Lo más importante
Mi hijo menor, el cuatroañero, sabe apreciar el silencio, una habilidad que bastantes nonagenarios se mueren sin haber conseguido aprender. Cuando vamos en coche, a menudo está callado durante mucho tiempo, pensando en sus cosas, hasta que, repentinamente, dice algo que permite vislumbrar sus elucubraciones.
El otro día, yendo por la mañana hacia el colegio, preguntó, sin ningún tipo de introducción: “Mamá, ¿a que ir al colegio no es lo más importante?”.
A pesar de lo temprano de la hora, mi esposa ni siquiera pestañeó. El pequeñajo ya nos tiene acostumbrados a las preguntas más curiosas, desde las relativas al concepto de infinito (que a él le fascinan y que mi mujer directamente suele responder con “eso se lo preguntas a tu padre”) hasta temas bastante más complejos (el otro día preguntó con total seriedad: “Mamá, ¿por qué papá se casó contigo?”, quizá intuyendo que la pregunta complementaria, sobre por qué ella se casó conmigo, superaba la limitada capacidad de la razón humana).
“No, ir al colegio no es lo más importante”, respondió su madre. Y movida por la curiosidad sobre lo que estaría pasando en su cerebro infantil, le preguntó a su vez: “¿Y qué crees tú que es lo más importante?”, temiendo que diría “pasarlo bien” o “la pizza”. O quizás alguna moralina escuchada en el propio colegio como “lo importante no es ir al colegio, sino aprender” o “compartir”. O aquella otra, más profunda pero también a la postre moralista, de “ser buenos”.
El pequeñajo, en cambio, no se fue por las ramas y anunció, con la mayor naturalidad del mundo: “Lo más importante es Dios”.
Y así se cumplieron las palabras del salmista y del Evangelio: De la boca de los niños pequeños has sacado una alabaza, Señor. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos. Teocentrismo absoluto. Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.
33 comentarios
Y la foto muy apropiada, nos falta mucho de eso en Occidente.
«Papá, el Niño Jesús tiene supersuerte porque no tiene que ir al colegio».
¡Cómo maneja el incensario!
:D :D .D
Todavía me impresiona ese dibujo y esa poética intuición.
Escrito está que el Hombre, de por sí solo, no puede salvarse. Y aquí lo que para el Hombre, el salvarse, le es imposible, mas no lo es para Dios. (Mc.10,27; Mt. 19,25)
Mas ¿porqué al hombre, de por sí solo, le es imposible el salvarse? ¿Acaso no tenemos el camino ya abierto para ir hacia Dio?
Me ha hecho recordar la "anécdota" que protagonizó mi segundo hijo cuando,con siete años, se fue con su madre a ver al párroco para ver si le dejaba ser monaguillo. Abultaba poco más de dos palmos. El sacerdote, contento del ofrecimiento, empezó a decirle que a los monaguillos les daba un euro después de cada Misa. Y entonces dijo el crío: "No lo hago por dinero. Lo hago por servir a Dios".
Gracias por compartir tan refrescantes y reconfortantes experiencias paternas-maternas.
Tambien nos ponen em nuestro sitio y despojan del trono: un dia, creo que había sido carnaval, una niña del cole le dijo a mi hija :"ayer mi padre fue el rey de la fiesta". Y mi hija le contestó: "pues es mi padre es siempre el rey de después de Jesús". Nos lo contó super orgullosa. 😂😂😂😂😂
"Pues para tener cuatro años, en la foto se le ve muy mayor y responsable. ¡Cómo maneja el incensario!"
Bueno, es que después del colegio va a clases extraescolares para convertirse en un ninja letal ultracatólico de la Orden InfoCatólica de Caballería de San Esteban de Hungría.
La foto es de la clase práctica de Manejo Ofensivo del Incensario como Arma Antimodernista de Destrucción Masiva.
Mi acreditada arte diplomática, me impide el preguntarle cuando su niña dijo "pues mi padre siempre es el rey después de Jesús" qué pensó usted cuando soporta sus ronquidos, le lava los calcetines y le lleva de la mano a todas partes porque es tan torpe que siempre se pierde.
Quizás su marido no sea de estos, pero me consta ( que tengo la mejor biblioteca particular del pueblo, coño) que existen especímenes de ellos.
Dios en su infinita misericordia, les dio una mujer para que no hicieran el ridículo; y si en el colmo de generosidad les concedió esas criaturas que tanto trastornan, que tanto emocionan, ya ni le cuento.
Esto es lo segundo más importante.
No voy a revelar mi nombre como entrenador de Champions para que no trascienda, pero en argot futbolístico, al incensario siempre lo pongo de lateral para que bombee balones.
Arriba los reciben mi tridente letal: Santo Rosario, Confesión y Eucaristía; por ese orden ascendente.
No es por vanagloria, pero con ese planteamiento, millones de personas han ganado la única Copa del Mundo que merece la pena.
Señor Jesús, en atención a Tus elegidos rescata la humanidad Tu hija.
Y ahora serías el orgulloso y famosísimo papá del profeta del Altísimo.
De verdad, Bruno, "Los ruiseñores cantan al atardecer" es una obra que me ha encantado. Debería de representarse en los colegios católicos porque el meollo del asunto es la sustancia del Cristianismo: la paradoja de la debilidad fuerte y la fortaleza débil, la paradoja de la belleza en la fealdad, la paradoja de luchar contra Dios y no contra el Demonio, etc...
La eutanasia es, precisamente, el recopetín de este pensamiento actual: eliminar al que sufre, pero el sufriente o sufridor es un ser singularmente amado por Dios y ningún agente por mucho dinero que dé, por muchas buenas acciones que haga, por mucha caridad activa que tenga, puede competir con aquel cuya enfermedad, deterioro o flojedad de carácter tiene a Dios como única compañía, aceptando su condición y manteniendo la capacidad de sonreír y cantar sus alabanzas.
