La Plegaria Eucarística II todos los días no, por favor
Habrán notado los lectores que hay una Plegaria Eucarística que se repite infinitamente más que las demás en la Misa. Se trata de la Plegaria II, que empieza con las palabras “Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad…”y cuyo prefacio es el conocidísimo “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar…”
Probablemente, para muchos fieles y después de tantos años de repetición, la Plegaria Eucarística II haya terminado por convertirse en “la Plegaria Eucarística de la Misa”, sin más, porque en muchas parroquias prácticamente nunca se oye otra. Se podría especular sobre las razones e incluso sospechar, tristemente, que la predilección que despierta podría deberse en algunos casos a que es la más breve de todas, pero en realidad no importa, porque el mero hecho de repetir prácticamente siempre esa plegaria constituye un abuso.
Nada tengo contra la Plegaria Eucarística II, por supuesto. Personalmente, me gusta mucho esa plegaria. Tiene partes verdaderamente preciosas, como ese canto exultante de victoria: “Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo”. Sin embargo, el hecho de que a uno le guste no puede justificar que sustituya a las demás y especialmente a la Plegaria Eucarística I o Canon Romano, que es la parte principal de la liturgia latina.Generalmente, cuando hablo de este tema con un sacerdote, suelo escuchar afirmaciones más o menos como ésta: “El sacerdote celebrante puede elegir libremente la Plegaria que quiera y la Iglesia no dice nada sobre ese tema, todo el mundo lo sabe”. El problema es que, como sucede con tantas otras cosas que “todo el mundo sabe”, la realidad es muy diferente.
La Ordenación General del Misal Romano da unas normas muy claras sobre el uso de las distintas Plegarias Eucarísticas del Misal:
365. La elección entre las Plegarias Eucarísticas, que se encuentran en el Ordinario de la Misa, se rige oportunamente por estas normas.
a) La Plegaria Eucarística primera o Canon Romano, que puede emplearse siempre, se dirá más oportunamente (opportunius) en los días que tienen el Reunidos en comunión propio, o en las Misas que se enriquecen con el Acepta, Señor, en tu bondad propio, también en las celebraciones de los Apóstoles y de los Santos de los que se hace mención en esta misma plegaria; igualmente en los días domingo, a no ser que por motivos pastorales se prefiera la Plegaria Eucarística tercera.
b) La Plegaria Eucarística segunda, por sus características peculiares, se emplea más oportunamente en los días entre semana, o en circunstancias particulares. […].
c) La Plegaria Eucarística tercera puede decirse con cualquier prefacio. Prefiérase su uso los domingos y en las fiestas. […].
d) La Plegaria Eucarística cuarta tiene un prefacio inconmutable y presenta un sumario más completo de la historia de la salvación. Puede emplearse cuando la Misa carece de prefacio propio y en los domingos del Tiempo Ordinario. […].
Corríjame algún liturgista si me equivoco, pero, hasta donde puedo ver, de esta norma se pueden sacar varias conclusiones:
- La única Plegaria que, según el Misal, “puede emplearse siempre” es la número I, es decir, el Canon Romano. Por lo tanto, es un abuso y podría decirse incluso que es un abuso grave, emplear prácticamente siempre cualquier otra Plegaria. Si se utiliza siempre la misma Plegaria, debería ser la Plegaria I. Es algo lógico, por otra parte, ya que con ello estaría siguiendo la inmemorial tradición litúrgica de la liturgia romana, que sólo tenía esa Plegaria hasta tiempos recientísimos.
- La Plegaria II debe utilizarse principalmente los días de diario (cuyas Misas son menos solemnes y más breves). Por lo tanto, es un abuso utilizarla de forma generalizada los domingos y solemnidades, en los que son preferibles otras Plegarias, como veremos más abajo. Por supuesto, eso no quiere decir que no deba decirse nunca en domingo (de hecho, es evidente que puede usarse en domingo, porque tiene oraciones propias para cuando se dice en diversos domingos), pero del Misal se deduce que no debe utilizarse de forma habitual los domingos.
- Las Plegarias I y III son las más apropiadas para las fiestas y solemnidades. Y será preferible la Plegaria I cuando esas solemnidades sean las de los Apóstoles, los primeros mártires romanos, San José, San Juan Bautista, Navidad, Epifanía, Jueves Santo, la octava de Pascua, la Ascensión y Pentecostés (que tienen “Reunidos en comunión” propios).
- Las Plegarias I, III y IV son las más apropiadas para los domingos, siendo preferible la primera a no ser que motivos pastorales indiquen lo contrario (por ejemplo, el querer resaltar en ocasiones apropiadas el “sumario más completo de la historia de la salvación” incluido en el prefacio de la Plegaria IV).
- La Plegaria I es la más oportuna para las Misas de bautismo, confirmación, primera comunión, matrimonio y exequias (que son las que tienen una oración “Acepta, Señor, en tu bondad” propia en esa Plegaria). De nuevo, esto no excluye las otras Plegarias en estos casos, especialmente por motivos pastorales, pero sí nos da un criterio general, que es contrario a la utilización por sistema de la Plegaria II en esas Misas.
En resumen, es evidente que la normativa del Misal Romano no obliga en un día concreto a usar una plegaria en particular. Por eso habla de “más oportunamente”, “prefiérase”, “puede emplearse”, etc. De este hecho, sin embargo, no se deduce que el celebrante pueda elegir a su gusto las plegarias, porque el Misal da unas directrices generales sobre qué plegarias deben preferirse habitualmente en unos casos u otros.
Es sabido que la reforma litúrgica de Pablo VI quiso introducir otras opciones de Plegarias Eucarísticas en lugar de recitar exclusivamente el Canon Romano, como era tradicional en la liturgia romana, a diferencia de lo que ocurre en otros ritos, como el mozárabe. Creo, pues, que resulta absurdo y contrario a la reforma litúrgica establecida por la Iglesia que la costumbre haya llegado a desembocar en un monopolio no deseado y casi exclusivo de la Plegaria Eucarística II, que ha desplazado por completo al magnífico Canon Romano y a las otras dos Plegarias Eucarísticas principales.
Parece que la intención de la Iglesia es otra muy diferente: un lugar preferente para el Canon Romano, como corresponde al núcleo de la liturgia latina, con las otras Plegarias como valiosos enriquecimientos que se añaden a la primera Plegaria, pero no la sustituyen. Es decir, algo muy distinto de lo que vemos habitualmente en la mayoría de las parroquias. No es correcto privar a los fieles de la riqueza enorme del Canon Romano y de las Plegarias Eucarísticas III y IV.
La Cuaresma, como sabemos, es tiempo de gracia y de conversión, en la que el Espíritu Santo asiste con gracias especiales para que se corrija todo lo que no va bien en las personas y en las comunidades cristianas. Según esto, quiera Dios que “nos convirtamos” de nuestros modos de usar en las Misas las diversas Plegarias Eucarísticas, cuando esos modos son contrarios a las normas y a la intención de la Iglesia, que es Madre y Maestra.
