¿Los últimos tiempos?
Hace unos días, hablando en un artículo sobre la forma de encarar la crisis de la Iglesia, un lector me “acusaba” de que en lo que había escrito se manifestaba una “visión cercana a que actualmente estamos en los últimos tiempos”, algo que claramente el lector consideraba por completo inadmisible. En cuanto al artículo en sí mismo, nada podría haber estado más lejos de la realidad, porque no trataba ese tema y ni siquiera se me había pasado por la cabeza al escribirlo. Sin embargo, la propia acusación me resultó extraña y me dejó mal sabor de boca sin saber en ese momento del todo por qué.
Al pensar más tarde sobre ello, me di cuenta de que la acusación me había inquietado porque no tenía sentido. Lo cierto es que estamos en los últimos tiempos. Por supuesto que estamos en los últimos tiempos. El católico lector, bienintencionadamente pero sin saber lo que decía, me reprochaba que quizá estuviera dando la impresión de creer algo que, de hecho, es parte sustancial de la fe católica desde sus orígenes.
Basta leer la Escritura para darse cuenta de que pocas cosas tenían más claras los Apóstoles y los primeros cristianos que esta. San Juan lo afirma expresamente y es Palabra de Dios: hijitos, estamos en los últimos tiempos. En el Apocalipsis, es el mismo Señor quien dice: vengo pronto. Si lo quieren aún más explicado, pueden leerlo en el Catecismo de la Iglesia Católica: “Desde la Ascensión, el designio de Dios ha entrado en su consumación. Estamos ya en la ‘última hora’” (CEC 670). O en el Concilio Vaticano II: “El final de la historia ha llegado ya a nosotros” (LG 48).
De hecho, nuestra vocación en gran medida consiste precisamente en ser conscientes de esta verdad y vivir de acuerdo con ella. Los cristianos somos los que permanecemos en vela en un mundo dormido con el sopor del pecado, la desesperanza y el hastío. Ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. Velamos, pero nadie está en vela porque sí: velamos porque esperamos. Estamos llamados a ser las vírgenes sabias que esperan la llegada del Esposo, el dueño de la casa que vigila al ladrón, los centinelas preparados para el combate y los discípulos fieles que aguardan a su Señor. Como los primeros cristianos, a la vez manifestamos nuestra fe en que Cristo viene (Maran athá, el Señor viene) y expresamos nuestro deseo de que llegue ya (Marana tha, ven Señor), dos oraciones que, por su importancia especialísima, nos han llegado en el arameo original de los apóstoles. El mismo sacrificio de la Misa se ofrece siempre y expresamente “donec venias”, hasta que Cristo venga.
No se trata de un futuro lejano, sino todo lo contrario. Lo dice el Catecismo: “Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente” (CEC 673). ¡Inminente! Y si la segunda venida de Cristo es inminente, no podemos acomodarnos en un mundo que está próximo a su fin, ya que los cielos y la tierra presentes están reservados para el fuego y guardados hasta el día del Juicio y de la destrucción de los impíos. De ahí que los cristianos, como decía la Carta a Diogneto, “habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña […] viven en la tierra, pero son ciudadanos del cielo”.
No hacían más que poner en práctica lo que enseñaba San Pablo: El tiempo es corto. Queda, por tanto, que los que tienen mujer vivan como si no la tuviesen. Los que lloran, como si no llorasen. Los que están alegres, como si no lo estuviesen. Los que compran, como si no poseyesen. Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen. Porque la representación de este mundo se termina. Este mundo se termina. San Pablo no dice “se terminará”, sino que se acaba ya, se está acabando.
Este es el sentido, por ejemplo, de que existan hombres y mujeres que se consagren a Dios en pobreza, castidad y obediencia, suscitando el asombro y también el rechazo del mundo. Son los que podrían tener, pero viven sin nada propio; los que admiran lo que ha hecho Dios, pero renuncian a placeres buenos y lícitos porque no viven esclavizados por las criaturas; los que están alegres, pero no temen al sufrimiento y a la muerte porque encuentran una alegría inagotable en Cristo. Esto solo tiene sentido si la representación de este mundo se termina y ellos ya están a otra cosa, con la mirada puesta en el cielo. Su misma vida es un signo escatológico para nosotros, una señal del fin de los tiempos y de la vida celeste que nos espera.
Sobre todo, son los santos los que viven escatológicamente, apocalípticamente. ¿Qué es, si no, la meditación de las dos banderas de San Ignacio, en la que se nos pide elegir si estamos en el bando de Cristo o en el del diablo en este campo de batalla final? ¿O el “muero porque no muero” de Santa Teresa y San Juan de la Cruz? ¿O el “santidad o muerte” del Beato Spínola? Puesto que todas estas cosas han de disolverse así, ¿cómo conviene que seáis en vuestra santa conducta y en la piedad, esperando y acelerando la venida del Día de Dios, en el que los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados, se fundirán? Hay que ser tontos para apegarse al mundo, precisamente en cuando el mundo da las últimas boqueadas. ¿No te tengo a ti en el cielo? Y contigo, ¿qué me importa la tierra? Se consumen mi corazón y mi carne por Dios, mi lote perpetuo.
Hubo una época en que todos los cristianos tenían muy claro esto y por eso eran llamados “santos”, como simple sinónimo de ser cristianos. Hoy, en cambio, la gran mayoría de los cristianos nos hemos cansado de aguardar y no esperamos nada. Nos hemos acomodado en el mundo. Ya no vivimos, en palabras del salmista, como peregrinos sobre la tierra, como extranjeros en tierra extraña. Ya no se puede decir de nosotros: están en el mundo, pero no son del mundo. No suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas, anhelando el cielo día y noche. ¿Quién puede extrañarse de que se hayan desplomado las vocaciones, cuando hemos perdido la capacidad de entender la vida con mirada escatológica, esperando al Rey que viene?
Como vírgenes necias y viñadores homicidas, nos tragamos con avidez las modas eclesiales modernas, tendentes a atenuar o diluir el anuncio explícito de Cristo y a fomentar como lo más importante otras cosas como el diálogo interreligioso, la fraternidad meramente natural o el “acompañamiento” del pecador en lugar de su conversión. Todas esas modas y otras muchas como ellas tienen esto en común: la falta de urgencia por la salvación, a la que se antepone el deseo de llevarse bien con el mundo, encajar en la sociedad pagana, caer bien y no ser perseguidos, como si el Señor no hubiera prometido la persecución a sus discípulos.
