Las comparaciones son odiosas y, a veces, imposibles
Estos días, he leído con cierta impaciencia multitud de comentarios y artículos en la Red que comparaban la renuncia de Benedicto XVI con la decisión de Juan Pablo II de permanecer en su puesto hasta el final. Curiosamente, unas veces la comparación se hacía a favor de Juan Pablo II, por dar testimonio con su sufrimiento y con su humillación, dejándose en las manos de Dios, y otras veces se elogiaba a Benedicto XVI, por ser realista y no permitir que llegue un momento en el que no pueda dirigir adecuadamente la Iglesia.
A mi entender, la comparación entre la forma de actuar de los dos últimos papas no es simplemente una comparación odiosa, sino que se trata de una comparación imposible, pues compara dos cosas que nadie en este mundo puede comparar.
Intentaré explicarme. Creo que se puede intentar comparar ambas formas de actuar desde tres puntos de vista. En primer lugar, se pueden valorar desde el punto de vista moral, según sean moralmente malas o moralmente buenas. En este caso, ni la forma de actuar de Juan Pablo II ni la de Benedicto XVI se pueden calificar, objetivamente, de moralmente malas, ya que ambos papas hacían uso de un derecho que tenían: el de decidir continuar en su cargo o renunciar libremente al mismo. Tampoco podemos decir que ninguna de ellas sea subjetivamente mala, ya que no conocemos el interior de las personas. Por lo tanto, desde el punto de vista moral, las dos formas de actuar nos resultan imposibles de comparar.
También podríamos intentar comparar desde el punto de vista de la perfección de vida cristiana que suponen, ya que dentro de las actuaciones lícitas hay algunas más perfectas y otras menos. Por ejemplo, es dogma de fe que la vida religiosa es objetivamente más perfecta en sí misma que la vida de casado. Es decir, se acerca más a lo que será el cielo. En ese sentido, podríamos hacer una comparación en abstracto, discutiendo sobre cuál es la forma más cristiana de actuar: soportar el sufrimiento y la humillación como un icono de Cristo sufriente para un mundo que idolatra el bienestar o ejercer la virtud de la prudencia, esencial para quien tiene un cargo de gobierno, y determinar cuándo uno ya no puede ejercer adecuadamente ese cargo.
Es una cuestión interesante y se podría hablar mucho sobre el tema… pero siempre en abstracto y no como una comparación entre ambos papas, porque al tratar los casos concretos, las cosas cambian totalmente. En efecto, volviendo al ejemplo que pusimos antes, aunque la vida religiosa sea en sí más perfecta que la vida matrimonial, para una persona concreta lo más perfecto es hacer la voluntad de Dios para ella, ya sea en la consagración religiosa o en la vida matrimonial. Del mismo modo, para Juan Pablo II y para Benedicto XVI, lo más perfecto era hacer la Voluntad de Dios para cada uno de ellos tal como la percibieran. Y como no podemos entrar en su cabeza para ver cómo comprendían la Voluntad de Dios sobre sus vidas, tampoco por aquí podemos comparar las dos actuaciones. Por otra parte, como cristianos y por sentido común lo lógico es que supongamos que ambos intentaban hacer esa Voluntad.
En este ámbito, se trata de decisiones en conciencia que competen únicamente a los interesados (igual que decidir entrar en una orden religiosa) y para las cuales tenían una gracia especial de estado. Nadie puede juzgar esa decisión. Sólo la Iglesia puede confirmar su decisión o no, igual que lo hace con los que sienten una vocación que debe ser confirmada por la autoridad eclesial competente. Curiosamente, sin embargo, en este caso particular la autoridad eclesial encargada de discernir y confirmar la decisión en conciencia de los interesados es… la de los propios interesados, como autoridad suprema de la Iglesia. Por ello, la renuncia papal no es recibida por nadie, sino que basta que el Papa la realice y proclame libremente. Es decir, tampoco por la vía del discernimiento de la propia Iglesia podemos comparar ambas actuaciones.
Finalmente, podríamos realizar una comparación desde un punto de vista utilitarista o por objetivos, como dirían las teorías de management. ¿Qué es más útil para la Iglesia, un Papa que da ejemplo con su sufrimiento o uno que se asegura de que hace todo lo posible para mantener un gobierno eclesial en óptimas condiciones? En este punto, el problema es el contrario de lo que sucedía en los casos anteriores. No es que no haya criterio de comparación, sino que los criterios de comparación sobre un tema tan amplio como el bien general de la Iglesia son tan numerosos que tienden al infinito, especialmente si tenemos en cuenta que se trata de hipótesis sobre posibles consecuencias futuras. Y una comparación con criterios cuyo número tiende al infinito es tan imposible como una en la que carecemos de criterios de comparación. Por supuesto, en este caso, no se trata de una imposibilidad absoluta de comparar, sino sólo de una imposibilidad de comparar adecuadamente. Que se dediquen a ello los vaticanólogos de salón, si quieren, pero sus conclusiones apenas tendrán valor.
Desde este último punto de vista, todo lo más los historiadores de dentro de unos siglos, con la perspectiva que da mirar los acontecimientos a toro pasado, podrán considerar la cuestión históricamente: la forma de actuar de Benedicto XVI tuvo estas consecuencias sobre la evolución de la organización de la curia o la comprensión del ministerio petrino, mientras que el ejemplo de Juan Pablo II tuvo estas otras consecuencias sobre la imagen de la Iglesia en el mundo. En cualquier caso, salvo error, ninguno de nosotros estará vivo dentro de unos siglos, así que no nos concierne esta última posibilidad.
En conclusión, comparar las decisiones de Juan Pablo II y Benedicto XVI sobre el fin de sus pontificados es un pasatiempo estéril que no conduce a nada bueno. Más bien escuchemos a San Pablo, que nos dice que “todo sucede para el bien de los que aman a Dios” y demos gracias a nuestro Padre del cielo tanto por la prudencia y la humildad de Benedicto XVI como por la obediencia y la humildad de Juan Pablo II.
91 comentarios
¿Pero no dice la canción: el que cree en mi no morirá?
Mi no entender...
En el caso de Ratzinger, el gesto, al ser inusitado y sin una causa extrema que lo justifique al menos según lo que ha dicho, como ha sido tradición,genera problemas de interpretación. Y sabemos que los gestos pontificios, ay, demasiado equívocos, han provocado en la Iglesia posconciliar muchos problemas de interpretación. Por ejemplo, hoy el cardenal de Lisboa acaba de decir que se ha roto un tabú sobre el papado. Sabemos que hay varios "tabúes" más sobre la Institución papal, que la diferencian del buen Rowan Williams, obispo colegial jubilado de Canterbury.
Sin ir más lejos, tenemos hoy mismo en un blog de infocatólica un blogger que extrae de la renuncia papal la conclusión de que el Papa es un hombre como cualquiera que tiene derecho a "disfrutar" de su jubilación, al modo de los obispos que cumplen 75 años. Si esto entiende un sacerdote, ¿qué le queda al simple fiel?