82 comentarios
“6. El Camino Neocatecumenal debe utilizar también las otras plegarias eucarísticas contenidas en el Misal, y no únicamente la plegaria eucarística II.”
La carta de la Congregación para el Culto establece sin lugar a dudas que el uso exclusivo de la Plegaria II es un abuso.
[Curiosamente y hasta donde yo puedo ver, la aplicación de esta norma al Camino Neocatecumenal probablemente se debió a un malentendido, porque por experiencia propia puedo decir que, ya antes de esa fecha, en las Misas de las Comunidades Neocatecumenales se utilizaban indistintamente las diversas Plegarias Eucarísticas del Misal. Supongo que el malentendido se debió a que la Plegaria II es la única que aparece musicalizada en el cantoral neocatecumenal y quizá la Congregación tomó como universal la práctica de algún lugar concreto en el que acostumbraban a cantar siempre la Plegaria Eucarística (y, por lo tanto, usaban siempre la Plegaria II, por ser la única que aparece en el cantoral).]
Es un ejemplo más de que en la práctica se ha acabado por imponer lo que la reforma litúrgica y el Concilio no pretendieron nunca.
Hay que ver el efecto que causa.
Quejarse de ellos sin indicar la causa, el plan del padre de la reforma de "nacionalizar" y pluralizar las plegarias eucarísticas, es levantar tronos a los principios y caldalsos a las consecuencias.
Me pregunto, ¿porqué, si la Plegaria Eucarística II no se recomienda de preferencia con respecto a las otras, digo, porqué la pusieron en segundo lugar? Aunque parezca sin importancia, el orden de las Plegarias puede significar una jerarquía en la mente de muchos, aunque la intención no fuera esa ¿No hubiese sido mejor ponerla en la posición cuatro?
Saludos
Obviamente, si las razones para usar siempre una Plegaria fueran negar una verdad de fe concreta que no se explicita en ella, ese uso sería ilegítimo. No creo que haga falta ni decirlo.
Sobre la cuestión de cuál es la causa para el uso generalizado de la Plegaria II, no creo que se trate de esa razón, al menos no habitualmente. Por varias razones:
- El ordinario de la Misa siempre incluye al menos una referencia al sacrificio eucarístico: "Orad hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro.." (además de otros muchos en prefacios, oraciones, etc.)
- La Presencia Real es afirmada indudablemente en la Plegaria II, igual que en las otras y en varios otros lugares del ordinario de la Misa.
- En mi experiencia, la pereza, la moda, la costumbre o la inconsciencia son motivaciones mucho más comunes que la herejía.
En cualquier caso, como decía, si es un abuso utilizar solo una Plegaria en general, a fortiori lo sera hacer eso por razones totalmente ilegítimas y heréticas. De todas formas, dudo que le importe mucho lo que diga el Misal a alguien que no comparte la fe de la Iglesia.
Hay cuatro Plegarias principales. Las demás apenas son utilizadas, al menos en España (un caso aparte son las Plegarias para las Misas con niños, de las que podríamos hablar en otra ocasión).
En cuanto a principios y consecuencias, precisamente el post resalta que no se está cumpliendo lo que pide la liturgia en este punto, así que difícilmente podemos hablar de consecuencia de lo que mandó la reforma litúrgica en este ámbito. Abusus non tollit usum. No tiene sentido criticar la reforma litúrgica en un ámbito en el que, de hecho, no ha sido puesta en práctica.
Buena pregunta la del orden. No tengo ni la más remota idea. Quizá algún lector lo sepa.
La idea era segmentar y pluralizar las oraciones, destruyendo el canon romano. Que es lo que en la práctica ha sucedido.
Está muy bien explicado en la magnífica serie de Germinans, aquí mismo en Infocatólica.
infocatolica.com/blog/germinans.php/1007311220-de-una-plegaria-eucaristica-a-3
El artículo que citas no dice, por supuesto, que Bugnini quisiera destruir el canon romano ni nada por el estilo. Por otra parte, el padre de la reforma litúrgica fue Pablo VI y suya es la autoridad y la responsabilidad final de la misma.
Y, como he mostrado, esa misma Reforma litúrgica estableció el lugar primordial del Canon Romano en la liturgia actual. Es ilegítimo atribuir a una norma las consecuencias del incumplimiento de la misma.
Tu forma de razonar en este tema es equivalente a atribuir a la condena de Nestorio en el Concilio de Éfeso la existencia del monofisitismo.
Lo que dicen la disciplina de la Iglesia y su magisterio es lo que dicen, no las opiones particulares de los que pasaban por allí. Una cosa son las carencias de los eclesiásticos, que a veces pueden ser enormes, y otra diferente las normas y el magisterio de la Iglesia. Pueden estar relacionadas, pero no deben confundirse.
Por otra parte, el artículo que has citado termina exactamente con la misma conclusión que el mío:
"De ahí, en lugar de eso, la siguiente propuesta modesta: ¿Por qué no se utiliza el Canon romano con más frecuencia, y se llega a amarlo con el uso? ¿Cuánto tiempo más se añade a la misa: tres o cuatro minutos, quizá? Si el Canon romano ocupara de nuevo el puesto de honor, entonces las otras plegarias eucarísticas podrían ser utilizadas como anáforas auxiliares o complementarias, en aras de la variedad, según las necesidades pastorales. "
"la plegaria eucarística I no es el canon romano. Es el "canon" reformado, lo que constituye un oxymoron"
La Iglesia llama "canon romano" a la Plegaria Eucarística I, como muestra el mismo texto que he citado.
En cualquier manual de liturgia puedes ver que el Canon Romano se fue desarrollando a lo largo de los siglos. Luego el desarrollo no es contradictorio con la idea de canon.
Es como pretender que cuando un Papa le dice a un apologista de dar la comunión a los adúlteros con ciertas condiciones que eso es "teología de rodillas" no se está fomentando el desquicio.
Bugnini manifestó muchísimas veces su voluntad de segmentar la variedad de plegarias, nacionalizándolas y temporalizándolas. El artículo de Germinans cuenta cómo fue esta brega, en la que estaba apoyado por los miembros del Consilium. Pablo VI resistió, a su manera, pero la realidad litúrgica, finalmente, es la que quiso Bugnini. Las normas duermen tranquilas.
Eso no es lógica farisaica. Es la realidad. Y una realidad conocida por todos los sistemas jurídicos de la historia. Hay periodos, ámbitos o lugares en los que las normas son muy incumplidas. Pero, repito, abusus non tollit usum.
En la disciplina de la Iglesia "lo que vale" es lo que la Iglesia manda, no lo que le gusta a un Obispo o a mil, ni lo que hacen esos curas o aquellos. En la doctrina de la Iglesia, "lo que vale" es lo que la Iglesia enseña, no lo que dicen que pensaba no sé quién que participó en la redacción de una encíclica.
