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27.12.08

Los laicistas tienen miedo

No hace falta nada más que leer los comentarios que nos dejan estampados en los diversos blogs. Los laicistas tienen miedo. Están asustados. Son unos cobardes. La misa de la familia de mañana en Madrid les ha vuelto a poner muy nerviosos.

Primero, los laicistas intentaron dividir a los obispos entre los que van y los que no van. Anoche pude hablar con uno que no irá, porque su jefe natural en la región nacionalista, les ha recomendado mantenerse en la diócesis. Está obedeciendo por miedo a males mayores. Lo reconoció claramente. Y como éste existe una cantidad respetable.

En segundo lugar, los laicistas han lanzado a todos sus medios de comunicación a escupir bilis en la cara de la Iglesia, como hacía ayer el diario Público, públicamente en su primera página.

En tercer lugar, los laicistas están frotándose las manos, porque el tiempo meteorológico está siendo adverso con nieves, granizadas, lluvia y frio. Confían que mañana en Madrid caigan chuzos de punta y la gente se quede en sus casas por comodidad y temor a pillarse una gripe de muchos bemoles.

En cuarto lugar, a los laicistas les molesta una inmensidad que los católicos ocupemos la via pública y participemos en una Eucaristía al aire libre. Esto lo consideran una demostración de fuerza contra…..Los católicos no vamos contra nadie, ni estamos frutrados, ni somos unos borregos, ni unos retablos, ni unos carrozones. Somos los hijos de Dios que ejercen su libertad de celebrar una Eucaristía en el centro de Madrid para pedir por la familia cristiana, y nada más.

En quinto lugar, los laicistas desearían que estuvieramos recluidos en los templos, o en los salones parroquiales, o en las sacristías, como ocurre en el lugar donde escribo este artículo, que es una balsa de aceite rancio o un charco amarillo, que tapa todo para que los laicistas sean felices y coman perdices.

En sexto lugar, los laicistas tienen preparadas sus afiladas maniobras en sus propios medios de comunicación para que, a partir de mañana al acabar la misa en Madrid, se diga que fue un fracaso…que hubo alusiones contra….que habia banderas de…..que se cantó no sé que…..que el más joven de los presentes tenía noventa años……

A pesar de todo esto, señores laicistas, un servidor estará, Dios mediante, mañana en Madrid, aunque a ustedes les pese y no les guste. Pero todavia soy libre y vivo en libertad mi religión católica, aunque ustedes sigan rechinándose los dientes. Ese es su problema.

Ya les contaré, en El Olivo, mi testimonio del acto eucaristico de Madrid, que siempre será más verdadero que el de sus cronistas que escriben a sueldo de ustedes. Yo escribo y oigo mi religión en libertad.

Tomas de la Torre Lendínez

26.12.08

Conversación laicista en el tren

Me desplazo ahora, bastante, en tren de cercanías y metro. El rato es largo. Los ruidos de los móviles son constantes. A unos les sale su idioma nativo, son inmigrantes. A otros, les aflora alguna polémica. Y otros, como esta misma mañana, sostienen un diario que dirige uno que está en edad escolar, que comentan con fruición.

Son dos conversos laicistas, que bailan contentos por el mensaje que hoy transmite ese diario, atacando a la Iglesia de modo directo, excluyente y con cifras adaptadas al forro de sus caprichos por el laicismo militante.

Los interlocutores son dos señores maduros, que frisan la ciencuentena. Uno tiene pelo blanco, el otro está calvo. El primero aduce contento: “Menos mal que nos estamos librando de la tiranía religiosa de la iglesia, ya nos hemos cargado el sentido navideño de estas fiestas". El segundo responde: “Llevas razón, cuando en nuestro periódico habla el profesor Mandianes sobre la apropiación de símbolos religiosos por parte de la iglesia, lo mismo que hizo la Coca-Cola, está claro que veremos caer dentro de poco a los cristianos por los suelos".

El señor de pelo blanco sigue, con evidente alegría, exponiendo esta rotunda cuenta: “Mira, con la magnifica encuesta que publica nuestro diario queda muy claro que los sentimientos religiosos han quedado en manos de una minoría muy fanatizada, pero que la gran mayoría está en contra de todo lo cristiano que puedan tener las fiestas de estos días. Sin ir más lejos, en mi casa nos juntamos, comimos bien, bebimos a gusto, y luego nos pusimos la pelicula de Los girasoles ciegos, donde la iglesia queda reflejada en lo que ha sido y es: un máquina de poder, sexo y dinero".