Creo que la papolatría tiene estas vueltas insólitas: por mor de justificar y aplaudir todo lo que hacen los Papas, se termina destruyendo la Institución, convertida en un simple oficio que se desempeña por un tiempo, hasta que llegue la anhelada jubilación. Siempre que no se encuentre ad portas con alguien al que le pregunte adónde va.
Más allá de esto, todo es distinto. Son procesos únicos e intransferibles. Y tanto en un caso como en otro, al cristiano fiel (perdón por la redundancia) no le queda otro camino que la asunción serena, entienda o no que en un caso un Papa resistió hasta lo indecible, y en otro, renunció sin decir nada.
Lo que me queda claro es que la Providencia ha querido poner juntos en el tiempo estos dos modos de encarar el final de un pontificado en dos Papas que han sido excepcionales en su entrega, fidelidad e integridad moral. Sin duda, la decisión tomada por ambos ha sido para bien de la Iglesia. Y esta riqueza es ofrecida a todos los miembros de la Iglesia.
Aun sabiendo que achacaras mi afirmación a la confusión posconciliar. Ser Papa es un cargo no un sacramento como ser Obispo.
Los Apóstoles son la espina dorsal de la Iglesia, y no se trata de ser como los griego-ortodoxos que ven al Papa como un primus ínter pares, pero creo que el matiz es sustancial cargo frente a sacramento.
Y con ello en absoluto quiero rebajar la dignidad del Papado, "lo que ata aqui se ata en cielo, lo que desata aqui se desata en el cielo". Pero en el CIC se deja meridianamente claro.
Que en la confusión actual no es bueno que caigan mitos, no lo veo tan claro, el mundo es tal como es.
En lo referente al post la diferencia entre ambos Papados es que la Curia fue leal con Juan Pablo II, pero no así con Benedicto XVI.
Tal y como indica la revista italiana PANORAMA, el Papa en Diciembre de 2012 al leer el informe realizado por tres cardenales que investigaba el Vatileaks constato que había mas de un cardenal que no le aguantaba.
Benedicto XVI sabia mas o menos como andan las cosas en la Curia, al fin y al cabo formo parte de ella durante 23 años, pero no imaginaba que todo estuviera tan podrido.
Muy significativas las palabras de ayer alertando contra las divisiones.
No veo qué hay de "papolatría" en mi artículo. Es más, en ningún caso digo de ninguno de los dos papas que haya acertado o no con su decisión. Sólo que no podemos compararlas y que lo lógico es suponer su buena fe.
En cuanto a la Tradición, creo que es erróneo equiparar lo habitual con lo tradicional. No son ni mucho menos lo mismo. En ese sentido, lo relevante no es que la gran mayoría de los papas hayan muerto como tales, sino que siempre en la Iglesia el Papa ha podido renunciar a su cargo sin dar cuentas a nadie más que a Dios. Por lo tanto, lo verdaderamente tradicional es precisamente que el papa decida sin dar cuentas a nadie más que a Dios. Es decir, justo lo que han hecho tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI.
En cuanto a la recepción, todo absolutamente en este mundo está sujeto a una recepción errónea. Los más grandes concilios de la Iglesia han sido todos (o casi todos, no me atrevo a ser categórico) recibidos de forma gravemente defectuosa en más de una ocasión. La Escritura misma, que es Palabra de Dios, ha sido recibida de forma errónea en innumerables ocasiones. Los milagros de Cristo fueron malinterpretados por sus propios apóstoles. En fin, la simple recepción dice poco sobre los hechos en sí.
No vamos a entrar en lo que digan otros blogs de InfoCatólica, como ya sabéis. Sobre el tema de la jubilación, yo diría que el fallo ahí no es pensar que el Papa puede hacer lo mismo que los obispos, sino malinterpretar lo que hacen los obispos como una jubilación, cuando no es más que un cambio de actividad apostólica a otra con menos peso de administración, igual que sucede con los sacerdotes. El cura que esté esperando a su jubilación para dejar de actuar como sacerdote debería dejar el sacerdocio ya, sin esperar a esa jubilación.
Sobre lo que sí se puede discutir provechosamente en lugar de sobre la valoración del acto papal en sí, creo yo, es sobre las consecuencias que pueden tener las diferentes formas de actuar. Es decir, sobre la recepción (en tu lenguaje), pero desgajada de la valoración del hecho original. El de Juan Pablo II fue un ejemplo magnífico, que a mí me ayudó mucho personalmente, pero nosotros podemos tener el peligro de olvidar el valor fundamental y preeminente de la prudencia en los cargos de gobierno. El gesto de Benedicto XVI puede tener, por su parte, el efecto secundario no deseado de aumentar la presión en los papas posteriores para que dimitan, como tantas veces han intentado los medios anticatólicos.
De hecho, Juan Pablo II no renunció porque no estuviera incapacitado que lo estaba y cómo, renunció por una cierta concepción del papado,pensó que no había lugar para un papa emérito en la Iglesia. Entendió que la renuncia podía crear gran confusión en la naturaleza del papado. De hecho, lean lo que están escribiendo a estas horas laicos y jerarquía sobre el tema. Por intentar justificar a Benedicto (que no necesita justificación) están afectando la borda la naturaleza del Primado. Sin contar también que el nuevo papa coexistirá con un emérito, lo que es un ejercicio de desmitificación muy fuerte. Ojo con tirar al bebe con el agua de la bañera usada. Y lo dice un antipapólatra.
"Yo creo que hay todo el derecho del mundo en no compartir la decisión de Benedicto, de acuerdo con las circunstancias que él alega."
Sin duda. Eso sí, siempre con gran humildad, porque tanto en conocimiento de las circunstancias, como en gracia de estado, como (probablemente) en sabiduría, Benedicto XVI nos da cien vueltas a todos los que aquí estamos comentando.
Bruno: ¿hubo dentro de la Iglesia (no fuera) interpretaciones desviadas del Concilio de Trento?
En humildad el déficit es total, pero no se trata de ejercer un juicio moral. En conocimiento de las circunstancias, tengo que creer que son esencialmente las que informa el mismo Pontífice en su dimisión, no puedo suponer mendacidad y está claro por la brillantez de su alocución de hoy mismo que no está comprometida la única facultad imprescindible, la inteligencia; en cuanto a sabiduría, las decisiones prudenciales en materia gubernativa no dependen exclusivamente de la sabiduría sino de la prudencia política, virtud intelectual en la que el Santo Padre puede no ser el mejor ejemplo. Desde Tales y Platón, los casos abundan.
Toto corde,
Mas que no acompañar es que han estado torpedeando unas cuantas decisiones pontificiales.
En cuanto al ejercicio de autoridad, esta tiene diversos modos de desarrollarse y en absoluto tiene que ser unica y exclusivamente hacer que otro adopte como suya la voluntad propia del que manda.