Por otra parte, épocas en las que las normas decían una cosa y la gente hacía otra ha habido bastantes en la Iglesia. Justo antes de Trento, los abusos litúrgicos tolerados eran espeluznantes en muchos casos.
Bugnini evidentemente quiso añadir otras Plegarias, pero de ahí a "destruir el Canon Romano" hay un abismo. Identificar ambas cosas es, a mi juicio, una calumnia.
"pero la realidad litúrgica, finalmente, es la que quiso Bugnini"
No, la realidad litúrgica es la que firmó Pablo VI, con la autoridad de Pedro.
San Gregorio vivió en los siglos VI y VII. Todos los manuales de liturgia hablan del desarrollo que fue teniendo el Canon durante los cinco siglos anteriores y por parte del propio San Gregorio Magno. Posteriormente, en torno al siglo VIII-IX, el Prefacio se separó del Canon. Además, basta leerlo para ver que es así como fue surgiendo, porque no tiene una estructura sistemática, sino que está formado por añadidos sucesivos. Mira, por ejemplo, la complejísima historia de las referencias a los santos en el Canon, en la misma serie que mencionabas:
http://infocatolica.com/blog/germinans.php/la-misa-romana-capitulo-28-nobis-quoque#more3888
Por cierto, el canon original es el de la fe y es evidente que no es contrario a los desarrollos posteriores.
Y, hasta donde yo puedo ver, la realidad es que las diferencias entre el Canon Romano de la forma ordinaria y el de la forma extraordinaria son pequeñas.
En cualquier caso, todo esto es ajeno al tema del post, que no es la evaluación de la reforma litúrgica, sino el abuso contra un elemento de esa reforma. Y un abuso precisamente contrario a la continuidad con la tradición litúrgica anterior, así que no entiendo que desvíes la atención del mismo.
Lo de las normas nadie se las cree. Precisamente la novedad posconciliar es que las normas dicen una cosa y la jerarquía hace otra. Las normas dicen que dar la comunión a un adúltero es un sacrilegio, el cardenal dice que se puede hacer siempre que estén casados por civil y el papa dice que eso es teología de rodillas. Las normas dicen que el pecado de homosexualidad clama al cielo, el papa dice que el no es quién para juzgar a un gay. Las normas dicen que es ilícita la oración interconfesional, desde Juan Pablo II esto es pan común.
Cuando precisamente el abuso está en las raíces de la reforma, en su mentores y en sus redactores.
En cuanto a los cambios, puedes consultar la obra de Calmel o.p. "El Canon Romano", o el opúsculo de Ottaviani y Bacci. Son importantes.
Es off topic, pero si quieres te los detallo.
Aquí lo dejo.
"que recurre al socorridísimo recurso en la Iglesia posconciliar de desligar las reformas de los abusos, echándole la responsabilidad a no se sabe qué paraidistas polacos que habrían caído tras la reforma para desvirtuarla"
Parece mentira que haya que volver a repetir lo mismo a un abogado: abusus non tollit usum. Las normas incumplidas a lo largo de la historia son... todas.
"Precisamente la novedad posconciliar es que las normas dicen una cosa y la jerarquía hace otra"
Eso no es una novedad desde el pecado original. Ha ocurrido en todas las épocas de la historia de la Iglesia y de Israel. En unas épocas ocurre más que en otras, pero ha ocurrido siempre.
Decir que el abuso está en las raíces de la reforma es decir que el abuso ha destruido a la Iglesia, contra las palabras de Cristo. Eso es una barbaridad.
En cualquier caso, no vamos a seguir por este camino, que desvía el tema del post y distrae de algo que me parece muy importante. No tengo ningún problema con hablar de estos temas, como ya he hecho otras muchas veces, pero no voy a dejar que lo que señalo en el post quede sepultado por otro tema.
He hecho retroceder tus dos últimos comentarios en el tiempo, para que quede claro que ya no permito desviar el tema del post.
Creo que es totalmente injusta tu acusación de no querer profundizar, cuando he hablado muchas veces de estos temas. Lo que no quiero es sepultar un tema concreto con otro mucho más amplio. Otro día, si quieres, hablamos por ejemplo del Canon Romano y de sus diferencias entre la forma ordinaria y la extraordinaria, pero hoy no.
Sí, es comprensible. Igual que a los maridos se nos olvida a veces tener detalles con nuestras esposas, entre las prisas y las preocupaciones de mil otras cosas. Comprensible pero mejorable (y si no, que se lo pregunten a mi mujer). :)
Gracias por el comentario.
Comparing Canons
Es una pena que la Ordenación General del Misal Romano no se lea o apenas se tenga en cuenta.
La Plegaria eucarística II es muy hermosa, y reelabora la anáfora de San Hipólito (+225), la más antigua que se conoce en Occidente. Sumamente venerable, pues, en sencilla, profunda y hermosa. Pero hacer de ella prácticamente la Plegaria eucarística única es un grave abuso, patentemente contrario a la norma e intención de la Iglesia.
Una opinión mía. No conviene usarla cuando la liturgia de la palabra y la homilía van a formar un conjunto bastante prolongado, porque en tal caso se produce una desproporción inconveniente entre la liturgia de la Palabra y la liturgia del Sacrificio. En Misas en las que sólo hay dos lecturas y no hay homilía, no se da este contraste inoportuno.
caminante-wanderer.blogspot.com.ar/2010/02/asi-se-hizo-la-reforma-liturgica-ii.html
Por otra parte, las "reelaboraciones" no son venerables por su sencillez o hermosura, sino por constituir una continuidad con la tradición; que no es el caso.
Pasando al aspecto práctico del post, de ningún modo creo que nadie puede llamar "grave abuso" a una conducta que no ha sido así tipificada por la norma más que por vagas alusiones a la oportunidad o conveniencia. Odiosa sunt restringenda, dice el aforismo canónico.
No se ha conservado como tal la anáfora de San Hipólito, así que decir que estaba vagamente inspirada es igual de hipotético que cualquier otra valoración de esa inspiración. El hecho es que está inspirada en lo que se ha transmitido de ella.
No es cierto lo que dices de la reelaboración. Lo que se hizo en esa mesa fue reelaborar la reelaboración. Es decir, los últimos retoques. Por cierto, hechos para mejorar significativamente el texto con respecto a la propuesta de Bugnini, así que no tiene mucho sentido que te quejes de esa escena. Entiendo que la tentación de subrayar lo extraño de la escena es casi irresistible desde el punto de vista dramático, pero en realidad hacerlo va en dirección contraria a tu postura.
Dices que "las "reelaboraciones" no son venerables por su sencillez o hermosura, sino por constituir una continuidad con la tradición"
Respondeo que la sencillez y la hermosura no son ciertamente lo principal, pero eso no quita que sean cualidades apreciables y, ceteris paribus, deseables. Por otra parte, lo que importa es la continuidad con la Tradición y es la autoridad de la Iglesia, no los expertos, sean Bouyer, Bugnini o cualquier otro, la que nos asegura que esa Plegaria goza de esa continuidad.
