Alcalá no os tiene miedo
Empieza a ser una técnica habitual de la izquierda, cada vez más radicalizada a la par que aislada: el amedrentamiento mediático, seguido de la protesta obscena, grotesca (porque son cuatro gatos), pero virulenta. La rabia impotente de la miseria humana, ante la tranquila majestad de Cristo.
Ahora Ignacio Escolar apunta al obispo (Inmenso en su sencillez) Reig Pla de Alcalá de Henares, al que desde ya me apuesto que su metropolitano no defenderá públicamente lo más mínimo. Pues a los que ayer protestaron, mi más sincera repulsa, mi condena absoluta, y en cambio, todo mi apoyo desde esta mera atalaya a Monseñor Reig Pla. No nos merecemos, en los tiempos que corren, un obispo de su altura.
Pero también digo a los hipócritas que piden su cabeza: Su obispo no se va a ningún lado. Y sí, hipócritas. Hipócritas porque cuando habla la Iglesia como debe hablar, siendo sal de la tierra, braman como bestias. Cuando un Imán musulmán enseña a pegar a las mujeres, o como en África, donde les quitan el clítoris a chiquillas que son menores de edad, estas turbas callan. Un silencio culpable que les hace cómplices de esos actos miserables.
Siempre se ha dicho que la Iglesia es Maestra en la doctrina (ojalá esto fuese uniforme hoy día), y Madre en la disciplina: de rectos principios, pero suave en el castigo. A la Iglesia no la mueve otra cosa que la Caridad, sobre todo con aquellos de sus hijos que sienten atracción por el mismo sexo, como ha manifestado el Papa Francisco en la entrevista concedida a Jordi Évole: “merecen una familia”, dice el Santo Padre. Y una familia se preocupa por los suyos y les da lo mejor para ellos.
La Iglesia ha defendido ahora y siempre que la atracción por el mismo sexo es un obstáculo al Matrimonio, puesto que aboca a una sexualidad en la que la vida no es posible. Y ese, recordemos el Catecismo, es el fin último de una sexualidad completa: la vida.
Querer otra cosa es algo que la Iglesia no puede, si quiere seguir siendo fiel a sí misma, proponerse. La mayoría de los que ayer protestaron en la plaza de los Santos Niños no son parte de la Iglesia, ni se les espera. ¿Qué hacían entonces ayer?
Pues eso. Bramar como bestias, inasequibles a cualquier explicación o aclaración. Ahí quedan, retratados en su miseria humana, en su regocizarse en las tinieblas.
Nosotros, simplemente, cerramos filas ante un buen pastor, que no cede un palmo frente a ellos. Que, estoy seguro de ello, dialogaría si se prestaran, pero no es el caso.
Pero lo que me parece gravísimo es que un medio, por minoritario que sea, llame a la radicalización de una turba, y esto desemboque en un ‘escrache’ a un obispo. Son tiempos de martirio ideológico, ya nos lo avisó San Juan Pablo II, pero miedo me da que si nuestras fuerzas y cuerpos de Seguridad flaqueasen en su obligación, el martirio empiece a ser algo más que un tormento de las ideas.
Y la responsabilidad es de los que azuzan a gente muy dispuesta a la violencia. Yo no soy jurista, pero no me importaría saber si un panfleto contra alguien puede devenir en responsabilidades ante el injuriado. Porque ya lo dicen en el Sur: esto “tiene delito”.
+Pax et Bonum.
11 comentarios
Es que el orden cristiano que imperaba por esa época, ya dañado pero aún claramente dominante, no permitía concebir que fuese posible tanta depravación.
Los que lean ese mismo episodio hoy en día seguramente no tendrán ninguna dificultad en otorgarle plena verosimilitud. Es que vamos hacia ello, falta poco.
Nota del B. Muy comodones. Demasiado. No les gusta meterse con la Iglesia. No le dan ni un palmo, pero como la tienen sometida, desde los años de Rouco Varela, no les hace falta darle palos.
Monseñor Plá ha estado bien si lo comparamos con la cobardía episcopal promedio, diría que heroico.
Pero nos han perdido ellos el miedo a nosotros y no al revés; ya les falta poco para dinamitar los templos.
A Reig Pla lo tienen enfilado casi desde que tomó posesión de la Diócesis Complutense. Pero no es nada nuevo bajo el sol. También aunque en menor medida, se la tenían jurada a su predecesor don Jesús Catalá.
De todas formas cuando la bestia se ve acorralada, más daño intentará hacer y lo hará hasta su final.
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