La marcha de Benedicto XVI puede ayudar a que las contradicciones de la Curia alcancen tal grado que sea necesario que aparezca una nueva estructura que supere a la actual.
No puede negarse que si el Papado con esta renuncia entra en una nueva fase de su historia la Curia no vaya a hacer lo propio. En todo caso es a ella a la que le toca mover ficha, porque desde luego aunque Benedicto XVI no haya ejercido su autoridad en un sentido lato a mas de uno de le habra descolocado con su movimiento.
Con lo de la humildad, me refería sencillamente a la humildad de reconocer que Benedicto XVI conoce mucho mejor las circunstancias, tiene la gracia de estado para tomar la decisión y yo diría que nos gana en prudencia (hablaba de sabiduría en sentido amplio, como en "crecía en sabiduría y gracia"; sin duda aquí, como dices y como yo he señalado en el artículo, se trata especialmente de prudencia).
En cuanto a las circunstancias, sólo tenemos un resumen brevísimo, que apenas nos permite sacar conclusiones, mientras que no habrá probablemente nadie que conozca mejor el vaticano, la curia y su propio estado de salud que Benedicto XVI. Es evidente que en eso no podemos competir. En gracia de estado no podemos competir en absoluto, él la tiene y nosotros no. En prudencia, el que quiera que intente competir con Benedicto XVI, yo por mi parte no voy a hacerlo.
Es evidente que la frase significa que ninguno de nosotros estará vivo en esta tierra, porque sólo en esta tierra se trabaja como historiador. Así pues, el asunto no nos concierne.
Bruno esto es insostenible. Porque si ambos hubieran hecho lo contrario de lo que hicieron con esta argumentación se sostendría su perfección. La construcción se autojustifica, lo que la convierte en indemostrable.
Al hablar de dentro y no fuera, haces trampa, porque por definición el que malinterpreta gravemente un concilio se pone fuera de la Iglesia.
Es evidente que en el mundo protestante se malinterpretaron (y se siguen malinterpretando) muchas afirmaciones de Trento, desde la comprensión de la justificación hasta la idea de que "añadió" siete libros a la Biblia (otras no las malinterpretan, simplemente las entienden bien pero las rechazan). En el campo católico, se han malinterpretado también, con menor gravedad, muchas doctrinas de Trento. Por ejemplo, aunque Trento no lo decía así, después del mismo se extendió una explicación teológica incorrecta según la cual la Tradición y la Escritura eran fuentes paralelas e independientes de la Revelación, como si transmitiesen de la misma manera cosas diferentes, cuando más bien actúan de formas diferentes para transmitir un único depósito de la fe y asegurar su custodia y comprensión. Hoy en día, las malinterpretaciones de Trento son legión: desde aquellos que piensan que Trento "prohibió la Biblia" hasta los Feeneyitas que entienden el "extra ecclesia nulla salus" (de Trento y de otros muchos concilios y papas, hasta San Cipriano) de una forma erróneamente restrictiva.
QUizá un día podríamos estudiar la cuestión con más detalle, y no me cabe duda de que encontraríamos numerosísimos ejemplos.
Benedicto XVI ha sido un gran Pontífice, aunque le considero ligeramente heterodoxo y quizá le ha temblado un poco la mano a la hora de luchar contra los enemigos de la Iglesia.
Me gustaría que el nuevo Pontífice sea un cirujano de hierro que luche abiertamente contra el ateísmo rampante que asola Europa, contra la sangrienta media luna y contra la ponzoña sodomita. Sin embargo, muchas veces me entra el temor de pensar de que el trono de San Pedro caiga en manos de alguien cercano a las nefastas y hediondas Teologías de la Liberación. Rezo a Santa María, siempre Virgen, porque eso no suceda.
"Bruno esto es insostenible. Porque si ambos hubieran hecho lo contrario de lo que hicieron con esta argumentación se sostendría su perfección. La construcción se autojustifica, lo que la convierte en indemostrable".
En absoluto. Probablemente no me he explicado bien en la frase original. En ella, lo único que se señala son los siguientes tres puntos evidentes:
1) Lo más perfecto en concreto para una persona es intentar cumplir la Voluntad de Dios para su vida, tal como esa persona vea en conciencia esa Voluntad de Dios.
2) En principio, el único que sabe qué idea tiene Benedicto XVI sobre la Voluntad de Dios para su vida es justamente Benedicto XVI. Los demás no podemos entrar en su cabeza y en su conciencia para saberlo.
Observa que de estos dos puntos ya se deduce que no podemos comparar desde el punto de vista de la perfección las acciones de los dos papas, porque no podemos conocer lo más perfecto en concreto para cada uno de ellos, que es hacer la Voluntad de Dios tal como ellos la perciben.
3) Lo normal, como cristianos, es suponer que dos ministros de Dios como Juan Pablo II y Benedicto XVI intentan hacer la voluntad de Dios. No afirmarlo como algo necesario, pero sí en principio suponerlo al hablar de ellos. Hacer lo contrario sería, en principio, caer en la maledicencia.
En cualquier caso, en nada afecta esto al razonamiento del artículo, sólo es una buena costumbre cristiana.
Gracias por tu comentario, voy a aclarar la frase en cuestión para que no quede duda de su sentido.
Nada que ver con el Concilio de Trento, donde nadie introdujo términos a sabiendas que podían dar pábulo a una interpretación luterana o calvinista o para contemporarizar con los protestantes.
"no es sino un axioma irrefutable:"
En absoluto.
"La frase susodicha es un Hecho, no un argumento, y como tal irrebatible".
En absoluto.
"¿Alguien puede negar que Juan Pablo II murió en loor de multitudes y de santidad, hasta el punto de que, como sabemos todos, ha sido beatificado en un tiempo récord? Aquél sí que fue el final digno de un Pontífice"
Morir en loor de multitudes no es garantía de nada, pero en cualquier caso estoy de acuerdo en que la muerte y los últimos años de Juan Pablo II fueron magníficos y un ejemplo de santidad.
En lo que yerras es en pensar que todo Papa tiene que hacer exactamente lo mismo para ser santo. Eso es un grave error. Basta que leas lo que dice el artículo sobre la comparación en relación con la perfección cristiana, que es donde está tu error.
La voluntad de Dios para cada persona no es la misma, fuera de evitar el pecado, porque el Espíritu sopla donde quiere.
"Los interpretadores no eran paracaidistas polacos que se arrojaron sobre la Iglesia en 1966, eran los mismos que actuaron en el Concilio. Congar, Schillebex, Haring..."
Eso no significa nada. Ya sabes que el Espíritu SAnto no proteje de error a las opiniones y comprensiones particulares de los padres conciliares, sino sólo a lo definido por los mismos.
Con seguridad algunos de los participantes en Éfeso caían en el monofisismo condenado luego por Calcedonia y probablemente creían que Éfeso les estaba dando la razón, pero eso no invalida en nada las declaraciones de Éfeso, que es lo que importa.