"de ningún modo creo que nadie puede llamar "grave abuso" a una conducta que no ha sido así tipificada por la norma más que por vagas alusiones a la oportunidad o conveniencia. Odiosa sunt restringenda, dice el aforismo canónico."
Afirmación evidentemente maliciosa, ya que mutila lo dicho realmente en el post: "es un abuso y podría decirse incluso que es un abuso grave". Obviamente, esa frase indica que el uso exclusivo de otras Plegarias es un abuso. Algo que está claro, ya que a) es contrario a la norma litúrgica y b) es contrario a la tradición litúrgica del rito romano. La cita más arriba de la carta del Cardenal Arinze prueba esto sin lugar a dudas. Además, puede ser incluso un abuso grave en circunstancias especiales: por ejemplo cuando se haga con finalidades como las señaladas por José Carlos en su comentario, ya que en ese caso no se trataría meramente de contravenir materialmente una norma, sino de contravenir una norma con finalidad herética y pervirtiendo además el sentido propio de las palabras de la Plegaria II.
Me da la impresión, en cualquier caso, de que tu afirmación se debe más al deseo de negar que en la liturgia actual se mantenga la posición primordial del Canon Romano que a otra cosa.
_______________
,,,,siempre en todo "tiempo" y lugar,...; ¿no reflejaría más la absoluta inmensidad de un Dios que todo lo mueve? Digo yo
Ya lo dice el salmo: "Bendeciré al Señor en todo tiempo, en mi boca siempre su alabanza".
"No conviene usarla cuando la liturgia de la palabra y la homilía van a formar un conjunto bastante prolongado, porque en tal caso se produce una desproporción inconveniente entre la liturgia de la Palabra y la liturgia del Sacrificio".
El artículo en ingles que he citado antes resalta precisamente esa cuestión:
Comparing Canons
Si una característica principal de un rito como el romano es precisamente la existencia de un núcleo único e inmodificable al que se llama "canon" y que no se toca prácticamente en un milenio y medio y que algunos remontan a los Apóstoles, la multiplicación de sucedáneos vagamente inspirados en dos líneas de alguna plegaria arqueológica es ciertamente una modalidad de quitarle al Canon Romano su posición primordial. Item más, esta consecuencia se denunció justamente cuando se hizo el cambio: que el canon perdería su posición. Item más, esto es lo que pasó. ¿Cabe mayor ruptura?
Los abusos posteriores, que consistirían en usar en exclusiva una de las modalidades, son una variante del abuso consumado por Bugnini, la desnaturalización del rito romano.
En mi opinión, lo que ha sido un abuso grave contra la Tradición fue la manufactura de la liturgia al punto de la multiplicación de plegarias inventadas, con prescindencia de que se hayan terminado de apuro en una pizzería, lo que ciertamente es anecdótico pero revelador.
De lo
Ya somos grandes.
Dices: "Los abusos posteriores, que consistirían en usar en exclusiva una de las modalidades, son una variante del abuso consumado por Bugnini"
Con la enorme diferencia de que esos "abusos posteriores" son contra legem et mentem Ecclesiae y la reforma fue legítimamente decidida por la Iglesia.
Dices: "la multiplicación de plegarias inventadas"
Todas las Plegarias son inventadas en el sentido de compuestas por autores humanos. Incluido el Canon. Ninguna ha bajado hecha del cielo.
Un milenio y medio es mucho tiempo, pero lo cierto es que las modificaciones sucesivas y muy numerosas que se hicieron hasta San Gregorio, inclusive, muestran que, de hecho, se pueden hacer modificaciones. Un tema muy diferente es la cuestión prudencial de si debían hacerse o no. Sobre eso se puede hablar mucho y probablemente coincidiríamos en muchos aspectos, pero lo cierto es que tomaron esa decision los encargados de tomarla y todos los análisis del mundo no pueden obviar ese hecho.
A mi entender, la actitud más correcta ante la reforma litúrgica es la de Benedicto XVI. Es decir, un enriquecimiento mutuo de la forma ordinaria y la forma extraordinaria, que en definitiva reconoce algo que has señalado: una verdadera reforma litúrgica no se puede hacer de la noche a la mañana, sino que precisa mucho tiempo para que actúe la transmisión por connaturalidad que es el vehículo habitual de la Tradición.
Dicho todo eso, observo que has conseguido engañarme para que vuelva a salirme del tema. :(
solemnidades la primera, fiestas la tercera, memorias y días feriales la segunda, en otros casos la cuarta.
No creo que nos salgamos del tema. Estamos ante la típica modalidad de abuso posconciliar, en el que se abre incoativamente la puerta por parte de la autoridad y luego se profundiza la desnaturalización con abusos sucesivos, que no serían factibles sin el paso inicial de la autoridad. Pasó con la comunión en la mano, con los ministros extraordinarios de la eucaristía, con el cambio de orientación del celebrante en la misa, con el vernáculo, con los altares-mesa, etcetera. Está pasando con los gay y con los divorciados.
Saludos.
Dudo que pueda decirse que una reforma legítima sea abusiva. Si es abusiva no puede ser legítima y viceversa. En cuanto a la oportunidad, prudencia, etc. puede haber mil opiniones, pero eso sucede con absolutamente cualquier decision de la Iglesia. Y, al final, la opinión que importa es la de la autoridad encargada de tomar la decisión.
A mi entender, los casos concretos que mencionas son muy heterogeneous y aportan poco a la cuestión. De hecho, por ejemplo, la comunion en la mano tuvo el desarrollo contrario al que mencionas. Además, todas las prácticas que mencionas son legítimas en sí y forman en su mayoría parte de la tradición litúrgica de la Iglesia. Nada tienen que ver con el tema de las uniones homosexuales o los divorciados en nuevas uniones, que es un tema moral.
Dom Botte hizo una reconstrucción hipotética de la anáfora de San Hipólito (mártir y padre de la Iglesia), pero como no tenemos directamente la anáfora, las cuestiones de fidelidad a la misma no han lugar.
El artículo de D. Ángel, a mi entender, es un claro ejemplo de razonamientos tendenciosos para llegar a una conclusion preconcebida, empleando varios argumentos fantasiosos y otros evidentemente absurdos. Incluso aunque estuviese de acuerdo con sus conclusiones, que no es el caso, yo no lo emplearía como fuente.
De nuevo, no nos vamos a desviar del tema del post. He caído una vez en la tentación, pero no más.
"Dom Botte hizo una reconstrucción hipotética de la anáfora de San Hipólito (mártir y padre de la Iglesia), pero como no tenemos directamente la anáfora, las cuestiones de fidelidad a la misma no han lugar"
Del mismo modo, podemos decir que un arquitecto ha reconstruido hipotéticamente el Coloso de Rodas, pero como no conocemos cómo era el Coloso, las cuestiones de fidelidad al modelo original no han lugar. Cuando en realidad lo que no ha lugar es reconstruir algo que no conocemos más que en dos líneas de texto.
