La Iglesia de los paños calientes
El asunto del jesuita Novoa, justificado entre comillas, como una “posición personal”, por su superior jerárquico, el también jesuita rector de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, es sintomático de algo profundo que está pasando en la Iglesia.
En la Iglesia de Hispanoamérica hoy está ocurriendo lo que en España sucedía durante los años setenta, ochenta y noventa. Las “posiciones personales” eran respetadas y tapadas por obispos, arzobispos y cardenales con paños calientes, como algo sin importancia, como una anécdota sin trascendencia.
Con paños calientes se tapan cánceres rabiosos de comerse el cuerpo entero del enfermo. Con paños calientes se tapan heridas abiertas en órganos esenciales y vitales del cuerpo del herido. Con paños calientes se tapan hasta los mismos cadáveres, diciendo que están durmiendo la siesta.
Las “posiciones personales” sobre la vida de los seres humanos concebidos dentro del seno materno, aceptando el aborto con la boca pequeña, no tienen ninguna justificación. Nadie, en su sano juicio, debe y puede estar contra la doctrina de la Iglesia Católica sobre la defensa de la vida humana desde la cuna a la tumba