Veo la fumata blanca desde mi habitación
Veo la fumata blanca desde mi habitación. O quizá debería decir, más bien, que veo “una fumata blanca”, porque no se trata de la famosa chimenea del Vaticano. Es solamente la de un colegio católico que hay frente a mi casa y que enciende la calefacción en estos días de frío. Me he quedado un momento contemplando el humo blanco y he cambiado lo que iba a escribir hoy.
El mundo entero está pendiente de la fumata blanca de Roma y parece que la vida de la Iglesia se detiene hasta que se elija el nuevo Papa, pero no es así. Por todas partes, en todo el mundo, surgen fumatas blancas que anuncian que Dios sigue enviando a sus discípulos a la misión, igual que enviará al sucesor de Benedicto XVI cuando sea elegido.
Dios llama y los cristianos responden, para ser enviados al mundo entero: sacerdotes nombrados párrocos, destinados a países de misión o encargados de consolar a los sufrientes en un hospital; chicos y chicas que dicen sí a una vocación religiosa, para ser signos del Cielo entre los hombres, cuidar de los abandonados por el mundo y proclamar la fe a los que no la conocen; casados llamados a comprometerse, a perdonarse, a estar ahí en la enfermedad del otro, a dar la vida por sus hijos. Y sobre todo la llamada a la santidad, que es la vocación más alta que puede existir. Todos están llamados a decir, como en los laudes de hoy: “Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré”.
Estamos en Cuaresma: las gracias de Dios se derraman sobreabundantemente sobre la Tierra, llamándonos a todos a la conversión. Los ángeles hacen horas extra, buscando ovejas perdidas. Los ministros de la Iglesia se gastan y desgastan por los fieles, haciéndose todo a todos para llegar, sea como sea, a algunos. La Palabra de Dios grita: ¡Conviértete y cree en el Evangelio! Reconcíliate con Dios y con tus hermanos, ayuna, ora, da frutos de vida eterna. Los confesionarios están abiertos. Dios no descansa.
Si mirásemos las cosas con ojos de fe, veríamos fumatas blancas en todos los tejados, en los sitios más insospechados. Cristo está a la puerta y llama. Ante todo, veríamos la fumata blanca en nuestro propio tejado: somos elegidos de Dios. Así lo dice la lectura de laudes de hoy: “El Señor, tu Dios, te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto”. Acceptasne electionem? ¿Aceptas la elección de Dios? ¿Estás dispuesto a ir donde el Señor te lleve? ¿Quieres dar la vida por Cristo, con Cristo y en Cristo, para la salvación del mundo?
Ver estos días en televisión la elección del nuevo Papa es algo maravilloso. El sucesor de Pedro, el Vicario de Cristo, el siervo de los siervos de Dios, va a ser elegido, prácticamente ante nuestros ojos. No debemos verlo como si fuéramos paganos, sin embargo, sino como cristianos. Que ese acontecimiento de gracia en Roma no nos distraiga, sino más bien nos ayude a ver mejor y a acoger con un corazón humilde los acontecimientos de gracia igualmente maravillosos que se producen a nuestro alrededor, en nuestra familia, en nuestra parroquia y sobre todo en nosotros mismos. ¡Conviértete y cree en el Evangelio!
16 comentarios
Por eso he decidido hablar hoy de conversión, a tiempo y a destiempo, aunque pueda resultar aburrido para algunos lectores y aunque a mí mismo me apetezca más especular sobre las votaciones o hacer quinielas. Primum ad Deum se convertere, deinde vaticinari.
Para algunos parece que la Iglesia no existía antes del Cónclave, ni -seguramente- existirá más después de éste. En fin, que lo urgente no nos haga olvidar lo importante. Y, claro, que Dios nos conceda pronto un Pastor según su Corazón.
No son cosas contradictorias. El nuevo papa será sucesor de San Pedro precisamente por ser el sucesor de Benedicto XVI, es decir, el que le sigue como Papa (que es lo que significa "sucesor"). Benedicto XVI ha pedido varias veces oraciones por su sucesor.
Del mismo modo, Jesús era "hijo de David" por ser hijo (adoptivo) de José y no a pesar de serlo.
Saludos.
Je, je. Gracias a los latinistas. No pretendía ser correcto, era sólo latín macarrónico, como una pequeña broma.
Pero ya que me lo dicen, lo corregiremos y pondremos vaticinari (como dice Pedro y en el tiempo que señala Fray Nelson), porque si no recuerdo mal speculari significa examinar más que especular. Además, vaticinari resulta especialmente apropiado, pensando en los vaticanistas.
De entrada, se ha puesto de rodillas y a rezar...
¡Viva el Papa!
Empezó por pedir oración, rezaremos.
Dejar un comentario