La pura realidad
El Domingo de Ramos siempre me ha parecido una solemnidad muy curiosa. Casi parece que “no pega” con el resto de la Semana Santa. Llevamos cinco semanas de cuaresma, de penitencia, ayuno, oración, limosna, ausencia de aleluyas y glorias… y de pronto llega esta fiesta con una entrada triunfal en Jerusalén, con palmas y ramos de olivo, cantando hosannas y bendiciones al Hijo de David, es decir, al Rey y Mesías esperado.
Y, sin embargo, estamos en tiempo de Pasión, esperando el día de la muerte del Señor. De hecho, en la liturgia del Domingo de Ramos se leen dos evangelios que relatan dos hechos muy distintos. Primero, antes de la procesión con las palmas, el pasaje precioso y triunfante de la entrada en Jerusalén. Después, como evangelio de la Misa, la pasión según uno de los evangelistas sinópticos, con el prendimiento, el juicio y la crucifixión de Cristo. El color litúrgico de hoy es el rojo, pero mañana se vuelve de nuevo al morado cuaresmal y penitencial.
La única explicación a esta extraña mezcla es que refleja la realidad de cómo sucedió todo. La realidad no tiene escrúpulos en saltarse nuestros esquemas o nuestros deseos de simetría y orden. Así sucedió. Los que le aclamaron como Hijo de David, prefirieron unos días después a Barrabás, un asesino. Los que cantaban hosanna, gritaron “crucifícalo". Si el domingo se levantaban las palmas a la entrada de Jerusalén, el viernes se alzaron las cruces en el Gólgota.
Pero no se trata sólo de la verdad sobre lo que sucedió hace dos milenios en Palestina. La liturgia de esta fiesta, con sus elementos contradictorios y misteriosos, refleja también la verdad sobre nuestra vida cristiana hoy. Porque nuestra vida cristiana también es contradictoria. También nosotros movemos las palmas y los ramos en la iglesia y, al cabo de un rato, estamos pecando y eligiendo a Barrabás con nuestros actos concretos. También nosotros pasamos del triunfo a la pasión en unos instantes.
Y así es la vida de la Iglesia, en medio de un mundo paganizado que se resiste a la fe y a la moral y odia que alguien le recuerde la verdad. Por esto mismo, la procesión con los ramos por la calle es un acto de fe y suscita las miradas extrañadas de la gente. Pero, sobre todo, la contradicción intrínseca del Domingo de Ramos se plasma en el hecho de que en el interior de la misma Iglesia santa subsisten los pecados de sus hijos. Y no son menores que los de aquellos que aclamaron a Cristo y luego pidieron su crucifixión. Son pecados reales, sangrantes, horrendos, causantes de la Pasión de Cristo, como todos los pecados.
Estos días lo vemos muy claramente con las historias sobre abusos por parte de sacerdotes. Y celebrar el Domingo de Ramos nos puede recordar que incluso de los pecados más abyectos, Dios puede sacar algo bueno. Por eso, la Iglesia no niega los pecados de sus hijos, sino que proclama que Cristo ha tomado sobre sí esos pecados y los ha clavado consigo en la Cruz. No es extraño que el primer santo cristiano fuera un bandido, ejecutado por sus crímenes. Porque no hay pecado tan horrible que, con el reconocimiento y el arrepentimiento, no sea borrado por la misericordia de Dios, manifestada en Cristo.
Esta mañana he escrito un soneto con estas cosas y otras que iba pensando a lo largo de la preciosa liturgia del Domingo de Ramos:
¿Por qué, Señor, te empeñas y me llamas
poniendo en mi negrura tanta luz,
si sabes que, hoy, te aclamaré con ramas
y mañana te colgaré en la cruz?Mi corazón se va tras otras famas
y rechaza tu yugo mi testuz,
pues al fulgor divino de tus llamas
he preferido un tibio contraluz.Me conoces… y me has llamado amigo,
no te escuchaba y me abriste el oído,
tu santa Pascua has comido conmigo.Si en esta cruz he de morir subido,
concédeme, Señor, morir contigo
y así ver, hoy, el Reino prometido.
15 comentarios
El sacerdote de rojo, por que recordamos la pasión del señor, cosa que en los domingos no se acostumbra ver, porque es la pascua semanal, se ve: recordamos el dolor de Cristo en el día del Señor, y también nos vemos gozosos por su entrada triunfal, y por ahí se va empezando a desbordar la alegría pascual...
y mañana, ¡otra vez morado! otra vez silencio, mientras la cuaresma aún no ha terminado, pero el domingo de ramos nos dice "ya casi".
Es verdad. Me había olvidado de mencionar los colores litúrgicos. Gracias por recordarlo, voy a añadirlo al artículo.
Saludos.
Bruno, me gusta su vena poética
Un cordial saludo.
Por cierto, admirable de todo punto tu facilidad para la versificación. Gracias por este nuevo soneto tuyo. En efecto, si somos inevitablemente pecadores, que al menos lo seamos como el buen ladrón.
Aquí va uno acabadito de salir del horno. Se refiere al buen ladrón, el modelo de todo "buen pecador", y figura de la Pasión que siempre me ha llegado especialmente.
Te lo dedico con todo afecto. (Con permiso del P. Guillermo, por supuesto, al que dedicaré, si alguna vez logro publicar algún verso, mi primer poemario):
EL BUEN LADRÓN
Me duelen estos clavos que maldigo,
me duelen esas risas humillantes,
me duelen los silencios resonantes,
me duele este dolor que no persigo.
Me duelen las ausencias de un amigo,
me duele tanta envidia amenazante,
me duele estar expuesto y expectante,
me duele estar sin ti y estar contigo.
Me duele no haber sido de otro modo,
me duele que me duelan mis errores,
y me duele encontrarte ya tan tarde,
clavado en esta cruz el que es el Todo.
Acuérdate de mí, de mis dolores,
que es un deseo de ti lo que me arde.
Un abrazo.
Sobre si eran los mismos que aclaman y luego los que insultan en una conferencia cuaresmal el sacerdote dijo que puede que algunos si pero que muchos no se enteraron porque lo habían sacado fuera de la ciudad y allí fueron los que estaban interesados en el proceso y desenlace
Te echamos de menos. Esperamos que todo vaya bien, según la voluntad de Dios. Saludos.
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Bruno, realmente qué te ocurre. Tu ausencia comienza a ser preocupante.
En fin, feliz Pascua de resurrección para ti y para toda tu familia. Espero que todos estéis bien.
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