En todo caso, habría que cuestionar la legitimidad de "reconstruir" algo de lo cual conocemos tan poco que ni siquiera puede suscitar cuestiones de fidelidad al modelo.
Lo dejo aquí, no quiero hacerte recaer en la tentación, sobre todo después de pecar contra la lógica.
"no quiero hacerte recaer en la tentación, sobre todo después de pecar contra la lógica"
Je, je.
Intentaré explicarme más claramente. Si tuviéramos la auténtica anáfora, podría hablarse de fidelidad en su adaptación. Sin embargo, como no tenemos el texto original en sí, sino una reconstrucción en los estudios de Dom Botte, no era posible adaptarlo (ni fiel ni infielmente), sino que lo único que podía hacerse era inspirar una nueva Plegaria en los elementos conservados. Por lo tanto, no tiene sentido hablar de fidelidad a la Plegaria original, porque no la tenemos. Y por eso no se dice que la Plegaria II sea la Plegaria de San Hipólito (mientras que sí se dice que la Plegaria I es el Canon Romano), sino que está inspirada en ella.
Exactamente, Bruno, eso se llama ruptura litúrgica. Inventarse una plegaria con el pretexto de una reconstrucción arqueológica que ni siquiera es fidedigna. Un tipo, entre un laboratorio y en una pizzería, desplaza el Canon bimilenario por una conjetura más o menos científica. Eso es la reforma.
QED.
Lo que dices es una tautología y no demuestra nada. Puesto que antes de la reforma litúrgica sólo había un canon en el rito romano, es evidente que cualquier otra plegaria eucarística añadida en la reforma debía componerse. Si tú piensas que había que mantener solo el Canon Romano, me parece muy bien que tengas esa opinion, pero para eso no hace falta hablar de San Hipólito y su anáfora o de la supuesta falta de fidelidad de la Plegaria II, porque todo eso resulta irrelevante partiendo de tus presupuestos.
Por otra parte, hasta donde yo puedo ver, la composición de anáforas tampoco es algo nuevo. En primer lugar, porque todas las anáforas tuvieron que componerse en algún momento. Y, en segundo lugar, porque el prefacio se consideraba parte del Canon hasta el siglo VIII y, sin embargo, posteriormente se desgajó y se compusieron numerosos nuevos prefacios. Si esa parte del Canon puede redactarse de formas diversas inspirándose en la Tradición litúrgica de la Iglesia, ¿por qué no el resto?
De nuevo, parece tratarse de una cuestión de oportunidad o prudencia (que siempre son discutibles), pero no de legitimidad intrínseca.
Y, ahora sí, ya no habrá más comentarios sobre este tema ajeno al post. Por favor, no me obliguéis a pasar el mal rato de borrarlos.
¿Cómo ha ocurrido la plaga de los "se recomienda", "se propone"... han pasado a ser dogmas inalterables y aplicaciones unilaterales en tantísimas cosas?
¿Hasta cuándo Señor?
Vamos a ver: en la Iglesia siempre ha habido pecado... Pero la Iglesia siempre ha sido históricamente (hasta que muchos han criticado eso siempre de la Iglesia) MUY ESTRICTA en el cumplimiento de sus cánones...
¿Cómo hemos pasado al otro extremo? ¡No lo entiendo!
El problema de la plegaria II (pienso yo) es que su brevedad reduce mucho su valor catequético, que es uno de los aspectos más importantes de la liturgia (no el más importante, desde luego, pero...), y por ello son preferibles las otras.
Creo que la finalidad de la plegaria IV es muy buena, aunque me parece un poco más pobre que los originales en los que creo que se inspiró. Por ejemplo, el prefacio de la misa del rito católico armenio es de una belleza especial:
(Diácono): Estemos con temor, estemos con respeto, estemos bien y miremos con atención.
(Asamblea): Hacia Ti, oh Dios.
D:Cristo, el Cordero de Dios, se ofrece en sacrificio
A:Misericordia, paz y sacrificio de alabanza.
(Celebrante):Que la gracia, el amor y la divina virtud santificante del Padre † y del Hijo y del Espíritu Santo, estén † con todos ustedes.
A:Amén, y con tu espíritu.
D:Tengan en alto sus mentes, con temor de Dios.
A:Las tenemos elevadas hacia Ti, Señor Omnipotente.
D:Den gracias al Señor de todo corazón.
A:Es digno y justo.
C:Es verdaderamente digno y justo
adorarte y glorificarte siempre con fervor,
Padre omnipotente, que has sacado el obstáculo de la maldición por tu Verbo insondable y co-creador,
quien formando para sí un pueblo propio, la Iglesia, se apropió de aquellos que creen en Ti.
Por la naturaleza visible que tomó de la Virgen según el plan de salvación,
se complació en vivir entre nosotros,
y por un nuevo designio divino, transformó la tierra en cielo.
Pues Aquel, delante de quien no se atrevían a permanecer los coros de los ángeles,
espantados por la luz resplandeciente e inaccesible de la divinidad,
Él mismo, al hacerse hombre para nuestra salvación,
nos asoció a los coros celestiales, para entonar el himno angelical.
Y junto con los serafines y querubines, en unísono trisagio, componemos himnos, decimos y proclamamos:
santo, santo, santo...
Eres verdaderamente santo, santísimo.
¿Quién podrá resumir en palabras la profusión de tus infinitas misericordias para con nosotros?
Tú, que desde el principio has cuidado y consolado de tantas maneras al hombre caído en el pecado:
por los Profetas, por el don de la Ley, por el Sacerdocio y por la inmolación figurativa de becerros;
Y al cabo de aquellos días, invalidando la sentencia de condenación de todos nuestros pecados,
nos diste a tu Hijo Unigénito,
deudor y pagador,
inmolado y ungido,
cordero y pan celestial,
Pontífice y Sacrificio.
Porque es Él mismo el que distribuye y es distribuido entre nosotros, sin consumirse jamás.
Porque haciéndose hombre verdaderamente y no por apariencia,
y encarnándose,
en una unión inconfusa en el seno de la Madre de Dios,
la santa Virgen María, pasó, sin pecado, por todas las dificultades de la vida humana
y voluntariamente fue, en la Cruz,
la salvación del mundo y causa de nuestra redención.
(Ruego a Bruno lo retire si lo considera demasiado largo u off-topic. la traducción la tomé del sitio del Exarcado Católico Armenio para América Latina: [http]://exarcadoarmenioamericalatina.blogspot.com/)
Si encima lo cortamos aún más, es como poner a dieta a un subalimentado.
Qué elementos encontramos en la Plegaria Eucarística de San Hipólito ???
Hay diálogo y prefacio o sólo uno, hay memorial?? etc, etc.,
Alguna bibliografía recomendable para este tema, la plegaria eucarística.
