Las peregrinaciones desde la óptica tradicional: Un vistazo a la París-Chartres (y 3)
Nos encontramos en el mediodía del segundo día de peregrinación. Ya llevamos un poco de marcha por la campiña parisina, y la mañana la hemos recorrido en caminos boscosos, que nos protegen de un sol que cada vez recuerda más al de la meseta castellana.
Comemos nuevamente con las provisiones que traemos. No falta chorizo ni salchichón, que los franceses de nuestro capítulo aprecian. También hemos conseguido gazpacho que, aunque no esté muy frío, refresca de maravilla.
Poco después de la una, ya repuestos, emprendemos nuevamente la marcha por el bosque. Más estrecho, más cerrado que el de la mañana, pero que nos permite recogernos más en las meditaciones que se han preparado para la peregrinación, y que llevamos rezando, junto a los misterios del Rosario, desde ayer.
La tarde ya será más dura. Salimos del bosque y contemplamos amplios trigales, que rodean algún pueblo pequeño de vez en cuando. El paisaje es, sin lugar a dudas, precioso, y alguna nube nos protege, de vez en cuando.
Pero somos humanos al fin y al cabo. A media tarde ya comienzan a flaquear las fuerzas de algunos de nosotros. Se nos “evacua” al último punto intermedio, donde hay bastante más gente que ayer, y el sacerdote canadiense que aguantó lo que yo el primer día. Aprovecho, y me confieso con él. Cuando los primeros estandartes del pelotón de peregrinos alcanzan el pueblo, una hora y pico más después, algunos se reincorporan. Dos del capítulo -una chica francesa y yo- nos quedamos hasta que pasen todos y nos vuelvan a llevar al segundo campamento base. Este no está en un llano, como el de la noche anterior: está sobre colinas, y tiene su complicación moverse por ahí. Lo bueno es que el equipo litúrgico trabaja a destajo, y se ha instalado una capilla-tienda en la que habrá adoración nocturna. Tras cenar algo rápido, y probar un poco de pipa, se me hacen las nueve y media de la noche. Las fuerzas me abandonan, y me tengo que meter en el saco sin haber podido aguantar un minuto en la Adoración… La carne es débil.
Tercer y último día
La etapa más breve se hace, sin embargo, cuesta arriba por el cansancio acumulado. Recogemos diligentemente nuestro petate, que volvemos a confiar a la organización. Lo recogeremos tras la Misa en la Catedral. Nuestro capítulo es de los primeros en abrir el camino esta vez. Nos hemos podido levantar más tarde que el dia anterior, por lo que andaremos poco más de 4 horas en toda la mañana.
Al pasar por el segundo pueblo, donde se distribuye agua, tengo que dejar al capítulo y descansar quince minutos en un prado, donde me asisten los voluntarios de la Orden de Malta, ayudándome con una rodilla que ya no da más de sí. Puedo seguir andando, después, hasta la siguiente parada, donde aprovecho el tiempo que han pasado mis compañeros descansando para reunirme con ellos.
Aguantamos juntos hasta llegar al lugar del almuerzo, donde los voluntarios me fabrican una rodillera de esparadrapos para mantenerla en su sitio. Un consejo: no llevéis pantalón largo porque se raspará, y terminará desmontándose. Al final, con el sol del día, no se necesita en ningún momento, y ha terminado siendo un lastre.
Volvemos a comer. Agotamos el gazpacho, que tanto nos ha mantenido en pie, y casi todas las provisiones. Tenemos ya ganas de llegar a la Catedral, cuyas dos hermosas torres góticas ya vemos. ¡Estamos a tan solo 17 kilómetros!
La columna avanza entre cantos y oraciones. Chartes sonne sigue sonando entre muchos capítulos, de scouts, y de niños. Tengo que volver a desgajarme del capítulo porque no aguanto el ritmo, y al final entro casi a rastras por las puertas de la Catedral de Notre Dame de Chartres. Bien hermoso me pareció el paseo de ascenso por la colina, con sendos homenajes a los caídos en ambas guerras mundiales y a los voluntarios en Argelia; bien hermosos me parecieron los estandartes de todos los capítulos que me iban pasando (algunos de ellos alentándome con vivas a España), y bien hermoso me pareció que nos recibiera el mismísimo obispo, Monseñor Pansard, al que saludé besando el anillo y diciéndole (pese a saber francés) “Muchas gracias, Su Ilustrísima".
Aún más impresionante fue el desfile de estandartes, una vez entrados ya la mayoría de Capítulos en la Catedral: 174, uno por capítulo participante.
Para la misa, los clérigos participantes se ponen de gala. Salvo los buenos Franciscanos de la Inmaculada, que manifiestan su voto de pobreza con el sencillo atuendo azul, del que solo sobresale la maravillosa Medalla Milagrosa de la Rue du Bac. Los demás, estos sacerdotes, entran con bonete, manípulo blanco y su breviario, con el que seguirán la misa que presidirá Monseñor Pansard.
Somos muchos los peregrinos. La gran mayoría yacemos en el suelo, agotados. Nos cuesta horrores levantarnos, y más arrodillarnos, pero cumplimos lo que nos manda nuestra madre, la Iglesia. Al final de la misa, este himno…
http://www.youtube.com/watch?v=sYf1zVSEPYc
Fotos: Miguel Pérez-Pichel
7 comentarios
Ahora mismo pongo el vídeo en portada.
Esto te va a encantar, aunque va a poc a poc:
http://www.youtube.com/user/UnCaminodeSantiago
Gracias por compartirlo con nosotros. Se vé que os lo trabajáis muy duro, y además ¡40 días haciendo el Camino! Eso sí que es recio.
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