundo moderno, en vías de apostasía, no es que se hayan perdido las virtudes, sino que se han vuelto locas. Inclusive muchos de los que nos tomamos en serio la santa religión (o al menos pretendemos hacerlo), ya no sabemos cómo crecer en las virtudes, sin que "se vuelvan locas". En ese sentido creo que alguien que ayuda a poner cordura en las virtudes es San Benito, con su Regla.
Precisamente son las virtudes bien cimentadas en la Roca de la gracia, y no en las arenas del voluntarismo, las que ayudan a sobreponer un caracter forjado sobre los excesos del temperamento. Qué mejor que el del "dulce doctor" de Sales, que eea de temperamento colérico (quería moler a palos a los herejes calvinistas), y supo ser dócil a la gracia al punto de lograr un corazón manso y humilde como el de Cristo.
Ay Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí pecador.
"el intimista que habla en susurros puede compartir su vida con un sordo que, cada vez que habla, se entera toda la vecindad"
Tal vez porque se aplica en cierta forma a mi situación.
El cristiano tiene la posibilidad de elegir o la vida consagrada o el matrimonio. Hay personas que sólo buscan la vida del mundo, de la moda, y fracasan hasta que quizá se den cuenta de que Dios quiere otra cosa. Pero para alguien alejado, esto es una burla o inentendible.
"en realidad, cualquier vida compartida es mortificación"
Decía San Juan Berchmans: vita communis, maxima poenitentia; la vida en común es la mayor penitencia.
"Tengo vecinos que no debe pisar una iglesia desde hace decenios, aparte de bodas y entierros, y encajan perfectamente en el concepto de "matrimonio católico", irreprochables moralmente, pero su práctica religiosa es casi cero."
Hermano: no te engañes, para ser realmente católico la "práctica religiosa" es algo esencial. Es como decir: "soy un estupendo bailarín, pero desde niño que no bailo ni me interesa el tema". Quizá este matrimonio que mencionas es un excelente y virtuoso matrimonio humanamente hablando, pero de cristiano y católico habrá que ver, si Dios no es tema ni de sus charlas y pensamientos ni de sus acciones y anhelos.
El sacrificio bueno, en cambio, es aquel que se hace sin sentirse imprescindible y sin que el otro lo note. Ser cristiano es muy difícil.
El que no ve a Dios en todas partes es corto de vista.
"El adulterio de verdad supone un riesgo, el adulterio de ahora, bajo Francisco, normalizado con “Mitis Dominus Iesus” y “Amoris laetitia” no es ni placentero."
Sí, el 'pequeño riesgo' de perder y consumir tu vida en el castigo eterno.
"Es imposible que unos católicos con Fe suficiente para plantearse que su matrimonio sea nulo, vivan en un matrimonio nulo."
Algunas parejas no hacen sino resignarse a la situación provocada por ellos mismos, por ejemplo cuando se casan obligados moral y familiarmente ante el embarazo 'prematrimonial' de la novia. Muchos de ellos ni siquiera saben que existe algo llamado "nulidad" y hay otros que conociéndola abusan de la declaración de nulidad y la toman como pretexto para desbaratar un matrimonio quizá viciado de origen pero que con el tiempo se avino, normalizó y procreó varios hijos, pero como al maridito se le atravesó otra fémina camino al trabajo, ahora si se vuelve este 'bien canónico' y recurre a la 'providencial' nulidad. Casuística hay en muchos sentidos.
.
Pulsando el nombre del artículo. Aquí está otra vez: La clave del matrimonio.
Creo que voy a pedir que los enlaces se marquen de forma un poco más visible en todo el portal.
“ La gente de hoy no es perversa; en cierto modo aun pudiera decirse que es demasiado buena. Está llena de absurdas virtudes supervivientes.