"Nada que ver con el Concilio de Trento, donde nadie introdujo términos a sabiendas que podían dar pábulo a una interpretación luterana o calvinista o para contemporarizar con los protestantes"
En Trento, como en todos los Concilios, se dejaron cosas indefinidas, sobre las que no había acuerdo. Basta ver la que liaron luego los jansenistas por los agujeros dejados sobre el tema de la gracia.
Gran parte del rechazo por el CVII viene, simplemente, de que está más cerca de nosotros y nos presenta en primer plano la cocina del Bon Dieu, que siempre escandaliza.
Si el cónclave que elija el 266 sucesor de Pedro es rápido muchos tendréis que callaros la boca como ya fue rápido el que eligió a Benedicto XVI.
"Para dar un ejemplo gráfico"
No, es un ejemplo erróneo. Fundamentalmente, porque el Vaticano II (al contrario que Trento) no estaba estableciendo la doctrina sobre la transustanciación, sino que, al contrario, la daba por sabida. Era algo ya definido, que no se podía (ni se puede) poner en duda.
Otra cosa es que quisieran plantear la misma verdad de una forma menos filosófica y más bíblica, algo perfectamente legítimo.
Aventuro una hipòtesis: la moralización de los juicios sobre decisiones prudenciales de los papas es responsabilidad de la papolatría, que tiende a absolutizar las conductas de los pontífices. De tal modo, la actitud de Juan Pablo II, que en principio parece ser la correcta objetivamente, se termina erigiendo en norma universal moral y única posible. De ahí que ante alguien que hace lo contrario caigamos en comparaciones y juicios morales, como hace Javiergo, lo que creo que es impertinente, inútil, dañino. Creo que el único problema que nos compete a nosotros, pobres fieles, es preservar lo más fielmente posible la tradición, y la noción tradicional del Papado. Y esta renuncia de Benedicto, única en la historia, es muy peligrosa con prescindencia de que tenga justificativos y circunstancias que desconocemos. Nada más.
El Concilio Vaticano II fue consecuencia directa de la protestantizacion cultural de las antiguas naciones católicas.
Estas pidiendo a la Iglesia un imposible metafísico, si sus miembros son protestantes en accion, ¿Como no van a acabar siendolo de espíritu?
Todo ello ya sale en el Apocalipsis. Los teólogos que citas son la consecuencia no la causa. En mi opinión adoptar el modelo productivo capitalista tarde o temprano te acaba convirtiendo en protestante.
Coincido en que, muy probablemente, ambas cosas estén relacionadas.
"Y esta renuncia de Benedicto, única en la historia, es muy peligrosa"
Je, je. Todo lo radical es peligroso. De lo que no estoy tan seguro es de que lo peligroso tenga que ser algo malo.
A mí, lo que no me gustaría es que la dimisión papal por vejez se convirtiera en una costumbre, sobre todo por las presiones a las que sujetaría a futuros papas y por la impresión errónea que daría al mundo. De hecho, no me gusta nada que la jubilación episcopal por edad se haya convertido ya en lo habitual.
La tierra, después de la resurrección, ya no será esta tierra sin más, sino una "tierra nueva", en la que no tendrán sentido los oficios actuales, como el de historiador.
Creo yo que muchos de los que hacen la comparación (desde la buena fe y sintiéndose netamente eclesiales) consideran que una de las opciones (la adoptada por BXVI) no es una opción viable (aunque lo sea canónicamente) y que Dios no le puede llamar a actuar así (aunque esté persuadido de que sea lo mejor y sea lo que Dios le pide).
El resto se basa en los problemas que se derivarán de la decisión adoptada. Ambas decisiones tienen su inconveniente pero un Papa ha hecho lo que hacían todos y el otro lo inusual (de ahí las protestas y las comparaciones)
Yo, que soy de los críticos, considero que el tema ya debiera ir dándose por zanjado, pues no tiene vuelta atrás y ahora toca, mostrar cariño y cercanía al Papa y rezar mucho porque todo vaya lo mejor posible.
Todo aquel que dude de la decisión del Santo Padre, arrepiéntase, confiese sus pecados y confíen en la infinita Misericordia del Altísimo.. Aún no es tarde, pero les advierto que andan Vds. con sus dudas jugando peligrosamente con fuego, azufre, herejías y pecados mortales.. Es el cóctel preferido de ese devorador de almas pecaminosas sumamente "gourmand" que es el Angel Caído.
Advertidos quedan, solemnemente y con la extraordinaria gravedad que la ocasión merece. Oren férvidamente y sus ánimas es posible que alcancen el Divino Perdón cuando les toque rendir cuentas a San Pedro.
JP2 pasó lo que pasó para anunciarle al mundo el sufrimiento y B16 esta pasando lo que esta pasando para anunciar al mundo que el bien común esta sobre toda ambición personal de poder, prestigio y demás.
Yo no creo que un tipo que ha sido sacerdote en tiempos duros de persecución, que se ha gastado sus ochenta y tantos años de vida siguiendo ha este Dios y que además, como todos lo sabemos, es una mente brillantísima, se aviente a hacer el ridículo mundial porque "ya no aguanta", "tira las botas" o cualquier figura de cobardia que quieran poner.
¡Esta haciendo esto como un mensaje claro y directo! es la unica explicación que hay. Que dieran los pueblos de la tierra porque las argollas dominantes (porque los politicos son casi en su totalidad iguales independientemente del partido que representan) pusieran los intereses comunes sobre sus ambiciones de poder.
Vean el mundo!!! interpreten las señales de los tiempos, este ya no es el tiempo de la ambundancia en que hacia falta que un papa agonizara en publico para recordar el sufrimiento, estamos con el sufrimiento en la propia casa, viendo a la gente morirse de hambre, matandose antes de un desalojo, viendo como los politicos cobran sueldos escandalosos mientras sus pueblos no tienen que darle de comer a sus hijos.
Yo me quedo con un titulo que lei en ni me acuerdo donde que decía: "gobernantes del mundo tomen nota". B16 ha hecho con esto un acto de valentía osado, le ha dicho a todos que por el bien de la Iglesia y la misión lo mejor es que pase alguien mas y se ha hecho a un lado "echando al traste" su carrera (si se le puede llamar asi. Sacerdote no ha dejado de ser, no ha renunciado a su vocación, ha renunciado al cargo.
Es completamente confuso para el que si hubiese estado en su lugar jamas hubiera soltado el poder, lean el ultimo párrafo de la catequesis (que no la homilia) de ceniza que B16 hizo ayer: "Convertirse significa no cerrarse en la búsqueda del propio éxito, del propio prestigio, de la propia posición, sino hacer que cada día, en las pequeñas cosas, la verdad y la fe en Dios y el amor se conviertan en la cosa más importante."
Benedicto XVI fue testigo de todo eso y hace muy bien en querer evitarlo aplicando estrictamente el Derecho canónico (que en este caso concreto es el de toda la vida).
