La causa de Cristo siempre está en su última agonía
Por alguna extraña razón, las verdades más terribles de nuestra religión siempre me consuelan de una forma especial en mi debilidad. El pecado original, las infidelidades de Israel, la agonía y la muerte de Cristo, la traición de Pedro y los apóstoles, los innumerables pecados de clérigos y seglares en la historia de la Iglesia y el Juicio Final siempre han sido para mí una garantía de que la fe católica es cierta y no una teoría humana más o menos placentera, una mera ideología que somete la realidad a moldes estrechos y falsos.
Es cierto, soy débil, pecador, inconstante, necio y nada de fiar, pero precisamente por eso, cuando soy débil, entonces soy fuerte. Porque la salvación no depende de mí, sino de Cristo, que ha vencido al mundo. Es cierto, la Iglesia es un desastre, sus dirigentes a menudo parecen empeñados en destruirla, sus soldados rehúyen la batalla, sus santos escasean y da la impresión de que hasta sus vírgenes se han dormido. Pero sabiendo que esto había de suceder, Cristo la amó y se entregó por ella, para santificarla.
Con el deseo de animar a los lectores en estos tiempos difíciles, traduzco para el blog un pequeño texto de Newman (de sus tiempos anglicanos) en el que el gran cardenal hablaba de estas cosas. La Iglesia siempre ha sido un desastre y siempre lo será hasta el último día. Por supuesto, esto no quita gravedad a la situación actual, pero sí nos da una perspectiva diferente, de eternidad. Poned los ojos en las cosas de arriba y no en las de la tierra.
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En verdad, cuando analizamos toda la historia del cristianismo desde el principio, encontramos que no es más que una serie de problemas y desórdenes.
Cada siglo es como los demás, pero, para aquellos que viven en él, parece peor que todos los tiempos anteriores. La Iglesia siempre está enferma y permanentemente débil, llevando siempre en su cuerpo el morir de Jesús, de modo que se manifieste también en su cuerpo la vida de Jesús.
Siempre parece que la religión está a punto de perecer, que los cismas triunfan, que la luz de la Verdad se apaga y que sus defensores huyen derrotados. La causa de Cristo siempre está en su última agonía, como si solo fuera cuestión de tiempo que sea definitivamente derrotada uno de estos días. Los santos siempre están desapareciendo de la tierra y Cristo siempre está llegando. De este modo, el Día del Juicio está literalmente a las puertas y es nuestro deber estar esperándolo siempre, sin desanimarnos por haber dicho tantas veces “ahora es el momento", antes de que, en el último momento, contra lo que esperábamos, la Verdad vuelva a levantar la cabeza.
Esa es la Voluntad de Dios al reunir a sus elegidos, primero uno y luego otro, poco a poco, en los días soleados entre tormenta y tormenta o arrebatándolos de las garras del mal, incluso cuando las olas baten con mas furia.
Bien hacen los profetas en exclamar: ¿Cuando llegarán a su término, Señor, estas cosas asombrosas?, ¿Cuánto ha de durar este misterio? ¿Por cuánto tiempo este mundo que perece será conservado por las débiles luces que se esfuerzan por sobrevivir en su atmósfera malsana? Solo Dios sabe el día y la hora cuando se cumplirá lo que ha de pasar, como Él siempre nos advierte. Mientras tanto, nos consuela contemplar lo que ha sucedido en el pasado, para que no desesperemos ni nos desalentemos ni nos angustiemos por los problemas que nos rodean. Siempre ha habido problemas y siempre habrá problemas; son nuestra heredad.
Levantan los ríos su voz, Levantan los ríos su fragor, pero más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor.
Beato John Henry Newman, Conferencias sobre el oficio profético de la Iglesia, Conf. 14.
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Título: San Atanasio contra el mundo
Autor: F. A. Forbes
Páginas: 92
Colección Santos, Nº 6
Editorial Vita Brevis
San Atanasio vivió en tiempos turbulentos para la Iglesia. Arrio y sus seguidores negaban que Jesucristo fuera verdaderamente Dios, intentando hacer el cristianismo menos escandaloso a los ojos del mundo. A pesar de que el Concilio de Nicea condenó sus enseñanzas, los arrianos se extendieron por toda la Iglesia con ayuda de los emperadores romanos.