Cuando alguna teoría religiosa es sacudida como lo fue el Cristianismo con la Reforma, no solo los vicios quedan sueltos. Claro que los vicios quedan sueltos y vagan causando daños por todas partes, pero también quedan sueltas las virtudes, y estas vagan con mayor desorden y causan todavía mayores daños. Pudiéramos decir que el mundo moderno está lleno de viejas virtudes cristianas que se han vuelto locas. Y se han vuelto locas, porque fueron aisladas unas de otras y vagan por el mundo solitarias……..
Así que los humanistas se preocupan sólo de la caridad y su caridad resulta muchas veces falsa. Por ejemplo: el señor Blatchford ataca al cristianismo porque está loco por una virtud cristiana; la virtud de la caridad puramente mística. Tiene la extraña idea de que facilitará el perdón de los pecados, diciendo que no hay pecados que perdonar.
El señor Blatchford es no solamente uno de los primeros cristianos; es el único de los primeros cristianos que realmente mereció ser comido por los leones. Porque en su caso, la acusación pagana es verdadera: su misericordia significa anarquía. En realidad, por ser tan humano, es enemigo de la raza humana. “
Este párrafo ha sido sacado del capítulo III, del libro de ortodoxia.
Es digno de envidia sana, pero se dejan muchos parámetros. Por desgracia, en muchísimas ocasiones por mucha voluntad que una de las partes ponga, la otra no transige. Puedes ser muy católico, pero si el otro cónyuge falla o no está por la labor, la cosa no funciona.
Desgraciadamente, las variables son muchas y es muy difícil controlarlas todas.
Es bonito y deseable lo que se dice en el artículo y en alguno de los comentarios. Sin embargo, opinar desde una situación estable o al menos consolidada, no ofrece sino soluciones de larga distancia. Es como hablar de solucionar el hambre de un país africano charlando en una cena bien surtida en Europa.
Ojalá siempre fuera maravilloso. A veces no es así. Y ni catequistas sacerdotes ni nadie lo puede arreglar, simplemente porque una de las partes no quiere.
Es por ello que, valoren sus matrimonios duraderos tanto como su salud. Es una gracia que se valora de verdad cuando se pierde. No esperen tanto. Háganlo antes y sean conscientes cada día de la suerte que tienen a pesar de la "mortificación" diaria.
Podríamos decir que hoy el modelo a seguir para un católico es Erasmo de Rotterdam y sus continuos cambios de residencia huyendo de la Reforma y la Contrarreforma y no Tomás Moro al que su decisión final le convierte en una suerte de fanático integrista.
Una virtud solo tiene una finalidad, que es el Bien, pero el Bien visto desde los ojos de Dios, no de los hombres.
Una sociedad depravada suele estar llena de puritanos que miran con malos ojos a los que fuman, los que comen carne y los que no cambian a Dios por los pobres y tiene la tendencia de cargar al individuo con males supraindividuales que, por serlo, jamás podrá combatir mientras les libra de sus propios pecados que sí podría evitar.
Ahora todos se tienen que hacer cargo de todo, al hombre que no nació machista le cargan con esa cruz colectiva; al que nunca se planteó el racismo le hacen lo mismo; al que fue justo con los demás le echan encima a los pobres y al pastor que nunca contaminó un río le hacen copartícipe de los desastres de la industrialización y el asunto de Chernóbil pero, en cambio, les libran a todos de sus propios pecados.
Las izquierdas, que son teóricas, y eso viene de los tiempos de Comte, no pueden tener virtudes lo que tienen son consignas y hay que tener en cuenta que la moral dominante es de izquierdas.
1) La joven cuyos padres son unos ignorantes metepatas y no se avergüenza de ellos.
2) La que está dispuesta a anonadarse para que su hermana, locamente enamorada, se case con el que ella quiere.
3) El que en la sombra consigue que el sinvergüenza deje en paz a la incauta.
4) La que no está dispuesta a vender su virtud.
5) Los que se pasan la vida arreglando la estupidez de su cónyuge para que no se note tanto.
6) Las que se sacrifican por sus hermanos o hermanas, padres y demás parientes.