Siempre recuerdo que yo no era "fan" de Juan Pablo II, pero estuvo tantos años que terminé apreciándolo como todos. Casi igual, Benedicto XVI me resultaba un poco antipático "comparándolo" con el anterior hasta que comprendí que no era justa la comparación y empecé a apreciar la belleza y profundidad de sus escritos.
Ahora que llega el tiempo de retirarse, la verdad, me gusta más ver a un Papa que se va a descansar y no que se muere. Cosas mías. Me entristeció mucho ver las últimas apariciones de Juan Pablo II, cuando ya no podía ni hablar. Le llegará su día a Benedicto de entregar el cuerpo a la tierra, pero, primero Dios, se irá tranquilo, dejando la barca en buenas manos. Juan Pablo quizás no tuvo esa paz.
Para mí, el retiro de Su Santidad ha sido una fiesta, un signo de la vitalidad de la Iglesia. También es una señal para los que vivimos empeñados en este mundo tras el afán de ser siempre "más", que un hombre tan grande decida hacerse "menos". Menos que él mismo, menos que su antecesor y menos que su sucesor. Si todos aprendiéramos esa lección, seríamos mucho más felices.
“Si el papa llega a reconocer con claridad que física, psíquica y mentalmente no puede ya con el encargo de su oficio, tiene el derecho y, en ciertas circunstancias, también el deber de renunciar”
Sólo había puesto como impedimento que fuera un momento de peligro, en no podía rehuir de una responsabilidad concreta.
Javiergo: ¿no es qué habías leído todo de este papa?
Si tu equivocada decepción es sincera -lo creo-, asúmela y callátela como penitencia.
No sigas amontonando mensajes juzgando erróneamente a Benedicto XVI.
Entonces, tendríamos fuera de la Iglesia a la mitad del clero y a buena parte de la jerarquía actuales.
Bruno, esos ejemplos que pones de mala interpretación de Trento son escasísimos y muy forzados. En realidad, no hay en la Historia de la Iglesia precedente de atentados contra la doctrina, la liturgia y la disciplina de la Iglesia hechos en nombre de un Concilio ecuménico como los que se han llevado a cabo en nombre del Vaticano II.
No es forzado en absoluto. Me has puesto condiciones terriblemente restrictivas (un solo concilio y, si quito a los herejes, ¿cómo voy a presentar pruebas de gente que dice herejías?) y además me lo exiges a bote pronto. Y aún así te he dado ejemplos.
Lo que sucede es que el Vaticano II es el Concilio que te resulta más cercano y por eso ves más claros sus defectos. Eso ha sucedido siempre. Después de Nicea, la gran crisis arriana y los semiarrianos que aceptaban Nicea pero "de aquella manera" (y la crisis actual es de risa al lado de la crisis arriana). Después de Éfeso, sólo veinte años más tarde hace falta otro concilio, el de Calcedonia, porque se había exagerado la condena de Éfeso al Nestorianismo. Después del Concilio de Jerusalén, los marcionitas que caen en la herejía contraria. Después del Vaticano I, los obispos alemanes tuvieron que publicar una explicación del dogma de la infalibilidad porque se dieron cuenta de que absolutamente todo el mundo, incluido el gobierno alemán, lo había entendido al revés. El tercer concilio de Constantinopla es alegado aun hoy, por ortodoxos y viejos católicos, en contra de la infalibilidad pontificia. Y un larguísimo etcétera.
Es cierto que el Vaticano II, al no definir dogmas mediante anatemas y tener una finalidad marcadamente pastoral es a la vez más amplio y menos preciso que otros concilios. Es decir, es más como la Escritura y menos como un Catecismo. Pero eso no es un defecto, sino una característica propia.
"No hay ejemplo en la historia de un Concilio que se convoca para dialogar (adaptarse, ponerse al día) con el mundo moderno"
No sólo eso es erróneo, sino que lo acertado es justamente lo contrario: Todos los concilios se han convocado para dialogar con el mundo moderno. Es decir, para dar respuestas desde la Tradición y la Escritura a preguntas que no se habían hecho anteriormente.
¿Qué reprochaban los arrianos a Nicea? Precisamente que había dialogado con la filosofía griega y usaba un término que no estaba en la Escritura, homousios.
¿Qué reprochaban los protestantes a Trento (entre otras cosas)? Que había dialogado con el aristotelismo escolástico y usaba el término transustanciación, que era filosófico.
Mal que les pese a lefebvrianos y conciliólatras, el Concilio Vaticano II no fue una novedad en ese sentido.
La crisis arriana no sucede al Concilio de Nicea, sino que lo precede; precisamente, este Concilio se convocó para hacer frente a la herejía de Arrio.
En todo caso, los monofisitas, marcionitas y otros herejes que mencionan no justificaban sus herejías en los Concilios de Éfeso o de Jerusalén, como en la actualidad se justifican muchos disparates en el Vaticano II.
En cuanto al gobierno alemán de la época del Vaticano I, no estaba integrado por católicos, sino, más bien, por anticatólicos, como Bismark. Igualmente, la mayor parte de la población alemana era protestante. Es lógico, pues, que no entendiesen lo que enseña un Concilio de la Iglesia.
Y, en fin, no creo que sea demasiado relevante que el Vaticano II nos pille más cercano. Si luego del Concilio de Trento hubiera habido un postconcilio tan nefasto como el acaecido tras el Vaticano II, lo sabríamos por las crónicas de la época. En cambio, los testimonios que tenemos de aquellos años nos revelan un postconcilio esplendoroso, con el surgimiento y la proliferación del arte barroco, la fundación de seminarios para la fundación del clero y el auge de la religiosidad popular.
"sus ánimas es posible que alcancen el Divino Perdón cuando les toque rendir cuentas a San Pedro"
Lea el Catecismo, y no se fíe de las historietas con las ánimas volando con dos alas en la espalda, llegando hasta San Pedro con sus llaves, delante de una reja sobre una nube.
Pero hasta hace cuarenta años -es decir, antes de Juan Pablo II- no existía una medicina curiosa que consiste en medio resucitar a los viejos, pero sin acabar de resucitarlos.
Cualquiera que haya tenido abuelos en casa en los últimos diez años sabra que hoy en día, si quieren los médicos, el viejo no se muere.
Tampoco vive, pero permanece en un estado semicomatoso que puede prolongarse media eternidad.
Un hombre de la edad del Papa, y con la salud arruinada del Papa, dentro de dos años entraría en ese estado, y podría tirarse perfectamente treinta años más encamado, semiinconsciente, absolutamente incapaz de regir la Iglesia, y absolutamente incapaz de dimitir.
Un desastre sin paliativos, así que a diferencia de quienes no creen que esto vaya a generalizarse, yo creo que es un precedente que sí va a generalizarse.
En cierta medida, será desmitificador; en otra medida, servirá para que el pueblo fiel entienda que lo importante del Papado no es la persona que lo encarna, sino la asistencia del Espíritu Santo en todo momento.
Estoy convencido totalmente de que el Papa no se ha bajado de la Cruz, sino que ha aceptado quedar como un cobardica porque es un valiente, porque es humilde, y porque sabe que es lo mejor para la Iglesia.