El diálogo prosigue. El señor calvo se frota las manos, por el frío que entra cada vez que el tren para en una estación. Y coge la hebra del hilo coloquial para sentenciar: “Nuestro periódico tiene un clarisimo mensaje, pues el carácter religioso de las fiestas se ha perdido en nuestro país, si se mide por el cumplimiento de los ritos religiosos, solamente tres de cada diez encuestados afirma que asiste a un oficio religioso navideño. Esto supone que los laicistas somos el setenta por ciento de los españoles. Toda una victoria sobre una iglesia armatoste de la historia y digna de desaparecer".

En este momento miran el reloj, y por el altavoz interior del tren se anuncia la próxima parada. Llegamos, se detiene, y estos cincuentones se bajan, por los cristales de la ventanilla los veo alejarse enzarzados en su monotemática conversación.

Mientras el tren prosigue su marcha, pienso muchas cosas. Una, serena mi alma: la historia milenaria de la Iglesia del Señor está llena de laicistas atacantes que nunca han ganado. En la fiesta de San Esteban, protomartir, que es hoy, creo que ahí comenzó a derramarse la sangre por defender la fe en Cristo y en su Iglesia. Y nunca se terminará, porque lo que hicieron con la Vid, también lo harán con los sarmientos.

Dejo esta conversación laicista bajo la sombra de El Olivo. Ahora, como siempre, los paseantes, visitadores, lectores y comentaristas tienen la palabra sobre este asunto, que hoy es primera página de un aprendiz de diario, que está aún en edad escolar.

Tomás de la Torre Lendínez

25.12.08

El Breviario en el móvil

La noticia la he leido en Libertad Digital y dice así:” El Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales ha apoyado iBreviary, la aplicación creada por el sacerdote italiano Paolo Padrini para el teléfono iPhone de Apple. El programa pone a disposición de los usuarios el breviario (el libro que contiene el rezo eclesiástico de todo el año), así como las lecturas del día y otras oraciones.
iBreviary cuesta 79 céntimos de euro y se puede adquirir a través de la Apple Store. Las ganancias se destinarán a caridad. Monseñor Pauil Tighe, secretario del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, considera que la Iglesia “está aprendiendo a utilizar las nuevas tecnologías como una herramienta de evangelización y una forma de compartir su propio mensaje con el mundo".
La aplicación fue descargada en más de 10.000 ocasiones en Italia mientras duró la fase de pruebas.”

La Liturgia de las Horas es la oración continuada, desde Laudes, Hora intermedia, Oficio de Lecturas, Vísperas y Completas, que los sacerdotes y consagrados, hacemos por obligación diariamente. Todo el contenido se le conoce con el nombre de Breviario. Hasta ahora hemos tenido que trasladarnos siempre con el libro correspondiente a cualquier sitio. A partir de ahora se puede descargar en el móvil, siempre que tenga uno el modelo de iPhone de Apple. No es mi caso.

Sin embargo, debemos alegrarnos por este avance tecnológico que la misma Iglesia aprueba y confirma como válido para el ejercicio de la oración de la Liturgia de las Horas. Desde ahora se podrá rezar el Breviario en cualquier parte, por menos de un euro, cuyo beneficio está destinado a obras de caridad.

Además, de esta forma tan avanzada se puede popularizar el rezo de la Liturgia de las Horas acercándola más al pueblo cristiano y para quien desee participar de esta inmensa ola de oración que a diario, de oriente a occidente, la Iglesia proclama por boca de los sacerdotes, en el coro monástico de los monjes y monjas contemplativos, y en la casa de toda persona consagrada al servicio del Señor.

Es un buen regalo navideño, en esta mañana de la Natividad del Señor, donde celebramos el misterio del Hijo de Dios nacido en Belén, de Judá, como lo habian anunciado y los profetas y como lo ha dicho el ángel a los pastores, que acuden a la cueva a postrarse y ofrecer sus regalos al Señor de los Señores.

Feliz Navidad a todos los lectores de este Olivo, en la paz del Señor.

Tomás de la Torre Lendínez

24.12.08

La fiesta al sol invicto

La Navidad no tiene nada más que el sentido cristiano que le proyectó el Hijo de Dios cuando hace dos mil años nació en Belén de Judá, para que se cumpliera lo anunciado desde antiguo por los profetas. Es el misterio de cómo el Hijo de Dios se hace hombre, para hacer a los hombres hijos de Dios. Es el misterio de cómo el Hijo de Dios se hace pobre, para hacer ricos a todos los seres humanos. Es el misterio de cómo el Hijo de Dios se hace hombre, igual en todo a nosotros, menos en el pecado, para salvarnos del pecado y de la muerte.