Puede haber, por supuesto, y de hecho siempre ha habido múltiples reflexiones, hipótesis y discusiones sobre lo avanzada que está la batalla final, sobre si el kátejon ya ha sido retirado, si la bestia se ha levantado, el anticristo es tal o cual y otros mil detalles más. A fin de cuentas, los soldados rasos no suelen enterarse de lo que está pasando y generalmente se limitan a cumplir con su deber, confiando en el buen hacer de su capitán (¿y qué mejor Capitán que el nuestro, que en su mano derecha tiene siete estrellas, lleva una espada aguda de doble filo, cuya voz es el estruendo de grandes olas y cuyo rostro brilla como el sol). Él sabe y nosotros no: ours not to reason why y todo eso. No se nos ha dado conocer con seguridad cuándo terminará la batalla, pero que esa batalla final ha comenzado es indudable. No vivimos en tiempos de paz. Nuestro tiempo “inaugura los combates de los últimos días”, como dice el Catecismo (CEC 672).
Sabiéndolo, el Señor nos regala ese maravilloso y terrible libro que es el Apocalipsis, el cual tiene, en primer lugar, la virtud de advertirnos, con un toque de trompeta, que vivimos en esos últimos tiempos y que, como decíamos, son tiempos de batalla. Para que despertemos, en lugar de seguir dormidos como los paganos y nos aprestemos para la lucha, porque el mundo entero está en poder del Maligno, advierte San Juan. No es una batalla futura, sino presente: ya han surgido muchos anticristos y por esto conocemos que son los últimos tiempos. Los ejércitos están en orden de batalla y tenemos que elegir. Solo podemos ser hijos de Dios o hijos del diablo; seguir a Cristo o a Satanás, el seductor del mundo entero; ser otros Cristos o ser anticristos. No hay término medio, porque todo el que no dobla la rodilla ante Dios, al final la doblará ante el Enemigo: este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
Como enseñaban Donoso Cortés o Chesterton, todo conflicto tiene, en última instancia, una raíz teológica. Los pobres agnósticos y paganos, sin enterarse de nada, creen que los conflictos del mundo son políticos, económicos o sociales, cuando en realidad todos ellos son esencialmente teológicos. No existen otras guerras ni otras luchas con sustancia, más que la lucha entre el Cristo Rey y el Príncipe de este Mundo. Tenemos que elegir entre la Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre. No cabe la neutralidad, ni existen componendas posibles, porque no se puede servir a dos señores y el que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. No podemos limitarnos a vivir mediocremente y tranquilitos en nuestros asuntos, como si este mundo fuera a durar. ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? ¿Cómo vamos a vivir como los demás?
En medio de esa lucha, el Apocalipsis es un libro de consolación, que la Iglesia ha leído siempre de manera especial en tiempos de peligro y persecución. En España tenemos los llamados “beatos”, comentarios al Apocalipsis con maravillosas ilustraciones, que se escribieron desde el siglo VIII, cuando gran parte de la Península cayó bajo el dominio musulmán. Quienes los leían, podían contemplar de forma gráfica e inmediata en sus imágenes que las luchas y contradicciones sufridas por los cristianos eran parte del plan divino, que tenían un sentido y que no eran desesperadas por muy poderosas que fueran las fuerzas reunidas contra la Iglesia. El Apocalipsis es también, en ese sentido, el libro de los mártires, los testigos de Cristo en la persecución cuyas oraciones se elevan hasta Dios por manos de sus ángeles. Es, en definitiva, el libro del triunfo seguro de Cristo Rey, que tiene la última palabra en la historia: yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.
En el último libro de la Escritura está todo esto y mucho más, pero, ¡ay!, nos hemos cansado de esperar y de leer el Apocalipsis, relegado a la categoría de libro rarito y embarazoso que es mejor no sacar a la luz, no sea que los paganos y biempensantes se burlen de nosotros. Hemos pasado años, siglos o milenios esperando y ya estamos cansados. El católico medio está acostumbrado a que los curas le hablen de solidaridad, sociología, política, psicología y ecología sin mover una pestaña, pero se incomodará y pondrá cara de pocos amigos si oye hablar del Juicio Final, la segunda venida, la condenación eterna o la resurrección de la carne. Desde nuestro humilde puesto en la batalla no vemos más que lo que tenemos alrededor y hemos terminado por creer que eso es lo único que existe y existirá, y que lo mejor es vivir lo mejor posible en un mundo caótico y sin sentido. En definitiva, queremos ser como los demás. En el mundo, con el mundo y del mundo, quizá con alguna adherencia católica folclórica y sentimental, pero definitivamente del mundo, para que nos quieran y no se rían de nosotros, para no tener problemas, para poder seguir viendo la televisión y yendo de vacaciones tranquilamente, para continuar educando a nuestros hijos en que lo importante es estudiar una buena carrera, tener dinero y triunfar en la vida. ¡Qué bajo hemos caído!
En uno de los pasajes a mi juicio más bellos de El Señor de los Anillos, se recoge un diálogo entre Dénethor, el gobernante del reino de Góndor, y su hijo Bóromir. Ese reino, asediado constantemente por el enemigo, antiguamente estaba regido por una dinastía real, pero el linaje se había roto y la ciudad había permanecido sin rey durante casi mil años. En su lugar, eran los herederos del senescal del último rey los que gobernaban y, durante un milenio, habían seguido haciéndolo “en nombre del rey”, como servidores. En la ocasión que relata Tolkien, el hijo del senescal, cansado de esa situación en la que su familia hacía todo el trabajo pero sin tener la dignidad de reyes, preguntó a su padre: ¿Cuántos centenares de años han de pasar para que un senescal se convierta en rey, si el rey no regresa?”. Dénethor, solemnemente y con un deje de orgullo en la voz, respondió: “Pocos años, tal vez, en casas de menor realeza. En Góndor no bastarían diez mil años”.
Si este pasaje resuena en nuestro interior es porque, de algún modo, nos vemos reflejados en él. En el mundo, es comprensible que los hombres se cansen de esperar, que abandonen o vomiten la fe e intenten crear sus utopías, organizaciones y filosofías con el objeto de sustituir a Dios por la obra de sus manos. Allá ellos. ¡Dejad que los muertos entierren a sus muertos! Entre hijos de Dios que mantienen el tesoro de la fe, sin embargo, las cosas no pueden ser así. Somos linaje escogido, sacerdocio real, nación santa. En la Iglesia, ciudad del Gran Rey, barca de Pedro y vértice del cielo, unos pocos milenios no bastan para que interrumpamos nuestra guardia, conscientes de que para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día.
Aquí seguimos, en vela, esperando al Rey que viene, que se acerca, que ya está aquí y trae consigo su recompensa para los que permanecen fieles. Lleva en alto la Cruz gloriosa como estandarte y con Él vienen la Mujer vestida de sol, el blanco ejército de los mártires, las huestes angélicas capitaneadas por Miguel y una multitud innumerable tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, que cantan, exultantes un canto de victoria: “¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!”. Y nosotros, aún de guardia donde Dios nos haya puesto, oímos los ecos lejanos de ese canto y, reconfortados, se nos olvidan el frío, el viento y las penalidades, porque el Señor viene. Amén.