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¿Troll? Desconozco ese término, supongo que debe de proceder de la lengua de los herejes anglicanos. Pese a que he recibido una exquisita educación, siempre me he negado a aprender ese inmoral idioma que seguro ha sido ideado por el maligno. Un idioma de reyes pecadores que se entregan a los placeres de la carne, y (lo que es peor) que se separan de la Santa Iglesia Católica no puede ser bueno. Yo siempre hablaré única y exclusivamente la lengua del inmortal Cervantes.
Veo también que hace mofa de la Salvación Eterna, equiparándola a "historietas". Oraré porque rectifique y se arrepienta de lo que ha dicho. No pierdo la esperanza y elevo mis plegarias al Niño Jesús para que abra los ojos de par en par, y le salve de las llamas apabullantes y eternas del Averno, que le aguardan ansiosas de consumir carne espiritual española, principal delicatessen de ese sádico y goloso gourmet de almas pecaminosas que es Belcebú
Entro tarde e imposibilitado de leer todos los comentarios que me preceden.
Si no los hecho, te invito a revisar críticamente esta afirmación:
"...se trata de una comparación imposible, pues compara dos cosas que nadie en este mundo puede comparar."
Si lo piensas bien, es un apriorismo. Además, olvida que todas las creaturas son comparables (y los papas son creaturas), que los actos humanos también lo son, que la comparación, como operación mental, establece semejanzas y diferencias. Si las "renuncias pontificias" fuesen actos inefables no admitirían ser tratadas por la ciencia moral, ni reguladas por el derecho canónico.
La verdad es que la comparación es posible y legítima. Lo que siempre hay que tener en cuenta son los límites cognoscitivos y el valor de las conclusiones a los que la comparación puede arribar. Habrá conclusiones ciertas, probables, conjeturales...
Lo incomparable, en este caso, es el juicio de conciencia de Benedicto XVI con el juicio de Juan Pablo II. Incomparable en la integridad de sus consideraciones íntimas. Pero comparable en los hechos externos y en lo expresado por los papas. Y lo mismo hay que decir respecto de las circunstancias que enmarcan dichos actos.
Además, lo que llamas "utilitarismo" no siempre es tal. Que la moral cristiana se centre en el objeto moral (no consecuencialismo) no quiere decir que se despreocupe de las consecuencias (irresponsabilidad). Cuando uno tiene una función de gobierno, la consideración de las consecuencias del obrar propio sobre la comunidad que rige es uno de los principales deberes de estado.
Y respecto de las consecuencias de la renuncia de Benedicto XVI, sin juzgar la moralidad de su acto de renuncia, se puede reflexionar sobre su efecto eclesial. Los gestos suelen tener, en el actual contexto, una recepción cuasi-magisterial.
Saludos.
"Lo más perfecto", lo más santificante, lo mejor para la Iglesia, es que se cumpla en cada Papa la voluntad de Dios providente. Y esa voluntad puede ser distinta en un Papa y en otro. Y solamente puede ser le Papa quien, como hizo Juan Pablo II y como ha hecho Benedicto XVI, con mucha oración, y aún mayor asintencia especial del ESanto, disciernan en conciencia y decidan en consecuencia.
Todas las demás consideraciones son vanas: ganas de hablar y de opinar de lo que no podemos saber.
¡Desde luego! ¡Y cuánto orgullo, y cuánta pedante ignorancia!
La consecuencia lógica de algunos comentarios debiera la prohibición de la "Historia de la Iglesia" como disciplina y la quema de todos los libros que tratan acerca del tema.
Saludos.
Es posible que una de las peores medidas prudenciales de la Historia haya sido tomada por uno de los mayores Papas, nada menos que San Pío V, que cometió el tremendo error de excomulgar y deponer a la reina Isabel, lo que produjo la consecuencia de blindarla para siempre, incluso ante los católicos ingleses, que no podían pasar por traidores. La gracia no sustiuye la naturaleza, ni garantiza todos los aciertos ni evita las consecuencias dañinas de los errores.
Josafat, la defensa firme y coherente de la fe se hace en comunión con nuestros obispos y cardenales y no contra ellos o descalificándolos.
Bruno, excelente artículo. Como recuerda Vittorio Messori, grande es la libertad católica
En la medida de lo posible, los comentarios deben ser más breves, para no hacer pesadísima la lectura de los comentarios. Y conviene poner puntos y aparte, para facilitar su lectura.
"La crisis arriana no sucede al Concilio de Nicea, sino que lo precede; precisamente, este Concilio se convocó para hacer frente a la herejía de Arrio."
Como muy bien ha dicho Yolanda, la crisis arriana es posterior al Concilio de Nicea. Curiosamente, Nicea tuvo, en parte, el efecto contrario al deseado y el arrianismo casi triunfó en el mundo. La crisis arriana, posterior a Nicea, no se cerró hasta dos siglos y medio después de NIcea.
Por supuesto, en realidad Nicea supuso la solución de la crisis, pero no inmediatamente. En un principio, la exacerbó, justamente por su "diálogo" con el mundo moderno de la época. La gran crítica que hacían los arrianos a la definición de Nicea era que no era bíblica, sino producto de las filosofías paganas. Sin embargo, el tiempo reveló que ese diálogo era justo lo que hacía falta en ese momento para dar a las definiciones dogmáticas la precisión necesaria para separar la verdad del error.
Como ves, esa distinción que haces entre Vaticano II y Nicea no está ni mucho menos clara. Hay gran cantidad de semejanzas. Curiosamente, esas semejanzas están precisamente en varias de las cosas que criticas del Vaticano II.
Aparte de todo esto, te aconsejo que leas sobre la crisis arriana, porque es un tema fascinante. Recuerdo que, cuando estudié Patrología, los alumnos le rogaban al profesor que siguiera con la clase en el descanso porque era como una novela de aventuras.
"En todo caso, los monofisitas, marcionitas y otros herejes que mencionan no justificaban sus herejías en los Concilios de Éfeso o de Jerusalén, como en la actualidad se justifican muchos disparates en el Vaticano II".
Claro que sí. Como esos concilios habían condenado las herejías contrarias a las suyas, los herejes apelaban a ellos para justificarse. Si estudias el tema, lo verás. Por otra parte, es lo que han hecho los herejes de todas las épocas, porque una herejía es siempre una verdad exagerada hasta excluir otras.
"En cuanto al gobierno alemán de la época del Vaticano I, no estaba integrado por católicos, sino, más bien, por anticatólicos, como Bismark. Igualmente, la mayor parte de la población alemana era protestante. Es lógico, pues, que no entendiesen lo que enseña un Concilio de la Iglesia".
Yo no he dicho que sólo fuera el gobierno alemán el que no entendía, sino que prácticamente nadie lo había entendido bien. La malinterpretación de los dogmas es de las cosas más constantes de la Historia de la Iglesia.
