Una generación sin sueños
Con la crisis galopante desatendida por nadie que no sea Cáritas y un puñado de buenas almas que dan de comer al hambriento en la calle, uno está tentado de desesperar, porque no se ve la luz al final del túnel. Y no solo en un plano macroeconómico, en el que decimos que todo está mal, sino en lo concreto, en el que todos vemos que alguien está en una situación profesional de paro, y que no hay certeza de poder salir de él en un plazo razonable.