El Hermano Rafael, por fin santo
Una de las grandes bendiciones que Dios me ha regalado por el tiempo que dedico a este blog ha sido la oportunidad de conocer a muchas personas interesantes: compañeros de camino hacia la patria eterna dentro de la Iglesia, sacerdotes, religiosos, familias en misión, conversos, nobles adversarios en mil y una discusiones…
Una de esas personas que agradezco a Dios haber conocido a través de este blog es pariente del Hermano Rafael, así que pensé pedirle que escribiera unas líneas sobre este santo. ¡Qué maravilla tener un santo en la familia! Con gran acierto, ha ido contando algo sobre su vida, al hilo de frases del propio Rafael que no tienen desperdicio.
No sé si los lectores sabrán que recientemente se ha aprobado el milagro que permitirá la canonización de este santo español del s. XX, que fue beatificado por Juan Pablo II en Madrid hace unos años. Su vida, humanamente, no tuvo relevancia. Entró como monje en la Trapa de San Isidro de Dueñas a los 23 años. Su tiempo en el monasterio fue humanamente un desastre: enfermedad tras enfermedad, tuvo que abandonar tres veces el convento y, finalmente, la muerte por diabetes, a los 27 años. Sin embargo, sus escritos y dibujos nos han dejado un retrato de lo que es la santidad: el cumplimiento, mediante la gracia que transforma nuestra debilidad, de la voluntad de Dios, sea la que sea.
Si quieren saber algo más de la vida del Beato Rafael Arnaiz Barón o leer sus escritos, pueden encontrar más información aquí.

Mi padre, que es ingeniero industrial, nos ha contado varias veces lo difíciles que eran algunos de los exámenes de su carrera. Quizá los problemas más complicados eran los llamados “problemas de idea feliz”. Eran problemas que no se podían resolver con los métodos habituales, sino que había que inventarse un método sobre la marcha. Por lo tanto, era necesario tener una “idea feliz” en el examen, que permitiera resolver el problema.
Como habrán notado los lectores perspicaces, he estado un tiempo de viaje y no he podido escribir en el blog. No es necesario que me agradezcan todo ese tiempo libre adicional del que han disfrutado al no leer mis artículos. Sin duda, lo habrán empleado sabiamente en nobles y esforzadas empresas, que probablemente han hecho del mundo un lugar mejor. Sin embargo, todo lo bueno se acaba y ya estoy de vuelta, dispuesto a aburrirles de nuevo.



