Un burgalés a quien llamaremos Alfonso me ha enviado una carta contando un suceso. Afirma que ha enviado a todos los medios de comunicación de la capital castellana un articulo adjunto que él titula Noche negra, negra esquizofrenia. Todos los medios informativos han dado la callada por respuesta. Nosotros le acogemos en El Olivo.
El texto es el que sigue:
“Los últimos estertores del día fueron relevados por el ávido deseo de ser introducidos en una época oscura, fantasmal; llena de personajes extraños, macabros, grotescos; ideados sólo para dar miedo. Éste era el sentimiento de la mayoría de los que nos congregamos en la Noche Negra de la UBU. Queríamos pasar un mal rato. Y eso fue, efectivamente, lo que pasamos. Según avanzábamos, una sensación de asco y malestar nos imbuía.
Ya el inicio del recorrido hizo presagiar una noche de mal gusto: un delicioso aroma a vómito nos recibió. Desagradable, pero, ¡qué demonios!, nos enrolamos en la Noche Negra precisamente para eso, para sufrir física y mentalmente. Así que, otorgando el beneficio de la duda, seguimos para adelante.
¡Pobres desdichados! Si alguno pensó que esto era lo peor, no conoce cuán menesterosa puede llegar a ser la imaginación humana. Uno se imaginaba un hospital lleno de gente grotesca, malhecha, dispuesta a darte un susto aprovechándose de la oscuridad. Y lo que allí nos encontramos fueron una serie de situaciones repugnantes y repulsivas. Asqueroso hasta el extremo de estar participando en una snuff movie.
La situación, sin intención de ser explícito y pidiendo perdón de antemano, fue la siguiente: una mujer da a luz a su hijo. Su marido se lo vende a un monje. De repente, la mujer sigue pariendo y, por causas que quizá Mendel pueda explicar, da a luz a un niño/a negro/a (¡¿!?). El marido, o persona ligada a ella en análoga relación de afectividad, coge al niño, se enfada con su mujer, y lo mata golpeándolo contra el suelo. Justo al terminar de golpearlo, le pide al monje que le escuche en confesión. Y si esto había sido repulsivo, lo siguiente, aparte de irritante y vejatorio para un católico, no tiene desperdicio.
(Continúa una serie de aberraciones más que no reproducimos por respeto a los lectores).
El sketch que siguió a éste fue ridículo, no por repulsivo, sino por deshonroso. Daba vergüenza ajena.
¿Para hacer arte, para ser transgresor, uno tiene que recurrir a lo obsceno y lo abyecto?(…….) Y sobre todo, ¿qué relación tiene esto con el Camino de Santiago? Yo lo he hecho tres veces (dos por el Camino Francés y una por la Vía de la Plata), y en ningún albergue, iglesia o monasterio (y en una de las veces dormí en un monasterio) he visto estas aberraciones morales.
Si las compañías de teatro que han ideado esta infamia quieren seguir haciéndolo, estupendo. Cójanse su garito, y representen lo que les dé la gana y ríanse de todas las religiones, si se atreven. Pero no se aprovechen de las instituciones públicas que pago yo. Y menos de la Universidad, cuna del saber, del respeto y de la CULTURA, donde yo he estudiado y donde estoy haciendo mi doctorado.”
Además deja un enlace, como prueba testifical y gráfica, de una web:
http://www.icaljacobeo.es/Mostrar.cfm/Reportajes/I/sombra/misterio/camino/200063
Y todo esto inserto en la celebración del Año Santo Compostelano. Con situaciones como éstas se necesitan los comentarios de los lectores.
Tomás de la Torre Lendínez