"Y, en fin, no creo que sea demasiado relevante que el Vaticano II nos pille más cercano".
Pues hombre, esto es algo evidente aparte de la cuestión en sí. Es muy fácil idealizar cosas que han sucedido hace cientos o miles de años. Es mucho más difícil idealizar lo que sucedió antesdeayer.
"Si luego del Concilio de Trento hubiera habido un postconcilio tan nefasto como el acaecido tras el Vaticano II, lo sabríamos por las crónicas de la época. cambio, los testimonios que tenemos de aquellos años nos revelan un postconcilio esplendoroso...".
Es que, en cuanto examinas más de cerca las crónicas de la época, ves el caos que hubo en el posconcilio de Trento. Todos los posconcilios son épocas turbulentas. Unos más y otros menos, pero todos lo son bastante. Después de Trento, por ejemplo, Felipe II ordenó que en España sólo tuviera efecto la parte doctrinal del Concilio, porque consideraba que la disciplinar era algo que él tenía que decidir (¡y era el prototipo de monarca católico!). Problemas similares hubo en Francia y otras naciones. Las resistencias (y "desistencias") al cumplimiento de Trento fueron muy grandes durante años en muchos países y por parte de muchos obispos. La reforma litúrgica decidida tardó un siglo en imponerse por toda la Iglesia, la disciplinar yo diría que más. En Escocia, la reina católica no llegó a proclamarlo públicamente por miedo a los protestantes de Knox. Evidentemente, el gran objetivo de Trento era devolver a los reformadores a la Iglesia o, si no era posible, vencerlos y reinstaurar el catolicismo en toda Europa, pero no consiguió ni una cosa ni la otra. La escolástica postridentina se esclerotizó y terminó por degenerar en la manualística. Son unos pocos ejemplos, entre muchos otros que se podrían dar.
En fin, las cosas son siempre más complicadas de lo que parecen. Pero cuando son más antiguas, tendemos a simplificarlas demasiado.
En todo caso, los monofisitas, marcionitas y otros herejes que mencionan no justificaban sus herejías en los Concilios de Éfeso o de Jerusalén, como en la actualidad se justifican muchos disparates en el Vaticano II.
LF:
Ya te lo ha dicho Bruno, pero precisamente los monofisitas apelaban al concilio de Éfeso para justificar su herejía. De hecho, todas las iglesias no calcedonianas apelan a los concilios anteriores.
Y la frase "el mundo se despertó un día y gimió de verse arriano" de San Jerónimo es posterior a Nicea. De hecho, se puede decir que el semiarrianismo es en parte consecuencia -no culpa- de Nicea, porque los tibios buscaron un acuerdo entre las posturas irreconciliables sobre la naturaleza divina de Cristo.
En todo caso, si los herejes suelen apelar a la propia Biblia, no tienen nada de particular que lo hagan respecto a un concilio ecuménico.
Una diferencia que sí es muy clara del Vaticano II con concilios anteriores es algo que mencionó el Papa hace muy poco: la existencia de un Concilio Virtual, es decir, la imagen del Concilio proyectada por los medios de comunicación, que se apartaba sustancialmente del verdadero Concilio y que tuvo un papel muy grande en la aparición y la persistencia del llamado "espíritu" del Concilio.
"Si lo piensas bien, es un apriorismo".
No, porque la frase que mencionas no es la demostración, es simplemente la tesis. Todas las tesis, tomadas aisladamente, tienen un cierto aspecto de apriorismo. Hay que leer luego la argumentación para valorarlas.
"Además, olvida que todas las creaturas son comparables (y los papas son creaturas), que los actos humanos también lo son, que la comparación, como operación mental, establece semejanzas y diferencias. Si las "renuncias pontificias" fuesen actos inefables no admitirían ser tratadas por la ciencia moral, ni reguladas por el derecho canónico".
Bueno, todo hay que entenderlo en su contexto. Es obvio que la renuncia de Benedicto XVI y la permanencia de Juan Pablo II son comparables en muchos sentidos: desde el punto de vista histórico, una es anterior a la otra; desde el punto de vista del sujeto, una es obra de Benedicto XVI y la otra de Juan Pablo II, desde el punto de vista temporal, una es puntual y la otra prolongada en el tiempo... Se pueden hacer miles de comparaciones, pero claramente son irrelevantes para lo que estamos discutiendo.
Las comparaciones que se han hecho estos días, y cuya legitimidad y factibilidad yo cuestiono, se han hecho desde los tres puntos de vista que menciono en el artículo. Las comparaciones sobre aspectos intrascendentes, ciertamente, son posibles.
"Lo incomparable, en este caso, es el juicio de conciencia de Benedicto XVI con el juicio de Juan Pablo II. Incomparable en la integridad de sus consideraciones íntimas".
Hay muchas más razones que pueden hacer incomparables dos cosas. Por ejemplo, como señalaba, el hecho de que ambos actos, en sí, son moralmente legítimos y, por lo tanto, no comparables desde ese aspecto (no tiene sentido comparar lo que es idéntico).
Otra razón para que no sea posible comparar dos cosas es que no dispongamos de los datos necesarios (como el dato de cuál era la Voluntad concreta de Dios para cada uno de ellos) o que el discernimiento definitivo sobre un tema esté reservado a alguien distinto a nosotros (como es el caso del discernimiento eclesial sobre la renuncia, que está reservado a los propios Papas).
"Además, lo que llamas "utilitarismo" no siempre es tal. Que la moral cristiana se centre en el objeto moral (no consecuencialismo) no quiere decir que se despreocupe de las consecuencias (irresponsabilidad)".
No utilizaba la palabra "utilitarismo" como una descalificación, sino simplemente como la descripción de la tercera comparación, que considera sólo las consecuencias de las acciones (distinguiéndola, pues, de las comparaciones anteriores, que se centraban en la calificación moral o en la perfección cristiana de la propia forma de actuar de los dos papas en sí misma).
"Cuando uno tiene una función de gobierno, la consideración de las consecuencias del obrar propio sobre la comunidad que rige es uno de los principales deberes de estado".
Ciertamente. Yo no he dicho en ningún momento que deba prescindirse de analizar las consecuencias. De hecho, he afirmado expresamente lo contrario en alguno de los comentarios.
Lo que sí he dicho es que esas consecuencias son puramente hipotéticas, sobre todo en el caso de Benedicto XVI (puesto que carecemos de la perspectiva de la Historia). Además, para considerarlas adecuadamente, habría que considerarlas en lo referente a todos los aspectos de la vida de la Iglesia, algo evidentemente imposible por la amplitud de esa vida. Finalmente, las circunstancias de Benedicto XVI y Juan Pablo II son evidentemente distintas. Por lo tanto, resulta injusto comparar desde este punto de vista ambas formas de actuar, porque no se puede hacer esa comparación adecuadamente.
Es cierto que, desde este tercer punto de vista, sólo es una imposibilidad de comparar adecuadamente y no una imposibilidad absoluta, pero creo que eso se entiende en el artículo. De todas formas, voy a modificar algo el texto para que quede claro.