Gracias!!!
aquí tienes para empezar, publicado en Infocatolica:
infocatolica.com/blog/germinans.php/la_anafora_de_san_hipolito_y_su_continui
Luis & Bruno:
Me confieso un verdadero neófito en estas cuestiones (y en mil más). Sin embargo, por buen sentido, no estamos profundizando en(y desviándonos de) un tema que fue claro? Como dices, Bruno, sólo mencionas un punto en que ha habido mal uso. Y por lo que replicas, Luis, veo que estás bien fundamentado. Sin embargo, tal vez "Bene curris, sed extra viam" - "Corres bien, pero fuera del camino", (San Agustín).
Lo verdaderamente relevante aquí es llegar a puntos de acuerdo, no a ver quién sabe más. Comuniquemos la verdad con sencillez. En palabras del mismo sabio santo: "In necesariis, unitas; in dubiis, libertas; in ómnibus, caritas". - "En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad (San Agustín).
En palabras del ilustrísimo José Luis Martín Descalzo, "Cuando 2 discuten, muchas veces la consigna ya no es quién tiene la razón, sino a ver quién gana". O en palabras de otro autor: "Las discusiones suelen generar + calor que luz".
Felicito a ambos por su brillante exposición, pero por no dar mal ejemplo a los hermanos y mucho menos, argumentos a los enemigos, dense un abrazo fraterno en CRISTO JESÚS.
DIOS les bendiga abundantemente. Un fraterno abrazo desde San Luis Potosí, SLP (México).
1) Coincido con Bruno en que sería buenísimo que la Plegaria Eucarística I fuera la ordinaria, por así decir, y que las restantes fueran de uso más restrictivo. Esto porque la Plegaria I es la única que reproduce los rasgos característicos del Canon romano del rito, aunque con modificaciones importantes. Acabo de leer a Dom Botte y me entero de que una de las plegarias fue hecha sobre la base de una anáfora oriental: no existe mejor confirmación de que no estamos ante un rito latino, sino ante otra cosa.
2) Coincide Bruno conmigo en que la Plegaria II es una oración nueva, reconstruida en base a una inferencia científica de un liturgista sobre los restos de la anáfora llamada de San Hipólito, es decir, no forma parte de un desarrollo orgánico, ininterrumpido y tradicional de la liturgia. Y como dice Ratzinger, la autoridad no es dueña ni elaboradora de la liturgia, sino una simple custodia. Consecuentemente, si la autoridad pretende elaborar cual deus ex machina una liturgia prefabricada, abusa. Este es el abuso que consigno, cometido por la autoridad en la reforma litúrgica y sutilmente indicado por Ratzinger.
3) No coincide Bruno en que la multiplicación de Plegarias Eucarísticas ha sido una verdadera desgracia para la liturgia romana, y tampoco coincide en que varios críticos severos del Canon romano, en particular Vaggagini, hayan sido redactores de alguna de las plegarias eucarísticas alternativas.
4) No coincide Bruno en que la desnaturalización del rito romano, producto de la sustitución de facto de la Plegaria I por la II, haya estado "in nuce" en la reforma efectuada por Bugnini.
5) Consecuentemente, no veo abuso grave en el uso continuo de la Plegaria II, por falta de claridad de las normas litúrgicas. De todos modos, en la práctica, vuelvo a coincidir en la extrema inconveniencia de sustituir lo único que nos queda del Canon romano.
6) Coincido con Bruno en la extrema delgadez, por así decir, de la Plegaria II, que se suma al carácter enjuto del rito romano de siempre, sobre todo en la misa baja. Y entiendo, aunque no justifico, la variedad de sucedáneos que se han venido introduciendo para engordar al anémico: sermones quilométricos, innovaciones litúrgicas varias, cantos, participación de la asamblea, introducción de partes de ritos orientales, que pueden ser vistos como abusos, pero que en realidad son generados por la pobreza de una liturgia que se puede celebrar, como dice M. Ellingham, en menos de veinte minutos. La naturaleza y la sobrenaturaleza no soportan los vacíos.
Toto corde,
"En las últimas décadas, la cuestión acerca del modo correcto de celebrar la Liturgia se ha convertido progresivamente en uno de los puntos en torno de los cuales se ha centrado mucho de la controversia concerniente al Vaticano II, el modo en que debe ser evaluado y su recepción en la vida de la Iglesia. Están los implacables partidarios de la reforma, para los cuales el hecho de que, bajo ciertas circunstancias, se haya nuevamente permitido la celebración de la Eucaristía de acuerdo con la más reciente versión del misal antes del Concilio – aquella de 1962, representa un intolerable retroceso. Por supuesto que al mismo tiempo la Liturgia es vista como “semper reformanda” de tal modo que a la postre, cualquier “congregación” involucrada es la que hace “su” Liturgia, en la cual se expresa a sí misma. Un “Compendio Litúrgico” Protestante (editado por C. Grethlein [Ruddat , 2003]) presenta al culto como un “proyecto para la reforma” (pags 13-41) y por consiguiente expresa lo que muchos liturgistas Católicos piensan acerca del tema. Por otro lado, están los ácidos críticos de la reforma litúrgica, críticos no sólo de su aplicación en la práctica, sino también de su fundamento en el Concilio. Ellos sólo ven la salvación en el total rechazo de la reforma. Entre estos dos grupos, los reformistas radicales y sus opositores radicales, frecuentemente no son escuchadas las voces de aquellos que contemplan la Liturgia como algo viviente y que, en consecuencia, crece y se renueva a sí misma tanto en su recepción como en su forma final. Estos últimos, sin embargo, sobre la base del mismo argumento, insisten en que el crecimiento no es posible a menos que la identidad de la Liturgia sea preservada, e incluso enfatizan que el desarrollo apropiado sólo es posible si se presta la debida atención a la lógica estructural interna de este “organismo”: así como un jardinero cuida de una planta a medida que ésta se desarrolla, teniendo muy en cuenta el poder de crecimiento vital intrínseco de la planta y sus leyes propias, del mismo modo la Iglesia debe cuidar de modo reverente la Liturgia a lo largo de los siglos, distinguiendo las acciones que son benéficas y curativas de aquellas que son violentas y destructivas" (...)
"Al final del libro el autor enumera algunos principios para una recta reforma: debe mantener un adecuado equilibrio entre la apertura al desarrollo y la continuidad con la Tradición; debe ser consciente de la existencia de una tradición litúrgica objetiva y en consecuencia tener cuidado en asegurar una continuidad substancial. En consecuencia el autor concuerda con el Catecismo de la Iglesia Católica que enfatiza que “aún la autoridad suprema de la Iglesia no puede cambiar la Liturgia arbitrariamente, mas solo en la obediencia de la fe y con religioso respeto por el misterio de la Liturgia” (CIC 1125). Entre los criterios subsidiarios podemos mencionar la legitimidad de las tradiciones locales y la preocupación por la eficacia pastoral.