Y un largo etcétera. En realidad son virtudes para el lector de la novela, pero en el plano de la realidad solo los más perspicaces se darían cuenta, lo que indica claramente que son identificables como prudencia, constancia, paciencia, dignidad y otras y que solo aquellos que tienen in mente esas virtudes pueden captarlas.
Yo le debo a mi familia el rastreo de las virtudes domésticas y no domésticas, no por su definición, sino por los adjetivos calificativos que utilizaban para las personas del entorno. Las calificaban de cabales, justos, piadosos, sacrificados, modestos...y de ahí a llegar a la virtud que define esos comportamientos no hay más que un paso.
Es que hay una falsedad comunmente aceptada, la de que dos no pelean si uno no quiere.
Eso es mentira, como uno quiera hay pelea seguro y si es una entonces estas muerto.
Lo que sucede en realidad es que dos no estan junto si uno no quiere, y da igual lo católico que seas o lo virtuoso que seas.
Pero me temo que la mayoría de los divorcios son por la insoportable frivolidad actual que muestra el Blogger. La gente va al matrimonio porque se hace en las películas, aunque lleve varios años viviendo juntos, y ese día todo tiene que ser perfecto, eso si sabiendo que es mas facil divorciarte que cambiarte de compañía de telefonos y que lo importante es estar bien.
Es curioso pero el matrimonio civil es un contrato que no vale ni el papel en el que esta escrito. Si tu te das de baja de tu compañia telefonica o electrica puedes tener clausulas de rescisión, en las que tienes que pagar.
En el matrimonio se prometen cosas que de antemano se sabe que son un brindis al sol. Me refiero a muchos casos no a un catolico convencido.
Es que si firmas un contrato de arras para comprar una casa y renuncias tienes mas penalización que si te divorcias y no trabajas.
El límite entre uno y otro yo opino que está en:
1-cuando uno o los dejan de cumplir los votos (cumplir los votos requiere negación de sí mismo, pero entra dentro de lo “fácil”)
2-cuando uno de los dos, o ambos, som ocasión habitual de pecado para el otro.
Hay muchas formas de ser infiel, y algunas peores que el adulterio. Por ejemplo, y por citar frecuentes: cuando una de las partes se niega a tener (más) hijos, cuando una de las partes no ha abandonado a su padre y a su madre (¡cuántas rupturas por aquí, verdad!), cuando una de las partes abandona al cónyuge por los hijos (mucho, mucho de esto también), cuando no se fían el uno del otro.
No hace haber pasado por una crisis matrimonial grave personalmente, porque, al fin, ¿quién no tiene un familiar, amigo, que ha acabado en separación y divorcio y es consciente de que Bruno está simplificando al extremo?
Cuando el cónyuge se niega a vivir como tal (y no sólo en lo carnal, sino en cosas MÁS importantes) y es ocasión de pecado frecuente, no hay mortificación que valga.
Para que haya mortificación y entrega tiene que haber, de facto, algo de matfimonio aún, pero es que hay muchod casos en los que no queda ni un atisbo; situaciones en las que ya quisieran poder mortificarse.
"Para que haya mortificación y entrega tiene que haber, de facto, algo de matfimonio aún, pero es que hay muchod casos en los que no queda ni un atisbo; situaciones en las que ya quisieran poder mortificarse"
Hasta donde puedo ver, eso es falso y contrario a la fe católica. El matrimonio persiste hasta la muerte de uno de los esposos.
"Yo creo que es un poco más complejo. Un matrimonio puede ser una cruz pero tsmbién puede ser un infierno"
De nuevo falso y contrario a la fe católica. El infierno se caracteriza por la ausencia de esperanza. Visto con los ojos de Dios, todo sufrimiento en esta vida es una cruz y no un infierno.
meta. Por tanto completamente de acuerdo con San Francisco de Sales que dice que el matrimonio es un perpetuo ejercicio de mortificación.
En caso de matrimonio muy bien avenido, que también los hay, la cruz suele ser la viudedad porque, por una causa u otra, se sufre. Conozco casos de cruces de todas clases y una de ellas es la del cónyuge viudo de alguien que fue muy amado.
