Unas monjas irán al paro si Garoña cierra
“Según informan Cuatro y CNN los dos puntos fundamentales de este plan de empleo son: un acuerdo con la empresa privada para crear un “polo industrial” en la zona, y el otro, es una fuerte inversión pública que incluye la construcción de un parador nacional para dar hasta el 50 puestos de trabajo directos y otros 100 indirectos.
Aunque la decisión del Gobierno sobre la central nuclear no necesita pasar por el Consejo de Ministros, ya que llevaría el formato de una orden ministerial, fuentes gubernamentales explicaron que será el próximo viernes cuando se anuncie, ya que el ministro de Industria, Miguel Sebastián, presentará ese día un último informe sobre la central nuclear.
Además, está previsto que, una vez que se tome y anuncie su decisión sobre la renovación de la licencia de explotación de la central, el Gobierno apruebe un conjunto de “medidas sociales” relacionadas con esta decisión final.
El pasado viernes la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, señaló que la posición del Ejecutivo es conocida por todos y volvió a insistir en que la decisión final se tomará “atendiendo a los compromisos electorales de un nuevo modelo de crecimiento y las necesidades energéticas". Además, De la Vega insistió en que “sea cual sea” la decisión del Gobierno, los trabajadores de la planta “en ningún caso” quedarán desprotegidos".
Uno de los efectos colaterales del cierre de Garoña será la Iglesia, de forma especial las religiosas clarisas que viven en el monasterio de Santa Clara. Yo lo he visitado y es una joya histórica y artística.
El Convento de Santa Clara fue uno de los más importantes de Castilla. Sobresalen muchos elementos de este lugar pero citaremos especialmente la magnífica capilla del siglo XVI, de arquitectura gótico-renacentista y una cúpula con bóveda estrellada de complejísima estructura.
También interesa el claustro de dos pisos. El bajo con arquerías de medio punto y el superior a base de arcos escarzanos.
En este monasterio, las religiosas viven de lavar las toallas de la central nuclear y de confeccionar los gorros y zuecos de protección de los trabajadores y visitantes de la empresa que hundirá a la comarca por los cuatro costados, aunque prometan, desde el gobierno, el oro y el moro.
La zona de las Merindades vive de la central nuclear desde hace cuarenta años. Son muchos los puestos de trabajo directos e indirectos que promociona Garoña. Las monjas tendrán que buscar otro medio de vida, cuando se produzca el cierre.
Ahora, me consta, la comunidad clarisa está rezando en todos los idiomas posibles para que el gobierno, llevado de un electoralismo ecologista, no decrete el cierre de la central nuclear.
Esperemos que reine el sentido común, algo que en este gobierno brilla siempre por su ausencia, aunque los efectos colaterales sean los que sean.
Tomás de la Torre Lendínez