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Saludos cordiales.
Saludos cordiales
La Iglesia parece que va de culo, -Bocasanchas, herejes, cobardes silenciosos- pero en la Eucaristía, la Confesión, la Adoración, y en la gotiita más pura del lagar de la humanidad, esto es, la Santísima Virgen, tengo la extraña sensación de que no pasa nada, que no debo desesperar porque todo está controlado.
Por cierto: Hablando de historias de la Iglesia, no olvidemos los 14 volúmenes de Daniel Rops.. A mi juicio, la mejor.
Bruno: Newman, magnífico como siempre. Recto, preciso, y ¡breve!
Leyéndolo me he acordado de otro texto no sé de C S Lewis o de Chesterton que habla que a cualquier católico le basta recordar la multitud de los Santos cuyo visión es capaz de aterrorizar a los demonios pues es como un potente ejército terrible con sus banderas desplegadas al viento.
Lo que no sabía es que Newman era devotísimo de la Virgen María, tengo un libro del editorial Monte Carmelo con escritos marianos del beato Newman que me encanta.
La actitud correcta es entender los signos de los tiempos - que la Iglesia está en vísperas de su muerte TEMPORAL, análoga a la de Cristo (Catecismo nº 677) y que su actual situación es la culminación sin parangón de un proceso. .
Esto lo explicó muy bien Karol Wojtila en los Estados Unidos, dos años antes de ser Papa, durante su intervención en un congreso eucarístico. El texto es fácil de encontrar en la red y conviene leerlo ENTERO.
Creo que es similar a la Arriana la que al parece nunca fue totalmente superada. Esta lleno de bautizados arrianos que en el fondo desconocen la Divinidad de Jesucristo. De allí nace la cantidad de sandeces que cualquier teólogo(a) de 3/4 sostiene. Con todo, gran palabra del Beato Inglés nos entrega Bruno que nos sostiene. La Paz.
Nosotros, los adultos, a duras penas podemos soportarlo, yo al menos, pero ¿y las nuevas generaciones? A ver cómo le decimos a nuestros hijos que hay que creer en la fe de la Iglesia, pero según qué se predique y quiénes lo prediquen porque ahora es irreconocible si no se discierne convenientemente. Estoy con Luis Fernando, la situación que vivimos en la Iglesia es ahora peor que cualquier otra: Es la identidad católica la que está en juego. Newman tendría mucho que decir de vivir en esta pesadilla.
Lo que me consuela es comprobar que hay cristianos más preparados que yo que comparten esta misma impresión, y no ocultan su preocupación como si fuese un pecado nefando. Y, claro que sí, el saber que el Señor no nos desamparará en las tribulaciones que nos restan por pasar.
Esta crisis también está causada por el Poder. Pero éste ni quiere que se hable de Dios, ni de un orden inmutable, ni de naturalezas ni de esencias. Y también cuenta con obsecuentes arrastrados que venden sus jerarquías por un plato de lentejas. Y en todos los niveles. Esto es muchísimo más grave porque no es que se quiera determinado tipo de religión, sino que no se quiere ninguna religión.
Ambas crisis tienen en común el intento de los poderosos de poner a la religión a su servicio, acomodándola a sus categorías mentales y a sus intereses terrenos. Con Arrio fracasaron por causa de San Atanasio y tantos otros. Con Lutero et al. triunfaron en media Cristiandad. Ahora vienen a por todo.
El tte.Cnel. Alonso, argentino, un francotirador de Dios y de la Patria insobornable, grafica la resistencia de quienes nos atrevemos a enfrentar al mundo de esta manera cuasi humorística: "Nos tienen rodeados, ¡no los dejemos escapar!".
No sé si será histórica, pero es gráfica la anécdota de aquel Cardenal a quien Napoleón amenazó con destruir a la Iglesia: "¡Emperador! ¡En 18 siglos no hemos podido destruirla nosotros!"
Saludos cordiales.