Vivir en pareja es a lo más que aspiran y llegan. Algunos cuando tienen niños optan por el matrimonio civil; la mayoría no.
Con esto no quiero echar un jarro de agua fría sobre nadie, pero es que al leer con tranquilidad todos los comentarios tengo la sensación de que la desconexión entre católicos y resto de sociedad española es cada vez mayor y más profunda.
Cierto es que lo importante es la calidad y no la cantidad, pero dentro de España los católicos ya somos de facto una minoría que el resto de la sociedad mira como bichos raros en el mejor de los casos y como enemigos a eliminar en el peor.
Para mí, la única esperanza con los jóvenes es enseñarles a ser hombres y mujeres de verdad y sólo entonces proponerles El Evangelio.
No me parece que el Blogger simplifique, a mi me parece un post para guardar.
Todos tenemos contacto con jóvenes y ya vemos cómo son.
Para ser hombre o mujer hay que saber razonar.
De todas maneras, que cada uno es un mundo es casi lo mismo, le diría, que los católicos catequizados en los últimos 50 años, aunque en un sentido distinto: estos últimos están convencidos de que saben la verdad, mientras que los otros buscan o están dispuestos a discutir (cada vez menos) sobre estos temas. Veo más fácil todavía enseñar a un pagano las verdades de la fe desde su multitud de creencias, que a un católico revenido convencido que lo de la confesión está superado y que la mortificación de los sentidos y afectos repugna al nombre de cristiano -visceralmente, además. Nuestros paganos y nuestros cristianos son, a veces lo pienso, los paganos y los judíos del tiempo de los apóstoles, tan perdida anda ahora la Verdad, como dice.
“el matrimonio es un perpetuo ejercicio de mortificación”
¿y qué relación humana no lo es? Pienso en el trabajo, los vecinos, los compañeros del gimnasio...
Creo que una de las cosas que sucede es que ante los problemas de convivencia en la pareja se ofrece la salida fácil de la ruptura.
Por experiencias que conozco puedo asegurar que hay gente que rompe su matrimonio pensando que así soluciona sus problemas y luego se dan cuenta de que los problemas que tienen que afrontar son todavía peores; que los que no quisieron "firmar papeles para amar" y mucho menos quisieron contar con Dios y formalizar su relación ante la Iglesia, cuando rompen la relación terminan firmando todo tipo de documentos ante un juez que se convierte en el árbitro de la pareja para los asuntos más cotidianos (sobre todo cuando hay hijos). Ellos también sufren pero su dolor frecuentemente es infecundo y destructivo.
Con otras relaciones humanas no actuamos así en caso de conflicto: es difícil abandonar el trabajo por rechazo a tus compañeros o a tu jefe; cambiar de vivienda por un vecino insoportable... y sin salir del ámbito familiar, qué no hacemos por un hijo rebelde.
Creo que es san F. de Sales el que da unos consejos para la vida espiritual sobre cómo manejar las tentaciones que entre otros tiene algo parecido a este: imaginar las situaciones en las que uno suele perder la paciencia (una entrevista con una persona desagradable que nos hace perder la paciencia y desata nuestra ira, p. e.) para mentalizarse y saber mantener la calma.
Creo que el ejemplo puede valer para ilustrar que con entrenamiento (un poco de astucia espiritual) podemos manejar mejor las situaciones conflictivas.
Muchas de las desavenencias en el matrimonio (pero también en la vida religiosa y sacerdotal que tienen una clara dimensión relacional) se deben a problemas de comunicación que se pueden superar con buena voluntad de los cónyuges.
Tú puedes ser más feliz en tu matrimonio
El mejor regalo que les puedes hacer a tus hijos: unos padres que se quieran.
Conozco ENCUENTRO MATRIMONIAL - tiene página web - y puedo asegurar que la mejora en el diálogo entre la pareja es posible. A veces fracasamos o llevamos una vida de relación mortecina porque no dominamos algunos resortes de la comunicación.
