Confesarse, cosa de "tridentinos".
Leo, apenado, que hay curas que defienden la desaparición de un Sacramento de la Iglesia. La Confesión, Penitencia, reconciliación o como quieran ustedes llamarla, la instituyó, así como la Eucaristía, Nuestro Señor Jesucristo el día de Pascua:
“Recibid el Espíritu Santo a quien perdonareis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos” (Jn 20, 22).
Bueno, pues quien habla contra esto se dice teólogo. Lo llama sacramento “tridentino” en esa nueva moda progre, que tan bien ha descrito Pedro Fernández Barbadillo, de denostar todo lo procedente de aquél largo concilio. Pues bien, fue en la XIV Sesión de dicho concilio, ya bajo el reinado de Julio III, cuando se desarrolla, y se le da la forma que hoy tiene. No debieron hacerlo mal los padres conciliares, si tantos siglos ha permanecido inalterado.
Claro que ese señor (¿cura?) tiene respuestas para todo pues dice que “ha sido instituida por nuestro señor Jesucristo es lo mismo que afirmar que la Curia romana ha sido imaginada y querida por él“. Con una sutil diferencia, pater: la Curia no es sacramento, y en cambio esto sí.
De ahí en adelante, la argumentación de Don Ferdinando Sudati roza el surrealismo Daliano al tener que recurrir a otro teólogo (nunca a la fuente, por favor), Domiciano Fernández, para justificar la absolución colectiva.
Digo yo que eso de pisar el confesionario, a Don Ferdinando le parecerá aberrante, y le dedicará poca(s) hora(s) al día, si es que se lo plantea. Pues bien. En vez de despotricar contra un sacramento que varios papas han alabado (Juan Pablo II y Benedicto XVI no van a ser los últimos en hacerlo, creánme), lo que sí podría hacer es recordar las enormes virtudes que otorga este sacramento: que nos devuelve o nos aumenta la gracia santificante: la amistad con Dios; Que nos da fuerzas especiales para evitar el pecado y rechazar las tentaciones y, finalmente que nos da asco y antipatía por todo lo que sea ofender a Dios.
Se podrá argumentar que la gente no se sabe confesar bien. Que no saben qué es pecado y que todo el mundo está muy ‘desnortado’ (qué “tridentino” suena eso ¿verdad?). El remedio frente a eso es una catequesis tan simple que cabe en pocas líneas, que es la preparación a una buena confesión:
Para hacer una buena confesión son necesarias cinco cosas:
1) Un examen de conciencia
2) Arrepentirse de los pecados
3) Propósito de enmienda
4) Confesarse con el sacerdote
5) Cumplir la penitencia que impone el confesor.
¿Y el examen de conciencia? Es recordar los pecado cometidos después de la última confesión bien hecha. Citando otro pasaje bíblico, “Cada uno examine su propia conducta, porque cada cual responderá por sus pecados ante Dios". (Gálatas 6,4).
En resumen, no se puede dinamitar o, como sospecho en este caso, boicotear un sacramento, por el solo hecho de que la gente no acude. La experiencia, y no es un experimento científico, dicta que si pones un confesor antes de misa, lo más probable es que se forme una fila y que la gente haga uso del confesionario.
Siempre estarán los obcecados en no querer ver la realidad. Y es que me da la impresión que últimamente cultivamos muchos teólogos. Dios los cría y ellos se juntan, porque este es el penúltimo fan de Masiá. Lo que veo es que pocos de ellos bajan a la sacristía, a observar a los “cristianos de a pie” que dicen defender frente a las “jerarquías". Pandilla de Caifases frustrados, a los que les da igual lo que pidan esos cristianos, porque ellos saben mucho mejor que “los de a pie” lo que les viene bien. Flor y nata del pensamiento progre, vaya.
Gilbert K. Chesterton defendía mucho mejor que yo este sacramento. Respondiendo a un periodista decía “A su juicio, confesar los pecados es algo morboso. Yo le contestaría que lo morboso es no confesarlos“.
24 comentarios
Hay quien dice "tridentino" en plan malo, como ese señor. Me consta, en cambio, que hay gente que nos llama así en plan cariñoso, como una amiga que es de los Carismáticos (sí, sí, los del P. Nelson).
Nos vemos en misa.
Nos dicen que si nos arrepentimos, Dios nos perdona sin necesidad de rituales enojosos y pasados de moda.
Pero dentro de esta premisa se esconde el desplazamiento del centro de gravedad del perdón de Dios a nosotros mismos. El hombre es ahora el rey de todo y es tan rey que hasta controla con sus deseos la voluntad divina. Lo que es una verdadera herejía moderna.
No sabéis lo que va costando dar con un sacerdote con el que confesarte. Mal vamos, me temo.
Estupendo post. Enhorabuena :)
Por lo demás, muy buena entrada.
Y dignidad, sacrificio, honestidad y humildad a la hora de arrepentirnos de nuestras miserias humanas ante la innegable misericordia que nos brinda el sacerdote de turno cuando nos absuelve.
Brillante y plausible exposición de Miki, que aplaudirían sin duda muchos de los abnegados sacerdotes aniquilados por las hordas marxistas en el 36, y que no dudaron en perdonar y practicar la absolución de algunos de sus ejecutores arrepentidos de los deleznables actos que habían y habrían de cometer
N. del B. Gracias. Pero con Cruzada o sin ella un sacerdote debería confesar, eh... No nos vayamos por las ramas, jeje.
Por el contrario, quien no tiene esta costumbre suele decir: "¿Confesar yo? Yo no tengo pecados.