Desde mi punto de vista personal desearía dar un particular énfasis a algunos de los criterios para la renovación litúrgica recién mencionados. Comenzaré con los dos últimos. Me parece de la mayor importancia que el Catecismo, al mencionar la limitación de los poderes de la autoridad suprema de la Iglesia con relación a la reforma trae a la memoria lo que es la esencia del Primado tal como fue delineado por los Concilios Vaticanos Primero y Segundo: el Papa no es un monarca absoluto cuya voluntad es ley; antes bien, él es el guardián de la auténtica Tradición y por lo tanto el primer garante de la obediencia. No puede hacer lo que le plazca, lo que en consecuencia lo habilita para oponerse a aquellos que, por su parte, quieren hacer todo lo que le pasa por la cabeza. Su regla no es la del poder arbitrario sino la de la obediencia en la fe. Esa es la razón por la que en lo que respecta a la Liturgia, su labor es la de un jardinero, no la de un técnico que construye nuevas máquinas y arroja las viejas a la basura. El “rito”, o sea aquella forma de celebración y de plegaria que ha madurado en la fe y en la vida de la Iglesia, es una forma condensada de la Tradición viviente en la cual la esfera que utiliza dicho rito expresa la totalidad de su fe y su oración, y en la cual se puede experimentar la comunión de las generaciones una con otra, vinculación con aquellos que nos precedieron y con los que nos sucederán. En consecuencia el rito es un beneficio dado a la Iglesia, una forma viviente de paradosis, la entrega de la Tradición.
Es importante en esta relación interpretar correctamente la “continuidad substancial”. El autor nos advierte expresamente acerca del camino erróneo por el que nos podría derivar una teología sacramental Neoescolástica desconectada de la forma viviente de la Liturgia. Sobre esta base alguien podría reducir la “substancia” a la materia y la forma del sacramento y decir: el pan y el vino son la materia del sacramento, las palabras de la institución son su forma. Sólo estas dos cosas son realmente necesarias; todo lo demás es cambiable. En este punto tanto modernistas como tradicionalistas están de acuerdo: mientras los dones materiales estén presentes, y se pronuncien las palabras de la institución, todo lo demás es libremente descartable. Lamentablemente muchos sacerdotes hoy en día actúan de acuerdo con esta máxima, y las teorías de muchos liturgistas están desgraciadamente moviéndose en la misma dirección. Quieren superar los límites del rito, como si fuese algo fijo e inmóvil, y construir los productos de su fantasía, supuestamente “pastorales” en torno a este remanente, a este núcleo que ha sido preservado, y que en consecuencia o es relegado al reino de la magia o pierde cualquier tipo de significado. El Movimiento Litúrgico había de hecho tratado de superar este reduccionismo, producto de una teología sacramental abstracta, y de enseñarnos a comprender la Liturgia como una malla viviente de Tradición que ha tomado una forma concreta y que no puede ser descompuesta en pequeños pedazos sino que debe ser vista y experimentada como un todo viviente. Cualquiera que, como yo, hubiese sido movido por esta concepción al tiempo del Movimiento Litúrgico en las vísperas del Concilio Vaticano II, sólo puede detenerse profundamente afligido ante las ruinas de todo aquello que más nos importaba.
Quisiera comentar brevemente otras dos percepciones presentes en el libro del Dom Alcuin Reid. El entusiasmo arqueológico y el pragmatismo pastoral –que en cualquier caso no es otra cosa que una forma pastoral de racionalismo, son ambos erróneos. Podrían ser descritos como gemelos perversos. La primera generación de liturgistas estuvo compuesta en su mayor parte de historiadores. En consecuencia estaban inclinados al entusiasmo arqueológico: procuraban desenterrar las formas más antiguas en su pureza original; estimaban que los libros litúrgicos en uso, junto con los ritos que ofrecían, eran la expresión de la desenfrenada proliferación a través de la historia de desarrollos secundarios, producto de las equivocaciones y de la ignorancia del pasado. Trataban de reconstruir la más antigua Liturgia Romana y de purificarla de todos los añadidos posteriores. Mucho de esto era cierto; sin embargo la reforma litúrgica es algo distinto de la excavación arqueológica, y no todos los desarrollos de un ser viviente tienen por qué estar en concordancia lógica con una regla histórica o racionalista. Esta es la razón por la cual –como el autor muy acertadamente señala, no se le debería permitir a los expertos tener la última palabra en lo referente a la reforma litúrgica. Los expertos y los pastores tienen cada uno un papel que desempeñar (del mismo modo que en política, los especialistas y los gobernantes representan dos planos distintos). El saber de los estudiosos es importante pero no puede trasladarse directamente a las decisiones de los pastores, puesto que éstos tienen sus propias responsabilidades escuchando a los fieles, acompañando con comprensión a aquellos que realizan las cosas que nos ayudan a celebrar el sacramento con fe hoy día, distinguiendo aquellas que no ayudan. Una de las debilidades de la primera fase de la reforma luego del Concilio fue que prácticamente sólo se escuchó a los especialistas. Hubiese sido deseable una mayor independencia de los pastores.
Puesto que en general es demasiado obvio que el conocimiento histórico no puede ser elevado inmediatamente al rango de nueva norma litúrgica, este entusiasmo arqueológico fue muy fácilmente combinado con pragmatismo pastoral: primero de todo se decidió eliminar todo lo que fuese reconocido como original y que no fuese parte de la “substancia”, y luego se añadieron los “restos arqueológicos” de acuerdo a “criterios pastorales”. Pero, ¿qué es “pastoral”? Los juicios acerca de estas cuestiones realizados por profesores eruditos frecuentemente se vieron influidos por presupuestos racionalistas y no fue infrecuente que errasen acerca de lo que realmente sostiene la vida de los fieles. De este modo actualmente, luego de que la Liturgia fuese extensamente racionalizada durante la fase inicial de la reforma, los fieles buscan ávidamente formas solemnes, una atmósfera “mística” y sacralidad. Sin embargo, -y esto es cada vez más claro, puesto que los juicios acerca de la eficacia pastoral son grandemente divergentes, el aspecto “pastoral” es el punto en el que la “creatividad” ha irrumpido, destruyendo la unidad de la Liturgia y reduciéndola a algo deplorablemente banal. Esto no significa negar que la Liturgia Eucarística, así como también la Liturgia de la Palabra, es a menudo celebrada reverente y “bellamente” en el mejor sentido de la palabra, sobre la base de la fe del pueblo. Pero, puesto que estamos buscando los criterios de reforma, tenemos que mencionar los peligros, que en las últimas décadas, desafortunadamente no han consistido en meras imaginaciones de los tradicionalistas opuestos a la reforma.