Dios actúa en nuestro matrimonio a través de nuestro cónyuge y nuestra decisión de amar al otro tal como es y en cualquier circunstancia (la caridad es oblativa) es posible y además es fuente de felicidad.
Aprovecho, D. Bruno, hombre casado y padre de familia, para invitarle a que haga con su esposa un Fin de Semana de Encuentro Matrimonial. Le aseguro que no de dejará indiferente.
AMDG
¿Cuánto vale la palabra de un cristiano?
Creo que no somos conscientes de que la Iglesia actúa en muchos casos basándose en nuestra palabra: promesas matrimoniales; votos religiosos o promesas de los ordenados sacerdotes...
El sacerdote perdona los pecados de que nos acusamos...
Contestamos "amén" cuando al comulgar es sacerdote nos recuerda "el cuerpo de Cristo"...
Hacemos profesión de fe; los párrocos, obispos... hacen juramentos sobre sus obligaciones etc.
¿Cómo puede ser que, p. e., un niño se acerque a la catequesis de primera comunión sin saber rezar? ¿Cómo que haya quien comulgue sin importarle el estado de su alma? Párrocos que desatienden el confesonario. Sacerdotes, obispos... que predican cosas contrarias a la fe y a la moral de la Iglesia.
Podemos engañar a otros, no sé si terminamos engañándonos a nosotros mismos pero estoy seguro de que no podemos engañar a Dios, N. S.
No quiero cansarle más. Ahí le dejo esos retazos por si le sirven.
Pienso que el gran desconcierto (apostasía) que vivimos, tanto como pueblo de Dios como entre muchos de nuestros pastores tiene que ver con la ligereza y el poco valor que le damos a nuestra palabra.
AMDG
De alguna forma coincide con Cor. 4 "Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor".
En mi país se aconseja "ser más que mansos".
Por otra parte consultado Monseñor Casalotodo sobre lo dicho por Francisco (de Sales) -sobre el matrimonio mortificante- que hay que preguntarse el matrimonio de quién ? y ahí te quiero ver torero.
Advierte Monseñor que se ha generalizado tan vertiginosamente esa afirmación sobre el matrimonio como mortificación que hasta San Antonio de Padua tiene que realizar enormes esfuerzos para conseguir los novios que le piden....
Saludos cordiales.
crean problemas sino que los deshacen (y no pueden obviar que su abuela, es decir mi madre, hacía lo mismo). Al menos eso le trae un tanto mosca a una de mis sobrinas: aparezco cuando ellas quieren, casi siempre en función de servicio, y desaparezco cuando no soy necesaria, sin mostrar ningún protagonismo. Siguiendo a la Virgen María, que es mi modelo, el protagonismo me produce horror así que en una reunión nunca pretendo que se fijen en mi, voy o o voy, hago esto o lo otro según necesidades ajenas como si yo no tuviera ninguna. Y me he dado cuenta que, a medida que pasan los años, eso empieza a calarles. Dios quiera que sea instrumento del Espíritu Santo y que se den cuenta que detrás de esto no hay más Persona que Jesucristo y la Theotokos, no la buena disposición natural de una persona pecadora que, por serlo, solo consigue llegar al Bien a través de los Dones concedidos por el Espíritu Santo y no por disposición natural. Con esto no se acaba la cuestión porque todos sabemos que caemos una y otra vez, pero ellas miden las cosas según les afecta y en ese sentido no ven mis muchos fallos en otras cuestiones sino solo mi conducta familiar.
Y tampoco yo les rezo como si fueran santos.
Vaya hoy, en el día de los abuelos, este homenaje, con una oración. También a los otros, a los maternos, que los pobres perdieron a quienes les indicaran el camino.
