La adicción a Internet
A varios alumnos, con motivo de la fiesta de los Reyes Magos les han regalado un ordenador personal con su banda ancha correspondiente. A ellos que leen este Olivo les dirijo estas sugerencias.
Cada día en mayor medida, tenemos ocasión de leer u oír noticias sobre los grandes riesgos que los niños corren en la red. A raíz de algunos desgraciados sucesos, se ha extendido la idea de que Internet es para los niños un lugar pernicioso en el que pueden conseguir material pornográfico, o instrucciones para fabricar bombas y adherirse a grupos paramilitares o a sectas religiosas.
Es innegable que hay bastante de cierto en todo esto, pero debemos considerar también que Internet es una herramienta de trabajo, estudio o diversión incomparable. Al ser una enorme base de datos de carácter audiovisual, Internet es una magnifica ayuda de estudio para todas las edades, que combina la posibilidad de acceder desde casa a información preparada por especialistas en todas las materias, con el atractivo que el intercambio activo da a los documentos.
Lo que sí debemos tener muy claro es que Internet no es un medio “para niños". Internet es un lugar electrónico basicamente de y para adultos, y en el cual muchas personas amparadas en el anonimato, dicen, hacen y ofrecen lo que se les ocurre.
Este asunto es suceptible de convertirse en un comportamiento adictivo. Se podrían hacer usos anormales de una conducta en función de la intensidad, de la frecuencia o de la cantidad de dinero invertida y, en último término, en función del grado de interferencia en las relaciones familiares, sociales y laborales de las personas implicadas. Los componentes fundamentales de los transtornos adictivos serían la pérdida de control y la dependencia.
El perfil del adicto a Internet lleva consigo estas afirmaciones: “Me siento fatal cuando hago lo que hago, ese sentimiento me genera culpabilidad, me genera una angustia que evito repitiendo la conducta” y “estoy metido en un circulo vicioso del que no puedo salir, me averguenzo de mí mismo".
Los adultos así deben ponerse en manos de algún psicólogo. A los niños se les debe ayudar:
-A colaborar con ellos en conocer este nuevo mundo que les ofrece la tecnología, de ninguna manera los adultos podemos quedar atrás en este tipo de conocimientos, ya que ellos forman parte del mundo de los niños.
-Enseñarles a hacer un uso racional de la red para que puedan disfrutarla sin problemas, y advertirles los peligros.
-Hablar con los hijos sobre la necesidad de conocer previamente a la persona que está al otro lado del teclado y de no dar su dirección de correo electrónico a nadie que no sea de su entera confianza.
-Inspirarles siempre la suficiente libertad y confianza para que alguien más conocedor de la red pueda enseñar mucho más y mejor el uso de la misma.
En el aspecto de la formación religiosa de los niños la red presenta un infinito número de posibilidades educativas muy positivas. Los padres deben guardar en “favoritos” esas direcciones que ya les he entregado previamente, y trabajar con ellos sabiendo extraer lo positivo que para su conocimiento de Cristo presenta Internet.
El colocar la red en casa para que los niños “se entretengan o jueguen” es un error que siempre se paga. Esto está comprobado por la experiencia y la historia de cada caso.
Tomás de la Torre Lendínez