81 comentarios
Esperamos a que Alguien nos rescate personalmente del fango por el que nos arrastramos.
Me importa un bledo cuando caerán las cumbres del Himalaya; yo ya estoy en mis últimos tiempos y le pido a Dios que en mi ausencia cuide de mis seres queridos. Apocalipsis, Armagedón etc, son cosas que no me quitan el sueño. Más quisiera poder llevar ante Dios en un pañuelo, las pocas cosas que causan mis desvelos.
"me ha llamado la atención que en la Basílica de San Pablo extramuros, solo quedan, si no estoy mal 6 medallones para los futuros papas"
En principio, eso solo es una cuestión arquitectónica, diría yo. Cuando se acabe el espacio en el friso que utilizan, pondrán los mosaicos en las naves laterales, en el techo o donde sea.
"yo esperaría que después de este momento de calvario viniera un pequeño momento de Gloria en la Iglesia, en donde las misiones se incrementarían, para después Cristo viniese"
Como decía, no sabemos cómo van a transcurrir las cosas exactamente, ni cómo de avanzada va la batalla final. Lo que sí sabemos es que, antes de la victoria final de Cristo, las cosas se pondrán muy mal: "Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa [...] El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10)" (Catecismo 675 y 677).
El concepto de inminente del Catecismo y el que tenemos el resto del mundo es bastante diferente. 2000 años no es inminente ni se parece en nada a inminente, y probablemente sea la inminencia de la segunda venida uno de los mensajes más raros de Jesús, y de hecho, no lo entendió ninguno de sus Apóstoles, ninguno de los primeros cristianos. y obviamente, ninguno de los que hemos venido después.
En un post anterior te pregunté, por curiosidad, cuál es la doctrina de la Iglesia sobre el Reino de Dios tras su segunda venida: ¿habrá una Tierra nueva, con hombres mortales, que vivirán bajo la égida de Dios, o desaparecerá la Tierra, y solo quedará el Cielo?
Yo sí creo que algo ha cambiado desde hace muy poco, algo que ha sucedido en nuestras vidas, como un clic que ha puesto en marcha una degeneración repentina, acelerada, una sensación ahora sí, inminente, de tal vez no en esta generación, pero sí de algo que va a suceder en las dos siguientes generaciones.
Yo sí creo que ahora se ha puesto en marcha el tiempo del Anticristo, pero es solo una sensación, que igual compartieron todos aquellos coetáneos de los que perdieron la fe en procesos históricos locales, cuando tierras enteras se entregaron a lslam, o al Comunismo.
A ver si un día te animas y explicas en un post cuáles son las profecías establecidas por la Iglesia en relación a los últimos tiempos -los de verdad, no los miles de años que llevamos desde Cristo, que para Dios seguro que son un suspiro, pero desde luego para nosotros son una eternidad-.
II Pedro, 3, 9 ss Gracias por un articulo excelente!!!!Bendiciones .NNDNN
"No estoy de acuerdo en que los cristianos nos hemos cansado de esperar"
Bueno, gracias a Dios, no todos, como es lógico.
"Me importa un bledo cuando caerán las cumbres del Himalaya; yo ya estoy en mis últimos tiempos y le pido a Dios que en mi ausencia cuide de mis seres queridos. Apocalipsis, Armagedón etc, son cosas que no me quitan el sueño. Más quisiera poder llevar ante Dios en un pañuelo, las pocas cosas que causan mis desvelos"
Siempre hay soldados que caen antes de que llegue la victoria. Pero no tiene sentido decir que, por eso, les importa un bledo la victoria. Sin la victoria (o al menos la posibilidad de ella, en las causas humanas), no tendría sentido luchar. Puede que tú mueras o que yo muera antes de que llegue Cristo en gloria y majestad y puede que no, pero la victoria final de Cristo sobre el mal y la muerte nos importa exactamente lo mismo estemos aún vivos entonces o nuestros cuerpos tengan que estar resucitados. Al final, la última palabra sobre la historia, el sufrimiento, la muerte, el pecado y la gracia la tiene Cristo. Y eso es lo que importa.
Só não vê quem não quer que estamos às portas do Anticristo.
Não é apenas provável. É seguro, porque a palavra de Deus assim o diz: "Filhinhos, esta é a última hora".
"El concepto de inminente del Catecismo y el que tenemos el resto del mundo es bastante diferente. 2000 años no es inminente ni se parece en nada a inminente"
Lo que importa es el concepto de las cosas que tiene su Autor, que es el que las conoce de verdad. Ante eso, tu opinión (o la mía), por mucho que esté unida a la del "resto del mundo", tiene la importancia de una cagarruta de mosca, la verdad. Si nuestro concepto de algo no coincide con el de Dios, eso es señal de que debemos pedir la gracia de mirar las cosas con los ojos de Dios, porque Él es quien las ve correctamente.
Lo cierto es que la visión que tienen los hombres del tiempo es disparatada. Si le digo a mi hijo pequeño que falta un mes para el Día de Reyes, me responderá que eso es una eternidad. Si le digo a un anciano de 99 años que ha vivido mucho, me responderá que ha sido un suspiro, apenas un pestañear de ojos. Y si le pregunto a un científico, me dirá, de forma aún más disparatada, que no sabe lo que es el tiempo pero puede medirlo hasta la trillonésima de segundo. Hasta que no lleguemos a la eternidad, no entenderemos nada de lo que es el tiempo. ¡Y nos permitimos darle lecciones a Dios sobre si tarda o no tarda! ¡Criaturitas inconscientes!
"probablemente sea la inminencia de la segunda venida uno de los mensajes más raros de Jesús, y de hecho, no lo entendió ninguno de sus Apóstoles, ninguno de los primeros cristianos. y obviamente, ninguno de los que hemos venido después"
Me temo que el que no lo has entendido eres tú, como suele suceder cuando alguien dice algo así. No intento reprochártelo: solo has absorbido la increencia de tu época y, de hecho, he escuchado decir lo mismo a algún eminente teólogo (que sabía menos teología que ese hijo pequeño mío que mencionaba antes). Lo cierto es que la Iglesia lo ha entendido muy bien y los Apóstoles lo han entendido muy bien y los santos lo han entendido muy bien, en la medida que se entienden los misterios de Dios, por supuesto, que es con contemplación y humildad.
