La "monocracia"
Ya conté, por los dias navideños, la existencia de un vecino laicista de pies a cabeza. Nos llevamos bien dentro del respeto mutuo. Hace una semana me aposté con él un euro simbólico sobre el contenido del discurso del cardenal Bertone en Madrid. Acaba de irse de mi casa, donde lo había invitado a tomar café y a dialogar sobre el contenido de la intervención cardenalicia.
Según este laicista, el cardenal ha traicionado al gobierno de España que estos días lo ha tratado con educación, cortesía y confianza. Su argumento es éste¨¿Por qué cuando ha hablado con la vicepresidenta y ésta le ha indicado que pensaba ampliar la ley del aborto, insistir en la obligación de la asignatura Educación para la ciudadanía, y seguir ampliando el listado de derechos civiles, el cardenal no se ha opuesto a nada, sino que se ha callado, para llegar hoy a la sede de la Conferencia Episcopal y largar el discurso más carca posible contra estas iniciativas?.” Este militante del laicismo más rancio no entiende, o los medios de comunicación adictos al poder, que lee y oye, El País y la Ser, no se lo han explicado claro y alto, que un altísimo diplomático de la Santa Sede no es negociador que va a echar un pulso con las autoridades de una tierra determinada.
Además, le he insistido que como cardenal de la Santa Iglesia Romana no iba a enmedarle la doctrina a los obispos de la Conferencia Episcopal. Porque otro argumento suyo es el siguiente:"El pensamiento del cardenal Bertone me ha parecido tan arqueológico como el de los obispos de aquí y de modo singular de su presidente Rouco, que siempre defienden la vida desde que se nace hasta la muerte". Otra vez he tenido que hablarle de la unidad y de la comunión eclesial consistente en que todos defendemos lo mismo tanto en cuestiones de fe, como de moral o costumbres. Por lo tanto, era claro que el cardenal no iba a cambiar el discurso de los obispos de España, por mucho deseo que tuvieran los que mueven los hilos en los medios de comunicación cercanos al poder político actual.
Antes de irse, me ha vuelto a remachar que los católicos españoles tendremos que tragarnos la nueva ley del aborto, la asignatura de Educación para la ciudadanía, la posible ley de la eutanasia, y toda la legislación que salga de las Cortes, pues para eso, dice, “tienen la legitimidad democrática que dan las urnas". A lo que he respondido con las palabras del mismo cardenal Bertone:
“En nuestros días, hay un proceso continuo y radical de redefinir los derechos humanos individuales en temas muy sensibles y esenciales, como la familia, los derechos del niño y de la mujer, etc. Debemos insistir en que los derechos humanos están “por encima” de la política y también por encima del “Estado-nación”. Son verdaderamente supranacionales. Ninguna minoría ni mayoría política puede cambiar los derechos de quienes son más vulnerables en nuestra sociedad o los derechos humanos inherentes a toda persona humana.”
Ahora, como es costumbre, dejamos a cualquier lector o visitante a que deje aquí su opinión. Pero el laicismo es sordo y dictador. No oye a nadie, e impone sus ideas a golpe de votos. Es la “monocracia".
Tomás de la Torre Lendínez