Por otro lado constato con tristeza cómo cada vez hay menos sacerdotes dispuestos para este sacramento. Por eso, tener uno uno cerca que esté disponible es un auténtico regalo. Y si además invita a hacerlo, escucha con paciencia y sabe orientar al penitente con sabiduría, este regalo no tiene precio.
"Quien se humilla será enaltecido". Evidentemente, quien no lo hace, se busca su propia perdición.
El problema es que cada vez quedan menos sacerdotes dispuestos a sentarse en un confesionario, eso en el supuesto de que el templo cuente con uno. Es difícil para el que ya de por sí acude con cierta prevención (sobre todo si hace mucho que no se confiesa) tener que buscar expresamene sacerdote, pedirle que lo confiese en cualquier rincón... Eso hace que algunos desistan.
Sin embargo , en las iglesias que cuentan con un confesor permanente, he podido comprobar como siempre se forma cola para recibir el sacramento, lo que prueba que no está en desuso de ninguna manera aunque algunos nos lo quieran hacer ver así.
Función de psiquiatra y confesor es algo parecido. Sólo que uno sin ponerte en paz con tus complejos o demonios, esperando que vuelvas, sales facturado.
Y el segundo amonestándote contra el pecado y tus demonios: "no te cobra". Que ya es decir.
Mi experiencia personal que me indujo a ver y comprender, por una parte que la Iglesia Católica es la cabeza del cristianimo.
Y por otra que debía de admitir que sí: Que la confesión como Sacramento de Conciliación dentro de la disciplina de la Iglesia Católica es necesaria como ley de absolución teológica.
Más diré: Lo dicho y entendido como Contrición Perfecta, -habiendo a posteriori lugar donde confesarse y ser absuelto como manda la ley- no surte el mismo efecto de tranquilidad espiritual para el pecador.
Si por el perdonad vale mi respuesta te diré:
Dentro de la Ley y los Profetas así como dentro del mandato de Cristo cuando autoriza a sus dscípulos de retener; atar o desatar la reponsabilidad condenatoria de los pecados del pecador es la misma.
Con una diferencia capital. Y es que los Profetas no podían perdonar los pecados del indiviudo o del pueblo comco lo hace Cristo.
Y Cristo no sólo lo hace, sino que tiene autoridad para mandarlo hacer.
Gracias por responderme, con vuestros comentarios y el actual post del Padre Iraburu he comprendido. Creo que el clima general me ha influido: si alguien escudriña sus faltas es porque tiene una patología que hay que curar con una terapia, su problema puede estar en una religión llena de escrúpulos, los genes que ha heredado o el ambiente en que se ha criado, como resultado su personalidad no es madura.
Creo que la mayoría de la gente que escudriña sus faltas, es decir, que se hace un examen de conciencia NO tiene una patología. Se pueden dar casos, pero no creo que generalizar en este caso sea bueno.
El problema no es una religión "llena de escrúpulos", pues esos escrúpulos no existen si no es para estar en gracia con Dios y vivir una vida plena con Él; No existen por el mero hecho de que nos sepamos imperfectos. Creo que no va la cosa por ahí, vamos.
Quizás me he explicado mal. El clima general se refiere a lo que se oye y se lee fuera de la iglesia (incluso diría del cristianismo), y eso, a mí al menos, me ha influido en la visión de la confesión aún cuando yo rechazaba ese clima.
La explicación que tú das es muy acertada, como dije, ahora he comprendido.
Nota del B. La situación de Costa Rica es bastante mejor que la europea, tengo que decir. De esa diócesis conozco al R.P. Adrián Alberto Calvo, de la parroquia de Parroquia San Antonio de Padua en Tayutic. ¿Le suena?
Por otro lado, yo, que no estoy de acuerdo con los planteamientos "tridentinos" o "tradicionalistas" me confieso a menudo, cuando hace falta vamos.
Me parece mentira que haya quienes quieren quitar uno de los sacramentos principales de la vida cristiana, del dia a dia...
P. Adriàn Alberto Calvo Quirós
[email protected] / [email protected]
Nota del B. Lo que no les dice este gran sacerdote ¡es que es de Costa Rica! Muchísimas gracias por pasarse. Ya sabe que tengo una cosa pendiente con usted, Pater. No me olvido. Un fuerte abrazo.
Padre un Abrazo.
Fausto.
1.-Parece como que no hay un gran interés en las parroquias, por la Confesión.No se publicitan los horarios para confesar y estos, horarios si existen, no se respetan o tienen una pobre publicidad en las iglesias. Y como no viene nadie al confesionarios el sacerdote se va del confesionario, en lugar de esperar pacientemente.
2.- Los confesionarios de cabina abierta, las mas de las veces son altavoces que propagan lo que se conversa. No constituyen lugares reservados para el confesor y el penitente. Tanto los fieles que están en la iglesia como el sacerdote, ven y conocen visualmente la cara del que les manifiesta sus pecados y a veces los oyen.
3.-´No hay seguridad de que ese sacerdote, si deja los hábitos, no constituya una verguenza para el penitente en la vida civil, pues le conoce y conoce sus pecados.
4.-.Siempre debiera facilitarse la confesión durante la Misa, al menos hasta la Comunión.
5.- En los pueblos y comunidades pequeñas es un "problema en la convivencia" que el sacerdote conozca tus faltas y no tengas posibilidad de alternar otro confesor.
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