La enseñanza de Cristo es, ante todo, como se señala en el artículo, que ya estamos en los últimos tiempos, porque Él ya ha muerto y ha resucitado. Todo ha cambiado y ya nada puede ser igual. El Espíritu Santo ha sido derramado, la eternidad ha entrado de lleno en el mundo y Cristo ha descendido a los infiernos para liberar a los que estaban allí esperando su venida. Por eso somos ciudadanos del cielo, porque vivimos en los últimos tiempos, en la era escatológica. El demonio ya está vencido, pero todavía no lo sabe y el dragón aún ruge y da sus últimos coletazos, hasta que Cristo victorioso lo mande definitivamente al infierno, resucite toda carne y Cristo nos juzgue a todos. ¿Cuándo será eso? ¿Un pestañeo, dos pestañeos? ¿Dos mil años, diez mil? Eso no es nada cuando estamos hablando de la eternidad, y de eso es de lo que estamos hablando, porque por la gracia ya hemos empezado a pregustar esa eternidad, aunque solo sea en forma de prenda del principal. Los cristianos no miramos el tiempo como los paganos, que creen que solo tienen esta vida, que es como la hierba del campo, que hoy la siembran y mañana la siegan y se seca. El tiempo, en realidad, no es más que otra criaturita en las manos de Dios, como nosotros.
Los apóstoles y los santos entendieron muy bien que el Señor viene, que este mundo se termina y la última palabra sobre él le corresponde a Cristo Rey, y que no les tocaba a ellos saber el día ni la hora, sino esperar en vela, como el criado espera el regreso de su Señor para que él arregle todos los asuntos pendientes. Ese es el secreto: vivir aguardando (y luchando), como mendigos que saben que solo pueden recibir de otro lo que necesitan y que están al servicio de ese otro, y no a la inversa.
"En un post anterior te pregunté, por curiosidad, cuál es la doctrina de la Iglesia sobre el Reino de Dios tras su segunda venida: ¿habrá una Tierra nueva, con hombres mortales, que vivirán bajo la égida de Dios, o desaparecerá la Tierra, y solo quedará el Cielo?"
Hombre, para esas cosas es mejor consultar directamente la doctrina en vez de preguntarle a un bloguero perdido por ahí. Por ejemplo, Catecismo de la Iglesia Católica 1042-1050.
"Yo sí creo que ahora se ha puesto en marcha el tiempo del Anticristo, pero es solo una sensación, que igual compartieron todos aquellos coetáneos de los que perdieron la fe en procesos históricos locales, cuando tierras enteras se entregaron a lslam, o al Comunismo"
No son cosas excluyentes. Como decíamos, San Juan enseña que han venido muchos anticristos, que pueden ser anticipos del "grande" o también es posible que el "grande" sea solo el conjunto de esos anticristos pequeños, como han dicho algunos teólogos.
"A ver si un día te animas y explicas en un post cuáles son las profecías establecidas por la Iglesia en relación a los últimos tiempos -los de verdad, no los miles de años que llevamos desde Cristo"
Si después de la afirmación de la Palabra de Dios infalible, que enseña que estamos en los últimos tiempos, me sales con que esos últimos tiempos no son "los de verdad", no hay mucho que pueda decirte, la verdad, porque en este momento no estás con la actitud apropiada. Quizá mañana, con un buen desayuno y la gracia de Dios.
Saludos.
"¿Se consumirán los elementos por el fuego? ¡Qué horror! ¿Y los corales y la selva del Amazonas?"
Je, je. Pregúntale a tu amigo D. Higinio.
Me temo que las cosas se van a poner feas para los hermanos corales, la prima selva, las cuñadas cucarachas y los hermanastros virus (que, por alguna razón, son los grandes olvidados de la encíclica Laudato Si).
La primitiva Iglesia creía que la segunda venida de Cristo (Parusía) era inminente y cercana. La historia ha desmentido esta realidad. Llevamos 2000 años y aquí seguimos.
¿Entendemos por "últimos tiempos" el periodo desde la resurrección de Cristo hasta su segunda venida? ¿el tiempo que vendrá con una gran crisis de fe que antecederá a la venida del falso profeta y el anticristo? ¿y las catástrofes cósmicas? ¿solo alegorías?
En la Iglesia apenas se hablan de estas cosas en prédicas y catequesis, quizá porque no se tienen ideas claras. Yo estoy algo perplejo con estas cosas.
Opiniones, por favor.
No sé si eso es milenarismo mitigado, y debemos rechazarlo, o es lo que debemos creer.
Sobre la expresión los últimos tiempos, no tengo ningún afán de polémica teológica. Si en términos teológicos, los últimos tiempos son todos los que vivimos después de Cristo, pues muy bien.
Mi duda es sobre lo que llamaríamos los últimos tiempos en castellano, es decir, aquel periodo histórico que antecede, en términos históricos y no divinos, a la segunda Venida. Si es más correcto, no tengo ningún problema en decir los últimos años.
"¿Se consumirán los elementos por el fuego? ¡Qué horror! ¿Y los corales y la selva del Amazonas?"
¡Todavía nos queda la conquista del espacio!,(je, je)
Si es así, mil años es como un día. Por cierto, es posible que en este tercer milenio estamos en el tercer día. Aún hay esperanza para el Amazonas ...
Sólo es añadir un poco de humor, si se me permite.
Saludos.
Por la misma esencia de su contenido ha dado lugar a muchas teorías, la más famosa de las cuales es, tal vez, la del Abad Joaquín de Fiore (S. XII) que establecía tres eras: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo en un intento de explicación de los últimos tiempos, de manera que no dijo el cuándo pero sí el cómo.
El Abad de Fiore provocó que la Iglesia desechara parte de sus teorías pero, como fue siempre ortodoxo y nunca quiso plantear herejía alguna, y cómo su figura era inatacable porque fue un santo vox pópuli, se ha quedado ahí "entre el cielo y la tierra como el alma de Garibay", según el refranero castellano antiguo (Yo he pisado muchas veces la losa bajo la que está enterrado Esteban de Garibay para ir a comulgar y el dichoso refrán me ponía de los nervios).
La Iglesia no quiere que especulemos porque del Apocalipsis lo único que está claro es el Triunfo del Cordero, con la ruptura de los siete sellos, y las multitudes que se salvan de las 12 tribus de Israel más los 144.000* que "lavaron sus ropas en la sangre del Cordero (mártires)".
También aparece la Santísima Virgen coronada por doce estrellas y perseguida, pero no alcanzada, por el Dragón.
Las cartas a la iglesias también nos sirven para meditar en cuál de ellas estamos.
*144.000 es un múltiplo de 12 que, probablemente, indica una cantidad enorme ya que los múltiplos de 12 son muy empleados por la cultura hebrea. Los judíos, según el Talmud, creen que en cada generación hay 36 justos (también múltiplo de 12) pero que indica un número mucho menor y que la extinción de esos justos traerá el fin del mundo.
