El domingo pasado publiqué un artículo en el Diario Idel, edición de Jaén, titulado Dios en los toros. Más tarde, lo colgué aquí en el blog. Tras pasar varios días y leyendo los comentarios sobrevenidos, vuelgo a ratificarme en mi opinión.
La decisión de probibir los toros en cierta parte de España, entre otras motivaciones, tiene una connotación de aniquilar la religiosidad personal y colectiva existente dentro del mundo del toro. Es un triunfo más, y los que vengan detrás, del relativismo dominante y del laícismo presente.
Hoy doy un paso más e informo que los toreros tienen un patrón colocado por la Iglesia, que es San Pedro Regalado, patrón, también de la ciudad de Valladolid. De modo resumido la vida de este santo es la siguiente:
Nace en Valladolid en 1390. Hijo de Pedro Regalado y María de la Costanilla, ambos de Valladolid. A los 14 años es recibido en la Orden Franciscana y llega al eremitorio de La Aguilera, fundado por Pedro de Villacreces, quien había comenzado en Castilla la Reforma de la Orden, con la intención de volver al estilo sencillo de vida de S. Francisco de Asís y sus primeros hermanos, que habitaban entre la gente humilde en la periferia de villas y ciudades.
Pedro Regalado fue un entusiasta promotor de esta forma de vida. Habitando en La Aguilera se entregó apasionadamente a vivir el Evangelio y a compartir las necesidades y anhelos de la gente sencilla de estos pueblos.
En 1412 es ordenado sacerdote y celebra su primera misa en la primitiva ermita, actual Capilla de la Gloria. En 1415 es nombrado superior de este convento y también lo será del Abrojo en las cercanías de Valladolid. Su paso por estas tierras del Duero fue un reguero de solidaridad, cercanía y ternura con la gente más desfavorecida, como muy bien ha sabido recoger la memoria popular plasmada en la rica iconografía. Muere el 30 de marzo de 1456, siendo beatificado en 1683 por Inocencio XI, siendo declarado patrón de los toreros, y canonizado el 29 de junio de 1746 por Benedicto XIV.
Su fiesta se celebra, con gran concurrencia de gentes de la Ribera del Duero y de Valladolid, ciudad de la que es patrono, el 13 de mayo, fecha de la traslación de su cuerpo en 1692 a la urna del Camarín donde hoy se veneran sus restos. La cofradía de S. Pedro Regalado, a la que pertenece todo el pueblo de La Aguilera, se ocupa con entusiasmo de dar esplendor a la fiesta. Fue declarado Patrono de los toreros por haber amansado a un toro bravo que huía del coso de Valladolid, a las puertas del convento del Abrojo en Laguna de Duero, provincia de Valladolid.
Su fama de santidad ratificada por la Iglesia y sus sagrados restos que el pueblo venera en el Santuario de La Aguilera ha hecho posible que de las casas que surgieron con esta Reforma sea una de las pocas que se mantienen milagrosamente en pie.
La figura de San Pedro Regalado y el monasterio de La Aguilera ha estado muy unido a la familia real de los Trastámara, de modo singular a los Reyes Católicos, quienes visitaron el monasterio varias veces, y sus sucesores los reyes de la casa de Austria.
San Pedro Regalado no falta en ninguna de las capillas existentes en la actuales plazas de toros, a donde se recogen los toreros antes de salir a la plaza a torear.
Tomás de la Torre Lendínez