Como el padre del hijo pródigo
¡Qué paciencia tienen algunos! Verdaderamente es asombroso como Benedicto XVI aguanta los envites de los tiempos. Ya nos lo decía al principio de su pontificado: “rezad por mi para que no desfallezca en medio de los lobos” y a juzgar por asuntos como el de la PUCP, los curas rebeldes de Austria o los lefebvrianos, hay que seguir manteniendo con vigor las oraciones por el Santo Padre.