Si enlazamos el versículo del Apocalipsis, 19,21 con el 20,10 (y suprimimos los versículos 20,1-9) se elimina cualquier milenarismo. La segunda venida de Cristo (19,11 hasta 19,21) y el juicio final (20,11) se unen sin solución de continuidad.
Pero como no podemos obviar esos versículos -20,1,8- la única conclusión admisible -a mi humilde juicio- es que entre la segunda venida de Cristo y el juicio final, habrá un perdido en la tierra de inmensa paz , donde se cumplan las bienaventuranzas, especialmente aquella que habla de que "los mansos heredarán la tierra". Porque, esa promesa del Señor no se refiere al Cielo -que vendrá tras el juicio final- sino a la tierra. Y esa promesa se cumple en esos versículos 20, 1-8.
Más allá de esa genérica reivindicación en la tierra de los santos perseguidos, los mansos o los humildes -según aseguró Jesús en el sermón del monte- sería temerario precisar más. Y ese es el problema del "milenarismo", querer rellenar con imaginaciones, algunas disparatadas, esos vacíos.
Por otro lado, y aun cuando no entran en materia de fe, los testimonios de muchas de las visiones de la Virgen insisten sobre el tema de la inminencia del fin de los tiempos y no son pocas las profecías de santos que parecen describir a la perfección nuestro tiempo. Soy consciente de que esto último podría decirse de otras épocas, pero, insisto, no es comparable. Ni siquiera la invasión árabe de 711 llevó a los cristianos españoles a presagiar el fin de los tiempos (a pesar de lo que generalmente se dice, Beato no escribió su famoso Comentario por la invasión de los árabes).
En fin, como bien temía Castellani, parece que a algunos les rechina el único dogma que queda por cumplirse del symbolum fidei.
Saludos cordiales.
La pregunta es: cuando el anticristo se manifieste, será claramente reconocible como tal por los fieles católicos? No me refiero a que el anticristo se proclame publicamente como tal, lo cual probablemente no ocurra porque implicaría confesar indirectamente a Jesucristo.
El tema relevante es que va a haber un desencadenamiento del mal que será derrotado por Nuestro Señor Jesucristo en su Parusia y que ese desencadenamiento y derrota del mal van a seguir en grandes lineas los hitos de Apoc cap. 13 a 19. La cuestion de si ese desencadenamiento y derrota del mal seran a la vez los de Apoc 20,7-10 (amilenarismo) o no lo seran (milenarismo) es irrelevante porque nuestra vida antes de la venida de NSJC debe ser exactamente la misma en un caso o en el otro, y cuando NSJC vuelva simplemente nos enteraremos de cuál es el caso factico.
Si suponemos que el amilenarismo es la interpretacion correcta, tal que la victoria de NSJC es la definitiva y es seguida de la resurreccion universal, el juicio final, y la vision beatifica en cuerpo y alma (nueva Jerusalen), ¿cuál seria el problema para los milenaristas? ¿Acaso dirian "¡Ah no! ¡Que ahora vengan la resurreccion universal y el juicio final en vez del milenio es totalmente inaceptable!"?
Y si suponemos que el milenarismo es la interpretacion correcta, tal que la victoria de NSJC no es la definitiva sino que es seguida del milenio, ¿cuál sería el problema para los amilenaristas? ¿Acaso dirian "¡Ah no! ¡Que ahora venga el milenio en vez de la resurreccion universal y el juicio final es totalmente inaceptable!"?
"La pregunta es: cuando el anticristo se manifieste, será claramente reconocible como tal por los fieles católicos?"
Yo empezaría teniendo en cuenta que "fieles católicos" es un concepto análogo. ¿Quiénes son esos fieles? ¿Los bautizados, los que van a Misa, los que conservan más o menos la fe aunque sean tibios, los que pecan pero se arrepienten, los santos que solo tienen imperfecciones ya? Mi impresión es que la respuesta será distinta según de quién estemos hablando.
Es evidente que el anticristo (y, en general, los anticristos que ya han venido y que vengan) engañarán a muchos. Esa es la gracia del asunto, porque, de otro modo, no tendrían ningún poder especial. Su esencia anticrística es, precisamente, ponerse engañosamente en el lugar que solo corresponde a Cristo.
El mismo Jesús lo advierte: Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar, si fuera posible, a los escogidos. Pero vosotros, estad alerta; mirad que os lo he advertido de antemano.
Si no hubiera peligro, el Señor no nos advertiría.
Que sean 144.000 los salvados es una forma de hablar, no un número exacto, y en este caso puede querer decir: "gran multitud" o 12.000 veces 12, tomando este número del de los Apóstoles.
El Evangelio es fuerte y hace pocas promesas en este mundo y el que no recuerde eso no va a reconocer al Gran Benefactor.
Este es uno de los problemas de los creyentes, hoy en día, ¿ en que se nos diferencia la mayoria de nosotros de muchos paganos ?, quizás en que ¿ tenemos un mejor corazón ?, no siempre se ve esto, incluso entre los que hacen actividades caritativas u organizan eventos espirituales.
¿ Vivimos de verdad en vela ? o más bién, todo lo contrario, la única vela que hacemos, es para que no nos quiten la felicidad, que me he fabricado como he podido, hablandome de cosas dificiles o "desagradables", de lo que ocurre en la Iglesia.
Este es creo el quid de la cuestión, más que pensar en si el Señor va a venir este fin de o el que viene, porque total, me va a encontrar igual.
No, no creo que estemos en vela, como tampoco que nos importe la verdad de las cosas, solo ese pequeño mundo del que gozamos todo lo que podemos, y no me importa lo demás, aunque de ese demás dependa mi sitio en la vida eterna.
Por eso precisamente creo que pronto va a venir algo peor que la pandemia, o mejor dicho, mucho mejor. El Señor es el camino, la Verdad y la vida, el camino ya lo sabemos aunque lo sigamos de aquella manera, la vida la tenemos, sobre todo los que recibimos la Eucaristía, pero creo que lo que peor conocemos hoy en día, es la VERDAD, la de mi ser, de mi corazón, en una palabra lo que soy en realidad, y no lo que me he inventado sobre mi mismo. También la Verdad de todas esa cosas que estoy pasando, y que no puedo pasar, porque no son mias, porque son las cosas de Dios.
La verdad de nuestra vida, vendrá y nos dejará en cueros, volveremos a nacer Y entonces, nos levantaremos para la lucha, lucharemos por El viviremos y moriremos por El. ( al menos durante un tiempo...).
Estupendo artículo Bruno, que comparto totalmente.
Deverdad da gran tristeza escucharlos x TV.
Para todos es la Laaarga espera ó Adviento, que vivimos. Hermoso Tema, mi querido Bruno! Me encanta... tanto, que cuando leí a Luisa Piccarreta, se me ocurrió escribir este poema:
¡Laaargo …. ADVIENTO! por radur / 2016
MISTERIO DEL PRIMER SAGRARIO
¡Gracias, Luisa Piccarreta!