"Y respecto de las consecuencias de la renuncia de Benedicto XVI, sin juzgar la moralidad de su acto de renuncia, se puede reflexionar sobre su efecto eclesial".
En efecto. No tengo ninguna objeción a reflexionar sobre su efecto, si se hace sin intentar comparar lo que no se puede comparar o no se puede comparar adecuadamente.
"Los gestos suelen tener, en el actual contexto, una recepción cuasi-magisterial".
No sé, tendrías que explicarlo más. Dicho así, suena un poco a lo que dicen los Ortodoxos.
Saludos.
"...Dejo pues a un lado esa referencia..."
Sería de agradecer que dejes claro que tampoco te acojes a la tergiversación de las palabras del Cardenal de Cracovia Stanislaw Dziwisz, que ha explicitado su comprensión y respeto por la decisión de Bendedicto XVI.
"... nadie, por cierto, ha podido negar mis afirmaciones, por algo será..."
Tus afirmaciones son la expresión de tus convicciones. Las convicciones se comparten o no.
Por ejemplo, afirmas en otro lado que con su renuncia el Papa resulta "dejándonos a merced de los lobos". Verdadero para tí, falso para mí.
Como dice Bruno, dentro de años, décadas o siglos, tendremos una visión ajustada de esta renuncia, tanto en lo natural (análisis histórico) como en lo sobrenatural (heroísmo de un siervo de Dios).
Con el tiempo, se verá si esta renuncia es un tropiezo en su heroísmo, o una perla preciosa más, de lo que Ratzinger ha ofrendado a Dios y a su Iglesia, en el transcurso de su vida.
Me apunto a lo segundo, confiando en Dios, al que este Papa, se ha confiado humildemente, para tomar su resolución.
1. Ante la falta de perspectiva, no se hace historiografía pero sí crónica. El relato historiográfico se basa, entre otras fuentes, en crónicas pretéritas. Las crónicas de hoy servirán -debidamente cribadas- para la historia del mañana.
2. No olvidar que las circunstancias (consecuencias) también pueden mutar la moralidad de un acto.
3. Que los gestos tienen recepción en muchos casos cuasi-magisterial es algo que explica in extenso Romano Amerio con muchos ejemplos. Un ejemplo reciente,de una publicación tenida hasta no hace mucho por casi oficial:
«La Civiltà Cattolica» interpreta la renuncia del Papa: algo «ha cambiado completamente»
http://religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=27707
No es una revista en la que escriban catequistas poco ilustrados...
Saludos.
Para la gente, han consolidado doctrina porque la explicación ortodoxa llega tarde, if any, y mal.
Ya no se puede hablar de nada con visión sobrenatural como antes.
Y el mayor problema no es la renuncia del Santo Padre, que puede ser muy inteligente según se vea, es lo que se lee que "debemos" sacar como "enseñanza". Me siento mal por no estar celebrando esta fiesta universal de la renuncia papal, del triunfo del hombre sobre la ancianidad y cosas comentadas arriba. El que no renuncie a sus deberes desde ahora va a ser un apestado e irresponsable. Y tampoco puede ser eso... digo yo.
Yo, es que no salgo de mi asombro de la liviandad con la que algunos sacerdotes, bloggers y obispos tratan a los fieles.
En fin, signos de los tiempos...
Al menos hoy desde Roma ya se ve un editorial oficioso diciendo que "hay" lo que "hay". Esas cosas que no se pueden decir.
Pero está ingresando en las intenciones y motivaciones de la conciencia de Benedicto ,cosa que ya se ha explicado, es imposible y nocivo en alto grado juzgar. Menos que menos ignorando la totalidad de las circunstancias que ha evaluado para tomar su decisión,, que a juzgar por lo que está saliendo a la luz, son extremadamente graves.
No tergiverses.
Respaldo, comprensión, apoyo, a Benedicto XVI, si.
Aunque creo que en lo que tienen de análogo los actos sí son comparables. Pero solo en eso, en lo analogable.
A luis -que siempre es muy incisivo en sus comentarios- me gustaría citarle una parte de la respuesta que apareció del profesor Orrego en el períodico "El Mercurio" en mi país como contra argumento de una carta que escribió un masón el domingo que contraponía el accionar de JPII con el de Benedicto XVI:
"Quizás vale la pena recordar la distinción entre los "absolutos morales" y los demás preceptos de la ley natural, especialmente los mandatos positivos de practicar las virtudes. Los "absolutos morales" son unas pocas prohibiciones morales que no admiten excepción alguna: no blasfemar, no mentir, no matar al inocente, etcétera. Los preceptos positivos, que orientan la práctica de las virtudes, admiten una pluralidad de concreciones incompatibles entre sí al mismo tiempo, pero no inconsistentes ni lógica ni éticamente porque todas ellas son compatibles con las virtudes. Su oportunidad debe decidirse prudencialmente y en conciencia. No siempre hay una única forma superior o correcta de aplicar esos preceptos y virtudes".
Saludos.
Yo confío en Benedicto XVI. Si ha tomado esta decisión prudencial será por algo. No empecemos a anunciar catástrofes y hacer saltar las alarmas. Los cardanles han sido legítimamente nombrados y si en su día eligieron al gran Benedicto XVI ahora pueden elegir a otro igualmente bueno.
Deja de escribir esas cosas por toda la red. Eres un temerario y además estás suponiendo cosas que desconoces.
Lo que se cuenta - menos conocido en internet - es otra cosa que compagina todo el mundo profético conocido, y que es tb otra revelación que casi nadie conoce:
- Benedicto es Gloria del Olivo. Sigue retirado y ya morirá.
- Ahora se elige a verdadero y santo Papa. (el Pedro Romano)
- Es con este con quien comenzará el ataque. hasta hacerle huir y esconderse, pero vivo. Como Pedro que se asustó al principio. Por eso el lema.
- Entonces se elegirá a otro, pero claro, habiendo uno vivo ese será antipapa.
- El verdadero Papa volverá ( como San Pedro recuperado), y entonces será esa tremenda confusión y cisma abierto y Papa contra anti- Papa. La fe de los débiles será puesta a prueba con el marasmo doctrinal.
- Al final, a este Papa será el que asesinen , como al primer Pedro, ya valiente. Por eso el lema de nuevo. Ahí se cumple Fátima en su tercer secreto.
Como ves, todo lo contradictorio desaparece.
Si quieres ir por toda la red escribiendo, al menos lee un poco de todos los santos y apariciones aprobadas, y esta que te digo muy oculta, que es única porque todo encaja. Porque no se pueden contradecir los santos y las vírgenes, y esta casi desconocida todo lo hace fluir.
Si quieres creer, cree esta por el momento que no contradice a El Escorial.
Bruno, casi manda este post a Alejandros tu mismo, para apaciguarlo, por favor, que anda por todos lados igual. Ya le diré la fuente si acaso.
Uso seudonimo aquí.
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