Las mujeres del Sepulcro, por Carmen María Sánchez Morillas
Comenzamos hoy una sección en El Olivo, su titulo: Pluma invitada. Iniciamos con doña Carmen María Sánchez Morillas, profesora de Lengua Castellana y Literatura en Enseñanza Secundaria Obligatoria y actualmente está finalizando su tesis doctoral sobre María Josefa Segovia, en el programa de Doctorado de Mujer, género y estudios culturales, del Departamento de Lengua y Cultura Mediterráneas de la Universidad de Jaén.
Las mujeres del Sepulcro
En ciertos foros se habla mucho de las mujeres en la Iglesia y se nombra a Edith Stein, Teresa de Calcuta, Santa Teresa de Jesús, Sor Juana Inés de la Cruz, y entre tantas, también aparece Mª Josefa Segovia, una mujer a contracorriente.
Ahora, no vamos a contar su vida, porque ya se conoce de sobra gracias a los excelentes trabajos de sus biógrafas Flavia Paz Velázquez Bonilla y María Encarnación González, en los últimos años.
Estas mujeres, como el nombre de otras tantas que no conoceremos, fueron las mujeres del Sepulcro las que estuvieron con Cristo en sus horas más oscuras. Y ya va siendo hora de que se recuperen estos nombres y los de todas las mujeres que en las horas más tenebrosas están con los hijos de la marginación.
Mª Josefa Segovia amaba fervientemente a Nuestra Madre, Nuestra Virgen María. Este modelo de mujer lo enseñó a todas sus allegadas, a las más jóvenes y a las más mayores.
Nuestra Iglesia necesita a las mujeres del Sepulcro: las que atienden a la enfermos, la que atienden nuestras sacristías, las que atienden el manto de la Virgen, las que asisten a las catequesis; las mujeres del Sepulcro son nuestras monjitas, nuestras hermanas de todas las Congregaciones Religiosas. Nuestras mujeres del Sepulcro son las madres, las hermanas, las viudas, las solteras, las casadas. Nuestras mujeres del Sepulcro son aquellas que también están fuera de la Iglesia Católica o aquellas que pasan por las dificultades más adversas de cualquier tipo, repito, de cualquier tipo, porque nuestras mujeres del Sepulcro son también las mujeres que se equivocan, que yerran. Son aquellas que están en las cárceles, a las que nadie recuerda.
Los más cercanos a Mª Josefa Segovia la definían como discreta, trabajadora, apasionada en su labor apostólica y entregada a los demás. Sabía hacer a todos especiales y para todo el mundo tenía un momento de atención. No entendía las diferencias entre las clases sociales, pues comprendía que todos somos hijos de Dios sin distinción. Pero de ella siempre se destacará su fe, su don más inestimable.
Mª Josefa Segovia amaba fervientemente a Nuestra Madre, porque Nuestra Madre quiere a todas sus hijas. Continúa enseñándonos, después de tanto tiempo, que significa ser mujer en la Iglesia católica y en el mundo en el que estamos viviendo.
Ella decía: Madre, que quien me mire te vea. ¿No podemos ser nosotros, hombres y mujeres, síntoma de este pensamiento segoviano?
¿Qué empujaba a actuar cómo actuaba y a expresarse cómo se expresaba a Mª Josefa Segovia? Su fe. Pues, hoy, señoras y señores, es nuestra fe lo que tiene que movernos en la Iglesia y la estupefacción de reconocer a Cristo en los demás, porque desde los demás viene Cristo a nombrarnos uno por uno. Mª Josefa Segovia así lo expresaba: Claro que ésta es la fe, y así la deben tener todos los cristianos, pero cuando yo pondero tanto en mi interior el don de mi fe es porque tiene este don una luz, un matiz, una intensidad que, desde luego, no sé expresar. Y va en aumento y me tiene como sumergida en un baño de fe. (Extraído del escrito “Josefa Segovia habla de su fe”, (1946), alojado en la web de la Institución Teresiana).
Las mujeres del Sepulcro, son las mujeres de la fe en el Dios del Amor y de la Salvación. Esta realidad a la que aludimos no ha de ser entendida como ñoña y apagada. Muchos lo pueden leer así, pero creo que más allá de eso han de ser un signo de grito de las mujeres del Sepulcro, que cuando nadie mira y todo el mundo se va, ellas permanecen allí, esperando la Luz de la Verdad.
Así lo hizo, Mª Josefa Segovia durante toda su vida. Fue mujer en el Sepulcro esperando a Jesús, pero esperando junto a la Madre en la acción del laico en medio del mundo. Así, Mª Josefa Segovia nos enseña a ser laicos de acción, actuando en medio del mundo con una fuerza fundamental, la fuerza de la fe.
He aquí la base fundamental de una mujer del Sepulcro: la confianza interminable en Cristo, porque siempre espera cuando los demás se van.
Carmen María Sánchez Morillas
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