Leyendo su Novena de Navidad en los treinta y seis volúmenes “Do Cielo”, -regalo de tiempos dorados- he bregado a recorrer el sendero que has mostrado, vislumbrando los tesoros que JESÚS te ha entregado al expresarte el camino de la gran conformidad que Dios quiere regalarnos, bilocándose en nosotros, cuando el alma enamorada se decide y busca en silencio La Divina Voluntad.
Porque escuchas a JESÚS y amas a MARÍA, Ellos te han enseñado la Doctrina del Amor, junto a la cuna de Belén, Paz, - Navidad - De La Divina conformidad con Su Querer: Es que Dios quiere crearse a Sí Mismo No sólo en La Eucaristía y en la persona creada, primera finalidad al crear la humanidad que en el Paraíso Adán-Eva gozaran … ¡Es el seno de María, Su Primer Sagrario!
Quien con decisión firme su voluntad le dona, Como MARÍA en el Fiat: “Hágase Tu Voluntad” da, la parte más preciosa y más noble que el hombre puede entregar al amar. Y, poseyendo a Su Creador, -Misterio del Amor- Su Voluntad obrante en ella, no está sola; se vuelve viadora de todo y de todos… JESÚS la posee, la tiene en Su Corazón y la hace hacer Su Misma Vida.
JESÚS quiere todo, para darnos Todo. Inmensidad maravillosa, envuelve todo y a todos. Su Ser Tres veces Santo, Su Potencia Nace en cada corazón y todo lo transforma: el obrar, el querer, el sufrir, el existir… Su Divino Ser al bilocarse - Encarnarse - … repite el misterio del Fiat de MARÍA, corre en cada fibra del corazón, llena con Su Voluntad el pensamiento.
Es Adviento ¡La vida se torna Atenta Espera…!
***
Viene a mi memoria lo que escuché en la predicación un día En la basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá:
“Los pies caminan… hacia donde el corazón se inclina”.
“Totus Tuum”… Mi corazón repite, “Fiat, Fiat, Fiat”
El poema anterior es resumen de mi anhelo:
Una síntesis de lo que quiero sea mi vida en la espera, a los ochenta y pico... no quiero perder
la esperanza... al releer Catecismo de La iglesia en sus artículos 670 en adelante... y al meditar los capítulos Apocalípticos de Mt 24, Mc 13, Lc 17, 18 y 21... o el Libro Apocalípsis de San Juan.
Me gusta escuchar a quienes hablan de las verdades últimas, como dijo S.S. Benedicto XVI emérito, y nos llevan a recorrer las profecías de Dn, Ez, y Jer.
Al final "Yavé Ruge"... pero también es cierto que en el último capítulo del Apocalípsis nos dice: "Que el bueno siga siendo bueno; el malo siga haciendo el mal. ¡Vengo Pronto!".
Ahora estoy lista a seguir viviendo esos últimos días que habla Dn y parece iniciaron los 1260 últimos días. ¡Gracias por este hermoso Tema Esperanzador, maravilloso!
Considero que un auténtico católico sabrá reconocer al famoso y popular Anticristo para no caer en su engaño. Me temo que muchos católicos nominales y desprevenidos (apóstatas latentes o palmarios) terminarán seducidos por sus portentos.
Me parece que hasta hoy persiste una discusión candente entre algunos católicos sobre el milenarismo. Unos defienden el reinado de paz posparusíaco; otros lo niegan argumentando que la Parusía coincide con el fin del mundo (véase la parábola sobre el trigo y la cizaña).
Estimado Bruno, sería interesante, por lo demás, que pueda escribir sobre el Aviso, el Milagro y el Castigo, tres conceptos que se recogen de la profecía de la Virgen de Garabandal.
"De la vergüenza ya no habrá memoria
y el Amor no tendrá ya más finales"
Amén.
Amigos, acojamos en nuestro corazón la Palabra de Cristo y no pretendamos escudriñar con malsana curiosidad los Misterios que sobrepasan nuestro entendimiento.
Digamos al Señor: Iesu in Te confido
Muchas gracias, Bruno. Magnífco, esclarecedor y oportunismo artículo.
Y muchas gracias también a todos los comentaristas por sus aportaciones.
«Lo único que hay es que creo en la Segunda Venida; y eso para pronto, como dice no menos de siete veces ("Venio Cito”), san Juan en el Apocalipsis. Si la veré o no la veré, no me interesa; lo que me interesa es estar preparado y "vigilar".»
Y él decía esto porque sabía que el mundo moderno «mirándolo bien, niega explícitamente la Segunda Venida de Cristo; y, con ella, niega su Reyecía, su Mesianidad y su Divinidad. Es decir, niega el proceso divino de la Historia. Y al negar la Divinidad de Cristo, niega a Dios. Es ateísmo radical revestido de las formas de la religiosidad.»
Sabía también que Jesús advierte a sus discípulos del fermento de de los fariseos y el de Herodes, porque «el fermento farisaico de entonces (es decir, las ideas que sobre el Reino Mesiánico se habían forjado) les impidió verlo venir, y los llevó a la ruina. ¿Qué nos importa a nosotros ya? Debemos compadecerlos, pero... nosotros lo hemos reconocido y
estamos seguros… ¿Es tan seguro eso? Atención, las" Señales" valen también para nosotros; para la Segunda Venida; y si no "vigilamos" nos puede pasar exactamente lo que a ellos. Se puede hacer un paralelo entre las dos situaciones; y hay que hacerlo: para mi oficio, eso es "vigilar"; no me salvaré si no hago de vigía.»
Que esta meditación que nos has traído me ayude, con la gracia de Dios, a sacudirme de la acedia que me asedia hace mucho tiempo.
«Lo que podemos interpretar literalmente, interpretarlo alegóricamente, eso es propio de incrédulos o que buscan subterfugios a la fe.
En suma, es un entibiamiento de la fe lo que produce este fenómeno de
"diverticular" los libros santos; y eso también está predicho: "Cuando yo volviere ¿creéis que hallaré fe en la tierra?" Y "Primero tiene que venir la apostasía", reitera san Pablo. Y justamente "tibia" llama el Apocalipsi a la Iglesia de Laodicea, a la última, a la que está "a las puertas" de la Parusía.»
Dulce Jesús mío, mi Niño adorado,
ven a nuestras almas,
ven no tardes tanto.
"Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre"
San Lucas, 21, 36.
«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor."
San Mateo 24, 42.
de ajustar verdades eternas aplicándolas ridículamente a nuestras irregularidades particulares. No sé si nuestras rabietas a Dios le disgustan o le hacen gracia. Yo creo que lo segundo porque Él las entiende mejor que nosotros.
