Zapatero, ejemplo internacional

Por fin, parece ser que los años de callada y constante labor de la diplomacia española están dando sus frutos. Otros países, o al menos algunos grupos dentro de ellos, empiezan a reconocer el papel de nuestro país en la escena internacional. En particular, lo que se reconoce es la inmensa labor de nuestro Presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, autor de iniciativas de tanto calado mundial como la Alianza de Civilizaciones, que la Historia sin duda recordará como uno de los grandes logros del s.XXI, fundamento de una paz y un entendimiento al menos tan duraderos como los de Versalles.

En nuestro vecino más cercano, Portugal, con ocasión de la Misa del Papa en Fátima y otros actos relacionados con la visita de Benedicto XVI, José Luis Rodríguez Zapatero ha sido puesto como ejemplo de hombre de Estado prudente y clarividente. España, unida bajo el carisma y liderazgo de su Presidente, ya recibió al Papa en su visita a Valencia en julio del año 2006 y, además, se prepara para recibirlo de nuevo este año, en Barcelona y Santiago, y el año que viene con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Es, pues, natural que los ojos del mundo se vuelvan hacia España a la hora de comparar la gestión de otras visitas papales a diferentes países.

Aparentemente, en los distintos actos con el papa en tierras lusas, han participado en bloque todos los políticos del país, siguiendo el viejo y reconocido principio de que “Un voto bien vale una Misa". El hecho de que muchos de esos políticos estén preparando una ley de matrimonio homosexual y hayan aprobado otras leyes contrarias a la moral católica o a la presencia de la Iglesia en el ámbito público no ha sido, por supuesto, un obstáculo para esa presencia. En una sociedad tolerante, pluralista y moderna como son las europeas en general y la portuguesa en particular, un político puede y debe sonreír al Papa por la mañana, sobre todo delante de las cámaras, y clavarle un puñal en la espalda por la tarde.

Tampoco parece que haya sido obstáculo para la presencia y las sonrisas el hecho de que muchos políticos portugueses sean conocidos masones. La masonería desempeñó un papel esencial en la creación de la República portuguesa hace un siglo y, desde entonces, un buen porcentaje de los políticos y cargos públicos de Portugal han pertenecido, públicamente o en secreto, a la masonería. Se podría decir que, gracias a su aportación, Portugal ha conseguido situarse en su actual posición entre las cuatro o cinco naciones más importantes de la tierra.

El Gran Maestre del Grande Oriente portugués, Antonio Reis, en un audaz alarde de coherencia, ha criticado valientemente la actitud del Primer Ministro luso, José Socrates, por su participación en la Misa con el Papa y por sus declaraciones laudatorias sobre Benedicto XVI. No ha sido obstáculo para estas críticas el hecho de que el Primer Ministro no haya declarado públicamente su pertenencia a la masonería, quizá pensando que resulta innecesario proclamar lo que resulta evidente para todos.

Las declaraciones de Su Exaltada Orientitud no han sido, sin embargo, meramente negativas. Los elevados principios de la organización que preside exigen una actitud positiva ante la existencia, un optimismo impertérrito ante cualquier impertinencia de la realidad que se empeñe en romper sus esquemas. En consecuencia, Antonio Reis ha querido mostrar, en contraste, un buen ejemplo de hombre de Estado prudente, tolerante y visionario que, al igual que el Primer Ministro portugués, tampoco ha declarado públicamente su pertenencia a la masonería. Nos referimos, como es lógico, a D. José Luis Rodríguez Zapatero. El Gran Maestre del Grande Oriente portugués le ha puesto como ejemplo a seguir en caso de visita papal. Aparte de su papel en las políticas laicistas y de disolución de la moral en España, que es algo que se da por supuesto en un Presidente que no ha declarado públicamente su pertenencia a la masonería, Rodríguez Zapatero brilla en el firmamento internacional por haberse negado a asistir a la Misa celebrada en Valencia con ocasión de la visita de Benedicto XVI. Sin duda, este valiente testimonio de nuestro presidente, casi podríamos llamarlo martirio laico, quedará escrito con tinta invisible en los anales de la Historia de España.

No hemos podido confirmar los rumores de que, para conmemorar este reconocimiento internacional de la labor de nuestro Presidente, en el punto más alto del obelisco construido en Plaza de Castilla, se va a grabar la inscripción ZVMA (Zapaterus Vicarius Magni Universi Architecti). Les mantendremos informados.