Saber recibir de Dios lo que Él mande y la ayuda del prójimo es muchísimo más valorado por Dios que dar, siempre que el que da no sea perfectamente consciente de que esa es la misión que Dios le ha encomendado y aleje de si sus propósitos personales, cosa que solían hacer los grandes fundadores y misioneros cuya grandeza es mucho más visible en sus desgracias o en las incomprensiones que tuvieron que sufrir que en sus triunfos.
"obra de teatro, tan conmovedora, sobre Santa Alicia de Schaerbeek"
Me alegro mucho de que te haya gustado y te agradezco sinceramente que me lo digas. Disfruté mucho escribiéndola, pero apenas se ha vendido. Parece que la gente ya no sabe que se puede leer una obra de teatro como si fuera una novela, sin necesidad de verla representada.
Al menos me consuela que, en general, a aquellos que la han leído les ha gustado bastante. La escribí para mi sobrina y ahijada, que se llama Alicia, y espero que a ella también le guste cuando crezca.
Y gracias por el otro comentario.
Recuerdo a una sobrina nieta, -hoy tiene cinco años entonces serían dos y tres-, íbamos un día paseando toda la familia por las calles de este pueblo castellano que no tiene nada de particular, casas de adobe, otras de ladrillo, por allá un chalet, por acá un corral... y ella desde su sillita iba observándolo todo, en silencio. Miraba a un lado de la calle, al otro, al cielo, sin pestañear, y después de mucho rato, y de algún que otro suspiro, al fin dijo: ¡Qué guapo! Con tal convencimiento que nos quedamos todos asombrados. En fin, este ejemplo no tiene que ver con Dios o quizás sí, pues los niños también son capaces de apreciar la belleza que ya nosotros no vemos. La única pena es que no siempre pueden crecer en ambientes tan favorables. Recemos por ellos y por todos los niños.
A mis padres también les preocupaban mis frecuentes arrebatos píos. ¡Que para colmo no me los estaban enseñando ni ellos!
Es que la primera obligación del ser humano es amar a Dios sobre todas las cosas. No hay otra mayor ni más urgente.
Ánimo, hombre. Arriba esa esperanza. Si lo que la "vida real" le enseña es el cinismo, es que ni es real ni es vida. Nosotros estamos hechos para la vida eterna, como sabía el pequeño Guille.
Porque nos conocía muy bien dijo el Señor lo de "si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". Imposible para nosotros, pero todo es posible para Dios.
Justamente estoy escribiendo un soneto sobre ese tema.
Pero en fin, que en efecto sea el Señor el que quiera recibirnos como niños de pecho o como un varón fuerte y robusto, como nos enseñaba el catecismo que gana el que además de bautizarse se confirma.
Un gol en toda la escuadra.
Y dejo de hablar en términos futbolísticos, por si alguien cree que el fútbol me importa más que un bledo.
El problema de las obras de teatro, y también de las novelas, cuando se llevan al cine o se representan en un escenario es que, si tú las has leído, no suele coincidir ni la escenografía ni la fisonomía de los personajes con tu propia escenografía imaginada ni con las características que les atribuyes a esos personajes, y a veces sales decepcionada por eso.
Por ejemplo, en el caso de Ali y Nor (niñas o novicias) si las actrices que hacen sus papeles no coinciden con las que yo me imagino: Ali rubia, bella, delgada, algo nerviosilla, de voz dulce y no demasiado alta; Nor morena, más alta y fuerte, con voz de mezzo y facciones más decididas...puede provocarme un cortacircuito y entonces no me resultan convincentes. Lo mismo digo del resto de los personajes y del monasterio. Cada lector es a su vez escenógrafo y especialista en castings.
Yo no puedo amar a Dios sobre todas las cosas porque ni conozco a Dios tal cual Él es para así, consecuentemente, amarle; ni, como cosa, me conozco a mi mismo para no ofenderle.
El hecho de que yo pueda contradecir la ley del Dios que yo pregono, aunque solo fuere por desconocimiento de causa, me imposibilita para decir que vivo en justicia y amo a Dios sobre todas las cosas.
Los chiflados cuanto mejor estén fichados, mejor.
Muy sugerente y oportuno, realmente. Ahora veo que debe formar parte del arsenal del nuevo Dicasterio romano que eventualmente sería oportuno instaurar: la ·Exterminaduría Apostólica.
Saludos cordiales.
Voy a misa en alguna ocasión a cierta parroquia, o más bien convento cuya iglesia fue hecha parroquia, cuya comunidad es por una parte de las pocas que todavía no están vislumbrando ya el suelo vocacional. Congregación, no contemplativa, dedicada casi por entero (aunque no solamente) a la enseñanza, pero tanto a la enseñanza en nuestro ámbito urbano (urbano-acomodado, y más que acomodado) como a la enseñanza en donde buena falta hace: en la misión. Lo mismo están aquí que, de la noche a la mañana, se van veinte años a Honduras.
Entre el acomodado vecindario, el consejo parroquial, las señoras de Cáritas, los grupos de catequistas, las dos cofradías residentes y la comunidad religiosa, no es pequeña reflexión la de quién es el que ama a Dios sobre todas las cosas. O sobre casi todas. O alguna menos.
El "pequeño Guille", D. Bruno y D. Haddock, no "sabía" más que lo que le enseñaban que tenía que "saber". Lo cual se llama aprender, no saber. Y efectivamente, lo aprendí muy pero que muy bien.
El pequeño Guille, que se aprendía a fuego lo que le enseñaban, sin embargo hacía luego cada trastada...
Y además alguna muy bien hecha ¡y merecida!
Abrazos.
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