En el techo de la peninsula

Acabo de llegar a la casa. He pasado el día con un grupo de cien alumnos en Sierra Nevada. Hemos visto la belleza de Dios expresada en la nieve, muy abundante este invierno. Una altura de cuatro metros nos rodeaba a nivel de suelo. En la Hoya de la Mora, todos hemos tomado trineos de descenso y hemos emulado a los profesionales del esquí, un deporte dificil y costoso de mantener.

En una de las subidas hemos estado en la capilla de alta montaña, dedicada a la Virgen de las Nieves. El blanco manto la cubría, excepto el punto donde se juntan los dos vierteaguas que la cubren por completo. Allí hemos rezado por tantos deportistas de élite y aficionados que les atrae la nieve.

En bastantes casos han dejado su vida estrellada en el frio hielo, o en otras han conseguido una rotura de un hueso de una las extremidades. Gracias, a Dios, hoy hemos vuelto todos sanos y salvos a las casas propias.

Cuando se visita el macizo montañoso más grande de la peninsula ibérica pleno de nieve, es un placer para la vista, cuando el autobús lentamente se acerca hasta el lugar donde puede llegar. Todas las miradas las hemos colocado en el magnetismo que atrae desde los esbeltos picos del Veleta y del Mulhacén.

En el techo de esta peninsula, cuando se piensa y se actúa en cristiano, la mente se desplaza, por la vía de la fe en Dios, hasta el gran llamamiento que nos hace de cuidar este planeta que nos regaló para que vivieramos en él y no lo destruyeramos.

Allí arriba piensa uno en que está más cerca del Señor, que nos hizo un regalo tan hermoso como la propia obra de la creación, tan perfecta y armoniosa, para que todos los seres humanos convivamos y hagamos a diario este mundo más justo y habitable para todos.

Quiero terminar con un poema de mi amigo don Rafael Alfaro, sacerdote salesiano, quien en su obra Mi fe de vida, en la página 21, tiene una composición titulada Tierra enamorada:

….Ha enseñado sus manos como mapas
abiertos, y ha contado
hombres, ciudades, rios, cielos mares.

Los tenía en sus labios cuando hablaba.
Los tenía en sus ojos convertidos en luz
Los tenía en su pecho como un nido interior.

Nunca un hombre tan propio y tan ajeno,
podía ser un árbol, podía ser un ave.
Nuestras eran su cercanía o su distancia
igual que su palabra y su silencio.

Se ha asomado al balcón.
Ha alzado su mirada hacia los astros
y la mano en el pecho, ha dicho por tres veces:
!Oh, tierra, tierra, tierra enamorada¡.

Como siempre invitamos al lector a expresar, si conoce Sierra Nevada, a dejar sus comentarios sobre el soberbio altar donde está Dios y María Santisima de las Nieves.

Tomás de la Torre Lendínez

2 comentarios

  
ordenanza
Estamos de acuerdo. Soy granadino. Tenemos una joya en Sierra Nevada. Lo que más me gusta es el enfoque que le ha dado sobre la obra creadora de Dios.
20/02/09 11:25 AM
  
Camino
¡Qué envidia!
Conozco Sierra Nevada en verano y en invierno. Siempre hermosa. Con nieve más, por supuesto. El resplandor de la nieve impresiona. A ver si en Semana Santa... Y Granada, con perdón, la más hermosa de las ciudades de Andalucía. Las veces que he cruzado España en avión, estas cumbres llaman a pensar en Dios, creador y salvador nuestro. La Virgen de las Nieves siempre está cercana, pues son pocas las provincias españolas que no tengan montaña ¿o son muchas? Gracias por este toque de espiritualidad montañera, mariana y española.
20/02/09 2:46 PM

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