Quisiera volver por último a la cuestión acerca del modo en que el culto era presentado en un compendio litúrgico como un “proyecto para la reforma”, o sea como un taller en el que siempre se está ocupado trabajando en algo. Diferente, y sin embargo relacionada con esto, es la sugestión de algunos liturgistas católicos acerca de que debemos finalmente adaptar la reforma litúrgica al “giro antropológico” de los tiempos modernos y construirla en un estilo antropológico. Si la Liturgia aparece en primer lugar como el taller para nuestras actividades, esto significa que se ha olvidado lo esencial: Dios. Puesto que la Liturgia no se refiere a nosotros, sino que se refiere a Dios. El olvido de Dios es el más grande peligro de nuestra época. Contra esto, la Liturgia debería levantar una señal de la presencia de Dios. Pero, ¿qué ocurre si el hábito del olvido de Dios sienta sus reales en la misma Liturgia y si en ella sólo estamos pensando en nosotros? En toda reforma litúrgica y en toda celebración litúrgica la primacía de Dios debe ser mantenida por encima de todo"
el tema de su artículo me parece muy importante, el uso exclusivo de la Plegaria eucarística II en la gran mayoría de las celebraciones, tanto en el día a día de las parroquias como incluso en grandes celebraciones, en las que habiéndose alargado la Liturgia de la Palabra y la predicación (ya, supongamos, unos 50 minutos), parece obligado no prolongarla más, y con 5 minutos de la Plegaria II se compensa el retraso. Queda así enormemente deformada la celebración de la Eucaristía, reduciéndose al mínimo la Liturgia sacrificial.
Ha sido una pena que, una vez más, luis, en este caso con 19 intervenciones (DIECINUEVE), las dos últimas larguísimos, haya derivado los comentarios a su campo propio: el horror de la reforma postconciliar de la Liturgia.
No entiendo bien, y perdone que se lo manifieste, por qué tolera usted tan reiterados abusos suyos. A algunos lectores, quizá a muchos, nos molesta grandemente.
después de escribir usted
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Luis:
He hecho retroceder tus dos últimos comentarios en el tiempo, para que quede claro que ya no permito desviar el tema del post.
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ha habido 11 (ONCE) intervenciones más suyas, varias veces replicadas por usted. (?)
Si no le interesa, saltese los comentarios. Es posible que el estilo twitter satisfaga más sus inquietudes, pero dudo de que el amigo Bruno comparta esa modalidad.
Toto corde
El bárbaro del norte, hablando francamente como corresponde a su seudónimo, tiene toda la razón. Me he dejado engañar una vez más. Los comentarios de Luis suelen ser interesantes, pero no siempre son oportunos, como en este caso, que desvían el post de su tema, hacia el tema favorito de Luis. Por supuesto, ese tema está relacionado, pero no es el mismo tema.
Hoy sábado, no puedo estar todo el día ante el ordenador, así que pongo los comentarios en moderación previa para evitar más desvíos.
Lo digo porque hasta hace unos años yo pensaba que había una única plegaria (la III) de la cual a veces el sacerdote utilizaba una versión corta (la II) y cuando se sentía inspirado improvisaba (IV y V). La I no se utilizaba, aunque últimamente se la está viendo más.
Cuando empecé a prestar atención y a leer un poco entendí lo importante que es que los fieles acompañemos interiormente las intenciones que el sacerdote va presentando y el gran valor catequético que posee la liturgia.
Es apenas una sugerencia.
Perdona, Pato. No me he podido reprimir. El cachondeo no va por ti: entiendo que tu tienes que mantener activo el blog y no siempre se te ocurren temas de máxima trascendencia. Pero que haya 66 comentarios sobre eso (y contando) me parece increíble.
Se debería hacer más bulla con respecto a la confesión ... dentro de nuestra Iglesia lamentablemente hay muchos sacrilegios...este tema en nada beneficia en la salvación de las almas ni da Gloria a Dios
más bien es un tema meramente teológico, tratamos de entender a Dios en cosas que son menos importantes que darle la verdadera Gloria a Dios!!
en youtube está la película : EL GRAN MILAGRO...
es un modo sencillo de entender la misa y vivirla verdaderamente como Dios quiere no como nos parece
la sabiduría de los inteligentes es nada frente a la grandeza de Nuestro Señor y Salvador
Doy Gloria a Dios por todos los que crecen constantemente en la fe y en el conocimiento pero una pregunta :es realmente necesario e imprescindible esta cuestión sobre la plegaría Eucarística II cuando en estos tiempos vivimos bajo tanta violencia contra la vida, contra la fe?Busquemos primero el reino de Dios y no nos detengamos en cuestiones que le competen al Papa al clero y a todo ungido en general por algo Dios les permitió estar allí de lo contrario nos habría llamado a nosotros... oremos y pidamos al dador de todas las cosas que nos provea de todas las Gracias para hacer su Voluntad salvando almas para su reino...
es solo mi opinión...
El Señor los Bendiga!
el tema del post me parece muy interesante, pero lamentablemente creo que si preguntara al 90% de los parroquianos dominicales no sabrían decir qué es la Plegaria Eucarística, o las partes de la misa,etc.
Sería conveniente en muchas parroquias, a modo de catequesis, la puesta a disposición de hojas con las lecturas, salmos, Plegarias que se vayan a utilizar, y demás precisiones para seguir con más devoción y sin necesidad de que el sacerdote interrumpiera continuamente la celebración con morcillas que desvirtúen a ésta.
Atentamente, Isabel
Desde que se adoptó la lengua vernácula y la amplificación de voz en la liturgia, se ha puesto demasiado énfasis en que los fieles deben seguir con atención las palabras del sacerdote, incluso con ayuda de folletos.
Creo que es desacertado. Eso es bueno en la liturgia de la Palabra, pero no creo que lo sea en la liturgia Eucarísitica.
Joseph Ratzinger habla de este particular en su "Introducción al espíritu de la liturgia", donde propone volver al latín en la segunda parte de la misa y concretamente en la plegaria.
Eso ayudaría a que la atención no esté en las palabras (demasiado elevadas para el común de los fieles) sino en lo que acontece.
Creo tambien que no solo debe ser utilizada en las principales fiestas que celebra la iglesia, sino todos los domingos como amerita.
La iglesia a perdido muchas cosas, como lo es la exposicion del santisimo todos los jueves, en muchas parroquias no lo hacen, ademas siendo el dia en que instauraron el sacramento de la eucaristía deberian retomar celebrar la eucaristia en latin, pues distingo a muchos sacerdotes jovenes que ni siquiera saben pronunciar textos en latin y como bien sabemos es de primordial importancia.
la riqueza de utilizar las diferentes plegarias que hay, es que no tuvieran intenciones la Santa Misa, sino que fuera la Alabanza del pueblo a Dios...se disfrutaría de la belleza y el adorno de todas las plegarias...
Sin embargo, muy recientemente he descubierto algo que no se me había ocurrido antes.
La gran variedad que el Misal Romano ofrece es una riqueza... para el sacerdote que preside la Eucaristía. Pero un inconveniente para el pueblo de Dios al que se pilla desprevenido (ningún sacerdote dice: "hoy rezaré la PE x").
Rezar siempre la misma Plegaria eucarística puede ser por rutina o comodidad, pero también puede ser para que los fieles la memoricen y así puedan acompañar en su interior la oración del sacerdote.
"Ellos tienen los templos, nosotros tenemos la fe". ( San Atanasio)
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