Hago propósito de enmienda-
A ver si dejo de fumar y de beber.
"a veces caemos en el error de ajustar verdades eternas aplicándolas ridículamente a nuestras irregularidades particulares"
Bah. Eso es lo normal. Y Dios lo sabe perfectamente. Es lo que hacen todos los hijos. Los míos, desde luego, lo hacen, se quejan, ponen cara de pena, ojitos tiernos y unas lagrimitas en el caso de las chicas, dicen que es "injusto" y un largo etcétera. Nosotros ya nos conocemos todo eso y, según lo que convenga, les concedemos lo que quieren o no les hacemos caso o les damos abrazos y mimos. Imagino que Dios hará igual, así que a ver si sacas unos mimos de lo alto, que nunca vienen mal.
Ánimo. Un abrazo.
"Lo único que hay es que creo en la Segunda Venida; y eso para pronto, como dice no menos de siete veces ("Venio Cito”), san Juan en el Apocalipsis. Si la veré o no la veré, no me interesa; lo que me interesa es estar preparado y "vigilar""
Muy buena cita de Castellani. Directa al grano.
Estoy leyendo estos días la biografía de Castellani de Randle y disfrutando mucho tanto del biografiado como del biografiador.
"sacudirme de la acedia que me asedia hace mucho tiempo"
Ánimo. El remedio siempre está en mirarse menos a uno mismo y al mundo y mirar más a Dios. Mirarnos a nosotros mismos es cómodo y fácil, pero a la larga nuestra miseria, por sí sola, nos produce tristeza y acedia. Mirar a Dios puede costar (sobre todo cuando uno se ha acostumbrado a mirar hacia abajo), pero al final produce alegría firme y duradera. Y si se hace difícil al principio, vayamos de la mano de María, que así todo es más fácil.
Van mis oracioncillas desde aquí.
Yo tampoco entiendo el escándalo, sobre todo porque esa sensación de unos "últimos tiempos en ciernes" la tenemos todos, católicos y no católicos. ¿Cuántos no habrán repetido con convencimiento en estos últimos meses el hit "no vivimos una época de cambios, sino un cambio de época"? Salta a la vista que la crispación y el desasosiego se ha apoderado de muchísima gente. Y creo que no es tanto por el miedo al contagio en sí (que lo hay) como por la indefinición, la fragilidad y la vulnerabilidad que nos ha permitido contemplar ese espejo llamado Covid; y que nos viene a probar eso que justamente nos recordaba hoy el profeta Isaías: tan invencibles y todopoderosos como nos creíamos, y resulta que no tenemos ni media torta, que no pasamos de la categoría de un gusano al que se le puede aplastar en apenas un segundo.. Suerte que para Dios, nuestro Dios, que es todo Amor, somos Sus "gusanitos de Jacob, oruguitas de Israel" (Isaias 41, 13-20) y nos ha prometido, en esos mismo versículos, que Él viene en nuestra ayuda, que nos sostiene de su mano derecha y que no nos abandonará.
Y no lo deja ahí; si confiado en Él, promete incluso al gusano en cuestión que "Yo te convertiré en una trilladora, afilada, nueva, de doble filo: trillarás las montañas y las pulverizarás, y dejarás las colinas como rastrojo. Las aventarás y el viento se las llevará, y las dispersará la tormenta; y tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel". Sin Él, ya lo sabemos, no podemos nada. Pero nada de nada.
"En mi opinión, creo que te sales por la tangente"
Hasta donde puedo ver, no es así. Creo que quiere que responda a una cuestión que no es la que se plantea en el artículo. En el mismo sentido podría decir que me salgo por la tangente porque no hablo del rito ambrosiano, los extraterrestres o la controversia de auxiliis.
En el artículo no se habla de los signos de la segunda venida, sino de un tema previo y necesario para cualquier discusión sobre esta última: el hecho de que ya estamos en los últimos tiempos desde la Ascensión del Señor. El ésjaton ya ha comenzado, vivimos en tiempos escatológicos. Si esto no se entiende y no se cree, todo lo demás sobra, porque, en comparación con esa verdad, son meros detalles discutibles. Y, desgraciadamente, esta verdad no se predica. Por eso la gente, como se ha visto en algunos comentarios, cree que los primeros cristianos (o incluso Cristo) se equivocaron al vivir pendientes del inminente retorno del Señor.
Alabado sea Jesucristo!
Hola. ¿Alguien puede aclararme exactamente qué es eso del Anticristo? ¿Es una ideología o se trata de una persona concreta?
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No sé si lo pregunta en serio o en broma. Le contesto en serio, y si para usted es una broma mi respuesta, pues peor para usted. Dicho esto, vamos al grano, que diría un dermatologo. El famoso Anticristo de los Ultimos Tiempos es una persona, concretamente , la segunda persona de la trinidad satánica, la que viene a dar plenitud a todas las aberraciones y herejías que ha enseñado en los últimos años el Falso Profeta. ¿Y usted probablemente me preguntará quién puñetas es el Falso Profeta?. Y yo le diré que si a estas alturas no ha descubierto quien es el Falso Profeta tampoco lo hará en su momento con el Anticristo. Espero haberle ayudado.
Tan sublime, y tan católico. ..
Cristo debe volver. Debe volver pronto. Y a medida que su retorno se aproxima, por fuerza se deben hacer más claras las Promesas de sus Santos y las Visiones de sus Videntes. Volverá no ya a ser crucificado por los pecados de muchos, sino a juzgar a todos, no como Cordero de Dios, sino como Rey del Siglo Futuro. Volverá para poner a sus enemigos de alfombra de sus pies, a restaurar y restituir para su Padre todas las cosas, arrojado de ellas y amarrado el Príncipe de este mundo; volverá en el climax de la más horrenda lucha religiosa que han visto los siglos, en el ápice mismo de la Gran Apostasía y de la tribulación colectiva más terrible después del Diluvio, cuando sus fieles estén por desfallecer y esté por perecer toda carne. Volverá Vincens ut vincat, como un rayo que surgiendo de Oriente se deja ver en Occidente, para arrebatar a él en los aires a nosotros los últimos, los que quedamos, los reservados in adventum Domini, que hemos sufrido más que Job, creído más que Abraham, y esperado más que Simeón y Ana.
-Castellani-
La enciclica esta disponible en castellano en clerus.org. Teniendo en cuenta que fue escrita en 1903, da pie a conjeturar qué diría S. Pío X de la situacion presente.
Creo que podías comentarlo con la claridad y profundidad a las que nos tienes acostumbrados, pues no me parece que se le haya respondido satisfactoriamente a Luis (11-12-20; 3:07 PM). Y es que si el Príncipe de este mundo es superhábil en el travestismo, difícil va a ser reconocerlo bajo cualquier disfraz, sin la ayuda de Dios y su Stma. Madre.