"Al considerar la relación entre Reino de Dios, Reino de Cristo e Iglesia es necesario, de todas maneras, evitar acentuaciones unilaterales, como en el caso de « determinadas concepciones que intencionadamente ponen el acento sobre el Reino y se presentan como “reinocéntricas”, las cuales dan relieve a la imagen de una Iglesia que no piensa en sí misma, sino que se dedica a testimoniar y servir al Reino. Es una “Iglesia para los demás” —se dice— como “Cristo es el hombre para los demás”... Junto a unos aspectos positivos, estas concepciones manifiestan a menudo otros negativos. Ante todo, dejan en silencio a Cristo: El Reino del que hablan se basa en un “teocentrismo”, porque Cristo —dicen— no puede ser comprendido por quien no profesa la fe cristiana, mientras que pueblos, culturas y religiones diversas pueden coincidir en la única realidad divina, cualquiera que sea su nombre. Por el mismo motivo, conceden privilegio al misterio de la creación, que se refleja en la diversidad de culturas y creencias, pero no dicen nada sobre el misterio de la redención. Además el Reino, tal como lo entienden, termina por marginar o menospreciar a la Iglesia, como reacción a un supuesto “eclesiocentrismo” del pasado y porque consideran a la Iglesia misma sólo un signo, por lo demás no exento de ambigüedad ». Estas tesis son contrarias a la fe católica porque niegan la unicidad de la relación que Cristo y la Iglesia tienen con el Reino de Dios."
Así que aquellos que, en aras de la construcción del Reino -como siempre lo quieran entender- prometen "curar" la Iglesia de sus enfermedades, recetándole su automarginamiento -cuando no autodemolición- y menosprecio de sí misma y recomendándole en cambio tirarse a los brazos del mundo "afuera" -tanto más distante de la Iglesia tanto mejor-, para que este le infunda sangre supuestamente fresca y sana, no obran -como nos hacen creer- en mayor fidelidad al Evangelio, sino que siguen su propia ideología inmanentista, que no soporta ver a la Iglesia como una realidad esencialmente sobrenatural, como el Cuerpo Místico de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. La forma cristiana de vivir las enfermedades y debilidades de la Iglesia en cambio es, sufriéndolas y soportándolas por amor a Cristo y su Iglesia, en el espíritu expiatorio con que Cristo sufrió y cargó con nuestras enfermedades -nuestros pecados- en su Santa Pasión, Cruz y Muerte. Las enfermedades de la Iglesia se curan santificándonos y no menospreciando la Esposa de Cristo.
Incluso parece a estas alturas, que aquellos "reinocentristas" quieren divorciarlo a Cristo de su verdadera Esposa, la Iglesia, porque -dada las marcas de su antigüedad- ya no estaría atractiva para nuestra época, y arrejuntarlo a la fuerza en Amores con una ramera, la Leticia tan mundanamente maquillada y llena de misericordia incondicional como carente de la luz de la Verdad, siempre dispuesta a justificar de antemano todos los pecados, supuestamente inevitables debido a las siempre grises situaciones, en vez de perdonarlos una vez arrepentidos y confesados como lo que son: negros a la blanca luz de Cristo. Pero la Iglesia no es sólo un signo, potencialmente intercambiable por otro, sino una realidad mística, divina y humana, inmaculada desde su Cabeza divina y constituída por miembros humanos maculados, "immaculata ex maculatis", como decía San Ambrosio. Y porque la santidad de su Cabeza supera infinitamente los pecados de sus miembros, es justamente llamada santa y prefigurada y representada por la Santísima Vírgen, Madre de Dios, Inmaculada desde el primer momento de su existencia, su Concepción.
En esta ahora de la última agonía de la Iglesia de Cristo en la tierra, nos puede ser un gran consuelo, saber con el Catecismo de la Iglesia Católica (675-677), que sólo pasando por esta "prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes", "a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección", "la Iglesia [..] entrará en la gloria del Reino", que "no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal que hará descender desde el cielo a su Esposa."
