Pronto Vidal debe “estar” en Añastro

Unos que la Iglesia no habla. Otros que si habla lo hace con “poderío” Bastantes muchos querrían verla desaparecer del paisaje de España. Una gran masa pasa de todos estos asuntos.

La Iglesia ayer habló de su memoria anual de actividades, referentes al año 2010, lo hicieron dos laicos. Según el excura Vidal están contaminados del “virus” de Martínez Camino. Los datos aportados sobraban, o faltaban, o debían comunicarse con “humilitas”. El caso es que nunca se hace al gusto de ese escribiente de sueños rotos.

Desde aquí levanto en un pedestal a este Vidal para que lo nombren cuanto antes portavoz, de la Conferencia Episcopal Española. Se acabarían los problemas de la comunicación para la Iglesia peregrina en España.

Porque Vidal sabe más que nadie de cómo se debe comunicar en esta hora de la historia de España en crisis y en pobreza. Nadie lo hace mejor que él.

Porque Vidal ha sido cocinero antes que fraile, conoce el lenguaje eclesial y domina todos los palos del cante en el ruedo ibérico de la información religiosa.

Porque Vidal tiene amigos hasta en el infierno para que la Iglesia nunca sea atacada ni por la derecha cerril, ni por la izquierda anticlerical.

Porque Vidal ha estudiado periodismo mejor que nadie, con unos títulos universitarios de cuadro de honor, pero está arrinconado el pobre en su portal digital.

Porque Vidal tiene unos contactos con los mejores obispos de España, excepto con sus dos bestias negras, el cardenal Rouco y el secretario Martínez Camino.

Porque Vidal con esos contactos episcopales puede llegar, si lo trabaja bien, a ser nombrado secretario general de la Conferencia. Sería el techo de su máxima carrera por el cargo.

Porque Vidal pasaría el resto de su vida entregado a crear una Conferencia Episcopal más samaritana, menos poderosa, más servicial a los pobres de la crisis, menos amiga de los banqueros. Sería “su conferencia episcopal personal”. La mejor posible.

Porque Vidal está ansiando entrar en Añastro. No lo llaman. Menuda injusticia le están haciendo.

Si este sueño para Vidal no se rompiera de bruces con la realidad, seguramente abría otro virus llamado “vidalinus”, como él ahora achaca a monseñor Martínez Camino.

Yo acabo esta proclama invitando a la cordura a Vidal. Admiro la “fidelidad a su pensamiento”. Pero le advierto que está fuera del tiempo y del espacio. La Iglesia en la que sueña ya no es posible, por mucho que se empeñe.

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Tomás de la Torre Lendínez