Y en cuanto al post, hoy no hacía más que ver la diferencia que hay entre la mortificación del matrimonio y el de la familia o los otros casos que señalaba Bartimeo: en el matrimonio un amor venido de la nada por ese otro nos hace sufrir sus espinas y amolar las nuestras. Y es uno mismo el que tiene que tirar, con el otro delante como fuerza que impele, y la gracia de Dios como herramienta. En la familia hay aprendizaje, hay obediencias, diferencias de edad, experiencia y sabiduría, autoridad... son mediaciones que ayudan. En la vecindad, en el trabajo, en la sociedad en general, también hay leyes escritas y no escritas, en fin. Pero en el matrimonio, amiga, ahí vas a pecho descubierto. Y ahí se cuece todo lo demás.
A lo mejor este es un buen punto para ayudar a aquellos que dicen no querer ningún tipo de compromiso.
En cuanto al amor venido de la nada, mi madre tenía sobre su lecho una Cruz de Pentecostés que mandó bendecir porque mi padre se le declaró precisamente ese día y decía: "solo el Espíritu Santo pudo traer de tan lejos al único hombre que podía hacerme feliz". Bueno, el hombre que la hizo feliz sufrió una ruina total y una enfermedad que duró de 1981 a 1998, pero eso no impidió su felicidad que, según ella, era la causa de que solo se mereciera el purgatorio alguien que había sido querido por sus abuelos, sus padres, su marido y sus hijos. Tal acción de la Providencia Divina debía haber sido contestada de una manera más contundente que la que ella mostró, es decir con la santidad que no tenía, según sus palabras. También añadía que la visión de Dios no podía ser inmediata para alguien como ella, pobre mujer, porque eso es inefable, así que primero tenía que prepararse purgando sus pecados dando gracias a la Misericordia Divina por permitirle la Esperanza que en el Purgatorio hay, ya que, según decía, éste solo tiene una salida y es hacia arriba. Pedir la Salvación súbita para su persona le parecía un gesto de arrogancia por lo mucho que había recibido y lo poco que había dado.
Respecto a la Autoridad, Padre y Madre la comparten frente a los Hijos, pero la Autoridad reside en el Hombre, el Paterfamilias, que debe seguir los sabios Consejos de su Esposa. El Hombre es Cabeza de la Mujer, dice San Pablo, que es voluntariamente sumisa por Amor, y éste la Ama con Pasión ¡la Pasión! ¡con el Amor del Espíritu Santo! ¡El Cuerpo de la Mujer, y del Hombre, es Templo del Espíritu Santo! ¡y está dispuesto a entregar su Vida por su Esposa!
En definitiva, Hoy falta la Pureza, Carnal de la Castidad, y Espiritual de la Autoridad del Hombre. El Matrimonio, cuando se acepta y Elige, es un Deber ¡Deber Sagrado ante Dios! y el Hombre y la Mujer aceptan, llevan ¡comparten! la Cruz. La Cruz, siempre Santa y Necesaria, lo Santifica todo ¡también el Matrimonio! La Cruz Espiritual, el Sufrimiento Espiritual, la lleva el Hombre hasta en el Cielo, donde si identifica con Dios, por la Existencia del Mal en el Mundo y el Infierno. No hay degradación, sufrimiento Físico, Triunfa la Felicidad celestial, Perfecta, Eterna, Omnipotente ¡pero el Hombre lleva la Cruz Espiritual Eternamente! ¡Y la Misa, Sacrificio No Cruento de Jesús en la Cruz por Amor, ¡también es Eterno! ¡Hasta que la Muerte os separe, en el Cielo puede haber un nuevo y distinto Matrimonio ¡también Eterno!
El Matrimonio, en General, no es Hoy posible en la Mujer moderna, pues ésta sólo Busca un Semental al que Montar y dominar, y cambiarlo por otro cuando se Harte. Y el Hombre moderno ¡masivamente afeminado! no Respeta a la Mujer ¡la Princesita! pues sólo Busca la Fornicación convirtiéndola ¡Ay! ¡con Perdón! ¡en una Vulgar P! (!?) ¡Ay! ¡Viva el Matrimonio! ¡Viva la Pureza! ¡Viva Dios!
Dejar un comentario