2. Pero la Fe requiere y enseña que "de la Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 12-19 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
3. Es la perseverancia en la Fe la que triunfa, es muy difícil y está llena de tropiezos, pero está garantizado el resultado.
Mt 15 "22. En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.» 23.Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.» 24.Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.» 25.Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!» 26.El respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.» 27.«Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.» 28.Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija."
Abrazo en Cristo Nuestro Señor
Un saludo!
Menudo ladrillo nos ha dejado, cuando ya pensábamos que nos habíamos librado de él.
Saludos cordiales
https://es.zenit.org/articles/espana-el-papa-saluda-la-beatificacion-de-115-martires/?utm_medium=email&utm_campaign=26032017%20Angelus%201490564799%20ZNP&utm_content=26032017%20Angelus%201490564799%20ZNP+CID_24efcc13a2fc023ae5a8b9bcb8ed47ae&utm_source=Email_Newsletter&utm_term=Espaa%20El%20Santo%20Padre%20saluda%20la%20beatificacin%20de%20115%20mrtires
¡Enhorabuena!
¿La Iglesia es un desastre? La Iglesia que yo conozco es santa, es la Santa Iglesia Católica. Es la Iglesia que ayuda siempre. Y cuando digo siempre, quiero decir: siempre.
Es la Iglesia de los pobres, la Iglesia que acompaña. Es la Iglesia que está ahí. Y la Iglesia que está ahí es la Iglesia que está donde muchas veces no están ni siquiera las familias biológicas, que en algunos casos son las que deberían de estar, pero nunca están. Es decir, están, pero están en sus negocios, y no están para ayudar a los que lo necesitan. Tienen dinero, pero el dinero es para ellos, nunca para los pobres, o para quienes lo necesiten. Estos huecos, a veces lagunas, los ocupa la Iglesia. Así pues, la Iglesia no es un desastre, es la única que está, cuando todo lo demás no está.
La Iglesia tiene dos aspectos, humano y divino. Por su aspecto divino es santa, como su Esposo Cristo es santo. En cuanto a su aspecto humano, es decir, las personas que la integran, frecuentemente es desastrosa.
Si olvidamos ese aspecto humano, nos estamos engañando y antes o después nos escandalizaremos de ver los pecados de los miembros de la Iglesia. El milagro de la Iglesia es, precisamente, que la fuerza de Dios brilla en la debilidad humana.
incautos.Pasó más veces y nosotros llamamos a los bomberos y extin-
guieron el fuego.Pero esta vez el viento vino hacia nosotros.Ese dia es
tábamos en casa: un día antes estábamos fuera de ella. El fuego avanzó
y..se..desvió unos metros antes de atacar las viviendas nuestras y de
nuestros familiares. Mi señora y yo, creemos de el Señor está y nos
proteje, y así fué: Porque estábamos se pudo avisar a los bomberos,
pero lo más importante es que estos buenos señores se limitaron a ob-
servar cómo las llamas pasaron rozando las viviendas sin tocarlas.Lo consideramos "milagro" porque los " milagros existen". Dimos gracias al Señor y lo comuniqué a la Iglesia. Yo saqué una conclusión: nosotros
amamos a Dios y a su santísima Madre, así como creemos en los án-
geles custodios. Cristo nos conoce en los sacramentos de su Iglesia,y
de manera silenciosa nos protegió. Repito: los humanos que formamos
la Iglesia somos pecadores, olvidadizos de Dios, pero El Señor-Jesús
está.
CONCIENCIA...y descubrir lo que va mal y volver a empezar......sin echar la culpa a nadie.
Para mi, J.H.NEWMAN es uno de los ejemplos luminosos,en la historia de ir a lo esencial.....,PASE LO QUE PASE a tu alrededor.....!.
!Dá muchas luces leerle !..Un saludo afectuoso.
Leo tus escritos siempre con gran gusto
Un auténtico balsamo para el alma
Esas verdades de fe que harían temblar al más recio y saltar de gozo al más niño, son nuestra esperanza
"Tengo y leí con pasión toda la Historia de la Iglesia ( y la Historia Sagrada, comenzando por Abraham) de Daniel-Rops, maravillosa"
¡Muy buena, sí!
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