El misterio de la Navidad siempre lo han entendido y aceptado los más humildes y sencillos, como los pastores, los reyes magos, que se han acercado a la cueva de Belén para adorar al Niño recién nacido en el establo, porque no tenian sitio en la posada.

Aunque me encuentro fuera de Andalucía, el laicismo dominante en estos tiempos no descansa. El correo electrónico mantiene la misma fluidez. He recibido un mensaje de un vecino que milita en el laicismo más rampante.

Tras saludarme, me desea que “viva una navidad laica plena y completa” porque la religiosa ha pasado a mejor vida. Me presenta una lista de iglesias, donde esta noche no se tendrá la tradicional misa del Gallo, porque no existe sacerdote para celebrarla, o porque “la avalancha de las cenas familiares, donde abundan los muchos platos, a cada cual más exquisito, no se puede terminar cuando la iglesia quiera para que la gente se vaya a misa de medianoche. Esto ya no se estila".

Le he contestado lo siguiente: “Amigo Alfonso: ¿Por qué no celebras en la cena de esta noche la fiesta pagana del sol invicto, que hacían los antiguos romanos?. ¿Por qué no eres valiente y rompes con todo y sigues trabajando mañana en tu empresa ya que para tí no significa nada la Navidad cristiana?. ¿Por qué no te decides a quitar a tus hijos de la catequesis?. ¿Por qué eres tan incoherente contigo mismo y tus ideas laicistas?".

Una vez más pienso que el misterio de la Navidad solamente lo entienden los sencillos de corazón y Alfonso hace tiempo que se metió un corazón de piedra, donde antes tenia un corazón de carne. Por esto no es feliz, ni él, ni su esposa, ni tampoco sus hijos que tienen una cara de tristeza patente cuando los veo por las escaleras.

Finalmente, a todos los lectores de este Olivo, les deseo una feliz y santa Nochebuena y una tierna Navidad cristiana.

Tomás de la Torre Lendínez

23.12.08

Los regalos dentro de la Iglesia

Los regalos en estos dias navideños son fundamentales. Desde lo más elemental a lo más complicado, las personas por Navidad regalan y regalan, aunque con la crisis económica no están los bolsillos demasiado llenos.

Dentro de la Iglesia, también, se hace regalos. Más que por Navidad, es cuando un obispo se marcha trasladado a otra sede, o cuando el que llega observa que al anterior se le ha olvidado agradecer los servicios prestados a equis personas.

Aunque el mejor y el único regalo intraeclesial es que sea el mismo Dios el que, con su misericordia y benevolencia de Padre, conceda lo que más conviene a todos y a cada uno de nosotros.

Antes del Concilio Vaticano II, la Iglesia concedía unos titulos honoríficos excesivamente raros: Camarero Secreto de Su Santidad, Prelado Doméstico de Su Santidad….Tras aquella reunión tan importante la concesión de títulos y regalos se pasó al fondo del escenario del gran teatro de la vida. Por aquellos años murieron personas, sacerdotes o laicos, que debieron ser clavados en el cuadro de los honores eclesiales y se marcharon con los puesto y a veces en la penumbra del pasillo del teatro, que conduce a los camerinos. Recuerdo a uno que tuve que escribir con bolígrafo su nombre en los ladrillos enyesados que cubrían el nicho mortuorio, porque nadie quiso pagar una elemental lápida. Todavia yace así.

En los últimos años, ha vuelto la moda de pedir a Roma que mande títulos y más títulos a sacerdotes beneméritos o a laicos singulares en el servicio a la Iglesia. Ahora la Medalla Pro Ecclessia et Pontifice es la que más se regala por estas fechas navideñas a los curas que han dado su entrega total al ministerio en los cargos encomendados en su vida por los varios obispos que hayan servido.

A los laicos singulares, entregados desinteresamente al servicio de las tareas eclesiales, se les regala la Cruz especial de San Gregorio Magno, con la que se convierte en caballero comendador de dicha orden.

Y a los curas que han estado al frente de cargos importantes se les regala el título de Prelado de honor de Su Santidad, con derecho a vestir de rojo en fiestas especiales, y a ostentar de por vida el titulo de Monseñor, que tanto halaga a tantos.

Anoché cené con un reciente monseñor, a quien le dedico este artículo, alegrándome de sus regalos eclesiales. Ya al final me decía que le daba igual que el obispo le hubiera conseguido el titulo en Roma, pero, una vez alcanzado, no iba a cruzarle la cara a su obispo porque no sería educado.

Pero, yo, con ironía le dejé sobre la mesa: !Amigo, por Navidad, a nadie le amarga un dulce¡. Y es verdad.

Tomás de la Torre Lendínez