Las bibliotecas monásticas
Durante hoy y mañana tiene lugar en Madrid las III Jornadas Técnicas de Bibliotecarios de la Iglesia, organizadas por la Conferencia Episcopal Española. El tema monográfico es: Bibliotecas monásticas y conventuales, dos mil años de historia.
La presentación de las sesiones de trabajo ha estado a cargo de Monseñor don Jesús Sanz Montes, presidente de la Comisión Episcopal para la vida consagrada. Las ponencias impartidas son éstas: Orden de San Benito, la biblioteca de la Abadia de Monserrat; Orden de hermanos menores, la biblioteca del convento de la Inmaculada de Pamplona; Orden de san Agustín, la biblioteca del monasterio de Santa María de la Vid, de Burgos; Orden de la Merced, la biblioteca del monasterio de San Juan de Poio, en Pontevedra; Orden de San Benito, la biblioteca de la abadía de Santo Domingo de Silos; la Biblioteca del Sacro Monte de Granada; y se acabarán con las conclusiones correspondientes.
La biblioteca del Sacro Monte de Granada la conozco muy bien. En ella he pasado horas de trabajo y búsqueda. La necesidad de cuidar, catalogar, informatizar, y poner al servicio de los investigadores las varias bibliotecas monásticas existentes en España, es un servicio cultural de primer orden que la Iglesia presta a una sociedad tan alejada de los silencios monásticos y de las actitudes pacientes de los que visitamos estos templos del saber milenario.
Por lo tanto, nos alegramos de estas jornadas, donde se explica el trabajo hecho, los proyectos de futuro, se comparten experiencias y se llega a unas conclusiones comunes dentro de la Iglesia en España para que se camine a la par en un asunto tan crucial como es el patrimonio documental depositado en las viejas bibliotecas monásticas.
Estas reuniones, me traen, siempre, a la memoria la cantidad de bibliotecas que han sido pasto de las llamas de incontrolados, de revolucionarios, de accidentes naturales….que ya no volverán a poder ser visitadas nunca, porque dejaron de existir. Pienso en la cantidad de monasterios femeninos que se están cerrando y unificando con otros de la misma orden en otro lugar de España. ¿Que ocurrirá con sus archivos y sus bibliotecas?, ¿serán conscientes las personas responsables del valor documental incalculable que tienen en sus manos a la hora de decidir cerrar un monasterio?.
Todavía, recuerdo cómo hace unos años, en las librerías de viejo, en la cuesta de Moyano madrileña encontré un libro procedente de una biblioteca monástica desaparecida existente en un convento en los duros años de la Desamortización del siglo XIX. Hablé con el padre general de la orden determinada, quien me encomendó adquirir aquella pieza única. Lo hicimos entre varios y hoy el ejemplar singular se encuentra en la biblioteca de otro monasterio contemplativo abierto a la investigación y al estudio de la historia.
La Iglesia sigue siendo la mejor depositaria del patrimonio documental y bibliográfico. Además con poco dinero e inmensos esfuerzos se consigue lo que otras instituciones desprecian, como ocurrió con los robos en una institución nacional, sita en Madrid, con una directora de triste recuerdo, pero con ganas de salir en los medios de comunicación.
Tomás de la Torre Lendínez