Balance anual: El Papa Benedicto XVI
Cuando fue elegido el Papa Benedicto XVI, hubo un profeta de calamidades que pronosticó un pontificado corto, uno o dos años, y luego el sucesor rompería con toda la Tradición de la bimilenaria Iglesia para dar a luz una Iglesia volcada a la izquierda más ultra de todas las maneras posibles de pensar. Aquel gran adivino hoy está criando malvas y sus amigos encuadrados en una corriente concreta no pasan de cien personas.
Cuando acabamos el año, y entramos esta noche en una nueva década, me parece que el Papa Benedicto XVI ha terminado un año accidentado: ha tenido dos caídas, en la primera se fracturó la muñeca del brazo, y en la última, en la misa del Gallo, la presunta loca italosuiza le volcó al suelo sin más consecuencias.
Al cambio, la revista Foreign Policy sitúa a Benedicto XVI entre los 20 pensadores más importantes del mundo, el número 17 en concreto, según se desprende de la lista ‘Top 100 Global Thinkers’ que ha publicado en su último número.
En positivo, la publicación reconoce que el Papa haya criticado el capitalismo en mitad de una crisis económica y financiera, y que haya puesto a la Iglesia en primera línea en la lucha contra el cambio climático.
También valora, a pesar de la dificultades, el esfuerzo realizado por el Pontífice en la promoción del diálogo con los musulmanes y con los cristianos, como es el caso de los anglicanos.
Para el que suscribe el año de Benedicto XVI ha sido la prueba evidente de que es un Papa perfecto para el tiempo presente. Es, además de un gran teólogo y pensador, tal como lo demuestra en sus catequesis al pueblo cristiano, cuando está haciendo un recorrido por los Santos Padres de la Iglesia y los mejores teólogos de la historia del pensamiento cristiano, es un sencillo pastor que sabe acercarse a la ovejas de forma paternal.
El gran momento del año fue la publicación de la enciclica Charitas in veritate, pieza maestra de la doctrina social de la Iglesia y que ha sido y es comentada y explicada por muchas personas de todas las maneras de pensar.
Primero viajó a Camerún y Angola en marzo. El Santo Padre denunció la corrupción y lamentó que el continente negro sufra de manera desproporcionada hambre, pobreza y enfermedades. Sin embargo, la atención de la opinión pública acabó centrándose prácticamente en la polémica generada por la tergiversación de las palabras del Papa sobre el sida y el uso del preservativo, cuando en realidad lo que dijo es que esta pandemia se vence con “una humanización de la sexualidad y nuevas formas de conducta”.
En mayo, el Papa peregrinó a Tierra Santa. La primera etapa fue Jordania, donde por segunda vez pisó una mezquita, en Amman. En Israel condenó sin paliativos el holocausto y pidió combatir el antisemitismo. En Belén apoyó el derecho de los palestinos a un “Estado soberano, seguro, en paz con sus vecinos y con las fronteras reconocidas internacionalmente”.
El tercer viaje apostólico del año fue a la República Checa, donde defendió las raíces cristianas y denunció el intento de marginar el cristianismo de la vida pública europea bajo el pretexto de que es “dañino” para la sociedad.
Su decisión de levantar la excomunión a los cuatro obispos “lefebvrianos”, se vio enturbiada por las declaraciones de uno de los prelados, Richard Williamson, que negó el holocausto judío, poniendo en pie de guerra a la comunidad judía internacional y obligando al Papa a salir en primera persona a condenar la shoah y el régimen nazi.
Con la publicación de la Constitución Apostólica “Anglicanorum coetibus”, la Santa Sede quiso responder a las numerosas peticiones de grupos de ministros y fieles anglicanos de diversas partes del mundo, que desean entrar en la comunión plena y visible con la Iglesia Católica. La presencia de clérigos casados no supondrá, sin embargo, un cambio en la disciplina de la Iglesia Católica sobre el mantenimiento del celibato sacerdotal.
La valentía de este Papa se demostró cuando hace unos días propuso la beatificación de Juan Pablo II y, sin avisar, la de Pio XII, tan detenida y contestada por la comunidad judía internacional.
Su corazón de pastor lo ha demostrado con la declaración del Año de la Espiritualidad Sacerdotal que cerrará en el mes de junio próximo en Roma.
En la terminación de 2009, invito a que roguemos por el Papa Benedicto XVI, para que Dios nos los guarde y nos lo conserve al frente de la nave de San Pedro.
Y a todos los lectores, amigos, comentaristas, blogueros, y demás personas que pasan por este blog: les deseo una feliz salida de año y un feliz año nuevo 2010.
Tomás de la Torre Lendínez