José Enrique y Javier Ayarra
He leido en Ecclesia digital:” José Enrique Ayarra es el canónigo organista de la catedral de Sevilla y uno de los organistas de mayor prestigio en España.
Tras un tiempo en diálisis y en lista de espera, la muerte en accidente de circulación de su hermano Javier, hizo posible que José Enrique Ayarra Jarné recibiera el riñón que necesitaba, procedente precisamente de su hermano, donante de órganos.
Con este motivo, Ayarra ofreció el 28 de enero un concierto extraordinario en la catedral de Sevilla, con música de Bach, Rachmaninov, los Seises, Guilmant, Brezza, Braña y, finalmente, el Aleluya de Haendel. Con esta música Ayarra ha expresado sus experiencias y sentimientos de estos cuatro últimos años de enfermedad, ahora subsanada.
El donante, su hermano Javier, algún año más joven que Jose Enrique, era médico del servicio de cirugía torácica del Hospital Macarena de Sevilla, y falleció en accidente de circulación el 4 de diciembre.
El sacerdote y músico José Enrique Ayarra nació en Jaca en 1937 y es organista por oposición de la catedral hispalense desde 1961. Ayarra interpretó el citado concierto desde el órgano romántico de la catedral de Sevilla, instalado en ellla hace 105 años.”
Al organista Ayarra lo conocí hace años. Sus conciertos de órgano los he escuchado en varias catedrales, colegiatas y monasterios. Es un virtuoso del órgano. Es un hombre que se ha adaptado muy bien a la sociedad andaluza y sevillana. Es un cura de los que eran capaces de ganar unas oposiciones a la canongía a la que se presentaban. Es un excelente humanista, que ahora ha tomado impulso vital con la donación renal de su hermano fallecido.
En una fecha, en la década de los noventa, lo entrevisté para la radio. Recuerdo que lo pudo ser diez minutos de un diálogo grabado, se convirtió en una tertulia de dos horas. Hablamos de la calidad de la música litúrgica, comentamos la falta de compositores de música religiosa, pasamos la mirada sobre la enseñanza de la música en los Seminarios Diocesanos, destacó el órgano como el instrumento más apto para la expresión musical clásica de la Iglesia Católica, nos detuvimos en el órgano de la Catedral de Sevilla, hicimos mención al estado de salud de los viejos órganos de algunas colegiatas e iglesias de Andalucía. Fue una gran conversación que nunca olvidaré.
La noticia de su recuperación me ha alegrado. Conocía su dolencia y su dependencia de la diálisis en el riñón artificial. A partir de ahora volvemos a contar con el organista Ayarra, una gran persona, un magnifico cura, y un excelente organista.
Desde El Olivo le deseamos una larga vida entregada a su misión musical. Y rogamos a todos los lectores que si desean oir un buen órgano tocado por un mejor organista que se pasen por la catedral sevillana. Es un deleite cultural y espiritual.
Tomás de la Torre Lendínez