Por ejemplo, si tengo un cáncer de riñón mejor es que me prepare para lo inevitable a no ser que haya un donante que, sin que se haya ejercido sobre él ninguna presión, esté dispuesto a donarme uno esté vivo o muerto. El pretender por ley que todo el mundo done órganos, por ejemplo, no es una medida evangélica, es una medida procedente de este mundo que, por ley, puede obligar a todos a hacer un testamento de donación de órganos sí o sí. Lo mismo pasa con las vacunas a partir de fetos y muchas otras cosas más. Saber cuándo la vida es importante y cuándo no puede pasar por encima de restricciones morales va a ser cada vez más y más importante.
Dejar de fumar bueno, pero dejar de beber? Te has vuelto loco? Una copa de buen vino al día es un placer intemporal, y un pequeño brandy de sobremesa (solera gran reserva o mas) es otra maravilla, con el café. Además el vino tiene polifenoles antioxidantes y no tiene mucho alcohol. Con moderación es una maravilla. Y además si un día decides mortificarte solo tienes que prescindir de ello. Pero como todo para que la mortificación sea meritoria no puedes eliminarlo porque si no te acostubras.
2. Suele haber confusión entre los últimos tiempos y el final de los últimos tiempos.
Carsten Peter Thiede: -¿Por qué tarda el Señor?
San Pedro: -Porque nos tiene paciencia y quiere que todos se salven.
CPT: -¿No dijo que vendría pronto?
SP: -Sí, y también dijo que nadie sabe el día ni la hora. Una vez la tierra pereció bajo las aguas cuando nadie lo esperaba, y fue demasiado pronto; otra vez perecerá bajo el fuego, y no será demasiado tarde.
Si el mundo empezó a existir hace catorce mil millones de años, ¿qué son dos mil más? Realmente, desde esta perspectiva se entiende que “para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.
CPT: -¿Cómo debemos esperar la venida del Señor?
SP: -Con una vida santa, lo cual acelerará su regreso. La acumulación de mal no es lo que atrae al Señor, sino la acumulación de bien. Porque “no quiere que nadie perezca”.
CPT: -Pero ¿no dijo que se iba a acabar la Fe sobre la Tierra?
SP: -No exactamente, sino que se preguntó si iba a encontrar Fe sobre la Tierra cuando volviera. Además, dijo que las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia. Y que Él volvería cuando el Evangelio hubiera sido predicado a toda la Creación.
CPT: En Mt 24,22 se dice que "si no fuera abreviado ese tiempo, nadie se salvaría".
SP: "Pero será abreviado, a causa de los elegidos".
CPT: O sea, que cuanta más persecución haya, más santos debemos ser; y que eso es lo que atraerá al Señor, porque ¿cómo puede resistir Dios a un alma llena de amor a Él?
SP: Lógico.
CPT: ¿Cómo se puede predicar el Evangelio a toda la Creación? Siempre va a quedar un rinconcito por misionar.
SP: Y por eso nadie sabe el día ni la hora (emoji de carita pícara)
Un consejo: ponga algunos puntos y aparte en sus comentarios, porque, en la pantalla, resulta muy difícil leer esos párrafos tan largos (y la experiencia me dice que la mayoría de los lectores simplemente se los saltan).
Ahora bien, como en Apocalipsis 13 indica S. Juan que son Dos bestias., debemos entender que son Dos Katejon.
El otro Katejon es Jesucristo Eucarístico. Mientras esté vigente la Eucaristía, el anticristo no puede manifestasrse, pero ya tienen preparado el documento de la Abolición. En cuanto eliminen las palabras de la Consagración, el anticristo ya se podrá manifestar.
Segun los estuiosos de las semanas de Daniel, la fecha de la Abolición es para finales del año 2021.
Non Nobis.
La Sagrada Biblia de Mons. Straubinger. Es la mejor Biblia en español comentada, objetivamente hablando, pues la traducción es muy buena y posee aproximadamente 14.000 notas explicativas a pie de página, casi 4.000 sólo en el Nuevo Testamento. Por supuesto, el autor es de probada ortodoxia.
Y sí, tiene el Apocalipsis comentado; pero eso sí, prepárese, porque son notas explicativas muy extensas aunque esclarecedoras.
No tengo dudas sobre la existencia de Dios ni de sus enseñanzas. Otra cosa es la interpretación que los seres humanos hacemos de las escrituras.
Con respecto al fin de los tiempos, dijo Jesús que sabemos cuándo se acerca la primavera por los signos, (se supone q calor, flores etc.) Entonces los signos de estos tiempos, a mí entender, sin pretender en absoluto ser erudita en el tema, son la violencia creciente, la falta de conocimiento de Dios de las nuevas generaciones, el facilismo de aceptar q todo está bien, con tal de evitarse problemas...
Pero tbn se menciona en la Biblia temas como el cambio climático que el desierto se volverá vergel y el bosque desierto. Otro el tema de la tecnología, cuando se sepa en un lugar del mundo de manera instantánea lo que está sucediendo en otro punto lejano. Todos acontecimientos que ya están sucediendo. Entre otros tantos hechos, claro. Por lo tanto, creo que ese final ya lo estamos transitando.
Mi única reserva con respecto a todo lo que han expresado es en referencia a los mensajes o apariciones de la Virgen. Acaso no dice el Apocalipsis que no vendría más nadie hasta el regreso de Cristo. Que no se debe agregar ni quitar ni una coma de lo escrito en la Biblia?
No lo digo como afirmación, es una pregunta.
Creo y amo a María, la admiro de corazón. Lo que me pregunto es si en verdad ella está apareciendo o son interpretaciones humanas.
Saludos a todos.
"2 Timoteo 3:3 También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. 2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, 3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, 4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, 5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita."
A mí si me parece que este es el carácter que se manifiesta hoy, sobre todo, en muchos jóvenes, donde la soberbia y la chulería dominan en su personalidad y parece que si no eres así , eres tonto. A las chicas les gusta hoy en día este tipo de personalidad, lo que contribuye aún más a que todos quieran ser así. También dice el texto que seremos "amadores de sí mismos" y creo que nunca más que hoy se puede observar este tipo de carácter y además la nueva era no para de intentar que seamos así, con su idea de "amarse a uno mismo antes que nada" . Esta manera de ser esta inundando todo, hasta los psicólogos solo te hablan del amor a ti mismo. Yo me fijo en las películas antiguas donde el carácter de las personas era más humilde y respetuoso y los padres regañaban al hijo que era demasiado soberbio y ahora en las películas ves que el carácter que impera es el del chulo soberbio.
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